viernes, 27 de mayo de 2011

Novena a Ntra. Sra. del Monte o del Rasedo 6


DÍA SEXTO DE LA NOVENA 2011


SANTA MARÍA, AMA DE CASA.



Lo bueno de nuestra fe es que no es una cuestión exclusiva entre Dios y nosotros. Afecta a toda la comunidad. De la manera como entendamos la religión, proyectaremos en nuestra vida sus valores. La fe no se puede vivir en solitario, necesita de la comunidad y también de las obras. Por eso muchos se afanan en predicar que la entrega a los demás es la seña de identidad del cristianismo.


¿Y qué pasa con la vida ordinaria?. Esa vida gris de la mayoría de nosotros. Tras un proceso de conversión de tipo espectacular se da un cambio de vida. Pero a la mayoría de nosotros no nos suceden cosas extraordinarias, es más, la mayor parte de los fieles no tienen esa conciencia de conversión que tuvo por ejemplo San Pablo o San Agustín de Hipona. Y tienen que sobrevivir con una vida dedicada a los suyos, al trabajo y al hogar, los dos polos en los que solemos movernos. Tal vez donen parte de su tiempo a las acciones caritativas. Pero no hay nada espectacular en su ir y venir.


Dios habla en la vida ordinaria de cada día y ahí hay que encontrarle. También nos habla en el rostro de los demás hombres y mujeres de nuestro tiempo. Y cada día es un encuentro y una oportunidad. Tener la mirada puesta en Dios hace que veamos de una manera diferente todo lo que nos rodea. Esa es el gran secreto de Dios en nuestras vidas. Que lo podemos encontrar todos los días si nos sumergimos en su manera de entender la vida.


Y para saber qué debemos hacer, basta con lavar la mirada para ver según el Evangelio y entender que esto es posible ya que Nuestra Santísima Madre lo hizo y nos da su ejemplo como estímulo para que nosotros lo hagamos también. Ver cada día como una oportunidad para trasmitir nuestro gozo de pertenecer a Cristo. Una vida en lo ordinario consiste en intentar ser consciente en cada momento de que tenemos que buscar hacer la voluntad de Dios, en los gestos cotidianos.


Yo y mucha gente que cuida su relación de amistad con Jesucristo hemos tenido la suerte de vivir varias experiencias con esa presencia divina durante todo el día. Con conciencia de estar habitada por Dios y eso me ha dado momentos de felicidad que es difícil compartir con los demás, porque son como pequeños secretos en mi relación con Dios. Pero sí, la fe alimentada con la Palabra y la oración pueden transformar lo cotidiano en un encuentro gozoso con el Señor. Sólo hay que estar conscientes de su presencia en nuestra vida y hacer que esa presencia se mantenga a lo largo del día, hagamos lo que hagamos. Precisamente esos son momentos de gracia que transforman lo ordinario. Ojala sepan encontrar ese gozo en el Señor. Porque como decía Santa Teresa de Jesús, «Dios también se encuentra en los pucheros».


Que Santa María, la ama de casa, nos ayude a ir descubriendo la voluntad de Dios en medio de las cosas cotidianas.

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