domingo, 31 de agosto de 2025

Homilía en la Solemnidad de San Antolín (Palencia) 02.09.2025

 Homilía en la Solemnidad de San Antolín, Patrono de Palencia

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, queridos palentinos y lectores de este blog.

!Qué alegría!, nos congregamos un año más en las diversas comunidades cristianas de esta iglesia palentina para honrar a nuestro Padre, nuestro Protector: San Antolín. En estas fiestas patronales, la palabra "patrono" resuena con un significado muy especial. A menudo, la relacionamos con el término latino que significa "padre", un protector que nos cuida y nos guía, un modelo al que miramos con admiración.

Pero hoy, me gustaría que pensáramos en otra acepción de la palabra, una que nos habla de artesanía, de creatividad y de vida. Pensemos en el patrón de costura, ese molde o plantilla que un sastre utiliza para cortar la tela y confeccionar una prenda. Sin un patrón, la tela no es más que un trozo de material informe, sin sentido ni propósito. De la misma manera, sin las raíces que aporta el cristianismo a nuestra sociedad, estaríamos retrocediendo en derechos sociales y personales que emanan de la ley natural. De darse un retroceso en estos derechos es porque se está eclipsando u obstaculizando la evangelización en esta tierra. Con el patrón, la tela se convierte en un vestido, un abrigo, una prenda única que tiene un sentido y un propósito.

 

Así es San Antolín para nosotros. Él no solo es nuestro protector, es nuestro patrón de fe. Su vida es el molde a partir del cual podemos dar forma a la nuestra. Él nos enseña que solo hay un camino para la verdadera vida en Cristo: hacer de Jesucristo su único amor, y de la Virgen María su única Señora y Reina. Esta es la verdad que nos hace libres. Su historia nos ofrece una guía clara, un modelo para vivir la fe en medio de un mundo que nos presenta desafíos complejos.

 

El peligro de los “otros patrones”

En un mundo lleno de confusión, no faltan quienes ofrecen "otros patrones" de fe, atractivos en apariencia, pero falsos. Estos patrones no construyen, sino que carcomen por dentro nuestra vida cristiana, como las termitas que devoran la madera de una casa. Desalientan a los tibios y a los débiles, prometiendo un camino fácil que en realidad conduce al vacío.

 

·         El patrón de la popularidad y el "like": Este nos enseña a buscar la fe en lo que es socialmente aceptado, en lugar de en la verdad de Cristo. Nos anima a adaptar el Evangelio a los gustos y modas del momento, a callar cuando debemos hablar.

·         El patrón de la lucha por el poder: Este patrón nos tienta a ver la Iglesia como una organización humana más, donde se busca la propia influencia y no el servicio desinteresado. Genera división, facciones y desconfianza.

·         El patrón del sentimentalismo vacío: Nos anima a vivir una fe de emociones y sentimientos, sin compromiso, sin sacrificio y sin la cruz. Una fe que no transforma, que no exige y que se desvanece ante la primera dificultad.

 

Frente a estos "otros patrones" que nos devoran por dentro, San Antolín nos presenta un modelo de fe sólido, que nos protege del mal y nos da la fortaleza para perseverar.

 

El patrón de San Antolín:

los pasos para una vida bien confeccionada

La vida de San Antolín es el patrón que nos muestra los pasos para confeccionar una vida bienaventurada.

 

·         El corte inicial: Fidelidad a la verdad. El primer paso para hacer una prenda es cortar la tela según el patrón. En la vida de San Antolín, el corte inicial fue su fidelidad a la verdad de la fe, una elección radical que le costó todo. Dejó atrás el arrianismo, una herejía que negaba la divinidad de Cristo, y se adhirió a la verdad revelada. Este corte nos enseña que hay verdades fundamentales que no se negocian ni se someten a la opinión de la mayoría, y que se encuentran en la Tradición, el Magisterio de la Iglesia y la obediencia al Papa y a los Obispos. Es el acto de seguir a Cristo sin medias tintas.

 

·         La costura invisible: La no violencia. Una vez que la tela está cortada, las piezas se unen con un hilo. El hilo de la mansedumbre y la no violencia unió cada acción de San Antolín. La leyenda narra que, ante la persecución, él no respondió con agresión, sino que ofreció su vida como un testimonio de amor. Su martirio no fue un acto de confrontación, sino de entrega. Nos enseña a coser nuestras acciones con paciencia y caridad, confiando en que la verdad se abre camino por sí misma, sin necesidad de recurrir a los métodos del mundo. Esta costura se fortalece con la lectura diaria de la Sagrada Escritura, el alimento que nutre nuestra alma.

 

·         El dobladillo final: Humildad y desinterés. Para que una prenda esté bien acabada, el dobladillo es esencial. La humildad y el desinterés fueron el dobladillo que perfeccionó la vida de San Antolín. Siendo de estirpe real, abandonó sus privilegios para servir a Cristo como diácono, sin buscar poder ni reconocimiento. Su vida nos pide que nos despojemos de toda ambición personal para servir a la Iglesia con pureza de intención, buscando siempre la voluntad de Dios y no nuestro propio beneficio. Este dobladillo se sella con la frecuencia en el sacramento de la Reconciliación y de la Eucaristía, sacramentos que alimentan, limpian y nos alientan en el camino de la conversión personal y social.

 


San Antolín es nuestro patrón de fe. Un molde que nos invita a dar forma a nuestra vida con fidelidad, mansedumbre y humildad. Que su vida nos inspire a ser, como él, auténticos "mártires", es decir, verdaderos testigos de Cristo, incluso si eso significa ir a contracorriente.

Que por su intercesión, nuestra vida sea una prenda bien confeccionada, digna del taller del Padre. Amén.

 

 

 

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