VIAJE APOSTÓLICO
DE SU SANTIDAD LEÓN XIV
EN TÜRKIYE Y LÍBANO
CON PEREGRINACIÓN A İZNIK (TÜRKIYE)
CON MOTIVO DEL 1700.° ANIVERSARIO DEL PRIMER CONCILIO DE NICEA
Los cristianos del
Líbano recibieron con enorme alegría al Papa León XIV en su primer viaje
apostólico, viviendo su presencia como una gracia: la de ver fortalecida su fe
y la de acoger, a través del Sucesor de Pedro, un anuncio renovado de Cristo en
medio de un país marcado por tensiones y cansancio social. Miles de fieles se
abrieron paso entre multitudes —incluso con mal tiempo— solo para poder verlo y
participar de esa experiencia eclesial que, para ellos, fue motivo de consuelo
y esperanza.
Pero la visita no
quedó “dentro” de las comunidades cristianas. Uno de sus ejes principales fue
el diálogo interreligioso y, según el historiador Abib Malik, también hubo
reacciones muy positivas entre comunidades no cristianas, especialmente suníes
y drusas. Muchos interpretaron el viaje como algo bueno para el Líbano: un
impulso para la convivencia pacífica y para rebajar el tono de las divisiones
que desgastan al país.
Incluso algunos
comentaristas musulmanes hablaron en clave espiritual, diciendo que percibían
en la visita del Papa una presencia de paz que asociaban con Jesús. Esa
impresión les llevó, a la vez, a una reflexión autocrítica: si un líder
cristiano puede despertar alegría, ánimo y deseo de paz, ¿por qué no promover
lo mismo desde dentro de su propia comunidad?
En el fondo, el reportaje subraya una idea
sencilla: el paso del Papa llevó consuelo y un mensaje de Cristo a los
cristianos del Líbano, y al mismo tiempo tocó el corazón de muchas personas de
buena voluntad —cristianas y musulmanas— que desean paz. Queda por ver cómo el
país logrará convertir esa resonancia en gestos concretos, pero el eco del
mensaje fue amplio, más allá de fronteras religiosas.
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