sábado, 2 de febrero de 2013

Homilía del cuarto domingo del tiempo ordinario, ciclo c



DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO, ciclo c JEREMÍAS 1, 4-5.17-19; SALMO 70; PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 12, 31-13, 13; SAN LUCAS 4, 21-30
            Dios, a través de estas lecturas, desea iluminar nuestra conciencia. Para Dios el hecho que todos piensen igual sobre un tema determinado o que el sentir común sea compartido por todos en asuntos serios o no tan serios, es algo que a Él no le condiciona. En cambio a nosotros sí nos condiciona, ¡y mucho! Puede surgir un problema en el pueblo, y siempre habrá personas interesadas que intenten ‘llevar el agua a su molino’;  otras simplemente por amistad o por temor les darán la razón; otras personas sencillamente guardarán silencio; y muy pocas actuarán como en conciencia consideren que deben de actuar.  Esto sucedió en tiempos de Jesús y sigue siendo igual de actual ahora mismo. Me pueden preguntar y ahora ¿por qué nos dice esto?¿qué relación estas afirmaciones con la Palabra de Dios? Ahora lo intentaré iluminar.
Hoy nos hemos leído una página triste donde Jesús es rechazado en su pueblo, en Nazaret. Sus vecinos le dicen a la cara: «¿No es este el hijo de José?», que en ese contexto es tanto como decirle: «A éste le conocemos de sobra, ahora nos viene dando lecciones a nosotros, no te creemos, dedícate a la carpintería y déjanos de dar esas lecciones sobre la Ley de Dios». Y Jesús, con el ánimo de que se crean en su persona, les deja bien en claro que están cerrados al anuncio del Reino de Dios, que corazones están bien precintados con candados. Y es más, Jesús les interpela comentándoles que el hecho de que todos piensen igual no significa que la responsabilidad personal se diluya o disminuya. Les voy a poner un ejemplo: Supongan ustedes que la responsabilidad fuese una gran tarta de chocolate y nata redonda y cada cual se come una porción de mencionada tarta, como si esa porción fuese el tanto por cierto de responsabilidad que uno debe de asumir. De tal modo que si son muchos los comensales de esa tarta, poca responsabilidad tocaría a cada uno. Pues hermanos, es justamente todo lo contrario. Cada cual es responsable al cien por cien, totalmente, de sus decisiones. Si todos piensan igual y todos actúan igual, cada uno es responsable de toda la tarta de responsabilidad con sus consecuencias ya sean positivas o negativas.
            Por eso mismo Jesús alaba públicamente a esa viuda de Sarepta de la región de Sidón  (1 Re 17, 7-15) y a Naamán el Sirio. Gran hambre había en el país ocasionada por la sequía  en tiempos de esa viuda de Sarepta. Ella era una mujer que sufría la más absoluta pobreza, y encima tenía a su cargo un niño. La desgracia se había cebado en esa mujer. Elías, enviado por Dios, va a casa de esta mujer y la pide agua y pan. Esta pobre viuda, que carecía de todo, cumple con un deber sagrado para todo israelita: dar hospitalidad, acoger en su casa a los huéspedes. De este modo se priva de lo suyo y de su hijo para dárselo a ese huésped. Muchos vecinos de ese pueblo, con toda seguridad estarían, a poco, mucho mejor económicamente hablando que esta señora. Ella podía haber hecho como todos diciendo a Elias….: «¡Mira, vete, no te puedo hospedar, porque apenas tengo para mí como para encima dárselo a uno que viene de fuera!», y haberse quedado ‘tan fresca’, ya que todos negaban la hospitalidad al huésped y era algo que era normal, justificado por la penuria y escasez que se padecía en todas las casas. Dense cuenta cómo Jesucristo la alaba públicamente porque dio público testimonio de su fe en Dios amando como Dios la ama. Y le amó compartiendo su poco pan con al hambriento. La señal del cristiano no es el éxito, sino la persecución. Todo por Cristo, así daremos testimonio de Él. Así sea.     

2 comentarios:

Anónimo dijo...

los primeros dias, semanas, meses que entre a la iglesia fue lo mismo que la muchedumbre que sguia a Cristo... todo era bonito, de una alegria jamas sentida en mi vida... pero despues llega el momento de seriedad. Responder al Señor con mi vida, el evangelio es serio y amar al enemigo es de locos, imposible... pero si algo me ha dado Dios es una frase que hago mia:
que me persigan y me den muerte si el evangelio es una mentira

CapillaArgaray dijo...

Amigos que a través de este blog os acercáis para leer y compartir. Deseo daros las gracias. Les tengo que confesar que muchas veces uno intenta hacer homilías que sintonicen con las personas, sean o no creyentes en Jesucristo. Es algo muy complejo hacer homilías. Lo que pretendo es intentar acercar a mis lectores a Jesucristo. Me acuerdo que el formador del Seminario Menor de Burgos, una vez en aquellas meditaciones de las ocho de la mañana, por cierto caracterizadas por los numerosos bostezos y por los ojos medio cerrados –no por lo que el propio formador decía para instruirnos, sino provocado por la hora tan temprana-, nos comentaba que los presbíteros y todos aquellos que tenían el privilegio de proclamar la Palabra de Dios eran como los altavoces del Señor, únicamente meros instrumentos. Que Dios utilizaba nuestros pulmones, nuestra garganta y nuestras voces para que su Palabra fuera proclamada y anunciada allá en donde nos encontrásemos siempre que leyésemos el Libro Sagrado. Se dan cuenta ustedes, somos grandes porque Dios en Jesucristo nos hace grandes y todo porque su Santo Espíritu calienta nuestros corazones para que, enamorándonos del Señor, amemos con la misma intensidad con la que él nos amó.
Deseo pedir un favor a todos los que os acercáis a este, mi blog. Quisiera conocer vuestras opiniones sobre lo que escribo, sean positivas o negativas. Será un honor poderlas leer y de este modo podremos ir creando mayores lazos para ir conociendo y amando a Aquel que nos llamó a la existencia.
Desde capillaargaray les doy las gracias y les manifiesto mi más sincero agradecimiento.