viernes, 29 de agosto de 2025

Omertá; 'El club del silencio"

 

¡Hola a todos! ¿Alguna vez has estado en una reunión de amigos o en una comida familiar donde se nota que hay un elefante en la habitación? Todos lo ven, todos lo saben, pero nadie, absolutamente nadie, se atreve a decir ni una palabra. Te pones a reír de un chiste, mientras por dentro, tu cerebro te grita: "¡Habla! ¡Di algo!". Pero no lo haces. Y no eres el único.

Bienvenidos al Club del Silencio, también conocido como omertá. No es un club al que te inscribes con un formulario, sino un pacto invisible que se firma con la inacción. Hoy, vamos a ponernos nuestras gafas de sociólogos y psicólogos para entender por qué este club es tan popular y por qué es tan peligroso. ¡Vamos allá!

 

El Secreto del "silencio confortable"

Detrás de cada boca cerrada, hay una razón muy humana y, a veces, muy lógica. Desde la psicología, callar es, en muchos casos, una respuesta a un problema de disonancia cognitiva. ¿Qué significa esto? Que cuando algo que sabemos (hay un problema) no concuerda con lo que hacemos (no actuamos), nuestro cerebro se pone incómodo. Para resolver ese lío mental, en vez de cambiar nuestra acción (hablar), cambiamos nuestra percepción del problema. Nos decimos: "No es tan grave", "No es mi responsabilidad", o mi favorito, "Alguien más lo arreglará".

A este cóctel mental le añadimos un ingrediente estrella: la evitación del conflicto. Somos animales sociales que, por naturaleza, huimos de los enfrentamientos. Y el silencio nos parece un refugio seguro. Nos imaginamos el drama que causaría hablar y nos convencemos de que es más sano y pacífico mantenernos al margen. Es la famosa técnica del avestruz: si no lo veo, no existe. Es una comodidad a corto plazo que nos da una falsa sensación de paz. Pero, ¿a qué precio?

 

La presión del grupo y el miedo a la soledad

Aquí es donde entra la sociología a la fiesta. No callamos solo por nosotros mismos, sino por los demás. La omertá es, en esencia, un fenómeno de conformidad social. Somos parte de un grupo (una familia, un trabajo, una comunidad), y la norma no escrita es: "No te salgas del guion".

Un experimento clásico, el efecto Asch, lo demuestra a la perfección. Pones a una persona en un grupo y le preguntas qué línea es más larga. Si todos los demás dan una respuesta incorrecta de forma unánime, la persona, sabiendo la respuesta correcta, es muy probable que se conforme con la del grupo. ¿Por qué? Por el miedo atávico a ser el "raro" o a ser expulsado de la tribu. En el Club del Silencio, la cuota de membresía es no hablar. Y el castigo por no pagarla puede ser el ostracismo o, en casos extremos, la marginación total.

La omertá es un mecanismo de presión grupal donde el silencio es la moneda de cambio. Si hablas, dejas de ser parte del "nosotros" y te conviertes en un "yo" aislado, y eso, para nuestra mente, es un lugar muy solitario y aterrador.

 

Los cómplices necesarios: Un reparto completo

Un pacto de silencio no se sostiene solo con una persona. Se necesita un reparto completo de cómplices, cada uno con su papel.

El Líder o la Institución: Es el director de la obra. Con su autoridad, ya sea explícita (una orden directa de callar) o implícita (a través de la cultura del secretismo), marca el tono. La omertá a menudo sirve para proteger la imagen, el poder o la reputación de la institución, no a las personas que la forman.

Los Cómplices Activos: Son los que refuerzan el silencio. Son los que miran mal al que pregunta, los que cambian de tema o los que se aseguran de que nadie hable. Son los guardianes del ‘statu quo’.

Los Cómplices Pasivos: Son la gran mayoría. Es la gente que, como en el ejemplo del inicio, simplemente decide no pronunciarse. Su inacción es, sin embargo, la que da legitimidad al pacto y permite que el problema se mantenga sin ser cuestionado. Son el público de la obra que, con su silencio, aplaude.

 

El daño colateral: El costo invisible

El daño de la omertá no se ve a simple vista, pero es devastador. Es como el óxido en una tubería: va corroyendo la estructura por dentro.

Corrosión de la confianza: Cuando el silencio prevalece sobre la verdad, se destruye la confianza entre las personas. Nadie sabe en quién puede confiar, y el miedo se convierte en la norma.

Perpetuación de la injusticia: La omertá protege a los culpables y castiga a las víctimas. Permite que situaciones injustas y perjudiciales se mantengan, ya que no hay nadie que las cuestione.

Inmovilidad y estancamiento: Una comunidad que no habla de sus problemas es una comunidad que no puede crecer. El silencio mata la creatividad, el diálogo y la posibilidad de cambio y mejora.

El Club del Silencio” parece inofensivo al principio, pero en realidad es una cárcel invisible que nos encierra a todos, a los que hablan y a los que callan. El primer paso para liberarnos es tan simple como difícil: reconocer el elefante en la habitación y atreverse a, al menos, nombrarlo.

Y tú, ¿qué elefante te has guardado alguna vez en el bolsillo? La próxima vez, tal vez valga la pena sacarlo para que todos lo veamos.


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