viernes, 15 de mayo de 2015

Homilía en la memoria de San Isidro Labrador 2015

SAN ISIDRO LABRADOR 2015

             En la vida nos encontramos a personas extraordinarias, pero no porque realicen prodigios o hagan cosas que nos hagan quedar ‘con la boca abierta’. Ellos, como todos, realizan sus tareas diarias, se desenvuelven en su ambiente, cumplen con sus obligaciones como podemos hacer cualquiera de nosotros. Entonces ¿donde reside su ‘ser extraordinario’?

            Además, siempre que uno viene con una queja contra otro, por lo que sea, tiene una respuesta totalmente diferente de la que uno se puede llegar a esperar. Respuestas como... «hay que rezar mucho por él; ayúdale haciendo una penitencia para que él se convierte; amar a tu hermano al que no puedes ni tragar, te ayudará a crecer en el amor cristiano»; y lo más significativo de todo esto es que uno ve que eso que aconseja a los demás lo pone en práctica él mismo. ¿Donde reside su ‘ser extraordinario’?

            Personas que, como todos, tendrán sus momentos altos y bajos y que siempre –aun en medio del dolor- no pierden la paz como si algo distinto hubiesen descubierto que les confía, les otorga una confianza no alcanzada por la mayoría de la gente. ¿Dónde reside ‘su ser extraordinario’?

            Personas que, ante lo que puedan ver en la televisión o en aquellos ambientes donde estén se posicionan de modo muy distinto al resto de la gente; manifiestan un criterio propio sólido y que poco o nada les importa el desentonar con el resto. Que uno está en un grupal de un WhatsApp y uno de los integrantes empieza a subir videos o comentarios soeces y de contenidos indecentes para obtener la risa fácil del resto y esa persona no entra en ese juego. Esa persona ‘le para los pies’ exigiendo que se le respete no colocándole información que conducen al pecado. ¿Dónde reside su ‘ser extraordinario’?

            Personas que, ante las decisiones –ya sean trascendentes o irrelevantes- actúa siempre en conciencia, buscando siempre la verdad y el bien común de todos en vez de actuar atado a los afectos para no disgustar o enfadar a los que dicen ser amigos suyos. ¿Dónde reside su ‘ser extraordinario’?

            Matrimonios jóvenes que, con sus 34 años tienen tres hijos y que tan pronto como se enteran que van a tener a otro lo celebran por todo lo alto con gran alegría ante la incomprensión e incluso la burla de aquellos que le rodean. ¿Dónde reside su ‘ser extraordinario’?

            Universitarios y universitarias a los que les regalan unas entradas para el megabotellón de esa fiesta universitaria de Palencia llamada ITA, las cuales son muy escasas y muy cotizadas –muchos se han llevado gran desazón al no conseguirlas- y ellos rechazan esas entradas porque no quieren sentirse presionados por el ambiente a beber y hacer lo que ellos saben que les daña en su ser. ¿Dónde reside su ‘ser extraordinario’?

Su ser extraordinario reside en el trato personal con Jesucristo.

            Vivimos una dura situación de enfriamiento religioso. No podemos sentirnos tranquilos de conciencia sino buscamos con sinceridad lo que Dios desea de cada uno de nosotros; a lo que no encuentro otra respuesta más que esta: Dios nos llama a una vivencia intensa de fe con todas las consecuencias. No podemos dudar de la fuerza del Evangelio ni de la actividad fecunda e intensa del Espíritu Santo. No tenemos razones para desoír la llamada de Dios anclándonos en nuestras cómodas rutinas. San Isidro Labrador, es de esas personas extraordinarias que Dios nos regala, que supo vivir intensamente la fe. Pero no una fe de ‘boquita pequeña’, sino una fe de confiar plenamente en la voluntad divina tal y como confía, con alegría y serenidad, el niño recién nacido entre los brazos de su madre, esperando y confiando todo de ella.  

San Isidro Labrador, fruto de ese trato tan personal con Jesucristo fue adquiriendo esa sabiduría sobrenatural que iba manifestando en sus acciones y palabras ante sus conciudadanos. No es preciso dar discursos; el trabajo callado, constante, el silencio oportuno y la palabra acertada en su momento son las ocasiones propicias para sacar a la luz esa riqueza que ha ido adquiriendo en ese trato personal con el Señor.

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