sábado, 2 de marzo de 2013

Homilía del Domingo Tercero de Cuaresma, ciclo c



DOMINGO TERCERO DE CUARESMA, ciclo c ÉXODO 3, 1-8a. 13-15; SALMO 102; PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 10, 1-6. 10-12; SAN LUCAS 13, 1-9

            Cualquiera que haya escuchado la Palabra proclamada hoy se da cuenta que a Dios se le quiere sin pretenderlo. Se hace querer. Llega Dios, con todo lo que significa a nuestra vida y nos descubre quien somos. Es entonces cuando uno se para y se hace esta sencilla reflexión: «¡Pero qué despistado he estado durante todo este tiempo que me he perdido tantos momentos de encuentro con el Señor!».  
El Salmo 112 pone palabras a esas acciones que Dios realiza con aquellos que se dejan: «Él perdona todas tus culpas, y cura todas tus enfermedades; Él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura». Dios constantemente se está acercando a ti, trabaja por ti, te advierte, te corrige y te alienta.
            Alguno de los presentes puede estar pensando: «Este cura nos habla de un Dios que llena de plenitud y que colma de esperanza la vida de las personas, y que incluso nos alienta cuando el desánimo hace acto de presencia. Sin embargo yo, aunque ‘creo estar a bien con Dios’ no consigo tener esa experiencia religiosa de encuentro con Él –la cual marque e ilumine- y al no tener esa experiencia religiosa de encuentro con Él únicamente me conformo con la práctica dominical e incluso estoy corriendo el riesgo de enfriarme espiritualmente». Por eso hermanos, la primera lectura tomada del libro del Éxodo es un regalo de Dios.
Nos cuenta la Sagrada Escritura que Moisés, movido por la curiosidad, se acercó a la zarza que ardía sin consumirse, y allí fue donde Dios se le presentó. Del mismo modo que los automóviles necesitan que el líquido de frenos, el aceite y el líquido de refrigeración del motor estén en unos determinados niveles para que el automóvil pueda funcionar, nosotros ¿cómo andamos del nivel de la curiosidad en las cosas de Dios?. Los padres y madres de familia pueden conocer cómo se encuentra el nivel de su curiosidad religiosa empleando particulares varillas de medir. Para ayudar voy a lanzar unas cuestiones al aire: ¿con cuanta frecuencia me ven mis hijos coger la Biblia y leerla?, durante el día ¿qué momentos de oración –aunque sea breve- tengo con mi esposa y con mis hijos?, ¿estoy sabiendo transmitir a mis hijos que esto de la fe es importante para mí acudiendo a recibir el perdón de Dios, preocupándome de mi formación cristiana y participando en la Eucaristía dominical?. Realmente podría ser un sin fin de preguntas, pero estas pueden ayudar a que cada cual se plante la suya para conocer el nivel de curiosidad que uno tiene en las cosas de Dios. Porque seamos claros hermanos, y entiéndanme esta comparación: La parroquia se puede asemejar a un consultorio de un médico de familia, allí vamos cuando la enfermedad nos aqueja y a la parroquia acudimos todos los domingos para que nuestra vida espiritual no enferme y si se puede fortalecer mucho mejor. Sin embargo cuando la enfermedad requiere un tratamiento de un especialista acudimos a los médicos de esa especialidad para afrontar la dolencia. En la vida espiritual es exactamente igual: Cuando uno descubre que el amor de Dios es como ‘un pozo sin fondo’ y desea –movido por la curiosidad- adentrarse y enriquecerse en el trato más frecuente y exigente con Jesucristo precisa de una comunidad cristiana donde sentirse acompañado y acompañar. Lo ideal sería que la parroquia desempeñase el papel de esa comunidad cristiana donde acompañar y sentirse acompañado, sin embargo lo que se tiene es lo que se tiene. Por eso es importante abrir horizontes y descubrir que hay movimientos y grupos en la Iglesia -los cuales los tenemos muy cerca- que pueden dar respuesta a nuestras curiosidad religiosa. Entre ellos, Encuentro Matrimonial, Cursillos de Cristiandad, Legión de María, Vida Ascendente, el Camino Neocatecumenal… por decir sólo algunos.
Hermanos, Dios lo que quiere de nosotros es que demos frutos. Que seamos esa higuera plantada en su viña –de la que nos habla el Evangelio- repletos de buenos frutos. Pero atención, que esos frutos sean para dar gloria a Dios y nunca para nuestro propio interés.
Señor, concédenos PERMANECER siempre en ti, PERSEVERAR en tu amor, VIVIR de tu vida y SER CONDUCIDOS por tu mano. Así sea.  

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La esperiencia de Dios es lo que da la Fe, para q en cualquier momento de la vida podamos afirmar de au existencia sin apenas dudar.
Porque estaa esperiencias son las que nos dan la felcidad en su plenitud!! Una alegria q muchos desearn tener pero q solo tenemos nosotros!!!!
Mi vida con Dios me hace meditar lo que hago yo por El... ofrecerle pequeños detalles, pero nunca darme por satisfecho de mi conversion por grande q sea... no soy santo pero esa deberia e ser mi meta todos los dias demi vida... y no uno concreto como ofrenda de gratitud por la vida q me da....
Gracias por la vida que me has dado!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Anónimo dijo...

Buenas noches;
Muchas veces estamos tan ciegos que no nos damos cuenta que el verdadero regalo, el más valioso es Él. Le hemos tenido delante tanto tiempo sin darnos cuenta…que cuando por fin abrimos los ojos, nos llamamos despistados como usted dice.
Yo estoy recobrando de nuevo todo, feliz estoy de ello, pues de pequeña abandoné prácticamente por completo la Iglesia, de lo que ahora me arrepiento. No soy madre de familia, pero un día en el futuro, si Dios quiere lo seré pues quiero serlo, adoro a los niños y la idea de formar una familia. Sus preguntas me han hecho reflexionar. Si algún día tengo hijos, esas cuestiones vendrán a mí, pues quiero acompañarles en la fe, verles crecer en ella…no quiero que cometan mi error.
Por desgracia, en muchos sitios no existen esas comunidades cristianas de las que habla, mucha gente anda perdida, asomándose únicamente algún día a la misa dominical, eso no ayuda.
Ojala que la gente abra los ojos y descubra lo que se está perdiendo al no seguirle.

CapillaArgaray dijo...

Hermanos y amigos, mi tarea es anunciar a Jesucristo, este resucitado y presente en medio de aquellos que deseen abrirse ante su presencia. Quiero que este foro que es capillaargaray sea un lugar de encuentro de diversas opiniones y -si este sacerdote diocesano- os puede ayudar pues... ¡bendito sea Dios! Yo estoy teniendo unos momentos de gracia divina al encontrar el Camino Neocatecumenal y al sentirme agradecido por el gran regalo de la tercera y segunda y primera comunidad que camina en mi diócesis palentina.Creo que es hora de despertarnos del sueño y de buscar realmente al que tiene las respuestas sobre el sentido de nuestra vida... y ese tiene un nombre clarísimo: JESUCRISTO. Y a Jesucristo únicamente le encontramos en la Iglesia Católica, la nuestra, la que amamos con locura -aunque muchas veces nos cueste tanto aceptar por las importantes limitaciones que tiene el hombre a causa del pecado-y que siempre es sostenida, alentada y guiada por el Espíritu Santo.
Deseo pediros un favor: NO TENGÁIS REPARO EN ESCRIBIR, en preguntar, en cuestionar, en criticar.... incluso en dejar vuestra oración o plegaria a Dios en este foro, en este blog. Si deseaís que os ayude en algo más sólo lo teneís que decir y así nos pondríamos en contacto para compartir todo lo que sea necesario para acercarnos más y conocer mejor a nuestro gran Amor: JESUCRISTO.