Septiembre 2005
El pasado 6 de noviembre hice una visita a la parroquia de Sant Esteve de Castellar del Vallès. No había ningún motivo especial de fiesta mayor o de confirmaciones, etc. Simplemente, el obispo presidía y compartía la Eucaristía y después departía con la feligresía, ayudado por un poco de cava y de coca.
Me entregaron el último número de la revista Forja -una revista editada por la parroquia- en la que el Sr. Obispo compartía portada con un héroe local llamado Dani Pedrosa. Un jovencísimo bicampeón del mundo de motociclismo, con sólo 18 años.
Diversos feligreses coincidieron en el mismo comentario: "Es un "crack", un gran campeón, muy joven, y sobre todo llama la atención el hecho que es muy humilde, muy sencillo y nunca habla de él mismo, ni se atribuye los méritos, nunca dice "yo", sino que siempre acostumbra a decir "nosotros" cuando habla de sus éxitos".
Me gustó mucho esta actitud. No sé hasta qué punto esto puede responder a consignas de los patrocinadores, de no hablaren singular sino en plural para dar sentido de equipo. Para comprobarlo se tendrían que analizar las respuestas de los diferentes campeones a las preguntas de los periodistas y hacer las estadísticas pertinentes. Pero en cualquier caso estas consignas difícilmente podrían anular las actitudes más evidentes de la personalidad de cada uno, ya sean actitudes de egocentrismo o bien de sencillez. En el caso de nuestro campeón, pienso que reflejan con no poca precisión su temperamento, su talante natural.
En todos los órdenes de la vida, en todos los estamentos sociales, en todas las profesiones, en todas las edades, encontramos personas que comparten sus talentos, sus cualidades, sus éxitos, con los compañeros de camino. Personas que cuando se explican utilizan el "nosotros", aunque casi todo el mérito sea suyo. Y esto es bonito y oxigena las relaciones personales, ya sean de pareja, de familia, de trabajo, de descanso. Esta actitud evidencia, entre muchas cosas, dos aspectos muy importantes: un corazón generoso que comparte el don recibido y un espíritu de equipo, e incluso podríamos apuntar a un espíritu de comunidad. Por otra parte, cuando encontramos una persona de talento que alcanza el éxito y que además es humilde, su figura nos resulta particularmente atractiva.
La sociedad actual es sumamente competitiva y creo que no exagero con la afirmación de tiende al individualismo. En este contexto, la inclinación a decir "nosotros", significa avanzar en el proceso personal de pasar del "yo" y el "tú" al "nosotros". Si se me permite la comparación, sería como dejar de ser cada uno individualistamente un grano de trigo para convertirse y compartir todos juntos el hecho de llegar a ser pan, lo que es mucho más importante. No quiero decir que el "yo" quede anulado o que incluso quede muerto. No se trata de ser anulado o de morir, sino más bien de superar dos peligros concretos: el individualismo estéril y el colectivismo gregario.
En el otro extremo de esta actitud encontramos la contraria, la de quien siempre habla en primera persona, la del que siempre se pone las medallas que le corresponden por derecho, y también las que son colectivas e incluso las que se corresponden a otros, si éstos se descuidan. Todos conocemos personas de esta clase. Todos corremos el peligro de volvernos así. Egocéntricos e incluso egoístas. Esto revela una actitud de fondo que podríamos llamar hipertrofia de ego, es decir, un aumento excesivo y desproporcionado en la consideración de sí mismo. A veces se trata, en el fondo, de un simple mecanismo de defensa. Enfermedad psicológica y moral. Que el Señor nos libre de este mal. Que nosotros vigilemos para no caer en esta tentación.
Mons. Josep Ángel Saíz Meneses,Obispo de Terrassa
No hay comentarios:
Publicar un comentario