Homilía en la Solemnidad de San Antolín, Patrono de Palencia
Queridos hermanos
y hermanas en Cristo, queridos palentinos y lectores de este blog.
Pero hoy, me gustaría que pensáramos en
otra acepción de la palabra, una que nos habla de artesanía, de creatividad y
de vida. Pensemos en el patrón de costura, ese molde o plantilla que un
sastre utiliza para cortar la tela y confeccionar una prenda. Sin un patrón, la
tela no es más que un trozo de material informe, sin sentido ni propósito. De
la misma manera, sin las raíces que aporta el cristianismo a nuestra sociedad,
estaríamos retrocediendo en derechos sociales y personales que emanan de la ley
natural. De darse un retroceso en estos derechos es porque se está eclipsando u
obstaculizando la evangelización en esta tierra. Con el patrón, la tela se
convierte en un vestido, un abrigo, una prenda única que tiene un sentido y un
propósito.
Así es San Antolín
para nosotros. Él no solo es nuestro protector, es nuestro patrón de fe.
Su vida es el molde a partir del cual podemos dar forma a la nuestra. Él nos
enseña que solo hay un camino para la verdadera vida en Cristo: hacer de Jesucristo
su único amor, y de la Virgen María su única Señora y Reina. Esta es la
verdad que nos hace libres. Su historia nos ofrece una guía clara, un modelo
para vivir la fe en medio de un mundo que nos presenta desafíos complejos.
El
peligro de los “otros patrones”
En un mundo lleno
de confusión, no faltan quienes ofrecen "otros patrones" de fe,
atractivos en apariencia, pero falsos. Estos patrones no construyen, sino que carcomen
por dentro nuestra vida cristiana, como las termitas que devoran la madera
de una casa. Desalientan a los tibios y a los débiles, prometiendo un camino
fácil que en realidad conduce al vacío.
·
El
patrón de la popularidad y el "like": Este nos enseña a buscar
la fe en lo que es socialmente aceptado, en lugar de en la verdad de Cristo.
Nos anima a adaptar el Evangelio a los gustos y modas del momento, a callar
cuando debemos hablar.
·
El
patrón de la lucha por el poder: Este patrón nos tienta a ver la Iglesia como
una organización humana más, donde se busca la propia influencia y no el
servicio desinteresado. Genera división, facciones y desconfianza.
·
El
patrón del sentimentalismo vacío: Nos anima a vivir una fe de emociones y
sentimientos, sin compromiso, sin sacrificio y sin la cruz. Una fe que no
transforma, que no exige y que se desvanece ante la primera dificultad.
Frente a estos
"otros patrones" que nos devoran por dentro, San Antolín nos presenta
un modelo de fe sólido, que nos protege del mal y nos da la fortaleza para
perseverar.
El
patrón de San Antolín:
los
pasos para una vida bien confeccionada
La vida de San
Antolín es el patrón que nos muestra los pasos para confeccionar una vida
bienaventurada.
·
El corte inicial: Fidelidad a la verdad. El primer paso
para hacer una prenda es cortar la tela según el patrón. En la vida de San
Antolín, el corte inicial fue su fidelidad a la verdad de la fe,
una elección radical que le costó todo. Dejó atrás el arrianismo, una herejía
que negaba la divinidad de Cristo, y se adhirió a la verdad revelada. Este
corte nos enseña que hay verdades fundamentales que no se negocian ni se
someten a la opinión de la mayoría, y que se encuentran en la Tradición,
el Magisterio de la Iglesia y la obediencia al Papa y a los Obispos.
Es el acto de seguir a Cristo sin medias tintas.
·
La costura invisible: La no violencia. Una vez que la
tela está cortada, las piezas se unen con un hilo. El hilo de la mansedumbre
y la no violencia unió cada acción de San Antolín. La leyenda narra que,
ante la persecución, él no respondió con agresión, sino que ofreció su vida
como un testimonio de amor. Su martirio no fue un acto de confrontación, sino
de entrega. Nos enseña a coser nuestras acciones con paciencia y caridad,
confiando en que la verdad se abre camino por sí misma, sin necesidad de
recurrir a los métodos del mundo. Esta costura se fortalece con la lectura
diaria de la Sagrada Escritura, el alimento que nutre nuestra alma.
·
El dobladillo final: Humildad y desinterés. Para que una
prenda esté bien acabada, el dobladillo es esencial. La humildad y el
desinterés fueron el dobladillo que perfeccionó la vida de San Antolín.
Siendo de estirpe real, abandonó sus privilegios para servir a Cristo como
diácono, sin buscar poder ni reconocimiento. Su vida nos pide que nos
despojemos de toda ambición personal para servir a la Iglesia con pureza de
intención, buscando siempre la voluntad de Dios y no nuestro propio beneficio.
Este dobladillo se sella con la frecuencia en el sacramento de la
Reconciliación y de la Eucaristía, sacramentos que alimentan, limpian y nos
alientan en el camino de la conversión personal y social.
San Antolín es
nuestro patrón de fe. Un molde que nos invita a dar forma a nuestra vida
con fidelidad, mansedumbre y humildad. Que su vida nos inspire a ser, como él,
auténticos "mártires", es decir, verdaderos testigos de
Cristo, incluso si eso significa ir a contracorriente.
Que por su
intercesión, nuestra vida sea una prenda bien confeccionada, digna del taller
del Padre. Amén.
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