sábado, 21 de mayo de 2011

Homilía del V Domingo de Pascua, ciclo a

DOMINGO V DE PASCUA, ciclo a

«Felipe le dice: - Señor, muéstranos al Padre y nos basta.- Jesús le replica:

-Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre».

¿Podemos conocer a Dios, o bien todo nuestro conocimiento es una conjetura?. Sabemos, por la razón y por la revelación, que “existe” o “que es”; pero, ¿sabemos cómo es?. Es decir, ¿conocemos su “esencia”?. No nos parezcamos a aquella niña de seis años que estaba atareada con su papel y lápiz para dibujar a Dios: -¿Qué estás haciendo?.- Y la niña le contesta: -Dibujo a Dios. – El padre le responde: -¡Oh! No, pequeña. No puedes, es imposible. Nadie sabe “como” es Dios. –A lo que la pequeña, toda risueña le contesta: -Pues ahora van a saberlo. – Y siguió dibujando…

Podemos, sí, conocer algo de la esencia de Dios, aun con sólo la razón; mucho más por la revelación; pero todo nuestro conocimiento de Dios es por analogía o semejanza. Es indirecto, es simbólico, como podríamos conocer un paisaje por un mapa o pintura; o bien como una persona sorda podría conocer una pieza musical viendo cómo la ejecutan. La mayor parte de las afirmaciones sobre Dios, son negativas, es decir, afirmamos que Dios es infinito, que equivale a no finito; que no tiene cuerpo, etc. Es conocimiento indirecto.

En una palabra, en esta vida no nos es posible conocer a Dios en sí mismo, tal y como es.

Cuentan de Santo Tomás de Aquino que estando escribiendo ‘La Summa Teológica’ que trata de Dios y de sus obras, pues una mañana, durante la misa, fue arrebatado en éxtasis. No era raro, en él, el fenómeno espiritual del éxtasis, pues tenía una devoción extraordinaria al Santísimo Sacramento; pero esta vez el éxtasis fue más largo que de costumbre. Al día siguiente y aún dos días después, se advirtió que el santo no escribía, ni siquiera para terminar su obra ‘La Summa’. A las preguntas ansiosas que le hicieron, sólo supo responder: «Se me ha manifestado tales cosas que todas las palabras que he escrito me parecen ahora de menos valor que una paja».

Algunos meses más tarde, Dios lo trasladó de esta vida terrena a la visión beatífica de la eterna realidad y verdad infinita.

Uno podrá saber cómo es una manzana, el color, la textura y el olor. Sin embargo no sabrás lo que es hasta que hinques el diente para saborearlo. Lo mismo pasa con Jesucristo. Podrás saber muchas cosas sobre Jesucristo pero hasta que no te pongas en su presencia en una oración diaria y constante no lo llegarás a conocer de verdad.

No hay comentarios: