sábado, 26 de agosto de 2017

Homilía del domingo XXI del tiempo ordinario, ciclo a

DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO A
            Hoy somos testigos de un fuerte tirón de orejas que Dios da a un alto funcionario de palacio llamado Sobná. Y me podéis decir, ¿pero Dios no es misericordioso lento a la cólera y rico en piedad? Pues sí, así es, pero también dice la Sagrada Escritura en el canto del Magníficat que «Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos».
            Entonces ¿por qué Dios ‘le canta las cuarenta’ a este cortesano llamado Sobná? Sobná era un soberbio de corazón. Este funcionario de la corte defendía abiertamente una política de alianzas con Egipto. Sobná llevaba la contraria abiertamente al profeta Isaías. El profeta Isaías apoyaba una política basada en confiar ciegamente en Yahvé y dejarse de alianzas extranjeras que no hacían más que perjudicar los intereses religiosos de Judá. Sobná, aprovechándose descaradamente de su status de privilegio en la corte, movía todos los hilos e influía en las personas que tomaban las decisiones para que fueran contra los intereses planteados por el profeta Isaías. Sobná maquinaba las cosas contra el profeta.
Y me pueden preguntar, ¿qué tiene de malo que Sobná –este alto funcionario real- apoyase la política de alianzas con Egipto?, ¿es que acaso no es una opción tan legítima y buena como la del profeta Isaías? ¿Por qué esta intolerancia? ¿Acaso no nos dicen que hay que ser tolerante y solidario con el que es distinto a nosotros o que todas las opiniones son válidas? ¿A qué viene entonces este ramalazo de intolerancia hacia Egipto? Es decir, si se dan cuenta, a los ojos y criterios mundanos, el mismo profeta Isaías pasaría por un intolerante, un tirano, un fanático, un xenófobo. ¿Qué tiene Isaías contra Egipto?
Isaías, que está lleno del Espíritu de Dios, tiene el don de discernimiento y sabe entender la voluntad de Dios en todo lo que ocurre. Sobná quiere hacer pactos con Egipto, para buscar las fuerzas y la estabilidad en todas las cosas que Egipto le proporciona. Egipto le proporciona comida, seguridad, estabilidad, diversión, comercio… cosas que hacen que el pueblo se olvide de Dios porque no le sienten como necesario. Pero se olvidan que los placeres de Egipto son efímeros, caducos, perecederos. Se olvidan que cimentando su vida en esas cosas que Egipto les proporciona van construyendo su convivencia diaria sobre terreno inseguro, movedizo. Egipto, con su faraón al frente, nos catequiza para llevarnos a su terreno, haciendo pasar al profeta Isaías como un impostor, intolerante e intransigente. Egipto te dice que todo es bueno y que todo es válido. Egipto usa de cosas, aparentemente inocentes y que pueden pasar desapercibidas por ser ‘normales’ pero que son muy corrosivas. Como muestra un botón:
En la actualidad hay un spot publicitario de un refresco muy conocido en el que aparece un chico joven, musculoso, con el torso desnudo y sudando por estar regando el jardín de una casa. Desde las habitaciones de la primera planta se encuentran un hermano y una hermana, ambos adolescentes, que desde la ventana están mirándolo con una lujuria descarada. Ambos y a la vez salen corriendo al frigorífico para ofrecer ese refresco al chico musculoso y de buen ver. Se pelean el hermano y la hermana para llegar el primero y así ofrecérselo. Y al llegar a su destino se encuentran que su madre se lo estaba ofreciendo en ese mismo momento al muchacho sudoroso disfrutando con una mirada poco casta. A lo que el funcionario real Sobná nos diría retando al profeta Isaías que qué tiene de malo este spot publicitario. A lo que el profeta Isaías le podría responder que cuando uno hace una alianza con Egipto y el pecado que conlleva nos olvidamos de Dios y damos por bueno y correcto cosas que nos llevarían derechitos al infierno. Porque ese hermano pone sus ojos en otro de su mismo sexo y se ve como normal. Porque esa hermana pone sus ojos con lujuria en ese muchacho y se ve como normal. Porque esa madre tontea con ese chico y se ve como normal en una mujer casada. Sobná siendo partidario de la alianza con Egipto ve esto como normal y como producto de una normal evolución social y cultural del pueblo y de la sociedad.
            El profeta Isaías sostiene que la única política que tenemos que sostener y apoyar es confiar ciegamente en Yahvé. Sobná se cree que con mentiras y comportándose buscando su propio interés va a alcanzar la misma meta que esperan tener lo que son fieles a Yahvé. Sobná se aprovecha de su situación de privilegio –al ser cortesano- y se pone a escavar su sepulcro en una zona recosa reservada para los ciudadanos de alta posición. Se piensa que haciendo trampas y comportándose de una manera deleznable iba a adelantar en la carrera a aquellos que han sido fieles a Yahvé. Y además quiere labrarse el sepulcro en la parte más saliente, en la zona más elevada, estando esta zona reservada a la nobleza judía para que mencionado mausoleo fuera por todos admirado desde la distancia. Sobná no tenía derecho a este tipo de sepulturas de privilegio, sino que se tenía que conformar con la común de la gente, ser enterrado como uno más, a una especie de fosa común (cfr. Jer 26, 23). Dios no se lo va a permitir, le echa de su puesto y le destituye de su cargo y le expulsa a Asiria, y allí las cosas le pintan muy mal, tan mal que él mismo es capturado como botín de los asirios acabando con sus huesos en la miseria y en la dura esclavitud. El desenlace de la vida de este antiguo alto cortesano es la consecuencia lógica de aquellos que no confían en Yahvé.
            Por eso mismo, en el Evangelio Jesucristo pronuncia una sentencia trascendente henchida de importancia y colmada de seriedad: « ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo». Sólo aquellos que como el profeta Isaías confían ciegamente en Yahvé y en su Hijo Jesucristo, podrán adquirir un discernimiento y unas energías sobrenaturales para afrontar el invierno glaciar de la secularización planteada por el Egipto seductor y por su maquiavélico faraón.



Lectura del libro de Isaías 22, 19-23
Sal 137, 1-2a. 2bc-3. 6 y 8bc R. Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11, 33-36
Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-20
27 de agosto de 2017


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