DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO
B
Lo primero que dice Moisés a los
israelitas, de parte de Dios es: «Escucha
Israel». ¡Presta atención a lo que oyes! Moisés quiere que el pueblo se
entere de una vez que la mano protectora de Dios está sobre ellos, es que
resulta que la mayoría ni se ha percatado de este hecho gozoso. Es cierto que
oyen cosas, pero no escuchan. Cada cual está a lo suyo y se olvidan de Aquel
que les salvó del poder del faraón tirano que les trataba como ganado. Muchas
veces los profesores y maestros nos habrán dicho: ¡Escucha lo que te digo para
que aprendas!, ¡presta atención para enterarte de la lección! Y a nosotros nos
sucede igual: Dios se hace presente en tu vida y uno ‘está en la inopia’. Pues
esto mismo es lo que dice Moisés a los israelitas.
En el momento en que los israelitas realizan el ejercicio
de escuchar a Dios, cuando, por fin empiezan a advertir de la presencia
constante y actual de Dios, se dan
cuenta de que toda su vida ha de ser un
sacrificio agradable a Dios. En escena aparece un sentimiento nuevo: el temor. ¿Por qué aparece entre los
israelitas el sentimiento del temor? Porque tienen miedo de decepcionar,
desagradar a Aquel que se ha volcado amándoles a ellos. Porque son concientes
de la poca o nula capacidad de respuesta ante tal sobre abundancia de amor que
procede de Dios.
Jesucristo, con el testimonio de toda su existencia,
con todo lo que dijo e hizo nos enseña cómo
ha de ser nuestro sacrificio personal para que sea agradable ante la presencia del
Todopoderoso. Lo cierto es que Jesucristo pone el listón muy alto. Nos
viene a decir que los cristianos manifestamos nuestro amor a Dios en la medida
en que nos esforcemos en aumentar la calidad en el amor
entre nosotros. Acogiendo de corazón a mi hermano estoy testimoniando ante
el mundo mi amor en Dios. Si se dan cuenta lo tenemos muy complicado porque los
odios y rencillas están a la orden del día entre nosotros y eso nos perjudica
seriamente.
¿Cómo aumentar la calidad en el amor?
¿Como ir madurando en el amor? ¿Qué podemos hacer para no decepcionar a Dios? ¿Cómo
es posible en medio de la rutina poder dar pasos en el amor cuando todo está
teñido de desencanto? Es ahora cuando Moisés te vuelve a repetir: «Escucha Israel», reconoce todo lo que
Dios te está regalando sin tú merecerlo. Tal vez Dios te ha puesto en tu camino
a un novio o a una novia, a un esposo o a una esposa, o a unos hijos y no surjan
de ti pequeños detalles de cariño, interés, preocupación que endulcen la vida
de los que te rodean.
Despierta de tu letargo y acude al único que puede
hacer cicatrizar las heridas que han ido ocasionando una devaluación en tu modo
de amar. Jesucristo es el médico que ayuda a cicatrizar las heridas causadas
por el pecado egoísta. Si fuéramos dando
pasos en la calidad en
el modo de amar, nuestra vida se convertiría en un SACRIFICIO muy agradable
presentadO por los ángeles ante el Trono de Dios.
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