viernes, 27 de mayo de 2011

Novena a Ntra. Sra. del Monte o del Rasedo 7


DÍA SÉPTIMO DE LA NOVENA 2011


MARÍA, REINA DE MISERICORDIA



La misericordia de Dios rezuma en toda la Sagrada Escritura. «Tú, oh Dios –dice el salmo 85-, eres bueno y pronto al perdón, lleno de clemencia para quien te invoca». «Cantaré eternamente las misericordias del Señor». En otro lugar se dice: «Dios es mi misericordia y mi refugio», Sal 143,2; «su misericordia me acompañan todos los días de mi vida» Sal 22,6. Si dejamos el Antiguo Testamento y abrimos el Evangelio, vemos que todo él es un himno a la bondad y a la misericordia del Señor. Recordemos el perdón de la Magdalena que llora sus caídas, a los pies de Jesús; el juicio compasivo para con la pobre adúltera; el mirar amoroso de Jesús a San Pedro que lo ha negado; la gracia fulgurante concedida a San Pablo en el camino de Damasco; las parábolas del buen Samaritano, del Hijo pródigo, del Buen Pastor, que va en busca de la oveja perdida. Y la palabra consoladora al buen ladrón arrepentido: «Hoy estarás conmigo en el paraíso». Ante estas páginas de inefable bondad y misericordia, cualquiera que sea nuestra vida, y por muchos y grandes que sean nuestros pecados, nuestras infidelidades, nuestras ingratitudes, debemos sentirnos conmovidos por una gran esperanza y gran confianza. El Señor está ahí, pronto, con los brazos y el corazón abierto, para acogernos arrepentidos y para darnos su perdón.


El título o advocación a Nuestra Santa Madre de "Reina de misericordia" celebra conjuntamente la bondad, la generosidad, la dignidad de la Virgen que, elevada al cielo, cumple con su misión de rogar incesantemente a su Hijo por la salvación de los hombres. He aquí que la liturgia católica se refiera a Ella con esta bella oración: «Salve, Reina de misericordia, Madre gloriosa de Cristo, consuelo de los penitentes y esperanza de los pecadores».


María es la Reina clemente que acoge a todos los que en ella se refugian, y los escucha cuando la invocan. Ella es la Madre de la misericordia, atenta siempre a los ruegos de sus hijos, para impetrar indulgencia, y obtenerles el perdón de los pecados. Ella es la dispensadora del amor divino, la que ruega incesantemente por nosotros para que su gracia enriquezca nuestra pobreza y su poder fortalezca nuestra debilidad. El propio Dios quiso enriquecer a la Santísima Virgen María con el poderosa intercesión haciéndola “Mediadora ante el Mediador”, según la bella expresión de San Bernardo, Ella es Madre misericordiosa.


María es llamada Reina de Misericordia pues su labor es ejercer la compasión y alcanzar el perdón de Dios para los hombres. Pareciera que tiene el encargo de repartir los tesoros de la misericordia de Dios.


Oigamos estos sentidos versos de Cristóbal de Cabrera:


«Quién podrá tanto alabarte / según es tu merecer; / Quién sabrá tan bien loarte / que no le falte saber; / pues que para nos valer / tanto vales / da remedio a nuestros males. / ¡Oh Madre de Dios y hombre! / ¡Oh concierto de concordia! / Tú que tienes por renombre / Madre de misericordia; / pues para quitar discordia / tanto vales, / da remedio a nuestros males».

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