domingo, 4 de noviembre de 2012

Homilía del domingo XXXI del tiempo ordinario, ciclo b



DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO B
            Lo primero que dice Moisés a los israelitas, de parte de Dios es: «Escucha Israel». ¡Presta atención a lo que oyes! Moisés quiere que el pueblo se entere de una vez que la mano protectora de Dios está sobre ellos, es que resulta que la mayoría ni se ha percatado de este hecho gozoso. Es cierto que oyen cosas, pero no escuchan. Cada cual está a lo suyo y se olvidan de Aquel que les salvó del poder del faraón tirano que les trataba como ganado. Muchas veces los profesores y maestros nos habrán dicho: ¡Escucha lo que te digo para que aprendas!, ¡presta atención para enterarte de la lección! Y a nosotros nos sucede igual: Dios se hace presente en tu vida y uno ‘está en la inopia’. Pues esto mismo es lo que dice Moisés a los israelitas.
En el momento en que los israelitas realizan el ejercicio de escuchar a Dios, cuando, por fin empiezan a advertir de la presencia constante y actual de Dios,  se dan cuenta de que toda su vida ha de ser un sacrificio agradable a Dios. En escena aparece un sentimiento nuevo: el temor. ¿Por qué aparece entre los israelitas el sentimiento del temor? Porque tienen miedo de decepcionar, desagradar a Aquel que se ha volcado amándoles a ellos. Porque son concientes de la poca o nula capacidad de respuesta ante tal sobre abundancia de amor que procede de Dios.
Jesucristo, con el testimonio de toda su existencia, con todo lo que dijo e hizo nos enseña cómo ha de ser nuestro sacrificio personal para que sea agradable ante la presencia del Todopoderoso. Lo cierto es que Jesucristo pone el listón muy alto. Nos viene a decir que los cristianos manifestamos nuestro amor a Dios en la medida en que nos esforcemos en aumentar la calidad en el amor entre nosotros. Acogiendo de corazón a mi hermano estoy testimoniando ante el mundo mi amor en Dios. Si se dan cuenta lo tenemos muy complicado porque los odios y rencillas están a la orden del día entre nosotros y eso nos perjudica seriamente.
¿Cómo aumentar la calidad en el amor? ¿Como ir madurando en el amor? ¿Qué podemos hacer para no decepcionar a Dios? ¿Cómo es posible en medio de la rutina poder dar pasos en el amor cuando todo está teñido de desencanto? Es ahora cuando Moisés te vuelve a repetir: «Escucha Israel», reconoce todo lo que Dios te está regalando sin tú merecerlo. Tal vez Dios te ha puesto en tu camino a un novio o a una novia, a un esposo o a una esposa, o a unos hijos y no surjan de ti pequeños detalles de cariño, interés, preocupación que endulcen la vida de los que te rodean.
Despierta de tu letargo y acude al único que puede hacer cicatrizar las heridas que han ido ocasionando una devaluación en tu modo de amar. Jesucristo es el médico que ayuda a cicatrizar las heridas causadas por el pecado egoísta. Si fuéramos dando pasos en la calidad en el modo de amar, nuestra vida se convertiría en un SACRIFICIO muy agradable presentadO por los ángeles ante el Trono de Dios. 

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