sábado, 18 de agosto de 2007

Cristo ¿resulta molesto?

CRISTO ¿RESULTA MOLESTO?
Todo lo que realmente merece la pena, no está exento de dificultades. Las lecturas de este día nos traen a la memoria los muros que tuvieron que saltar los profetas o las primeras comunidades cristianas, para ser coherentes con su fe.

Hace pocos días mantuve una conversación con una muchacha de unos 17 años, la cual a partir de una noticia que había oído en la radio la habían surgido unas cuantas dudas. Ella me decía que eso de la Iglesia que estaba bien, que se hacía importantes obras sociales, que era algo que estaba y nada más. Me contaba que para ella la misa era algo sin mucho sentido, que no la decía nada, que cuando ha tenido que ir era porque sus padres la obligaban y ella, como autodefensa, ponía el ‘piloto automático’ ‘pensado en las musarañas’ para que el tiempo pasase lo más rápido posible. También esta muchacha me expresaba, con cierta molestia, que la Iglesia, es decir, para ella, el Papa, los Obispo y los sacerdotes, queríamos como gresca, como discusiones, riñas, porque, según ella, estamos siempre a la contra: Que la Iglesia está en contra del aborto; que la Iglesia está en contra de la eutanasia; que la Iglesia está en contra de la píldora del día después, del preservativo y que incluso se había atrevido a sacar una especie de mandamientos del conductor. Ella me mostró su visión de la Iglesia como alguien que está en contra de todo. Decía que la Iglesia se metía en todo, que era una meticona y que cada cual era dueña de su vida y que nadie tenía que decirles nada.

Entonces me vino a la mente el texto del Evangelio de hoy, cuando Jesucristo nos dice esto: ‘He venido a prender fuego en el mundo’. La conté que yo tengo una especial predilección por los dulces, y en concreto por los pasteles de nata, así como los hojaldres y milhojas, sobre todo si son elaborados por las monjas. Y que cada vez que pasara en frente de una pastelería entrara en ella para comerme un rico pastel terminaría con una alta dosis de colesterol en mis venas así como con unos cuantos kilos de más que me impedirían utilizar la ropa, ya que me vería obligado a comprar ropa con unas tallas más grandes. A parte que si me dejara llevar por el placer del paladar, haría todo lo posible para, no pasear sólo una o dos veces por las calles de las pastelerías, sino todo el santo día estaría rondándolas adrede.
Es decir, que si nos dejamos llevar por el placer, por lo que me apetece no podríamos madurar, no podríamos crecer como personas y menos como cristianos. Es Jesucristo, el que por medio de su Santo Espíritu impulsa, dinamiza a la Iglesia Católica. Desea que demos pasos en libertad, en responsabilidad, que avancemos por la senda del amor auténtico.

Y a esta muchacha le puse un ejemplo. La dije lo siguiente: ¿no te has dado cuenta como a cualquier hora del día, cuando incluso los más pequeños están delante de la televisión, están poniendo publicidad anunciando preservativos, o cómo en un horario accesible para todos los públicos nos ponen películas con escenas de cama, con conversaciones lascivas?. Y es más, ¿no te das cuenta como se está justificando muy fácilmente el aborto, sobre todo en adolescentes?, ¿Por qué en un simple anuncio de televisión anunciando una bebida refrescante para jóvenes, después de que el muchacho enumerara a su supuesta madre las cosas ha hacer durante esa tarde termine la enumeración diciendo que por último 'se va a pescar', cuando lo que está diciendo con esas palabras es ir a buscar un rollo de fin de semana con una chica guapa?, ¿pero no está clara la concepción machista y prepotente del aquél que no es capaz de ver más allá de sí mismo?. Pero claro, la dije a la muchacha, como esta sociedad, la televisión y esta mentalidad alejada de Dios nos pone la miel en la boca, nos dan palmaditas en la espalda y nos dan gusto, podemos decir, que buenos somos y que bien estamos.
Pero resulta que viene Jesucristo que por medio de su Iglesia nos molesta, nos incordia, nos ‘toca las narices’ porque denuncia nuestra dejadez, porque nos saca de nuestra falsa comodidad.
Entonces yo la platee a esta muchacha esta cuestión: ¿Qué es lo que más ayuda a crecer y a vivir en libertad, el hecho de ‘vivir medio anestesiado’ con lo que te plantea en la sociedad, con lo que ves en la televisión y se leen en las revistas o aquellas personas que te dan empujones, que te inquietan, que te dicen cosas que no gustan pero que te ayudan a pensar y a madurar, que te facilitan a tomar con lucidez tus propias decisiones?.
A nadie le gusta que nos digan nuestros defectos o que nos digan cosas negativas de nosotros. Y Jesucristo que ve todos los recovecos sucios de nuestros corazones, nos intenta corregir por una simple razón: Porque nos ama.

Pues Cristo es Aquel que te da empujones, que te incordia para que vivas como hijos de Dios y hermanos, que hace sonar el despertador para que pienses con lucidez, ames con intensidad y disfrutes de la plena libertad. Dice Jesucristo: ‘¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división’. Así sea.

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