domingo, 30 de diciembre de 2012

Homilía del domingo de Santa María Madre de Dios, 1 de enero de 2013



SANTA MARÍA MADRE DE DIOS, 1 de enero de 2013
            En estos días de Navidad, cuando las calles están engalanadas de lucecitas de colores, el Nacimiento está representado en la plaza mayor de nuestras ciudades, los comercios abiertos hasta tarde para atender a los clientes y el ambiente festivo acompañado con los villancicos…hay personas que tiradas por el suelo, mendigan. Muchas son las familias que jamás creyeron verse en la necesidad de llamar a las puertas de Cáritas para poder ofrecer un plato de alubias a sus hijos. Todo lo que tenían lo han perdido y la suerte se ha tornado en desgracia. Y oirán los buenos deseos que nos damos los unos a los otros cuando nos deseamos el feliz año. Realmente cuando la angustia se ha apoderado del corazón el sufrimiento impide afrontar las jornadas con valentía. Y no nos olvidemos de todas aquellas familias que durante el año pasado han estado sufriendo en sus carnes la enfermedad de un ser querido, las noches largas de hospital, la despedida de la persona amada con la firme seguridad de recuperarla en la otra vida. Tampoco olvidemos la tensión acumulada por el miedo a ser despedido del puesto de trabajo ni aquellos que han engrosado las filas del paro. Y en medio de todo este barullo donde el pesimismo parece ser lo reinante brota una bendición: «El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te conceda la paz». Dios nos responde con su bendición.
            Para afrontar este nuevo año contamos con la gracia de Dios y el poder de Cristo resucitado. Nadie sabe lo que este año nos va a aguardar solo sabemos que tenemos garantizado una cosa: Que somos muy importantes para Dios. Sin embargo nosotros, con pena lo digo, no damos la importancia necesaria a Dios. Necesitamos que vuelva a ser normal que los cristianos dediquen el domingo a celebrar y alimentar su fe. Los presentes echamos de menos a los que están ausentes en la asamblea litúrgica, ya que su presencia es un valioso regalo del que nos vemos privados. Necesitamos que las familias cristianas sean hogar de amor y de vida. Necesitamos que los tiempos litúrgicos marquen realmente nuestra vida, que las comunidades cristianas sean centros de acogimiento y de ayuda para todos; que los unos recemos por los otros y nadie quede privado de esa oración; es decir, que los cristianos seamos capaces de irradiar a los demás el amor que previamente hemos recibido de lo alto: de este modo nos constituiremos en bendición para los demás.
            Si creemos en la soberanía de Dios y en el señorío de Jesucristo y de que estamos necesitamos de su divina presencia todos nosotros estamos llamados a reorientar todos y cada uno de los aspectos y facetas de nuestra vida hacia Él. Los pastores se fiaron totalmente del anuncio del ángel y fueron corriendo al encuentro de ese Niño que estaba acostado en el pesebre. Ya va siendo hora de entender que ser cristiano y manifestarse públicamente como cristiano, defendiendo los valores cristianos no es ser un autoritario, ni un tirano ni una amenaza. No tenemos que estar acomplejados de creer lo que creemos y de defender lo que defendemos. Si reavivamos la fe de los corazones y nos renovamos espiritualmente en Cristo iremos, poco a poco ejerciendo esa influencia enriquecedora que nace del encuentro con el Señor y que es fuente de bendición para todos aquellos que la quieran acoger. ¡Que el Señor nos bendiga y nos proteja!

sábado, 29 de diciembre de 2012

Homilía del domingo de la Sagrada Familia 2012



SAGRADA FAMILIA 2012
            Hermanos, vivimos una dura situación de enfriamiento religioso. Es cierto que en momentos puntuales parece que vuelven a aparecer brotes de religiosidad, sin embargo parece prevalecer la increencia y lo que resulte más cómodo. No podemos sentirnos tranquilos de conciencia  sino buscamos con sinceridad lo que Dios quiere de nosotros en estos momentos. Es que resulta que Dios nos llama a una vivencia intensa de la fe con todas las consecuencias; Dios nos llama a la conversión y a una movilización apostólica y misionera bien pensada y ejecutada. No podemos dudar de la asistencia de Dios, no podemos dudar de la fuerza del Evangelio ni de la asistencia del Espíritu Santo, no tenemos razones para desoír la llamada de Dios anclándonos en nuestras cómodas rutinas.
            Esta parroquia, y la de allá y aquella más lejana… necesitamos vivir con el fervor y la intrepidez, con atrevimiento, con audacia, con valentía apostólica. Cada uno de los presentes se encuentra en un punto determinado en su proceso de fe, más aquellos que estén adelantados en mencionado proceso debe de ser portavoz del Evangelio para que los demás reconozcan a Cristo Jesús como el verdadero camino de la humanidad auténtica, que es libertad, que es esperanza, que es amor. El Apóstol San Pablo cuando escribe a los Colosenses les dice: «la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente».
            No podemos seguir con el conformismo rutinario de siempre. No podemos resignarnos a ser desplazados por el laicismo. Sería una gran desgracia para todos.
Esa hostilidad o indiferencia contra la religión no puede ser la vencedora. Dios nos está pidiendo una reacción fuerte, la reacción de la responsabilidad y de la conversión, la reacción de la autenticidad, la reacción del convencimiento, la reacción de la rebeldía contra el avance del mal. Y como dice San Pablo: «Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de Él». Esta sociedad nuestra es muy reacia a la palabra de Dios y estima muy poco la autoridad moral de la Iglesia. Por eso, hermanos es preciso que el testimonio paciente y elocuente de los cristianos llame la atención de las muchas personas de buena voluntad que viven ahora al margen de la fe y cautivos de la cultura dominante. ¿Cómo podemos trasmitir a las jóvenes generaciones que ser cristiano es un regalo gozoso sino nos dejamos llevar por ese renacimiento general de entusiasmo de los cristianos? Yo como presbítero y todos aquellos que respondemos al Señor en la vocación del sacerdocio ministerial, a través del sacramento de la penitencia o a través del diálogo pastoral, haciendo presente a Cristo en la Eucaristía y en resto de los sacramentos… nos mostramos dispuestos a guiar a las personas por el camino del Evangelio, a alentarlas en sus esfuerzos, a levantarlas si se han caído y asistirlas siempre con discreción y disponibilidad. ¡Este es el cometido del presbítero!. Y todo esto es porque como dice el Apóstol «somos el pueblo elegido de Dios».
            Y nuestro objetivo es buscar a Jesucristo, tal y como hicieron la Santísima Virgen y San José por aquellas fiestas de Pascua en el Templo de Jerusalén. Así sea.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Homilía de Navidad, 25 de diciembre de 2012, ciclo c



NAVIDAD, 25 DE DICIEMBRE 2012, CICLO C
« ¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: "¡Tu Dios es rey!"». Con estas palabras cargadas de agradecimiento empezaba la lectura del profeta Isaías. Y hermanos, para ser portadores de la Buena Noticia de la salvación debemos adentrarnos en un proceso de renovación espiritual, de conversión personal al Evangelio de Jesucristo. Adentrarnos en un proceso de anuncio fiel y directo del Evangelio de Dios para que, poco a poco, con la ayuda del Espíritu Santo, vayamos entretejiendo en la vida real y concreta un ambiente espiritual en donde la Palabra de Jesucristo tenga cabida en el ámbito del hogar. Los padres y las madres como agentes educativos fundamentales han de saber trasmitir a sus hijos la importancia, el peso específico que tiene Jesucristo en su vida. Jesucristo no es alguien que esté acaparado por los presbíteros, sino que todos debemos aproximarnos a su divina persona para luego afrontar los retos diarios atendiendo a sus enseñanzas. Dicho con otras palabras: Es preciso que tanto tú como yo nos movamos dentro de una dinámica de amor sobrenatural y en la firme esperanza en la vida eterna. Es así como empezaremos a renovar y a crear una cultura cristiana, de la cual no podemos renunciar ‘ni tirar la toalla’. Y esa cultura cristiana tiene que ser la nota dominante en todos los aspectos del vivir, empezando por el tiempo libre, siguiendo por las relaciones de noviazgo, pasando por el matrimonio y la familia, atravesando las relaciones entre los amigos, teniendo en cuenta el trabajo y terminando en cualquier otro aspecto personal. Y todo esto porque «Jesucristo sostiene todas las cosas con su palabra poderosa» tal y como nos dice la Carta a los Hebreos.
Esta cultura cristiana, la cual la tenemos como asignatura pendiente pero que hay que afrontar,…esta creación cultural comienza en la misma vida interior de la Iglesia, en la oración, en la celebración viva de la Eucaristía, en la piedad familiar y en la educación religiosa de los jóvenes. Convencidos de lo que aporta Jesucristo en nuestros hogares, iremos cambiando las realidades para que Cristo sea el Alfa y la Omega, el principio que inspira y la finalidad que persigue todas las cosas que uno lleve a cabo.
Quien quiera de verdad anunciar seriamente el Reino de Dios, quien desee hacer apostolado auténtico tiene que empezar viviendo con Jesús y como Jesús. Es preciso separarse del barullo de la gente, ‘mantener una distancia de seguridad’ para meterse en la intimidad con Dios, y a la vez volcado enteramente en las necesidades de los hermanos, plenamente entregado en la misión suprema de trasmitir esa experiencia de lo divino que uno previamente ha adquirido en ese trato íntimo con el Señor; porque el Señor es el origen y garantía de la vida y de la felicidad.
Cristo es el Verbo. Cristo es Palabra y «la Palabra es la luz verdadera, que alumbra a todo hombre». Estemos al lado de Cristo; aprendamos a renovar en su presencia nuestro espíritu; rindámonos ante sus pies; adentrémonos en esa dinámica de amor sobrenatural; remanguémonos para crear la cultura cristiana; recostemos nuestras cabezas sobre su pecho, como lo hijo San Juan, para adquirir ese trato tan necesario e íntimo con el Señor. Así sea.  

Homilía del cuarto domingo de adviento, ciclo c



CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO, CICLO C

            En nuestro pueblo hay muchos valores cristianos y muchas personas que viven fervorosamente su fe. Y yo como presbítero, doy gracias a Dios por ello. Sin embargo, no estamos todos los que somos. Hay hermanos nuestros, jóvenes y adultos para los que la fe en Jesucristo cada vez significa menos. Personas, con comportamientos muy diversos que viven alejados de cualquier referencia religiosa, sin contar con Dios en su vida y sin tener en cuenta la promesa de la vida eterna. Esto es un motivo muy serio de grave preocupación.
            La gente siente, piensa y vive de otra manera. Es como si el influjo de lo religioso no influyese. El modo de cómo los creyentes expresaban su fe en el pasado ahora ya no cuadra, no encaja, no es atrayente ni convincente a los cristianos jóvenes o de mediana edad de ahora. La religión no aparece como algo importante para la vida real. Permítanme esta comparación: La vida de fe que cada uno podamos tener se asemeja a las vigas de madera de las casas. Una viga sana, bien cuidada es garantía de sujeción. Mas si esa viga está poblada de termitas que han ido quedando hueco su interior, llegará un momento y no tardando, que la ruina de esa casa se haga bien patente. Son muchas las veces que he tenido que escuchar la tan famosa como desafortunada sentencia que dice: «La Misa y el pimiento son de poco alimento». Sucede que la fe se debilita, y como consecuencia esa fe en Cristo ya no se tiene en cuenta ni en las decisiones, ni en las convicciones ni en la manera de vivir. Dicho con otras palabras: volvemos a arrinconar a Jesucristo tal y como hicieron hace más de dos mil años en Belén cuando tuvo que nacer a las afueras del pueblo arrinconado en aquel pobre y mal oliente pesebre porque no había sitio para Él en la posada. Ahora entienden ustedes como debemos hacer nuestra esa súplica honda del salmista cuando clama: «OH DIOS, RESTÁURANOS, QUE BRILLE TU ROSTRO Y NOS SALVE».
            Si existiese algún escáner o resonancia magnética que nos permitiese adentrarnos en la profundidad de nuestra espiritualidad y poder comprobar el estado real de nuestro interior más profundo nos percataríamos de que estamos dislocados, espiritualmente descoyuntados. Por una parte creemos en Dios y en Jesucristo, queremos vivir en conformidad con esta fe; pero por otra parte vivimos dentro de una cultura donde Dios está siendo borrado de la escena social. Todos nos damos cuenta cómo se está imponiendo nuevas formas de pensar, muchas de ellas ajenas a nuestra fe. A pesar de todo esto, Dios se sigue haciendo presente en aquellos que le quieran acoger.  
            Si se han dado cuenta, hoy Santa María y Santa Isabel, ambas agraciadas por el don del Espíritu Santo muestran entre ellas una sintonía total. Se manifiesta una relación tan fortalecida que va más allá de los lazos de la carne y de la sangre. Es fuerza del Señor la que se está manifestando de un modo poderoso entre estas dos santas mujeres. Es Cristo Jesús quien las está uniendo en un lazo espiritual. Aquella época tenía sus dificultades y estaban sometidos a otras particulares tiranías ideológicas, sociales o de comportamientos, tal y como hoy también nos sucede. También había mucha gente que sentía, pensaba y vivía de otra manera al margen de Dios, no dejándose influir por lo religioso; sin embargo nunca podrán acallar la voz de Jesucristo porque estaremos nosotros siempre expectantes a escucharla. Así sea.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Homilía del tercer domingo de adviento, ciclo c



DOMINGO TERCERO DE ADVIENTO, CICLO C
            La espiritualidad del Adviento es la espiritualidad de toda la vida, que consiste en prepararse para el encuentro. La Iglesia, que es madre y maestra, pretende poner al rojo vivo los corazones, los deseos, disponer para un encuentro con Jesucristo. Es Dios mismo quien baja del Cielo para hacerse hombre y así salir a tu encuentro, es más, te viene a buscar. Otra cosa es que nosotros estemos preparados, otra cosa es que nos hayamos enterado. Es que quizá, tal vez, no hayamos conseguido las disposiciones interiores necesarias para captar el timbre de su voz, el sentido de las palabras de Jesucristo, la trascendencia del momento que se aproxima. Pueda ser que creamos que no estamos heridos por el pecado o que nuestra alma no sufre de lepra espiritual.  Yo no sé ustedes, pero yo sí que necesito de cuidados, de salvación y de purificación espiritual.
            ¿Ustedes no han oído alguna vez esa famosa expresión de ‘yo no tengo pecados porque no mato, ni robo ni me acuesto con malas mujeres’? Y lo curioso es que ‘se quedan tan frescos’ convencidos que tendrán una fiesta de bienvenida por todo lo alto en el cielo tan pronto como mueran.  Estas personas son como adobes y espiritualmente asilvestrados. ¿Dónde queda la finura en el trato con el Señor? ¿Dónde queda la exigencia espiritual? ¿Dónde queda la lucha contra el pecado? ¿En qué lugar hemos dejado arrinconado a Jesucristo? Manifestar que uno no tiene pecado es un acto de soberbia ya que se cierra a la misericordia de Dios y no siente la necesidad de acudir al médico de las almas para que las heridas sean cicatrizadas. Es que resulta que yo y tú y él,….todos nosotros hemos sido rescatados por Dios y constantemente nosotros debemos ser asistidos por la gracia venida desde lo Alto. La Palabra de Dios ha de ser guardada en nuestros corazones y recordada en nuestras mentes y pronunciada por nuestros labios. Reconocido el pecado podemos avanzar hacia Cristo Jesús. Acogida la Palabra Revelada permitimos que la luz de Dios alumbre nuestros pasos.
            Les voy a poner un breve ejemplo: Cuando el fuego se acerca al leño, en primer lugar lo ilumina, lo alumbra y lo aviva. Esta fase es cuando uno descubre que Alguien, que es Dios, está presente de modo misterioso en la oración y en los sacramentos… por lo menos uno lo va intuyendo. Si el fuego se aproxima más al leño, en un primer momento los efectos son aparentemente inversos: en contacto con la llama, el leño comienza a oscurecer, a despedir humo, a oler mal y a desprender brea y otras sustancias desagradables. Es decir, cuando uno en su vida espiritual, a la luz de la Palabra revelada, esforzándose por la permanencia en el estado de gracia y fortalecido por los sacramentos, sobre todo el de la confesión, va experimentando su propia miseria, pecado y absoluta impureza. Es una etapa dura pero necesaria. Mas si ese leño está en contacto directo y prolongado con esa llama, con ese fuego, terminará siendo trasformado en fuego. Es cuando el alma, en contacto con el fuego divino se purifica, se abrasa en su totalidad y se ve fortalecida en la caridad, ese es el fuego que Jesús ha venido a traer a la tierra.
            Nos hemos encontrado en el Evangelio que una serie de personas se acercan a Jesús para preguntarle eso de « ¿qué hacemos?»  «¿qué hacemos nosotros?». Estas personas piensan que seguir a Jesucristo consiste en hacer cosas, en asistir al culto, en cumplir con lo mandado… y es que resulta que seguir a Cristo es dejarse quemar espiritualmente en su presencia, tal y como le sucede al leño y una vez que uno esté abrasado en ese amor….dejarnos conducir por lo que nos indica las palabras del Apóstol San Pablo: «Que la paz de Dios custodie vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús». 

jueves, 6 de diciembre de 2012

Homilía del segundo domingo de Adviento, ciclo C



DOMINGO SEGUNDO DE ADVIENTO, CICLO C                                                  (9 de diciembre 2012)
            Hermanos, estamos ahora en la Iglesia porque necesitamos ser evangelizados, porque sentimos la necesidad de escuchar lo que Dios quiere decirnos. Es Dios quien tiene la iniciativa para salvarte; «Él es quien nos arrancó del poder de las tinieblas, y quien nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, de quien nos viene la liberación y el perdón de los pecados», bien claro nos lo hace saber el Apóstol Pablo (1 Cor 13-14).
            La visión cristiana de la vida valora ante todo la conversión del corazón, la completa docilidad a la gracia y la iniciativa de Dios. Necesitamos ser evangelizados. Tenemos que estar seguros de que los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, los mayores y también los jóvenes de ahora, están hechos para Dios, pueden y necesitan escuchar el Evangelio de Jesucristo, llevan dentro la capacidad y la necesidad de Dios, están siendo trabajados por el Espíritu Santo, van a tener sus momentos de gracia, y necesitan la ayuda de sus hermanos para recibir el Evangelio de Jesús en el cual está el secreto de su vida, de su felicidad y de su salvación. El secreto de su vida, de su felicidad y de su salvación no está en el dinero, ni en las litronas, ni cubatas, ni en la droga, ni tampoco en las diversiones hasta altas horas de la madrugada, ni tampoco el estar con una chica o un chico de cualquier modo indecente. Tampoco está el secreto ni en las infidelidades conyugales ni en el intentar sobresalir para aparentar lo que uno no es en realidad. El secreto de su vida, de su felicidad y de su salvación tiene un nombre: JESUCRISTO. El salmo 125 claramente nos lo hace saber: «El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres».
            San Pablo quiere que aquellos que amamos al Señor seamos colaboradores en la obra del Evangelio. Es que resulta que la fe cristiana influye en nuestra manera de ver el mundo, en la idea que tenemos de nosotros mismos y de nuestra existencia en el mundo, en el modo de situarnos y desenvolvernos en la realidad, en nuestras relaciones con las cosas, y sobre todo con las personas con las que realmente convivimos día a día. ¿La fe influye en todo esto?, ¡pues claro que influye! Y san Pablo nos comenta «que el que ha inaugurado entre vosotros una empresa buena, la llevará adelante hasta el Día de Cristo Jesús». Que esto de la fe no nace del propio cuerpo ni de nuestra mente, sino que se nos da de lo alto, para ser santos como Dios es santo. Como dice el libro de Baruc para despojarnos del vestido de luto y aflicción que es el pecado corrosivo y vestirnos de las galas perpetuas de la gloria de Dios que es la vida de gracia.
            De la fe nacen unos modelos de comportamiento especialmente arraigados y firmes, la valoración y el respeto por los demás como hijos de Dios, una manera bien definida de entender y realizar el matrimonio y la vida familiar, el modo de interpretar y de vivir los momentos decisivos de la salud y la enfermedad, del nacimiento y de la muerte.
            Cuando Juan el Bautista nos está gritando en el desierto «preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale», nos está exhortando Juan el Bautista a que sintamos la urgente necesidad de ser evangelizados para que todas nuestros pensamientos y acciones tengan como fundamento y como fin al mismo Dios.  

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA, 2012



SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA, 2012
            La Palabra proclamada ante esta asamblea cristiana tiene como pretensión que tú y yo entremos en una crisis de conversión. Que entremos en crisis total, ya que nuestras esperanzas y aquellas cosas en las que tenemos depositado el corazón deben de desaparecer. Cristo en el centro y todo lo demás en el lugar en el que Cristo lo quiera poner. La Palabra pone ‘en tela de juicio’ nuestros comportamientos y motivaciones. ¿A ustedes les gusta que alguien o algo pongan ‘en tela de juicio’ sus planteamientos o sus motivaciones? ¿a ustedes les asentaría bien que viniese alguien y empezase ha hacer un examen severo de toda sus valores, de todos sus principios así como de todas sus creencias? A mí a título personal no me haría ni una pizca de gracia. Sin embargo si es la Palabra de Dios quien pone ‘en tela de juicio’ mi concepción de la vida, yo, sin dudarlo, me rindo sin condiciones ante la presencia deL TODOPODEROSO, y que Él haga de mí lo que quiera, sea lo que sea y yo le daré las gracias. Ya lo dice el salmo 126, «Si el Señor no construye la casa, en vano se afanan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigila el centinela». Porque «nuestro auxilio es el Señor que hizo el cielo y la tierra».
            En el capítulo tres del libro del Génesis, donde se nos relata el pecado de nuestros primeros padres nos narra una catequesis para pecar. El Demonio instruye al hombre sobre cómo pecar, sobre cómo adentrarse en la oscuridad alejándose del amor de Dios. Y seamos claros: ¡La catequesis que ha impartido el Demonio ha sido todo un éxito! Y sin darnos cuenta nos lleva tras de sí. Convivimos con nuestro pecado personal. No nos hacemos problema de nuestro pecado, y sobre nuestras espaldas se van acumulando kilos y kilos de malas acciones, de malos pensamientos, de malos propósitos, de críticas destructivas, de impureza en el corazón, de soberbia y engaños que terminan doblándonos hacia delante y empezamos a estar encorvados. El peso del pecado nos fuerza a andar encorvados hacia delante. Ya dejamos de mirar erguidos a lo alto, ya no miramos al hermano ni a sus necesidades. Nos convertimos en egoístas mirándonos constantemente nuestro ombligo. De tal manera que todo lo que hago es para satisfacerme, para agradarme, para buscar mi propio placer, mis gratificaciones, mi dosis de felicidad, de tal manera que el resto de las personas y de las cosas están para mi servicio, llegando a considerar que si no están para mi servicio han de ser atacados.
            Sin embargo San Pablo está diciéndonos que nuestro destino es andar erguidos, no encorvados. Que Dios en la persona de Cristo nos ha bendecido y que nos ha regalado toda clase de bienes espirituales y celestiales. Y esto no lo digo yo; esto lo dice la PALABRA REVELADA. Hermanos, que «Dios nos ha elegido para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor». Lo que importa no es mi felicidad, sino buscar la felicidad del otro. Lo que importa no es agradarme ni buscar mis gratificaciones, sino servir al otro e incluso llegando a lavar los pies como hizo Jesucristo a sus Apóstoles. No olvidemos que la vida cristiana comienza con la conversión personal. De tal modo que una Iglesia de cristianos no convertidos es una Iglesia hueca, una Iglesia ficticia, una apariencia de Iglesia. Por eso cuando fijamos nuestros ojos en la Santísima Virgen María tenemos la certeza de que es posible vivir siendo fieles a Cristo y alejando de nosotros todo pecado que impida amar con la intensidad con la que nos amó el Señor. 

lunes, 3 de diciembre de 2012

¿Por qué la pobreza?

¿Por qué la pobreza?  

¿Por qué la pobreza?

2012-11-27 Radio Vaticana
RV – AUDIO La unión europea de Radiodifusión, Ebu/Uer, organiza el próximo 29 de noviembre un especial Día de transmisiones en Eurovisión, dedicado al tema de la pobreza. Why Poverty? Day, o bien, el Día del ¿Por qué la pobreza? Es una iniciativa promovida por "Steps Internacional", en colaboración con la Bbc y con la DR, la radiotelevisión danesa.
En el mes de noviembre un gran número de televisiones de todo el mundo lanzarán juntas una de las más grandes coproducciones internacionales de esta última década.
Globalicemos la solidaridad

Radio Vaticana como miembro del UER, adhiere a esta iniciativa. Hablamos de ello con Monseñor Gregorio Rosa Chávez, Obispo de El Salvador, y actual Presidente de Cáritas de ese país. En el período durante el cual Mons. Chávez fue Presidente de Cáritas de Latinoamerica y El Caribe, fué lanzada la famosa Campaña de la Pobreza Cero:
P: Monseñor,¿qué piensa de esta iniciativa? ¿Qué piensa que puede hacer la Radio para luchar contra la pobreza?
R:Pues yo soy un hombre de Radio. He visto como la gente en América Latina es gente de Radio.¿Quiénes son los pobres? El Papa en el sínodo habló de la pobreza moral, de quien no sabe compartir, de quien vive encerrado en su egoísmo, y son pobres también.
P: Recordando las palabras de Benedicto XVI en la Encíclica Caritas in Veritate, el proceso de globalización, adecuadamente entendido y gestionado, ofrece la posibilidad de una gran redistribución de la riqueza a escala planetaria como nunca se ha visto antes; pero si se gestiona mal, puede incrementar la pobreza y la desigualdad, contagiando además con una crisis en todo el mundo. Por ese motivo es urgente, combatir también la pobreza espiritual....
R: Pues globalicemos la solidaridad. Ése es el camino. En Ecclesia en América hablamos de eso: La globalización que es aceptable y la que no es aceptable.. En esta línea hay que avanzar. Creo que esta oportunidad no hay que perderla para poner unas piedras más en el camino porque sólo una visión de la familia humana como una única familia es lo que permite que superemos todos los problemas que tenemos actualmente en el mundo.
Hemos avanzado en entender el problema, ahora tenemos que actuar en consecuencia.Juan Pablo II en su Catequesis habla de la opción por los pobres, desde esta opción tenemos que hacer varias cosas, primero la parte asistencial: Dar de comer a los pobres. Segundo, la parte de la promoción humana: Enseñar a pescar. Tercero: que nos unamos a la gente que busca un mundo nuevo; y cuarto: una lucha por cambiar las estructuras.
Entonces, esta iniciativa va a permitir que acortemos el tiempo para que los pobres tengan esperanza.
Hoy somos una familia, un solo mundo, cada uno desde su propia realidad, y con una utopía que es la de Jesús.Tenemos un solo futuro. O nos salvamos todos o nos perdemos todos. El primer mundo tiene que aprender que no puede seguir como está.
Una sociedad de consumo, tan salvaje como la que tenemos hoy, nos va a anular como humanidad.Se está entendiendo poco a poco a nivel teórico, cuando se entienda a nivel práctico, vamos a aprender a vivir de una manera muy diferente.
La radio es una "presencia discreta para gente distraída", que respeta la intimidad de la familia. Si tenemos un mensaje que nos va humanizando, que nos va haciendo hermanos, el mundo cambia, y cambia sin que nos demos cuenta.
Por ello es que la Radio es tan fundamental, pensamos que iba a morir, en cambio hoy, está más viva que nunca.
P: ¿Qué piensa de Radio Vaticana?
R: La conozco desde que era adolescente. Radio Vaticana acorta distancias, al lado mío está el Papa, al lado mío están los Obispos, al lado mío está el drama de la pobreza.La Radio Vaticana ha abierto caminos, históricamente, desde Marconi, y ha ido evolucionando a ritmo de la sociedad en la que estamos.
Es posible evangelizar, es posible un mundo diferente, Cristo sigue siendo la noticia que todo el mundo necesita escuchar, pero necesita testigos creíbles. La credibilidad es algo que no se puede improvisar.
La radio tiene un futuro clave en el mundo que vivimos, más ahora que ya no hay barreras de tiempo ni de espacio, por eso estoy contento de poder dar unas palabras de gratitud a esta Emisora, que ha sido parte de mi formación desde que era un estudiante de secundario.
Otras consideraciones doctrinales sobre el tema:

Benedicto XVI sobre los medios de comunicación dijo que, Pueden ser ocasión de humanización no sólo cuando, gracias al desarrollo tecnológico, ofrecen mayores posibilidades para la comunicación y la información, sino sobre todo cuando se organizan y se orientan bajo la luz de una imagen de la persona y el bien común que refleje sus valores universales. El mero hecho de que los medios de comunicación social multipliquen las posibilidades de interconexión y de circulación de ideas, no favorece la libertad ni globaliza el desarrollo y la democracia para todos. Para alcanzar estos objetivos se necesita que los medios de comunicación estén centrados en la promoción de la dignidad de las personas y de los pueblos, que estén expresamente animados por la caridad y se pongan al servicio de la verdad, del bien y de la fraternidad natural y sobrenatural.
El Santo Padre nos ha recordado que la Iglesia está convocada a ser “abogada de la justicia y defensora de los pobres” ante “intolerables desigualdades sociales y económicas que claman al cielo”.
Los recursos materiales disponibles para sacar a los pueblos de la miseria son hoy potencialmente mayores que antes, pero se han servido de ellos principalmente los países desarrollados, que han podido aprovechar mejor la liberalización de los movimientos de capitales y trabajo. Por tanto, la difusión de ámbitos de bienestar en el mundo no debería ser obstaculizada con proyectos egoístas, proteccionistas o dictados por intereses particulares.Como dijeron los obispos en Aparecida, no podemos olvidar que la mayor pobreza es la de no reconocer la presencia del misterio de Dios y de su amor en la vida del hombre, que es lo único que verdaderamente salva y libera.
Durante el vuelo a México este año, Benedicto dijo que “El primer pensamiento de la Iglesia es educar conciencias, y así crear la responsabilidad necesaria. Educar las conciencias tanto en la ética individual como en la ética pública, y que “nosotros, desde la luz de la fe, podemos ver mejor muchas cosas que también la razón puede ver, pero precisamente la fe sirve para liberar a la razón de los falsos intereses y de los oscurecimientos de los intereses”
En Porta Fidei afirmó: que “el mundo necesita hoy, de manera especial, del testimonio creíble de los que, iluminados en la mente y el corazón por la Palabra del Señor, son capaces de abrir el corazón y la mente de muchos, al deseo de Dios y de la vida verdadera, ésa que no tiene fin.
Es una realidad que la globalización hace emerger nuevos rostros de pobres, por este motivo, convocamos a los medios de comunicación a unirse para responder al llamado de Benedicto XVI, a abrir el corazón y la mente al deseo de Dios, para así globalizar la solidaridad y la justicia internacional.
Griselda Mutual – jesuita Guillermo Ortiz. RV
 
FUENTE:  http://www.news.va/es/news/por-que-la-pobreza

Benedicto XVI: Dios está en la búsqueda de la verdad

jueves, 29 de noviembre de 2012

Homilía del primer domingo de Adviento, ciclo C



PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO, CICLO C                                2 de diciembre de 2012
            Hermanos, cada parroquia, cada comunidad cristiana, cada grupo cristiano, allá donde esté, tiene que ser presencia interpelante de una vida diferente. Nosotros debemos de tener una vida diferente. Diferente la manera de atender y de acoger dentro del templo, diferente la vida del sacerdote y de sus más inmediatos colaboradores, diferente la vida de los matrimonios y de las familias que escuchan la Palabra de Dios y celebran todos los domingos los misterios de la redención, diferente la vida de los jóvenes que viven y enfocan su vida al amparo de la comunidad cristiana, según las enseñanzas y los ejemplos de Jesús. ¿Diferente por qué? Porque Jesucristo quiere que tanto tú como yo ofrezcamos algo que el mundo no tiene. El Señor nos dijo: «que vean vuestras buenas obras y alaben al Padre Celestial».
            Seguir a Cristo implica llenarse de Cristo y llenarse de Cristo nos lleva a destacarnos en el amor. Hermanos, no podemos diluirnos en la mediocridad. Debemos de ser puntos de referencia, algo que destaque. Donde no hay ese contraste de una vida diferente se diluye la verdad y la fuerza del anuncio.
            Hermanos, tenemos que reconocer una cosa, que hemos cometido una seria equivocación. Hemos caído en las zarpas del progresismo y el progresismo como sistema considera que los cristianos y la misma Iglesia tienen que condescender con las ideas y con los criterios del mundo para atraer y convencer a los no creyentes. O sea que los cristianos nos acomodemos a los criterios del mundo. Sin embargo el Evangelio dice exactamente lo contrario. Nosotros somos discípulos de Jesús y los discípulos de Jesús tenemos que llevar una vida diferente, tiene que llamar la atención de los no creyentes; tiene que irradiar la belleza y el gozo de los dones de Dios, y a la vez, los seguidores de Jesús tenemos que estar preparados para vernos rechazados por quienes buscan su propia gloria, porque los discípulos de Jesús no pueden ser más que su Maestro.
            Recordemos las palabras de San Pablo, Él nos dice: «Habéis aprendido de nosotros como proceder para agradar a Dios: pues proceded así y seguid adelante. Ya conocéis las instrucciones que os dimos en nombre del Señor Jesús». Es decir, San Pablo nos está diciendo con mucha claridad este mensaje: «Estemos todos preparados para vivir el ahora, el tiempo presente, con plena responsabilidad». Los cristianos tenemos, primero, que vivir sinceramente el Evangelio de Jesús, como personas, en las familias y en la comunidad entera. Y vivir sinceramente el Evangelio de Jesús me implica revisar mi vida y la vida de los que uno ama para que la Palabra de Jesús tenga la acogida más calurosa posible. El sacerdote ayudará, incondicionalmente, a todos aquellos que deseen que Cristo sea el centro de su hogar.
            Para que el nombre de Cristo sea conocido y amado, para plantear una nueva presencia que interpele, que llame positivamente la atención, para que la parroquia sea un foco de vida espiritual se precisa de personas entusiastas y bien formadas que estén dispuestas a colaborar en la tarea común de la Evangelización. Y estos colaboradores no nacen formados, son el fruto de un trabajo paciente y bien programado, de la fidelidad en el confesionario y de un trabajo perseverante de formación de los seglares. Tenemos que superar la idea de entender la parroquia sólo como un lugar de culto. Es muy necesario enseñar a orar; es esencial arrodillarse en oración ante Cristo Eucaristía; es muy importante reavivar el interés por los asuntos de la fe y de la vida cristiana para la recta orientación de la vida y de los problemas que nos encontramos cada día.
            Es fundamental que como cristianos llevemos una vida diferente a la del resto. No podemos diluirnos en la mediocridad, sino ser TESTIGOS DE CRISTO allá en donde nos encontremos siempre contando con el apoyo incondicional de aquellos que amamos a la Iglesia.  

sábado, 24 de noviembre de 2012

Homilía de Jesucristo, Rey del Universo



Jesucristo, Rey del Universo, 2012
Hay un salmo precioso, el salmo 125 que da gracias a Dios así: «El Señor ha hecho grandes cosas por nosotros, y estamos alegres». Reconocemos con gozo todo lo que Dios hace por nosotros. Andábamos como ovejas descarriadas, sin pastor. Antes al no conocer a Jesucristo todo carecía de sentido, andábamos errantes de un lugar para otro, haciendo aquello y lo de más allá sin más recompensa que lo inmediato que dura menos que el estruendo de un petardo. Sin Jesucristo la desazón y en sin sentido se hacía patente. Le echábamos de menos aún sin conocerle.
Y sin que nosotros lo mereciésemos, salió a nuestra búsqueda, primero llevó sobre sus hombros a una, luego a la siguiente y así hasta acabar cargando sobre sus hombros a todos. Tal vez no se acuerden cuando Jesucristo, el Buen Pastor, cargó con cada uno de ustedes para conducirles como ciudadanos de un pueblo santo: Fue el día de tu Bautismo.
Salió a nuestro encuentro y nos hizo un gran regalo: Nos entregó una nueva nacionalidad, el ser ciudadanos de un pueblo santo. Estábamos muy dispersos, desorientados y perdidos y Él nos congregó para ser santos como Él es santo. Nos consagró como pueblo de su propiedad y como ciudadano de esa nación santa podemos dirigirnos a Dios, alzar la mirada a lo alto y conversar con el Todopoderoso, siendo toda nuestra vida un constante diálogo de alabanza.
Del mismo modo que una bombilla para lucir precisa de la energía eléctrica, también nosotros, miembros de esa nación consagrada necesitamos alimentarnos de la Palabra de Dios y calentarnos espiritualmente ante la presencia del Señor. Son muchas las cosas y circunstancias que no solo nos enfrían espiritualmente, sino que nos congelan. Y al tener la vida espiritual fría nos tendemos otra vez a dispersar, desorientar y perder. Por eso estamos llamados a profundizar en nuestra comunicación con Dios. No solo para mantener un diálogo breve y de cortesía, sino para dejarnos insuflar de su Palabra, que nuestra alma sea como un globo inflado por la fuerza del Espíritu, siendo el Espíritu quien nos guíe, nos dé fuerza y acompañe.
Y como ciudadanos de este pueblo santo nos congregamos para escuchar lo que Dios nos dice y reconocemos la dignidad y autoridad de Jesucristo. De tal modo que toda nuestra vida es un constante culto de alabanza a Dios. Y nuestro culto de alabanza a Dios llega a su culmen cuando en el marco de la liturgia de la Eucaristía dominical entregamos nuestra vida como ofrenda al Señor que por nosotros murió y que también resucitó.
Como miembros de este pueblo santo que podemos dirigirnos a Dios con el nombre de padre, tenemos un sinfín de razones para estar alegres, y lo estamos porque Dios ha hecho grandes cosas por nosotros.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Homilía del domingo XXXIII del tiempo ordinario, ciclo b



DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO, Ciclo b
            Ha habido un acontecimiento acaecido en la historia que ha cambiado nuestras vidas. Ese acontecimiento fue la muerte y la resurrección del Señor Jesús. Y como está resucitado Jesucristo sale a tu encuentro y te da una palabra. Se acerca a ti para ofrecerte una palabra nueva y la de hoy es: «Salgo a tu encuentro y tú me tienes que buscar». Jesucristo sale a tu encuentro y tú le tienes que buscar.
            Las cosas en nuestra sociedad no van bien. Son muchos las causas que nos generan malestar, preocupación y desazón. Cada cual tiene las suyas. En unos estará más acentuadas las del trabajo, las de la familia, la de las relaciones sociales en el pueblo o en la parroquia, las ocasionadas por el amor y desengaño, las causas económicas. Problemas siempre han existido. Lo que sí que hemos comprobado es que en la medida en que nos alejamos del plan de Dios desobedeciéndole las consecuencias del pecado se acentúan más y más. Si uno aparta a Dios de su propia vida, terminará viviendo en las tinieblas y las consecuencias del pecado serán muy serias dañando las relaciones familiares, personales y en todos los niveles de convivencia. Llegamos a pensar ¡qué mas da hacer eso o hacer lo otro!, ¡todo el mundo lo hace!, y de ese modo nos auto justificamos. Poco a poco nuestra mirada cristiana se va nublando, nos cuesta cada vez más entender la Palabra que nos aporta el Señor, nos acostumbramos a no escucharle y consideramos que esto de la fe es para los niños. Es decir, acabamos con el alma anestesiada. Y al estar con el alma anestesiada nos preocupamos de las cosas materiales, el ajetreo diario empieza a gobernar en nuestro día a día, empezamos a organizarnos de tal modo las jornadas que ni echamos de menos la presencia de Dios. Y si los que tienen anestesiada el alma son un colectivo amplio de personas pues terminamos por pensar y a razonar como los que no conocen a Dios.
            Nosotros tenemos que estar despiertos y no bajo los efectos de esa anestesia. Es cierto que formamos parte de la sociedad, pero si un integrante de esa sociedad acoge a Dios en su vida, ya está produciendo un cambio interno dentro de ese gran colectivo. La Palabra nos dice que: «Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad». Es decir, aquellos que acogen a Dios en su vida y son dóciles ante su palabra van marcando nivel, van elevando su exigencia y su modo de estar en los sitios es asistido por una sabiduría que brota del contacto frecuente y diario con Jesucristo. Esta gente ‘tocada por el dedo de Dios’ han redescubierto que Jesucristo “es su lote de su heredad y su copa” y se alegran de tener tan grandioso tesoro en su haber.  Estas personas descubren que están siendo acompañados por la presencia de Dios y se sienten necesitados de la asistencia espiritual de los sacramentos. No consumen sacramentos, sino que les precisan porque desean vivir su existencia en tensión hacia Dios, mirando al cielo pero trabajando en la tierra. Salen al encuentro de Jesucristo y le encuentran en los sacramentos y en el silencio de la oración.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Homilía para un difunto de Cevico de la Torre



SATURNINO, 14 de noviembre de 2012
            Saturnino, amigo y hermano, Dios te ha llamado ante su presencia. Todos tendremos que ir desfilando y hoy te ha tocado a ti. Esta residencia te echará mucho de menos, ya que han sido cuarenta y cinco años los vividos entre estas paredes y de convivencia. ¿Te acuerdas Saturnino cuando estabas de portero estando las monjas? ¿y de los recados que hacías y con los que te entretenías sintiéndote útil para los demás? Y la vida trascurre con mucha agilidad y las fuerzas que van faltando nos recuerda que la muerte se aproxima y que tenemos que presentarnos ante la audiencia de Aquel que nos llamó a la existencia.
            Cuando uno se hace mayor añora los tiempos trascurridos en los cuales uno tenía la libertad y autonomía para creerse capaces de todo. Pero Saturnino, el tiempo no perdona. Somos como las hojas de los árboles en otoño, nos tornamos en amarillentas y caemos muertas al suelo para estar a merced del viento.
            Nadie ha velado tu cuerpo esta noche. Tú última noche la has pasado en una cámara frigorífica del hospital. Ayer no he podido rezarte un responso ante tu cuerpo sin vida. Pero hermano, ya sabrás, porque de estas cosas los que estáis fallecidos lo sabéis, aplicamos ayer una misa por tu eterno descanso. No teníamos ninguna obligación para hacerlo, pero de nuestro interior surgió el deseo de hacerte este regalo.
            Saturnino, amigo y hermano, los que tenemos que dar cristiana sepultura a nuestros feligreses y seres queridos debemos de tener el corazón más elevado hacia Dios para retomar la esperanza cuando se debilita ante la realidad de la muerte. Uno puede estar solo en esta vida, pero hay algo que nunca nadie nos podrá arrebatar: El amor de Dios.
            Saturnino, hay gente que les gusta pasar por esta vida haciéndose notar y amparándose en la apariencia desean destacar entre el resto, ya sea por ocupar un cargo, ya sea por las herencias que uno posea o por el mero hecho de hacerse el importante. Pero cuando uno no tiene ni donde caerse muerto se siente afortunado porque Dios les cuida con especial solicitud. Saturnino, te tengo que confesar una cosa. El día de Todos los Santos, cuando uno entra en el campo santo y uno observa el colorido de las flores en los panteones y ante las cruces yo estuve clavando mi mirada en aquellos lugares donde nadie había colocado ni una flor. Y recé de un modo más intenso por esos difuntos olvidados por los hombres, pero no por Dios.
            Saturnino, hermano y amigo, no temas, Cristo se encamina hacia tu presencia. Y cuando estés con el Señor dile que los que estamos por aquí abajo somos pecadores pero que le queremos y moriríamos, si fuera preciso, por anunciarle a Él.
            Dale, Señor el descanso eterno. Y brille para él la luz perpetua.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Homilía de la fiesta de San Martín de Tours 2012



FIESTA DE SAN MARTÍN DE TOURS 2012                                               Cevico de la Torre
            Hermanos, estamos inmersos en un profundo cambio de mentalidad. La concepción de la vida que tenían nuestros antepasados ha sido puesta ‘en tela de juicio’. Las personas de mediana edad y jóvenes no se sienten identificadas con los modos de pensar y sentir heredadas del pasado. Todo esto tiene su eco en la vida religiosa. Se cuece en el ambiente un espíritu crítico que abiertamente ataca a una Iglesia por considerarla en confrontación con la moral liberal de los tiempos modernos. Que ataca, pero no plantea más alternativa que vivir sin Dios, al margen de la comunidad cristiana.
            Sin embargo las ermitas de nuestras patronas, en su día grande, se llenan de fervorosos devotos a la Virgen de su pueblo y las fiestas patronales son tenidas en cuenta. Por lo tanto se podría decir que estos elementos cristianos los necesitamos para poder entender ‘el latir interno’ de nuestra patria. Pero lo arrinconamos a algo meramente sentimental sin que incida en nuestra vida cotidiana. Pueden ustedes pensar “¡vaya con el cura, que pesimista está hoy!”, sin embargo les puedo garantizar que no es pesimismo, sino una preocupación latente al constatar lo que uno va observando.
            Hoy que tenemos la gracia de tener más cerca de nosotros a nuestro Santo Patrón, San Martín de Tours le podríamos preguntar cómo ve el estado de nuestras comunidades cristianas. O mejor, donde residen los principales retos que deberíamos afrontar para dar pasos en la vida de fe. Supongo que San Martín nos contestaría que su vida era rutinaria e insípida hasta que irrumpió Jesucristo en su existencia. Estoy totalmente convencido que la mayoría sólo saben cuatro pinceladas de Jesucristo, pero no le conocen. Porque si le conocieran sentirían la necesidad imperante de confesarse con frecuencia, de comulgar en estado de gracia, en formarse en la fe para dar razón de su esperanza, en participar en las actividades parroquiales o diocesana… con esto quiero dar a entender que no es que estemos verdes, sino que ni siquiera ha brotado la semilla.
            San Martín de Tours nos invita a redescubrir nuestras raíces cristianas. Los padres no pueden claudicar en el ámbito de la fe. Los niños han de aprender las oraciones y adquirir ese sentido de lo religioso en el ámbito del hogar y los jóvenes se han de sentir interpelados por el modo de vivir en cristiano de sus padres. Los padres, a la luz del Evangelio han de corregir a sus hijos siempre con una mezcla de delicadeza y exigencia. La comodidad no puede ser causa de justificación para estar hibernando en un asunto tan serio como es la salvación de nuestras almas. La parroquia quiere contribuir en la construcción de este pueblo, ya que educando en la fe, en el seguimiento y en el testimonio del Señor Jesús contribuye a que todos salgamos de esta crisis de valores tan seria que nos aflige. La parroquia contribuye siempre desde la legítima autonomía dada por Dios en el ámbito espiritual para conducir a verdes praderas de hierba fresca al pueblo cristiano encomendado. Del mismo modo rezará por los representantes de todos los ciudadanos para que, ejerciendo tan noble oficio del gobierno, trabajen con diligencia en la persecución del bien de sus ciudadanos al margen de cualquier ideología o creencia religiosa.
            San Martín de Tours nos recuerda que nuestro ser cristiano nos exige una adhesión más personal y firme a Jesucristo. Y el Señor nos deja muy en claro que Él vino a servir y no a ser servido. Que todo lo que somos es para los demás. Que ostentar un cargo o responsabilidad durante mucho tiempo no lleva en sí el derecho de seguir teniéndole. Y menos aferrarse a mencionado cargo a cualquier precio. Porque recordemos que nosotros somos de Cristo, y Cristo es de Dios.
            Nos cuenta un hecho peculiar que aconteció a San Martín de Tours y que así lo ha recogido la iconografía cristiana. Era invierno, y al entrar en Amiens, encuentra un mendigo casi helado, sin ropa. Divide su clámide en dos partes y entrega una al pobre. Cristo se le aparece vestido con la media capa y le dice: “Martín, catecúmeno, me ha cubierto con este vestido”. Solo una persona llena de Dios es capaz de realizar el bien a sus hermanos con una calidad humana tan elevada. Nosotros también debemos dar testimonio de Jesucristo. Ante nosotros se nos plantea una comunidad cristiana que está llamada a no estancarse, sino a avanzar con gran determinación hacia el Señor. Que San Martín de Tours nos ayude en este santo propósito. Así sea.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

En esta casa no celebramos Halloween


Homilía del domingo XXXII del tiempo ordinario, ciclo b



DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO, ciclo b            11  de noviembre de 2012
            ¿Ustedes entienden lo que ha hecho la viuda del Evangelio? Resulta que no tiene nada que llevarse a la boca  y echa en el cestillo del templo todo lo que tiene y además tendrá a su cargo algunos hijos que dependan de ella. ¿Ustedes seguirían su ejemplo? Seguro que la mayoría de los presentes pueden estar pensando: ¡Qué mujer más imprudente! ¡A quien se le ocurre hacer eso! ¡Que estaría pensando esta mujer para dar todo lo que tiene y luego tener que pasar hambre! Realmente nosotros lejos de alabar su gesto de generosidad estaríamos condenándola por insensata. Además, nosotros que poseemos dinero, tenemos la experiencia de dar ‘a regaña dientes’, por lo que nos resulta aún más complicado entender la acción de esta pobre viuda del Evangelio.
            Ahora viene la segunda de las preguntas: ¿A quién entrega esos dos reales esta pobre viuda? La viuda lo entrega en el cestillo de las ofrendas del Templo. Es decir, todo lo que tiene esTa viuda se lo entrega a Dios. Y nosotros podríamos decir que eso no es justo. Que Dios tiene todo, además el Templo de Jerusalén ya disfruta de por sí muchas riquezas y joyas de gran valor. Dicho con toda la claridad: podríamos enumerar un sinfín de razones para que la pobre viuda no diese mencionada limosna. Sin embargo lo da.
            Nos hemos creado una opinión, más o menos desafortunada, de esta pobre viuda a partir de un simple hecho: echar en el cestillo todo lo que ella disponía. Y realmente nuestra mirada no iría mucho más allá porque nos movemos en lo meramente superficial.  Sin embargo Jesucristo pone a esta mujer como modelo de conducta para sus discípulos. Es más, Jesús les llama y alaba públicamente a esa mujer. El Maestro que sabe lo que se esconde en el corazón de las personas conoce que la vida de esa viuda es una constante ofrenda a Dios. Ese simple gesto generoso de los dos reales es uno más de los tantos realizados por esta pobre mujer. Pobre mujer a los ojos de los hombres pero grande ante la presencia del Todopoderoso. Si nuestra vida fuese una constante ofrenda generosa a Dios estaríamos construyendo una comunidad cristiana fundada en el amor. El bien que cada cual hiciera repercutiría a favor de los demás. Podríamos experimentar una auténtica primavera espiritual en nuestra parroquia. Todos y cada uno, y aquí no se salva nadie, somos totalmente responsables de estar sufriendo un invierno espiritual o una primavera espiritual en nuestra comunidad cristiana. Esta pobre mujer realiza un esfuerzo casi titánico, para conseguir esa primavera espiritual tan deseada. ¿Siguen ustedes creyendo que esa mujer era imprudente e insensata?
Pues si por imprudente e insensato se entiende poner nuestra existencia en las manos de Dios, dándole todo y no reservándonos nada, para que pueda rebrotar una primavera espiritual en la Iglesia,… pues entonces que me apunten en la lista de los imprudentes e insensatos.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Homilía del domingo XXXI del tiempo ordinario, ciclo b



DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO B
            Lo primero que dice Moisés a los israelitas, de parte de Dios es: «Escucha Israel». ¡Presta atención a lo que oyes! Moisés quiere que el pueblo se entere de una vez que la mano protectora de Dios está sobre ellos, es que resulta que la mayoría ni se ha percatado de este hecho gozoso. Es cierto que oyen cosas, pero no escuchan. Cada cual está a lo suyo y se olvidan de Aquel que les salvó del poder del faraón tirano que les trataba como ganado. Muchas veces los profesores y maestros nos habrán dicho: ¡Escucha lo que te digo para que aprendas!, ¡presta atención para enterarte de la lección! Y a nosotros nos sucede igual: Dios se hace presente en tu vida y uno ‘está en la inopia’. Pues esto mismo es lo que dice Moisés a los israelitas.
En el momento en que los israelitas realizan el ejercicio de escuchar a Dios, cuando, por fin empiezan a advertir de la presencia constante y actual de Dios,  se dan cuenta de que toda su vida ha de ser un sacrificio agradable a Dios. En escena aparece un sentimiento nuevo: el temor. ¿Por qué aparece entre los israelitas el sentimiento del temor? Porque tienen miedo de decepcionar, desagradar a Aquel que se ha volcado amándoles a ellos. Porque son concientes de la poca o nula capacidad de respuesta ante tal sobre abundancia de amor que procede de Dios.
Jesucristo, con el testimonio de toda su existencia, con todo lo que dijo e hizo nos enseña cómo ha de ser nuestro sacrificio personal para que sea agradable ante la presencia del Todopoderoso. Lo cierto es que Jesucristo pone el listón muy alto. Nos viene a decir que los cristianos manifestamos nuestro amor a Dios en la medida en que nos esforcemos en aumentar la calidad en el amor entre nosotros. Acogiendo de corazón a mi hermano estoy testimoniando ante el mundo mi amor en Dios. Si se dan cuenta lo tenemos muy complicado porque los odios y rencillas están a la orden del día entre nosotros y eso nos perjudica seriamente.
¿Cómo aumentar la calidad en el amor? ¿Como ir madurando en el amor? ¿Qué podemos hacer para no decepcionar a Dios? ¿Cómo es posible en medio de la rutina poder dar pasos en el amor cuando todo está teñido de desencanto? Es ahora cuando Moisés te vuelve a repetir: «Escucha Israel», reconoce todo lo que Dios te está regalando sin tú merecerlo. Tal vez Dios te ha puesto en tu camino a un novio o a una novia, a un esposo o a una esposa, o a unos hijos y no surjan de ti pequeños detalles de cariño, interés, preocupación que endulcen la vida de los que te rodean.
Despierta de tu letargo y acude al único que puede hacer cicatrizar las heridas que han ido ocasionando una devaluación en tu modo de amar. Jesucristo es el médico que ayuda a cicatrizar las heridas causadas por el pecado egoísta. Si fuéramos dando pasos en la calidad en el modo de amar, nuestra vida se convertiría en un SACRIFICIO muy agradable presentadO por los ángeles ante el Trono de Dios. 

sábado, 27 de octubre de 2012

Homilía del DÍA DE TODOS LOS SANTOS 2012



SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS 2012
            En una ocasión estando reunido Jesús con sus discípulos les dijo: «Donde está tu tesoro, allí también está tu corazón» (Mt  6.21). Y la pregunta evidente es ¿cual es tu tesoro?¿qué cosa puede ser tan importante para que tú lo puedas considerar como ‘tu tesoro’?
¿El amor de tu esposa es un tesoro?, ¡pues claro que sí! ¿El cariño y la ternura compartida entre dos novios es un tesoro?, ¡por supuesto! ¿El sentirse querido por los demás es un tesoro?, ¡eso no se duda!. Pero, ¿quién te ha puesto a ti esos tesoros en tu camino?¿quien te ha regalado eso que a ti te genera felicidad?¿quién?.
            Y Jesús de esto de los tesoros entiende ¡y mucho!. Él estando con sus discípulos les expuso esta parábola: «Sucede con el Reino de los Cielos lo que con un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo deja oculto y, lleno de alegría, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo» (Mt 13.44). Y la pregunta que surge de un modo innato es: ¿Qué cosa puede ser tan importante como para vender todo lo que uno tiene e ir a adquirir ese campo del que nos habla el Evangelio? ¿El amor de tu mujer o de tu esposo es muy importante? ¡Pues sí, es muy importante! ¿Tu trabajo que asegura el sustento para los tuyos es muy importante? ¡Claro que lo es! ¿Gozar de buena salud es importante? ¡Yo eso ni lo dudo!  
            Por eso Jesús, que sabe que tenemos muchos apegos, y que tenemos una multitud de cosas que consideramos muy importantes, se acerca a nosotros y nos dice: «Buscad ante todo el Reino de Dios y lo que es propio de él, y Dios os dará lo demás» (Mt 6.33). Es decir: ¡Dedícate a buscar lo esencial! Y parafraseando a Poncio Pilato que dijo « ¿qué es la verdad?», ustedes pueden decir: «¿Y que es lo esencial?».  Pues tenemos a un santo que estuvo muy cerquita de aquí, cuyo nombre segurísimo que les suena, Hermano Rafael Arnáiz que nos da respuesta a esta peliaguda cuestión. Vamos a preguntar al Hermano Rafael qué cosa es lo más esencial. Y el Hermano Rafael nos contesta: «¡Sólo Dios!» e incluso nos llegaría a decir: «Calla, hermano, no metas ruido, que estoy hablando a Dios. (Rafael Arnáiz)». Es tanto como decir, ‘guarda silencio porque ahora estoy haciendo lo más importante de toda la jornada para tener la lucidez necesaria para saber como acertar con esa o con aquella decisión o para no caer en esa tentación’.
            Además hemos oído en el libro del Apocalipsis que nos dice además que tanto tú como yo que hemos sido bautizados estamos ‘en la lista de espera para ocupar un puesto en el Cielo’. Es que resulta que todos nuestros pecados han sido borrados en la sangre del Cordero que es Jesucristo. O sea, sólo hay una cosa realmente importante en tu vida. Únicamente hay un tesoro que merece la pena: JESUCRISTO. ¿Esto quiere decir que los demás tesorillos deben de ser menospreciados? Pues no. El tesoro de los tesoros es Jesucristo y Jesucristo reubica a los demás tesoros en sus puestos correspondientes.
            Muchos de nuestros hermanos que ya han fallecido están gozando de la dulzura de la presencia de Dios. Ellos ya no están ‘en esa lista de espera para ocupar un lugar en el Cielo’, ellos ya están porque han puesto su corazón en el mayor de los tesoros, en las cosas de Dios.