domingo, 12 de agosto de 2007

Cristo, nuestro tesoro.

CRISTO, NUESTRO TESORO
Una de las tareas que tenemos los sacerdotes es visitar a los enfermos, estar con ellos y llevarles la Sagrada Comunión. No hace mucho en una de estas visitas a una enferma anciana, hablando con ella me pidió que deseaba comulgar los domingos. El caso es que llegado el domingo fui a su casa y me abrió la puerta su hijo, de unos 40 años. Cuando me disponía a dar la comunión a su madre, él con voz despectiva me medio gritó diciéndome que dejara de hacer el tonto y de hacer perder el tiempo a los demás. Me dí cuenta como su madre se sintió avergonzada del comportamiento y de la falta de educación de su hijo. Entonces estando delante de nosotros su hijo y dirigiéndome a su madre le dije a ella: ‘Os traigo a vuestra casa a Aquel que nos acogerá algún día en el Cielo. El Señor se acerca a nosotros con palabras gestos de ternura y comprensión, a pesar de todas nuestras indiferencias, frialdades y desprecios’. Desde ese día aquel hijo no volvió a mostrarse con un comportamiento tan desafortunado cada vez que llevé la Sagrada Comunión a su madre.

En otra ocasión me comentó un compañero que un muchacho de catequesis de confirmación, un chico majo, iba faltando a unas cuantas sesiones de catequesis, de tal modo que estaba alejándose de la dinámica del grupo. El caso que un día se le encontró por la calle y le preguntó al muchacho que porqué no asistía a las catequesis, a lo que el muchacho le dijo que se aburría y que esto de la iglesia no le decía nada. Mi compañero le dijo que se diera a sí mismo una oportunidad, a lo que el chico accedió. Empezaron a crear pequeños momentos de oración antes de cada sesión de catequesis, fue hablando con cada uno con él contándole como andaban con los estudios, con la familia, con los amigos, lo que hacían con el tiempo libre, lo que revistas y libros solían leer… y con esos datos les fue, poco a poco, comentando cómo un cristiano está llamado a afrontar de una manera liberadora, ilusionante y nueva todos esos aspectos cotidianos de su vida. Les inició en el mundo de la oración y se fueron dando cuenta como su comportamiento en casa y en el instituto no era el correcto y empezaron a saber pedir perdón, a reconocer lo malo y a saber dar gracias por todo lo bueno y a saber pedir ayuda. En todo esto empezaron a descubrir el sacramento del perdón y cómo Dios da la gracia necesaria para retomar la relación de amistad con Él. Mi compañero le dice que no es lo mismo vivir con fe que vivir sin fe. Que no es lo mismo vivir en plena amistad con Dios que vivir al margen de Dios. Que no es lo mismo sentirse querido por Dios que sentirse apartado de su amor. Y lo que pasa es lo de siempre, si no se reza, si no se cultiva la vida espiritual uno termina más reseco y termina equivocando creyendo que no necesita a Dios. Estos muchachos ahora están empezando a descubrir que vivir en cristiano es algo que merece la pena, que seguir a Jesucristo llena el corazón.

¿Ustedes creen que Abrahán cuando salió de su tierra, ya anciano, las tenía todas con él?. Él creyó, el se fió, él dejó todas sus seguridades para ponerse en las manos de Dios. Abrahán era un hombre profundamente creyente con una íntima relación de confianza con Dios. Él no sabía donde iba, estaba por tierras extranjeras, sufrió mucho, pero se fió del Señor y el Señor le dio su gracia para afrontar las adversidades.

¿Ustedes piensan que Abrahán, Isaac, Jacob, nuestros antiguos padres del Antiguo Testamento o que la Virgen María, San José y todos los santos a largo de todos los siglos tenían todo arreglado, disfrutando de todo tipo de seguridades?. Pues no. Se encontraron con muchos problemas, cada jornada era un reto para afrontar con la ayuda divina. Su vida de oración era intensa y su amistad con Dios era muy frecuente.

Frente a quien dice que eso de la fe es una tontería yo les respondo que muchas veces he administrado el sacramento de la Reconciliación y cómo los penitentes han salido del confesionario alegres y con paz en el corazón. Cómo cuando te llaman para que administres el sacramento de la Unción de los Enfermos a una persona que está atravesando el lecho del dolor y cuando se lo administras los enfermos se quedan tranquilos, serenos, sabiendo que están en paz con Dios. Son algunos de los muchos ejemplos que les puedo poner de cómo la fe en Dios es fundamental para los cristianos.

Cristo es lo fundamental. Él es nuestro tesoro. Y donde esté nuestro tesoro que allí también esté nuestro corazón. Así sea.

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