lunes, 17 de marzo de 2008

Ante el Viernes Santo...

Ante el Viernes Santo...

San Agustín te dice: ‘El que te creó sin ti, no te salvará sin ti’. El que te creó sin ti, no te salvará sin ti. ¿Qué quiere decir eso?. Quiere decir que para venir a este mundo Dios no nos ha pedido permiso, ha sido una decisión libre suya. Pero para ir al Cielo, para ir a la Vida Eterna, Dios sí nos pedirá permiso: Eso tendrá lugar con tú colaboración, sin ella no puede ser. ¿Qué es lo que enfatiza?, ¿qué es lo que subraya esta frase de San Agustín?. Quiere decir que la salvación requiere nuestra conversión. Uno no puede ir al Cielo, uno no puede salvarse sin convertirse, sin responder personalmente a la llamada de Dios. ¿Y esto por qué?. Esto es porque ir al Cielo no es como si Dios metiese a uno en un cuarto especial, como si hubiera dos cuartos, uno es el del cielo y el otro fuera el del infierno. Como si estuviésemos pidiendo a Dios que nos metiese en ese cuarto, en esa habitación del cielo, como si fuese estar en un sitio. Pero es que resulta que el Cielo no es estar en un sitio, no es estar en un cuarto especial. El Cielo es un estado de amistad con Dios. Y la amistad no se te puede imponer, tienes que ser tú libremente el que la acojas. No se puede ser amigo a la fuerza. Es que tú libremente tienes que aceptar una amistad. Por tanto, tú al Cielo no puedes ir si libremente tu no cooperar a ello. Por eso dice San Agustín: ‘El que te creó sin ti no te salvará sin ti’. Ir al Cielo supone tu colaboración. Dios necesita tu cooperación en tu salvación. La salvación no es llevarte a un cuarto; es tener amistad con Dios y uno no puede ser amigo a la fuerza, uno no puede amar a la fuerza, tiene libremente que hacerlo. Por eso la conversión es necesaria para la salvación, sin ella es imposible compartir la intimidad de Dios en el Cielo. Dios respeta nuestra libertad, el que nos ha creado libres respeta nuestra libertad y espera nuestra conversión. Sin esa conversión no podemos recibir ese don de la salvación. Si tú no te dejas perdonar, Dios no te puede perdonar. Si tú no te dejas amar tú no puedes ser amigo a la fuerza.

Por eso es importantísimo que todos reconozcamos que necesitamos conversión, es importantísimo que todos sepamos que somos pecadores. Porque lo peor que nos puede ocurrir es que tengamos la ceguera de considerarnos justos y de considerar que yo no necesito conversión. Eso sería una desgracia. Pero atención, que esa desgracia no está tan lejos de nosotros, ya que estamos en una cultura en la que muchas veces se escucha eso de ‘que yo ni mato ni robo’, ‘que yo soy una persona justa’, ‘que yo soy un hombre de bien’. Yo cuando escucho estas frases son verdaderamente deprimentes. Es muy triste el que nos consideremos justos con esa ligereza. Esto tiene tantas reminiscencias esa forma de pensar con aquel pasaje del Evangelio de Lucas 18 en el que había un fariseo y había un publicano. ¿Se acuerdan de este texto?. Y el fariseo estaba en el Templo en la primera fila diciendo: ‘te doy gracias Señor porque soy un hombre justo, porque yo tal, porque yo cual, …’. – Y en la última fila estaba el publicano que no se atrevía ni alzar los ojos al Cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: ‘perdón Señor, ten compasión de mí que soy un pecador’. Y dice el Evangelio que aquel hombre que estaba en la última fila salió del Templo justificado y el que estaba en las primeras filas diciendo que yo soy bueno, que yo soy justo salió de allí sin ser perdonado por Dios. Es que resulta que lo primero es reconocerse pecador.

El mundo no se divide, como se creía en el Antiguo Testamento que establecía esa frontera entre puros e impuros, entre buenos y malos. El mundo no se divide entre puros e impuros, entre justos y pecadores. El mundo se divide entre pecadores que se creen justos y pecadores que se creen pecadores, que se reconocen pecadores. Y esto es básico. El mundo es mentira que se divida entre buenos y malos. Eso es un simplismo, ya que aquí todos somos malos, aquí todos somos pecadores. El mundo se divide en malos que se creen buenos y malos que nos queremos reconocer pecadores y pedimos perdón. Que aquí todos somos pecadores. Y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra, y tranquilos que no nos va a caer ninguna. Tranquilos que no nos van a caer ninguna.

Esa escena en la que Jesús muere en la Cruz con dos ladrones, el uno a su izquierda y el otro a su derecha, es una imagen gráfica. En esos dos ladrones está representada toda la humanidad. Usando la imagen bíblica del ladrón, aquí todos somos ladrones. Ahora bien, hay ladrones que además de ser ladrones, encima todavía, se endurecen y se rebotan y todavía parece que buscan alivio en machacar al otro cuando están sufriendo lo que ellos mismos han provocado. Sus pecados han provocado su desgracia y en vez de ser humildes, pues todavía a rebotarnos contra Dios, contra los inocentes y a pagarla con la gente que tenemos a nuestro alrededor. Y terminar pagándola con los vecinos, con los familiares, hasta con Dios. Y esto es lo que hacía el mal ladrón. El mal ladrón se rebotaba y le insultaba a Jesucristo. Y es que resulta que a este le están crucificando por ser un ladrón, pero él además de ser un ladrón lo que hacía era organizar el follón. Sin embargo el otro ladrón le dice al otro: ‘Mira tú, que tú y yo tenemos lo que nos merecemos, tú y yo sufrimos lo que hemos merecido. Pero en cambio éste, este ¿que mal ha hecho?. Lo sorprendente es que sufra éste, porque éste no ha hecho ningún mal, éste es santo y tu y yo somos pecadores’. Este es el razonamiento del buen ladrón.
Este pasaje es un pasaje paradigmático porque ahí está representada toda la humanidad. Los que se creen buenos y los que se saben pecadores. Y por eso el buen ladrón le dice al Señor: ‘Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino’.

En resumen, el abc, es reconocerse pecador, reconocerse necesitado de la misericordia, reconocerse mendigo de la gracia.
En el momento en que vemos la herida del pecado, también vemos la medicina. Es decir: vemos las dos cosas. Si Dios da la luz para ver el pecado, al mismo tiempo da también la gracia para recibir la misericordia. Una cosa va ligada a la otra. Aprovechemos todos los medios que nos ofrece la Iglesia, entre ellos la oración, la lectura frecuente de la Palabra de Dios, la Eucaristía, el sacramento del Perdón, la lectura para formarnos… todo eso para un único objetivo: Cuidar nuestra relación personal con el Señor. Así sea.

Ante el Jueves Santo...

Ante el Jueves Santo...

En nuestro país tenemos la suerte de poder tener una seguridad social y un sistema de medicina apropiado, aunque siempre mejorable. En nuestras facultades de medicina se afanan los universitarios para aprender el funcionamiento de nuestros órganos y de los diferentes sistemas de nuestro organismo para dar solución a las diferentes enfermedades y mejorar la calidad de salud de la gente a la que serán enviados. Por ello y para ello, nosotros, como contribuyentes colaboramos para que el sistema universitario y educativo funcione lo mejor posible.

Los que tenemos la suerte de ser cristianos, de haber renacido por medio de las aguas bautismales, a parte de cuidar nuestra salud corporal también tenemos que cuidar nuestra salud espiritual; o sea, nuestra vida espiritual. Enseguida acudimos al médico cuando sentimos un dolor en el estómago, o nos cuesta respirar o cuando sentimos cualquier tipo de dolencia. Y esto es así porque valoramos nuestra salud y tenemos experiencia de la gran pérdida que supone el no tenerla y lo mal que lo pasamos cuando estamos enfermos y nuestro cuerpo no responde correctamente.

Pero, sin embargo y por desgracia, no solemos dar tanta importancia a la salud espiritual. Como en la salud espiritual no podemos ponernos el termómetro de mercurio para conocer cual si tenemos más de 37 grados centígrados… y como no tenemos analgésicos ni antibióticos y no nos duele nada… pues parece que todo marcha con normalidad. Pero muchas veces resulta que damos poca importancia a lo que debería ser lo más importante. ¿Saben ustedes cuál es lo más importante para nuestras vidas?: LA AMISTAD CON JESUCRISTO.

Estoy totalmente seguro que ustedes cuidan mucho el tema de la limpieza en sus casas, el asunto de las compras de los alimentos y medicinas, el asunto de cumplir correctamente para con sus vecinos, el ser buenos ciudadanos, y en ello invierten tiempo y esfuerzo. Y esto es digno de alabar. Sin embargo ustedes… ¿cuánto tiempo al día dedican a la oración?, ¿cuántas veces a lo largo de esta semana o de la semana pasada han abierto el libro de la Biblia para leerlo con serenidad?, ¿cuántas veces han rezado ustedes el santo Rosario?, ¿cuántas veces a lo largo de este mes han acudido al sacramento de la reconciliación o del perdón?, ¿cuántas veces han faltado a la Eucaristía dominical?, ¿cuántas veces el mal genio y el temperamento desbocado han dañado a la gente cercana que ha tenido junto a usted?. Les comento todo esto para que caigan en la cuenta que es PRECISO CRECER EN NUESTRA VIDA ESPIRITUAL, no podemos ser como agua estancada, pútrida e insalubre. Que esto de la fe y de la oración no se trata de cuestiones de los niños de primera comunión. Que esto de la fe, que esto de la amistad con el Señor nos toca de lleno a nosotros, es algo que nos afecta totalmente a nosotros.

Y Cristo nos lo dice con toda la claridad del mundo. ¿Por qué creen ustedes que Jesucristo instituyó el sacramento del Orden Sacerdotal y de la Eucaristía?. Los creó como unos medios importantísimos y fundamentales para que cuidásemos, con gran esmero, nuestra salud espiritual, nuestra vida espiritual, nuestra relación de amistad con Él, nuestro estar en Estado de Gracia.

Cuando uno está enfermo en su vida interior, en su vida espiritual no le vale ni termómetros, ni medicinas… porque estos medios no lo van a detectar. ¿Cómo sabe uno que anda “más verdes que las lechugas” en su trato de amistad con el Señor?. La respuesta es demasiado evidente: Cuando uno vive como si Dios no existiese. Cuando uno no reza, cuando uno no se confiesa, cuando uno no participa en la Eucaristía, cuando uno no se interesa por su formación cristiana… cuando uno no pone en práctica los medios que nos plantea, que nos ofrece nuestro Dios y Señor.

Cristo va a morir crucificado por nosotros, y lo hace porque nosotros le importamos muchísimo. Es más, aunque solamente existiera usted en toda la tierra a lo largo de todo el tiempo, por usted, solamente por usted, hubiese venido Cristo y hubiera derramado su sangre en el madero de la cruz. Nosotros le importamos muchísimo a Dios. Pero nosotros… ¿acaso vivimos como si Él no existiese?.

Estamos ya en la Semana Santa

ESTAMOS YA EN SEMANA SANTA

En los textos de la Pasión del Señor tenemos una auténtica escena donde aquí queda reflejado qué es el pecado y qué es la misericordia. La Iglesia da gran importancia a lo que es la Pasión. Es más, los escrituristas nos dicen que lo primero que fue escrito fue la Pasión del Señor. Después se fueron añadiendo otros episodios.

La Pasión es un escenario en el que todos nos vemos reflejados. En esos personajes que rodean a Jesús, los soldados romanos, los apóstoles… todos estamos participando en aquellas escenas en donde vendimos, en donde traicionamos al Hijo de Dios. Todos nos vemos reflejados de una manera en aquellos personajes, como con Verónica que enjugó el rostro de Cristo, como con Simón de Cirene que ayudó al Señor a llevar la cruz.

¿Quieres saber lo que es el pecado?, ¿quieres saber lo que es la misericordia?, mira la Pasión del Señor y aquí tienes todo. Tú tienes parte en cada uno de esos personajes. Tú también tienes parte de ese soldado que atravesó con la lanza el corazón de Cristo que torturó al Señor y al mismo tiempo también eres la Verónica que limpia el rostro de Jesús, y al mismo tiempo eres Juan que estás al pié de la Cruz.

En el relato de la Pasión nos encontramos desmenuzados que tipos de pecados se dieron allí: violencia, incredulidad, rechazo, burlas, debilidad de Pilato, crueldad de los soldados, traición de Judas, negación de Pedro, abandono de sus discípulos.

Los discípulos abandonaron al Señor y huyeron. Allí todos salieron corriendo dejando al Señor solo. Si os dais cuenta, nosotros definimos la vida cristiana como un seguimiento de Jesucristo. ¿Qué quiere decir cristiano?. Cristiano quiere decir discípulo de Cristo. ¿Quién es el buen discípulo de Cristo?, quien creen en su doctrina y la practica y sigue al Señor. Para entender qué es el pecado hay que entender que la primera clave del pecado es el abandono del Señor.
Cuando uno abandona al Señor ocurre que todo se desencadena, cuando nos alejamos de su presencia ‘todo vale’ y aceptamos como válido y bueno cosas que antes, al lado de Cristo, las hubiéramos rechazado de plano. Cuando uno deja de poner sus ojos en Él ya se está hundiendo.

¿Se acuerdan de ese pasaje del Evangelio en el que Jesús manda a Pedro que ande sobre las aguas para que fuera a dirigirse hacia Él?. Pedro sale de la barca, empieza dirigirse hacia Jesús, al comienzo camina sobre las aguas, pero llega un momento en el que Pedro, por miedo, porque él empieza a hacer razonamientos ve que eso es imposible, empieza a sentir la fuerza del viento, empieza a mirarse a sí mismo, aparta su mirada de los ojos de Jesús y empieza a hundirse en aquel lago.

De aquí viene la enseñanza: Cuando apartamos nuestros ojos del Señor, cuando dejamos de mirarle a Él y empezamos a mirarnos a nosotros mismos ahí es cuando nos hundimos, ahí es cuando dejamos de ser discípulos de Jesús, cuando dejamos de seguirle. Por lo tanto, aquel pecado colectivo que allí ocurrió, con los Doce Apóstoles, cuando le abandonaron en la hora de la Pasión, ese dejarle solo, es también una forma de definir lo que es el pecado.

En el fondo cuando decimos que hemos dejado sólo a Jesús… eres tú quien te has quedado solo: somos nosotros quien nos quedamos con una ausencia divina, sin la asistencia divina. Hay un pasaje de la Sagrada Escritura, del Antiguo Testamento para explicar esto, y es que el Pueblo de Israel, allí en el desierto se revelaba contra Yahvé, eran desobedientes, eran de dura cerviz, y entonces dice la Sagrada Escritura que es entonces cuando Yahvé les abandonó a sus solas fuerzas. Es decir: tu mismo, si tú le estás rechazando, si tu no quieres agarrarte de su mano, sigue tu solo, con tus solas fuerzas, vas a ver que pronto te pegas un tropezón, vas a ver que coscorrón te llevas. Es decir, no es que Dios castigue. Es que resulta que el mayor castigo es que nos quedemos solos porque no hemos querido ir con el Señor, ¿y que es lo que te pasa?, pues que te hundes. Si nosotros no queremos ir con el Señor, si no queremos ir de su mano, el Señor respeta nuestra decisión, pero tu castigo va a ser el ir solo. La primera definición de lo que es el pecado es esta: el abandono en ese seguimiento del Señor.

Sólo hay una cosa en la vida por la que merece la pena vivirla: La amistad con Jesucristo. Así pues, pongámonos manos a la obra y mimémosla con especial devoción. Así sea.

miércoles, 12 de marzo de 2008

El aborto no es un derecho

Fuente: www.partidofamiliayvida.es

14 de Febrero de 2008


Sr. Director:

Ayer en EL PAIS volvió a salir otro artículo defendiendo a las mujeres que al parecer cometieron un delito de aborto en las clínicas abortivas que están siendo investigadas, pero, una vez mas, dice nada amas iniciarse este una verdad que nadie pone en duda; el trauma sufrido por esa mujer al someterse al aborto. No voy a enjuiciar ni valorar ahora dicha conducta. Quiero detenerme en lo único en que estamos de acuerdo los que estamos contra el asesinato de los seres humanos no nacidos y los que aún lo defienden, ya sea como un supuesto de despenalización o incluso por quines se atreven a decir la barbaridad que es “un derecho”; que siempre es un trauma para la mujer que aborta. Pues, si es así, ¿por qué desde los poderes públicos no se hace absolutamente NADA por ellas?.

Ayer en EL MUNDO nos dice que el ministro de Justicia –que escandalosamente se sentó hace poco con los empresarios del negocio abortero- se ha gastado más de 200.000 e en reformar una vivienda para él. Y digo ¿en qué país vivimos cuando un ministro se gasta esa barbaridad y no se ha preocupado ni un solo segundo por el trauma de las madres que abortan?. A su vez, oigo por la radio que Dª Ana Pastor –de triste memoria para los embriones humanos, seres humanos- propone en nombre del PP que sea gratis la salud bucodental de los niños de este país. No voy a criticar dicha medida como tal pero ¿dónde esta la sensibilidad del PP que no nos propone ni un solo euro para las citadas madres traumatizadas?. ¿Es que nadie en su sano juicio -¡que cosas digo!- se ha parado a pensar en la posibilidad de ayudar a quienes se ven exclusivamente abocadas al aborto cuando se encuentran con un embarazo no deseado? ¿No cabe otra opción? Tras los no se cuántos millones de árboles que nos han prometido plantar el PSOE y el PP –sin mencionar el coste de ello- ¿No queda ni un duro para unos seres humanos llamadas “madres embarazadas”? ¿Sólo es posible apoyar económicamente a dichas clínicas? De las innumerables, miles de partidas presupuestarias para todo tipo de cosas y fines, de la administración central de la autonómica, de la municipal ¿no es posible destinar dinero en apoyo de estas madres para que se les pueda ofrecer otro tipo de salidas a su traumática situación, para evitarles ese trauma en el que estamos todos de acuerdo?.

Algunos sabemos que sí es posible, que este Gobierno que dice tener superávit, sí tiene dinero y que por lo tanto lo que tenemos es una dejación manifiesta y expresa hacia este colectivo de madres por parte de los poderes públicos. No hay voluntad política a favor de la Vida por ninguno de los dos principales partidos de este país.


Rafael Llorente Martín Partido Familia y Vida


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