En una ocasión estando reunido Jesús
con sus discípulos les dijo: «Donde está tu tesoro, allí también está tu
corazón» (Mt 6.21). Y la pregunta
evidente es ¿cual es tu tesoro?¿qué cosa puede ser tan importante para que tú
lo puedas considerar como ‘tu tesoro’?
¿El amor de tu esposa es un tesoro?, ¡pues claro que
sí! ¿El cariño y la ternura compartida entre dos novios es un tesoro?, ¡por
supuesto! ¿El sentirse querido por los demás es un tesoro?, ¡eso no se duda!. Pero,
¿quién te ha puesto a ti esos tesoros en tu camino?¿quien te ha regalado eso que
a ti te genera felicidad?¿quién?.
Y Jesús de esto de los tesoros
entiende ¡y mucho!. Él estando con sus discípulos les expuso esta parábola: «Sucede
con el Reino de los Cielos lo que con un tesoro escondido en el campo: el que
lo encuentra lo deja oculto y, lleno de alegría, va, vende todo lo que tiene y
compra aquel campo» (Mt 13.44). Y la pregunta que surge de un modo innato es: ¿Qué
cosa puede ser tan importante como para vender todo lo que uno tiene e ir a
adquirir ese campo del que nos habla el Evangelio? ¿El amor de tu mujer o de tu
esposo es muy importante? ¡Pues sí, es muy importante! ¿Tu trabajo que asegura
el sustento para los tuyos es muy importante? ¡Claro que lo es! ¿Gozar de buena
salud es importante? ¡Yo eso ni lo dudo!
Por eso Jesús, que sabe que tenemos
muchos apegos, y que tenemos una multitud de cosas que consideramos muy
importantes, se acerca a nosotros y nos dice: «Buscad ante todo el Reino de
Dios y lo que es propio de él, y Dios os dará lo demás» (Mt 6.33). Es decir:
¡Dedícate a buscar lo esencial! Y parafraseando a Poncio Pilato que dijo « ¿qué
es la verdad?», ustedes pueden decir: «¿Y que es lo esencial?». Pues tenemos a un santo que estuvo muy cerquita
de aquí, cuyo nombre segurísimo que les suena, Hermano Rafael Arnáiz que nos da
respuesta a esta peliaguda cuestión. Vamos a preguntar al Hermano Rafael qué
cosa es lo más esencial. Y el Hermano Rafael nos contesta: «¡Sólo
Dios!» e incluso nos llegaría a decir: «Calla, hermano, no metas
ruido, que estoy hablando a Dios. (Rafael Arnáiz)». Es tanto como decir,
‘guarda silencio porque ahora estoy haciendo lo más importante de toda la
jornada para tener la lucidez necesaria para saber como acertar con esa o con
aquella decisión o para no caer en esa tentación’.
Además hemos oído en el libro del
Apocalipsis que nos dice además que tanto tú como yo que hemos sido bautizados
estamos ‘en la lista de espera para ocupar un puesto en el Cielo’. Es que
resulta que todos nuestros pecados han sido borrados en la sangre del Cordero
que es Jesucristo. O sea, sólo hay una cosa realmente importante en tu vida.
Únicamente hay un tesoro que merece la pena: JESUCRISTO. ¿Esto quiere decir que
los demás tesorillos deben de ser menospreciados? Pues no. El tesoro de los tesoros es Jesucristo y Jesucristo reubica a los demás
tesoros en sus puestos correspondientes.
Muchos de nuestros hermanos que ya
han fallecido están gozando de la dulzura de la presencia de Dios. Ellos ya no
están ‘en esa lista de espera para ocupar un lugar en el Cielo’, ellos ya están
porque han puesto su corazón en el mayor de los tesoros, en las cosas de Dios.
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