jueves, 23 de abril de 2020

CATEQUIZIS 24 | ¡JESÚS ESTÁ VIVO! | Juan Manuel Cotelo

CATEQUIZIS 23 | EL SUFRIMIENTO DE JESÚS | Juan Manuel Cotelo

CATEQUIZIS 22 | LOS MILAGROS DE JESÚS | Juan Manuel Cotelo

CATEQUIZIS 21 | JESÚS... ¿ENFADADO? | Juan Manuel Cotelo

CATEQUIZIS 20 | EL REINO DE LOS CIELOS | Juan Manuel Cotelo

CATEQUIZIS 19 | LOS AMIGOS DE JESÚS | Juan Manuel Cotelo

CATEQUIZIS 18 | JESÚS ES LA LUZ DEL MUNDO | Juan Manuel Cotelo

CATEQUIZIS 17 | LOS 7 SACRAMENTOS | Parte 3 | Juan Manuel Cotelo

CATEQUIZIS 16 | LOS 7 SACRAMENTOS | Parte 2: Reconciliación | Juan Manue...

CATEQUIZIS 15 | LOS 7 SACRAMENTOS | Parte 1: Bautismo y Eucaristía | Jua...

CATEQUIZIS 14 | DIOS ESPÍRITU SANTO | Juan Manuel Cotelo

CATEQUIZIS 13 | NUESTRA MADRE DEL CIELO | Juan Manuel Cotelo

CATEQUIZIS 12 | LA INFANCIA DE JESÚS | Juan Manuel Cotelo

CATEQUIZIS 11 | EL NACIMIENTO DE JESÚS | Juan Manuel Cotelo

CATEQUIZIS 10 | PROFETAS FÚTBOL CLUB | Juan Manuel Cotelo

CATEQUIZIS 9 | LOS DIEZ MANDAMIENTOS | Juan Manuel Cotelo

CATEQUIZIS 8 | NUESTROS ÁNGELES DE LA GUARDA | Juan Manuel Cotelo

CATEQUIZIS 7 | PALABRA DE DIOS | Juan Manuel Cotelo

CATEQUIZIS 6 | DIOS, EL ARTISTA ANÓNIMO | Juan Manuel Cotelo

CATEQUIZIS 5 | EL CURRICULUM VITAE DE DIOS | Juan Manuel Cotelo

CATEQUIZIS 4 | LAS 10 LETRAS DEL PADRE NUESTRO | Juan Manuel Cotelo

CATEQUIZIS 3 | LA HABITACIÓN SECRETA | Juan Manuel Cotelo

CATEQUIZIS Cap. 2 | LA PRIMERA ORACIÓN | Juan Manuel Cotelo

CATEQUIZIS Cap. 1 | ¿Qué significa COMUNIÓN? | Juan Manuel Cotelo

CATEQUIZIS Cap. 1 | ¿Qué significa COMUNIÓN? | Juan Manuel Cotelo

sábado, 18 de abril de 2020

Homilía del Segundo Domingo de Pascua 2020

Domingo Segundo de Pascua                                            
19 de abril de 2020
            «Los hermanos perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones» [Hch 2, 42-47]. Eso es lo que ahora estamos haciendo –con grandes limitaciones- en medio de este estado de alarma por el Covid-19, cada cual en su hogar. No podemos comer de un mismo pan y beber de un mismo cáliz por esta situación extraordinaria y de dolor, pero un signo de la salud de nuestra fe es el preocuparse de los hermanos en medio de esta pandemia y podernos ver aunque sea por medio de una pantalla pequeña del teléfono móvil es un motivo de alegría.
Esta primera lectura nos habla de comunión; de cómo el Señor hace obras grandes en medio de ellos; que no permitían que los hermanos pasaran necesidad y eso implicaba un despego de los bienes por amor al hermano y a Cristo; de cómo partían el pan en las casas con todo lo que eso implica de poner la casa al servicio de los hermanos y de cuidar la calidad de la acogida a los hermanos en esas casas;  y además dice la lectura de los Hechos de los Apóstoles que «tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón», o sea relacionan directamente la celebración con el ágape, con la comida compartida entre los hermanos y con los hermanos y alababan a Dios. Todas estas cosas que acabo de enumerar son consecuencia directa de la resurrección del Señor. De tal modo que el pecado personal y la falta de fe en la resurrección del Señor acarrea que mencionados signos no se den o pierdan mucha intensidad. El abrir la propia casa a los que no son de la familia, el privarse de algo importante para que el hermano no pase necesidad, el perseverar en la oración común y en la enseñanza de los pastores, el cuidar la calidad de la acogida de los hermanos y de aquellos que se nos acercan, así como el estar alabando a Dios aun en medio de la prueba… es algo totalmente contracultural que sólo se puede sostener si estamos unidos a Cristo Resucitado.
            Yo no sé cómo, pero Cristo realmente ha resucitado. Ahora bien, si me piden indicios, pruebas, huellas dactilares, una fotografía o algún objeto para poder extraer su ADN resucitado… de eso no tengo nada. Yo lo que sí que sé, porque me fío totalmente del testimonio de los Apóstoles, de María Magdalena, de las mujeres, entre ellas la Madre de Jesús y Madre nuestra, y hoy por el descubrimiento de Tomás de que Cristo había resucitado.  Ya se lo decían los otros apóstoles a Tomás: «Hemos visto al Señor», y tuvo el Señor que aparecerse a Tomás para decirle «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente» [Jn 20, 19-31]. ¿Quién le contó a Jesús la conversación de Tomás para que el mismo Jesús reprodujera en su integridad esas palabras del apóstol? ¿Es que acaso Jesús estuvo durante todo el tiempo constantemente entre ellos sin que ellos se enterasen? Puede ser que se tratara de una presencia silenciosa pero muy real que habitaba en medio de ellos, aun sin ellos enterarse, y que les iba alimentando espiritualmente de un modo misterioso.

            El apóstol Tomás al principio no creyó el testimonio de sus hermanos en la fe. Como tampoco creyeron al principio el testimonio de María Magdalena. Mirad, María Magdalena…También el Señor “fue fino”, sabiendo que el testimonio de una mujer no era válido para testificar ante un juicio o para tomar una declaración, va y le dice a una mujer que diga a los Doce que se ha encontrado con Jesús Resucitado y que le ha dicho una serie de cosas. El Señor empleó una pedagogía para que descubriesen la certeza del hecho histórico de su resurrección, de que era algo real, auténtico, que había sucedido, que no era una proyección de su mente ni fruto o consecuencia de un trastorno de su mente. Si queremos sacarnos razones y argumentos para no creer, lo conseguiremos y no creeremos en la resurrección. Tomás se sacó una serie de argumentos, él quería ver y tocar para creer. Cuando a nosotros las cosas no nos van bien o la zarza del dolor, el agobio, la precariedad y de la enfermedad hacen su aparición podemos sentirnos solos, como olvidados de los demás y del mismo Dios, dejándonos vencer por el desánimo y enfriando nuestra relación personal con Él. De ahí la importancia de la Comunidad Cristiana que te recuerda con alegría una y otra vez: «Hemos visto al Señor».