EL AMOR... Es paciente: Perdón, Señor por mis impaciencias contigo. Mis rebeldías contra tu Santa Voluntad. Mis impaciencias con los hombres. Mis impaciencias en la adversidad. Mi rechazo sistemático del dolor, del sufrimiento, de la incomodidad; mi tributo al hedonismo, mi búsqueda del placer.
Es servicial: Perdón, Señor, por no entender la vida como servicio a Ti en los hermanos. Por no poner mi talento y mis recursos a disposición de los demás. Por mi tacañería al dar mi tiempo, mi dinero, mis posibilidades. Por mi pereza, mi inactividad, mi falta de compromiso, mi deserción de la lucha en el momento crucial en que vivimos. Perdón por tantos pecados de omisión. Por mi falta de identificación con los necesitados, los marginados, con los que sufren en el cuerpo y en el espíritu.
No es envidioso: Perdón, Señor, por mi envidia, mi afán de compararme con los que tienen más. Mi dolor del bien ajeno. Mi empeño en ser más que los otros, en quedar mejor, en ser más estimado.
No es jactancioso: Perdón, Señor, por mi vanidad, mi presunción, mi vida de apariencias, mi superficialidad. Mis palabras altaneras, mi autoritarismo y despotismo.
No se engríe: Perdón, Señor, por mi soberbia, el culto a mí mismo, mi falta de humildad ante los hombres, ante Ti, por constituirme el centro de mi mundo; por tener en mí y no en Ti el centro de gravedad. Por no adoptar la postura auténtica de pecador necesitado de tu perdón y misericordia y deudor ante los hombres.
No busca su interés: Perdón, Señor, por vivir para mí mismo sin preocupación por los demás, por mi empeño desmedido en acrecentar lo mío, mis intereses, mi dinero, mi instalación en este mundo, mi placer, mi comodidad.
No se irrita: Perdón, Señor, por mi falta de mansedumbre, mis enfados, mis ataques de ira, mi falta de dominio y control, mis indignaciones, mis salidas de tono.
No toma en cuenta el mal: Perdón, Señor, por mi insistencia en fijarme en lo malo, en revolverme en el mal, manifestar los defectos ajenos, por las críticas, las detracciones, la calumnia, la exageración del mal ajeno, la propensión a admitir lo malo en los demás, a juzgar severamente, a condenar al hermano, a malinterpretar sus situaciones.
No se alegra de la injusticia: Perdón, Señor, por mi convivencia con el mal, por ceder cuando me conviene, por transigir por interés o comodidad, por mis pecados contra la justicia. No dar a cada uno lo suyo. No darte a Ti el puesto que te corresponde en mi vida, por mi falta de piedad, oración y práctica de sacramentos, por mi falta de respeto a lo ajeno, por mi falta del cumplimiento del deber.
Se alegra de la verdad: Perdón, Señor, por mis faltas de sinceridad. Mi hipocresía, mi falta de apertura a la verdad y a sus tremendas consecuencias, mis infidelidades a Ti y a los hermanos, mi falta de lealtad.
Todo lo excusa: Perdón, Señor, por mi resistencia al perdón, por mi rencor, mi recuerdo de los males recibidos, mis dificultades para olvidar.
Todo lo espera: Perdón, Señor, por mi falta de confianza y esperanza, por desconfiar en Ti, por desesperar de los hombres, por mis susceptibilidades, por mi facilidad de sentirme herido.
Todo lo soporta: Perdón, Señor, por mi cansancio, mi desgana, mi apatía, mi aburrimiento, mi decepción, mi desaliento, mi facilidad en desistir y ponerme de espaldas.
La caridad no acaba nunca: Perdón Señor, porque aún no hemos empezado a AMAR de verdad.
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