viernes, 27 de mayo de 2011

Novena a Ntra. Sra. del Monte o del Rasedo 4


DÍA CUARTO DE LA NOVENA 2011


MATRIMONIOS MAYORES: EL MATRIMONIO UN CAMINO DE SANTIDAD.



Todo hijo de la Iglesia debe comprender que está llamado a ser santo. La santidad es el gran regalo para el ser humano. Sin embargo esto de ser santo no es algo atrayente, ya que al intentar ‘eliminar a Dios’ de nuestra sociedad’ nos vamos encaprichando por las seducciones del mundo y nos olvidamos del papel que tiene Dios en nuestra vida.


Así pues, si un bautizado no encuentra en sí el suficiente entusiasmo para entregarse con todo su ser a la hermosa tarea de hacerse ser humano pleno en amistad con Dios, ha de preguntarse, ante todo, ¿qué mentira le tiene embotado el corazón?¿por qué se permite la locura de vivir en una dualidad existencial, por un lado lo que dice creer y por otro su vida diaria?. La santidad es una apasionante tarea que, cuando se la entiende como lo que en verdad es, despierta un entusiasmo desbordante y una opción fundamental firme por vivir a plenitud la vida cristiana, viviendo, precisamente, en cristiano los diversos actos en que se va manifestando la existencia.


En el proceso de valorar la santidad y de entusiasmarse por ella, hay una persona que ilumina toda la santificación en la Iglesia. Es María, Virgen y Madre, que brilla ante todos como paradigma ejemplar de todas las virtudes. Ella que es el fruto adelantado de la reconciliación «en cierta manera reúne en sí y refleja las más altas verdades de la fe. Al honrarla en la predicación y en el culto, atrae a los creyentes hacia su Hijo, hacia su sacrificio y hacia el amor del Padre». María por su adherencia y su unión con el Señor Jesús, es modelo extraordinario de santidad, que se expresa en su fe, esperanza y amor, y desde esa santidad, ejerciendo la tarea de ser Madre de todos sus «hijos en su Hijo» que le fue explicitada al pie de la Cruz, coopera a la santidad de cada uno ayudando a su nacimiento, guiándolo, educándolo en la adhesión y comunión con el Señor Jesús.


¿Cómo santificarme en mi matrimonio?, ¿cómo seguir dando pasos para responder a esta preciosa vocación matrimonial con mi esposa o con mi esposo?. Dar una respuesta concreta a esta cuestión es algo que exige una profunda reflexión y horas de oración ante el Sagrario. Ahora, como si fuera una pequeña estela de humo que dejan su rastro los aviones por el cielo, les voy a leer el testimonio de dos familias que con ocasión de la concentración en la Plaza de Colón, en Madrid, el pasado dos de enero del 2011 bajo el lema “Familia Cristiana, Esperanza para Europa”.


Estos son los testimonios:



Testimonio de Miguel López Coronado


«Me llamo Miguel, tengo 35 años y estoy casado con Raquel. Tenemos 4 hijos: Rut, Israel, Daniel y David. Quiero bendecir al Señor por haberme permitido formar una familia cristiana.


Si mi vida de juventud se puede resumir en una actitud egocéntrica en la que siempre he vivido para mí, formar una familia ha llenado mi vida de sentido permitiéndome salir de mi mismo y entregarme, con la ayuda de Dios, a mi mujer y a mis hijos.


Es verdad que esto implica una renuncia y un sacrificio pero también es cierto que poder dar la vida libremente es una recompensa que me llena de satisfacción y de alegría haciendo cierto lo que dice el Señor Jesús: “El que pierda su vida por mí la encontrará”.


Quiero decir que todo es una obra de Dios, que mi familia es un proyecto suyo y que Él cuida de nosotros. Trabajo por mi cuenta en una actividad económicamente inestable y desde que nos casamos hemos experimentado como Dios provee y nos ha ido regalando todo lo que hemos necesitado como un padre a sus hijos.


Es por esto que hoy estamos dispuestos a que Dios nos siga bendiciendo con mas hijos porque sabemos que hacer su voluntad es lo mejor que nos puede pasar. »



Otro testimonio familiar, esta vez de José Antonio Galvache:


«Justo el día anterior a la “Celebración por la familia cristiana” en la plaza de Colón, el día 30 de diciembre, celebraremos, gracias a Dios, los cuarenta y seis años de casados y fruto de ello tenemos cuatro hijos y nueve nietos. No vamos a decir que hayan sido cuarenta y seis años de plena felicidad, pues hemos sufrido desde la operación de un hijo a los nueve y a los veintiún meses, a la operación de una hija de cáncer de mama hace un par de años, pasando por operaciones de amígdalas, apendicitis y tantas y tantas enfermedades que sufren los hijos y que te hacen ir dándote cuenta de que la fe es necesaria pues te hace poder superarlo todo con esperanza. Por supuesto que también hemos tenido nuestras discusiones y “enfados” que siempre se han solucionado gracias a la profunda fe que tenemos y a lo mucho que nos amamos.


Durante el crecimiento de nuestros hijos los hemos ido educando en la fe, como nos comprometimos en sus bautizos, rezando en casa, llevándoles siempre con nosotros a todas las celebraciones de la Iglesia, en las que participábamos como monitores, lectores y ministros extraordinarios de la eucaristía y acompañándoles a catequesis en la parroquia al tiempo que nosotros teníamos las reuniones de catecumenado. Incluso hemos sido catequistas de ellos.


Cuando teníamos ocasión hacíamos excursiones todos juntos, entonces no había tantos problemas y podíamos ir los seis en el coche, supeditando eso a otros caprichos. Durante el viaje rezábamos, cantábamos, contábamos chistes, …. una delicia que recomendamos a todos. Contar nuestras aventuras necesitaría un libro.


En los colegios, que en aquella época eran solo de niños o de niñas, como tenemos dos chicos y dos chicas, fuimos los dos delegados de curso en los dos colegios, no uno en un colegio y otro en otro, sino los dos en los dos colegios, lo que nos permitía seguir de cerca su formación y a ellos los estimulaba en el estudio.


En aquél tiempo solo trabajaba yo, y hemos supeditado promociones en la empresa al bien de todos, poniendo en común la decisión que íbamos a tomar y actuando según el común criterio de todos. Podemos asegurar que ha merecido la pena, pues después de un primer traslado y la renuncia a un nuevo traslado con promoción, aceptado por todos, ahora vivimos todos en la misma ciudad, Madrid, lo que nos permite seguir comiendo juntos todas las semanas y viéndonos a menudo.


Y ahora con los nietos, ¡qué vamos a decir! Son una bendición de Dios. Nos encanta poderlos llevar o traer al colegio, que quieran venir a estudiar a casa de los abuelos, oírles decir que quieren la tortilla de patatas de la abuela o las galletas y el yogurt del abuelo, que le pidan al abuelo que les arregle cualquier cosa que se les estropee y que digan luego: “abuelo que grande eres”. ¿Se nota que se nos cae la baba? Pues esta es nuestra familia. Una familia que gracias a Dios es “buena gente” y está unida. Que siempre ha pretendido parecerse a la Sagrada Familia de Nazaret».


¡Que la Sagrada Familia de Nazaret nos ayude a fortalecer los lazos mutuos del amor entre los miembros de nuestras familias!.

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