DOMINGO TERCERO DE CUARESMA, ciclo c ÉXODO 3, 1-8a. 13-15; SALMO 102; PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 10, 1-6. 10-12; SAN LUCAS 13,
1-9
Cualquiera que haya escuchado la Palabra proclamada hoy se
da cuenta que a Dios se le quiere sin pretenderlo. Se hace querer. Llega Dios,
con todo lo que significa a nuestra vida y nos descubre quien somos. Es
entonces cuando uno se para y se hace esta sencilla reflexión: «¡Pero qué
despistado he estado durante todo este tiempo que me he perdido tantos momentos
de encuentro con el Señor!».
El Salmo 112 pone palabras a esas acciones que Dios
realiza con aquellos que se dejan: «Él perdona todas tus culpas, y cura todas
tus enfermedades; Él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de
ternura». Dios constantemente se está
acercando a ti, trabaja por ti, te advierte, te corrige y te alienta.
Alguno de los presentes puede estar
pensando: «Este cura nos habla de un Dios que llena de plenitud y que colma de
esperanza la vida de las personas, y que incluso nos alienta cuando el desánimo
hace acto de presencia. Sin embargo yo, aunque ‘creo estar a bien con Dios’ no
consigo tener esa experiencia religiosa de encuentro con Él –la cual marque e
ilumine- y al no tener esa experiencia religiosa de encuentro con Él únicamente
me conformo con la práctica dominical e incluso estoy corriendo el riesgo de
enfriarme espiritualmente». Por eso hermanos, la primera lectura tomada del
libro del Éxodo es un regalo de Dios.
Nos cuenta la Sagrada Escritura
que Moisés, movido por la curiosidad, se acercó a la zarza que ardía sin consumirse,
y allí fue donde Dios se le presentó. Del mismo modo que los automóviles
necesitan que el líquido de frenos, el aceite y el líquido de refrigeración del
motor estén en unos determinados niveles para que el automóvil pueda funcionar,
nosotros ¿cómo andamos del nivel de la curiosidad en las cosas de Dios?. Los
padres y madres de familia pueden conocer cómo se encuentra el nivel de su
curiosidad religiosa empleando particulares varillas de medir. Para ayudar voy
a lanzar unas cuestiones al aire: ¿con cuanta frecuencia me ven mis hijos coger
la Biblia y
leerla?, durante el día ¿qué momentos de oración –aunque sea breve- tengo con
mi esposa y con mis hijos?, ¿estoy sabiendo transmitir a mis hijos que esto de
la fe es importante para mí acudiendo a recibir el perdón de Dios,
preocupándome de mi formación cristiana y participando en la Eucaristía dominical?.
Realmente podría ser un sin fin de preguntas, pero estas pueden ayudar a que
cada cual se plante la suya para conocer el nivel de curiosidad que uno tiene
en las cosas de Dios. Porque seamos claros hermanos, y entiéndanme esta
comparación: La parroquia se puede asemejar a un consultorio de un médico de
familia, allí vamos cuando la enfermedad nos aqueja y a la parroquia acudimos
todos los domingos para que nuestra vida espiritual no enferme y si se puede
fortalecer mucho mejor. Sin embargo cuando la enfermedad requiere un
tratamiento de un especialista acudimos a los médicos de esa especialidad para
afrontar la dolencia. En la vida espiritual es exactamente igual: Cuando uno
descubre que el amor de Dios es como ‘un pozo sin fondo’ y desea –movido por la
curiosidad- adentrarse y enriquecerse en el trato más frecuente y exigente con
Jesucristo precisa de una comunidad cristiana donde sentirse acompañado y
acompañar. Lo ideal sería que la parroquia desempeñase el papel de esa
comunidad cristiana donde acompañar y sentirse acompañado, sin embargo lo que
se tiene es lo que se tiene. Por eso es importante abrir horizontes y descubrir
que hay movimientos y grupos en la
Iglesia -los cuales los tenemos muy cerca- que pueden dar
respuesta a nuestras curiosidad religiosa. Entre ellos, Encuentro Matrimonial,
Cursillos de Cristiandad, Legión de María, Vida Ascendente, el Camino
Neocatecumenal… por decir sólo algunos.
Hermanos, Dios lo que quiere de nosotros es que demos
frutos. Que seamos esa higuera plantada en su viña –de la que nos habla el
Evangelio- repletos de buenos frutos. Pero atención, que esos frutos sean para dar
gloria a Dios y nunca para nuestro propio interés.
Señor, concédenos PERMANECER siempre en ti, PERSEVERAR
en tu amor, VIVIR de tu vida y SER CONDUCIDOS por tu mano. Así sea.
3 comentarios:
La esperiencia de Dios es lo que da la Fe, para q en cualquier momento de la vida podamos afirmar de au existencia sin apenas dudar.
Porque estaa esperiencias son las que nos dan la felcidad en su plenitud!! Una alegria q muchos desearn tener pero q solo tenemos nosotros!!!!
Mi vida con Dios me hace meditar lo que hago yo por El... ofrecerle pequeños detalles, pero nunca darme por satisfecho de mi conversion por grande q sea... no soy santo pero esa deberia e ser mi meta todos los dias demi vida... y no uno concreto como ofrenda de gratitud por la vida q me da....
Gracias por la vida que me has dado!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Buenas noches;
Muchas veces estamos tan ciegos que no nos damos cuenta que el verdadero regalo, el más valioso es Él. Le hemos tenido delante tanto tiempo sin darnos cuenta…que cuando por fin abrimos los ojos, nos llamamos despistados como usted dice.
Yo estoy recobrando de nuevo todo, feliz estoy de ello, pues de pequeña abandoné prácticamente por completo la Iglesia, de lo que ahora me arrepiento. No soy madre de familia, pero un día en el futuro, si Dios quiere lo seré pues quiero serlo, adoro a los niños y la idea de formar una familia. Sus preguntas me han hecho reflexionar. Si algún día tengo hijos, esas cuestiones vendrán a mí, pues quiero acompañarles en la fe, verles crecer en ella…no quiero que cometan mi error.
Por desgracia, en muchos sitios no existen esas comunidades cristianas de las que habla, mucha gente anda perdida, asomándose únicamente algún día a la misa dominical, eso no ayuda.
Ojala que la gente abra los ojos y descubra lo que se está perdiendo al no seguirle.
Hermanos y amigos, mi tarea es anunciar a Jesucristo, este resucitado y presente en medio de aquellos que deseen abrirse ante su presencia. Quiero que este foro que es capillaargaray sea un lugar de encuentro de diversas opiniones y -si este sacerdote diocesano- os puede ayudar pues... ¡bendito sea Dios! Yo estoy teniendo unos momentos de gracia divina al encontrar el Camino Neocatecumenal y al sentirme agradecido por el gran regalo de la tercera y segunda y primera comunidad que camina en mi diócesis palentina.Creo que es hora de despertarnos del sueño y de buscar realmente al que tiene las respuestas sobre el sentido de nuestra vida... y ese tiene un nombre clarísimo: JESUCRISTO. Y a Jesucristo únicamente le encontramos en la Iglesia Católica, la nuestra, la que amamos con locura -aunque muchas veces nos cueste tanto aceptar por las importantes limitaciones que tiene el hombre a causa del pecado-y que siempre es sostenida, alentada y guiada por el Espíritu Santo.
Deseo pediros un favor: NO TENGÁIS REPARO EN ESCRIBIR, en preguntar, en cuestionar, en criticar.... incluso en dejar vuestra oración o plegaria a Dios en este foro, en este blog. Si deseaís que os ayude en algo más sólo lo teneís que decir y así nos pondríamos en contacto para compartir todo lo que sea necesario para acercarnos más y conocer mejor a nuestro gran Amor: JESUCRISTO.
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