SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN
MARÍA, año 2017
Escuchando la lectura del libro del Apocalipsis
a uno le puede entrar cierto miedo, incluso poder tener alguna que otra
pesadilla en medio de la noche. Ese enorme dragón rojo, con siete cabezas y
diez cuernos y siete diademas en las cabezas… realmente da miedo. Sin embargo,
en contra de todas las apariencias terroríficas que nos pueda generar, aquí se
nos habla de esperanza, de vida, de felicidad plena.
Nos habla del Arca de la Alianza, un Arca de la
Alianza que había sido sustraída, robada del Santuario de Jerusalén,
probablemente con la conquista de los babilonios. Y era imposible encontrarla.
Todo esto del Arca de la Alianza perdida es un símbolo que nos indica que el
anterior modo que tenían de relacionarse con Dios ya ha caducado, ya no sirve.
Es como si uno intentase llamar a un número de teléfono que no existiera o
emplear el telégrafo para escribir en morse cuando nadie se va a encontrar en
el otro lado del cable para recibir el mensaje. Ahora se inicia un nuevo modo
de relaciones entre Dios y la humanidad.
Entonces, si lo anterior ya no sirve
para ponernos en contacto con Dios, ¿quién será capaz de crear las infraestructuras
necesarias para las telecomunicaciones con lo divino? ¿Cómo poder trazar un
cable de conexión que una, poniendo en contacto, lo divino con lo humano? Ese
cable lo trazó el mismo Dios y se lo hizo llegar a una joven virgen de Nazaret
llamada María. Dios Padre a un lado del cable de telecomunicación y en el otro
extremo la Santísima Virgen María. Gracias a Ella lo divino se unió a lo
humano, pudiendo el Verbo encarnarse en el seno virginal de una hija de Sión,
Santa María. De tal modo que ese símbolo del cielo del que nos habla el libro
del Apocalipsis es una nueva comunidad que nace a partir de este nuevo modo de
comunicarnos con lo divino, gracias a María. Por medio de ese nuevo cableado,
que une lo eterno con lo pasajero, el Cielo con la tierra, el Verbo eterno, la
Palabra engendrada y no creada se aproxima a nosotros y se encarna haciéndose
hombre como uno de nosotros. De tal modo que ahora, gracias al ‘Sí de María’ y
a gracias a la iniciativa divina, ahora sí la Palabra puede anidar en nuestros
corazones para liberarnos, para engendrar nuevos hijos a los que les espera una
vida más allá de la historia. Éste es el cielo del que nos habla el libro del Apocalipsis:
La Santísima Virgen María engendra nuevos hijos para el Cielo. Ella es nuestra
Madre que no deja de rogar por nosotros para que seamos su Pueblo y su Heredad.
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