"que todos cobremos conciencia, y que proclamen ustedes, que nosotros vivimos en una burbuja"
Disfruté la final de la UEFA, y nobleza obliga: nos brindaron un espléndido espectáculo de los que a uno casi le reconcilian con el fútbol.
Pero al día siguiente le oí decir a usted que “no pensaba que se pudiera sufrir más de lo que sufrió durante aquel partido”. Esas palabras me hirieron: son una ofensa grave al dolor de tantísimos que sufren de verdad en este mundo, y a los que su condición de víctimas injustas les da una autoridad divina sobre nosotros. Usted no se dio cuenta, pero esas palabras eran un auténtico acto de idolatría.
En el tiempo que duró el partido murieron, entre hambre y violencia física, cerca de diez mil personas. Le recomendaría que usted y sus jugadores vayan a ver la película de K. Jones sobre el genocidio de Ruanda (Disparando a perros), o Diamantes de sangre sobre Sierra Leona. O La pesadilla de Darwin sobre la pesca en Kenia, o Voces inocentes sobre la guerra de El Salvador.
¿Para qué? Sin duda estarán ustedes dispuestos a echar mano de talonario y buscar alguna ONG que tranquilice sus conciencias. Pero no es eso lo que pido, sino algo más sencillo y más difícil: que todos cobremos conciencia, y que proclamen ustedes, que nosotros vivimos en una burbuja y una gran parte del género humano no puede permitirse esos sufrimientos lujosos. Las burbujas acaban estallando algún día. Y cuando estallan no deberíamos extrañarnos, ni echar la culpa sólo a los modos de explosión (terroristas, okupas...) que suelen ser poco correctos.
Me dirá que para qué sirve esa conciencia sino para amargarles la fiesta. Pero creo que, si todos la tuviéramos, el mundo iría de otra manera. •
José Ignaico González Faus
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