sábado, 28 de enero de 2012

Homilías del cuarto domingo del tiempo ordinario, ciclo b

IV Domingo del Tiempo Ordinario, ciclo b

Hoy día vivimos inundados de palabras. Cada mañana nos despertamos con las palabras que oímos en la radio o en la televisión, palabras que leemos en los periódicos. Demasiadas palabras… Sufrimos una auténtica “inflación verbal”. Es más, se tiende a huir del silencio y del recogimiento interior. Sin embargo hay una palabra de la que debemos estar deseosos y que debemos de afinar nuestros oídos: La Palabra de Dios. Por eso el salmo 94 manifiesta este profundo deseo: «Ojalá escuchéis hoy su voz».

Muchas veces da la sensación de que las personas estamos predispuestas a hacer caso de los cotilleos y de las críticas. Puede parecer que hay determinados comentarios que ‘calan’ más en nosotros; es como si hubiera determinados temas que tienen un nivel de influencia muy alto. Por eso el Señor nos está pidiendo que “no endurezcamos el corazón”. A modo de ejemplo, y siempre salvando las distancias, las conversaciones poco apropiadas que se pueden dar entre nosotros se pueden parecer al colesterol en nuestras arterias. El exceso de colesterol endurecen las arterias haciendo que se queden rígidas. En la vida cristiana no podemos permitir que el colesterol de los comentarios poco afortunados sean los dominantes. Es más, el propio San Pablo cuando escribe a la comunidad de los Efesios les recomienda vivamente el siguiente consejo: «Que no salgan de vuestra boca palabras groseras; si algo decís, que sea bueno, constructivo y provechoso para los que os oyen. Y no causéis tristeza al Espíritu Santo de Dios (…)» (Ef. 4, 29-30). Por eso es importante para nuestra salud espiritual hacer una dieta muy baja en este tipo de colesterol. La medicina a tomar o el tratamiento médico a aplicar no son pastillas ni el acatar una dieta. Los cristianos, para ir purificando el ambiente e ir saneando nuestra vida espiritual debemos de pasar por tres filtros que nos regeneran desde dentro: acudir a confesarse, participar en la Eucaristía y dejarse iluminar con la lectura frecuente de la Palabra de Dios.

Nos dice la Sagrada Escritura que Jesucristo hablaba con autoridad. Y habla con autoridad, porque confirma con sus hechos lo que pronuncian sus labios. Cristo es una persona totalmente coherente. Cuando uno es coherente en su vida cristiana se constituye en lámpara que genera mucha luz a todos aquellos que están alrededor; es que resulta que si uno tiene vida espiritual, eso se nota, y mucho. En ese esfuerzo de unirse más a Dios va ayudando a los demás a irle descubriendo. Estamos llamados a ser guías de Cristo para nuestros hermanos.

Sólo una cosa es importante: Dios. Sólo una palabra tiene que tener resonancia e influencia en nuestra vida: La Palabra de Dios. Como nos indica el apóstol San Pablo en su carta a los Corintios, lo que nos interesa es tener un trato fluido con el Señor. Así sea.

jueves, 26 de enero de 2012

La solidaridad en la Unidad Pastoral de Cevico de la Torre

La solidaridad del Cerrato

Escrito por Medios Comunicacion Jueves, 26 de Enero de 2012

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Por segundo año consecutivo, las parroquias de Cevico de la Torre, Alba de Cerrato, Valle de Cerrato y Vertavillo han mostrado su solidaridad con los más necesitados. Alentados por su párroco, Roberto García, han puesto en marcha la recogida de alimentos que enviarán a Cáritas Diocesana para que lo hagan llegar a las familias que están pasando por momentos críticos.

En este sentido, a través de las juntas parroquiales de la Unidad Pastoral de Cívico se han recogido numerosas cajas con productos no perecederos. Se estima que se hayan recaudado más de 200 kilos. Sobre todo, legumbres, azúcar, pasta, aceite etc. La iniciativa surgió con una acción dentro del tiempo de Adviento para tomar conciencia de la necesidad de ser solidarios con las personas que lo están pasando mal.

domingo, 22 de enero de 2012

Otra homilía del tercer domingo del tiempo ordinario, ciclo b


3º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

22 de enero de 2012

En la primera lectura nos encontramos con un pasaje muy interesante: El Señor había encomendado una misión a Jonás. Le había pedido que fuera a la ciudad de Nínive; sin embargo Jonás no estaba dispuesto a cumplir ese cometido. Es que resulta que Nínive era una ciudad muy hostil y enemiga. Con una simple expresión: Para los judíos “era lo peor de lo peor”, ya que a lo largo de la historia habían cometido lo que hoy llamaríamos como ‘crímenes contra la humanidad’.

Para Jonás, únicamente pensar que él tenía que ir a Nínive, se “le revolvían las tripas”, era un absurdo y una locura. Recordemos que Jonás, al no estar dispuesto a cumplir le misión del Señor, se embarca dispuesto a huir a Tarsis, o sea, en sentido contrario a la dirección de Nínive. Huye porque no está dispuesto a predicar la conversión a los paganos ya que Jonás no estaba dispuesto a compartir al Dios de Israel con los paganos. Para Jonás el Dios de Israel solamente era para el pueblo de Israel y no para los paganos. Es entonces cuando Dios toma la iniciativa y desencadena una gran tempestad tan violenta que hacía peligrar el barco. Y en medio de toda esta situación de extrema tensión para los marineros nos encontramos a Jonás, tan tranquilo durmiendo en la bodega de la embarcación. Cada marinero, aterrados, invocaban a sus propios dioses. Va en capitán y encuentra a Jonás tan tranquilo en la bodega y el capitán le ‘echa el alto’. Es entonces cuando le pregunta: ¿Porqué no invocas a tu dios para que se calme la tempestad?. Es entonces cuando toda la tripulación empieza a hacer preguntas a Jonás y descubren que Jonás está huyendo de su dios, del Dios que ha hecho el mar y la tierra, y la tripulación reconoce que es Jonás el causante de esa tempestad tan peligrosa y le lanzan al mar para calmar al Dios que hizo el mar y la tierra. Sin darse cuenta nuestro Jonás ha conseguido ‘un éxito misionero’ entre aquellos marineros paganos. Luego viene la escena en la que nos encontramos a Jonás dentro del vientre del cetáceo y, un poco más adelante, siendo vomitado, por el cetáceo, en tierra firme. En otras palabras: Al final vence siempre Dios. Por eso es conveniente evitar todo forcejeo inútil, no poner resistencia. Lo mejor es darle facilidades, hacer lo que su voluntad determine, sea lo que sea.

Nínive es la ciudad más cruel de las que se conocen y sus habitantes son uno de los peores enemigos del pueblo de Israel.

Jonás había huido de Dios. Intentó escapar de su presencia, eludir su mandato. No quería ir a Nínive para predicar y que se convirtieran de su mala vida. Jonás pensaba que era inútil marchar a un pueblo pagano que sólo pensaba en pasarlo bien.

Nínive se convierte, lo cual, en este sentido, es causa de sorpresa y de contraste evidente. Porque muchas veces Israel no ha hecho caso de amenazas y promesas, mientras que uno de sus peores enemigos se convierte con humildad y fervor. Las apariencias engañan: Nínive ha comprendido mejor al Dios de Israel, que Israel mismo.

Dios contempla con agrado la reacción de aquellos hombres, de los ninivitas. Desde el mayor hasta el más pequeño hacen penitencia. Se arrepienten de sus pecados. Y el mismo rey, enterado de la noticia, se levantó de su trono, se quitó el manto, se vistió de saco y se sentó en ceniza. Manifestaciones todas que indican la profunda y sincera contrición que le embargaba.

Y Dios, cargado de amenazas hacía poco, se compadece y les perdona, no lleva a cabo el castigo que les tenía preparado... Qué fácil es Dios al perdón y a la compasión, qué presto al olvido.

Si Nínive que era una de las ciudades más crueles que se conocían fueron capaces de convertirse con la predicación de Jonás, se dieron cuenta de sus pecados gracias al APOSTOLADO de Jonás, ojala que nosotros, cristianos, miembros del nuevo pueblo de Dios, estemos siempre dispuestos a convertirnos al Señor. Y lo que nos pide Dios es que a través de nuestro APOSTOLADO vayamos atrayendo a las personas a Cristo y así puedan irle descubriendo y convirtiéndose al Señor y así seremos ‘pescadores de hombres’.

sábado, 21 de enero de 2012

sucesos que dan que pensar

Ocurrió el TAM es verdad

Una mujer blanca, de unos 50 años, llegó a su lugar y vio que estaba al lado de un pasajero negro.

Visiblemente molesta, llamó a la azafata.

"¿Cuál es el problema, señora?" Pregunta a la Pasajera

"¿No ves? - Dijo la señora - "que me puso al lado de un negro.
No puedo estar aquí a su lado. Usted tiene que darme otra silla "

- "Por favor, cálmese" - dijo la azafata
- "por desgracia, todos los asientos están ocupados.
- Pero voy a ver si todavía tenemos algunos de ellos. "

La azafata sale y regresa unos minutos después.


"Señora, como ya he dicho, no hay otro lugar libre en la clase económica.
Pero hablé con el capitán y él me confirmó que no tienen lugar en la clase económica. Sólo tenemos un lugar en la primera clase. "

Y antes de que la mujer hizo ningún comentario, el comisario sigue:

"Mire, es inusual para nuestra empresa permitir que un pasajero sentado en clase económica pase a primera clase.
Sin embargo, dadas las circunstancias, el comandante piensa que sería escandaloso obligar a un pasajero a viajar al lado de una persona desagradable. "

Y volviéndose hacia el señor Negro, la azafata dijo:

"Así que, Señor, si usted quiere ser tan amable de tomar su equipaje de mano, le reservamos un lugar en primera clase..."

Y todos los pasajeros próximos, que sorprendidos veían la escena, comenzó a aplaudir, algunos de pie. "

Homilía del tercer domingo del tiempo ordinario, ciclo b

III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

22 de enero de 2012

En el libro de Jonás hay una enseñanza didáctica: el poder de Yahvé es equiparable a su bondad y a su cuidado por el mundo, sin ningún tipo de fronteras. Nínive es la ciudad más cruel de las que se conocen y sus habitantes son uno de los peores enemigos del pueblo de Israel. Sin embargo, la misericordia de Yahvé es incluso mayor que su justicia; incluso más grande que lo que la estrechez de corazón humana pudiera imaginar. Nadie, ni siquiera Jonás, puede escapar al poder de Dios. Pero tampoco se negará el perdón a nadie, ni incluso a los israelitas que se conviertan, es decir, que se vuelvan piadosos y dispuestos a la penitencia.

Nínive se convierte, lo cual, en este sentido, es causa de sorpresa y contraste evidentes. Porque muchas veces Israel no ha hecho caso de amenazas y promesas, mientras que uno de sus peores enemigos se convierte con humildad y fervor. Las apariencias engañan: Nínive ha comprendido mejor al Dios de Israel, que Israel mismo.

Jonás había huido de Dios. Intentó escapar de su presencia, eludir su mandato. No quería ir a Nínive para predicar y que se convirtieran de su mala vida. Jonás pensaba que era inútil marchar a un pueblo pagano que sólo pensaba en pasarlo bien. Pero Dios persigue al profeta hasta rendirlo. Y es que a Dios no hay quien se le resista. Al final vence siempre Él. Por eso es conveniente evitar todo forcejeo inútil, no poner resistencia. Lo mejor es darle facilidades, hacer lo que su voluntad determine, sea lo que sea.

Si obramos así nos maravillaremos del resultado. Dios es así, puede hacer que nazca una flor donde sólo hay arena. Para su fuerza no hay obstáculo que se ponga en su camino... Señor, Tú sabes cómo olvidamos tu omnipotencia y en consecuencia cómo nos cuesta aceptar las cosas, sobre todo cuando no están de acuerdo con lo que nosotros pensamos.

Dios contempla con agrado la reacción de aquellos hombres, de los ninivitas. Desde el mayor hasta el más pequeño hacen penitencia. Se arrepienten de sus pecados. Y el mismo rey, enterado de la noticia, se levantó de su trono, se quitó el manto, se vistió de saco y se sentó en ceniza. Manifestaciones todas que indican la profunda y sincera contrición que le embargaba.

Y Dios, cargado de amenazas hacía poco, se compadece y les perdona, no lleva a cabo el castigo que les tenía preparado... Qué fácil es Dios al perdón y a la compasión, qué presto al olvido. Esta es su mayor grandeza: su misericordia ante el pecador arrepentido. Cuando nos perdona es cuando se manifiesta mejor la magnitud de su amor... Por eso no tenemos derecho a dudar de su perdón.

Si Nínive que era una de las ciudades más crueles que se conocían fueron capaces de convertirse con la predicación de Jonás, ojala que nosotros, cristianos, miembros del nuevo pueblo de Dios, estemos siempre dispuestos a convertirnos al Señor. Porque no es más bueno el que aparenta el serlo, sino el que más necesidad de perdón tiene de Dios y desea alcanzarlo.

domingo, 15 de enero de 2012

Homilía del segundo domingo del tiempo ordinario, ciclo b

Homilía del domingo II del tiempo ordinario, ciclo b.

«Aquí estoy Señor para hacer tú voluntad». Este deseo tan noble sacado del salmo 39 es para todos nosotros una tarea. El salmista nos cuenta, a base de grandes brochazos, una experiencia dolorosa que él vivió. En medio de ese dolor puso su esperanza en el Señor. Nos cuenta que Dios «se inclinó hacia mí y escuchó mi grito». El salmista sacó ‘fuerzas de flaqueza’ porque Dios estaba con él. Fruto de esta experiencia ya no dudó en respetar y confiar en el Señor.

Luego nos dice «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas». Diciendo esto nos está dejando bien en claro que es fundamental el interiorizar en las relaciones con Dios. El Señor desea que llevemos su Palabra en nuestro corazón. Que los sacrificios y ofrendas que le presentemos sea una consecuencia patente de lo que se está experimentando en el interior del hombre. Y además sigue con estas palabras agradecidas: «Y en cambio me abriste el oído». Me abriste el oído para escuchar lo que Dios quiere de mí. Se trata de tener el oído abierto para cumplir la voluntad del Señor. En la medida que estoy cumpliendo la voluntad divina estoy afianzando mi amor entrañable por Él. Cuando uno ha gozado de ese amor y de esa lealtad divina desea no perderla nunca. Desea ser guardado por Dios para que ese tesoro tan valioso no sea lastimado.

Samuel escuchó la voz de Dios que le llamó y que le invitó a seguirle. Enseguida Samuel entendió que una condición imprescindible para seguir a Dios es dejarse guiar, dejarse conducir, ponernos en sus manos, fiarnos de Él, porque se está siguiendo a Dios y no a nosotros mismos. Importa las orientaciones que vienen de lo alto, no las nuestras.

Ahora bien, fuera de los casos referidos en la Biblia, nadie ha tenido una aparición celestial que le diga que deje todo y que le siga. Es interesante destacar cómo Dios se sirve de mediaciones, de terceras personas para que se descubra y se discierne una vocación. Elí fue la persona que Dios puso en el camino a Samuel para que discerniese su vocación. Andrés fue la persona elegida para que Pedro conociera a Jesucristo. Tan pronto como uno descubre cual es su vocación, uno encamina sus pasos para ser fiel al Señor realizando esa vocación, sabiendo que llevamos un tesoro tan precioso en vasijas de barro. Y esa vasija de barro, que es nuestra interioridad, nuestra alma, lo más sagrado puesto ahí por el mismo que nos moldeó del polvo de la tierra, eso es lo que San Pablo denomina ‘templo del Espíritu Santo’. Estamos llamados a ser sagrarios de la presencia divina. El Espíritu Santo es nuestro invitado y nosotros el tabernáculo que lo acoge. Seremos buenos anfitriones de tal soberano invitado en la medida en que estemos totalmente dispuestos a hacer nuestro el deseo del salmista: «Aquí estoy Señor para hacer tú voluntad». Ante esto, ¿cómo hacer la voluntad de Dios? ¿Cómo responder a las expectativas que Él tiene sobre nosotros? Resulta fundamental tener el ‘oído abierto’, bien despierto para estar atentos. Porque si no estamos atentos a lo que Dios desea de nosotros ¿cómo acertar en nuestra vocación?, además, en el supuesto caso de conocer la vocación (sea matrimonial, consagrada, religiosa, sacerdotal, etc…) ¿Sabemos cómo ir respondiendo a la vocación encomendada? ¿Tenemos claro por dónde ir avanzando en nuestra particular vocación?

sábado, 14 de enero de 2012

Segundo domingo del tiempo ordinario ciclo b

SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO B

Samuel vivía en el templo de Jerusalén. Su madre, Ana, era estéril y, a fuerza de oraciones y lágrimas, había conseguido de Dios tener hijos. Y ella, agradecida, había consagrado para servicio de Dios a Samuel, el primogénito... Y una noche Dios llamó a Samuel. El niño despierta al oír su nombre y acude a la habitación de Elí, el sacerdote y le dice: "Heme aquí, pues me has llamado". "No te he llamado -responde el anciano-, vuelve a acostarte, hijo mío". Pero Dios sigue llamando segunda y tercera vez, hasta ser escuchado. Y es que Dios es un Padre providente y bueno que se preocupa de sus hijos, que tiene un proyecto maravilloso para cada uno de ellos. Y los llama, una y otra vez, para que sigan el camino concreto que él ha soñado con cariño desde toda la eternidad.

La voz de Dios resuena también en la noche de tu vida. De mil maneras te puede llegar el deseo de Dios sobre ti. Un pensamiento que te hiere en el alma, un acontecimiento que te conmueve, unas palabras que te afectan, un ejemplo que te arrastra. Cualquier cosa es buena para hacer vibrar en nuestro espíritu la voz de Dios. Puedes estar seguro, Él hablará. Te seguirá hablando al corazón, esperando tu respuesta.

Dios nos conoce por nuestro nombre propio. Para la sociedad, para el Estado, somos unos números, una sigla que ocupa un lugar determinado en unos ficheros metálicos y fríos, o en un "disco duro" del ordenador. Pero Dios, no. Él nos lleva "escritos en sus manos", muy metidos en su inmenso y tierno corazón... Samuel, el pequeño primogénito de la que fue estéril, responde: "Habla, Señor, que tu siervo escucha". Actitud de entrega sin condiciones, de docilidad total, consciente de que lo que Dios diga, es, sin duda alguna, lo mejor.

Ponte a la escucha. Dios no se ha vuelto mudo. No habla tan bajo que se haga difícil entenderle. Siendo lo mejor para ti y amándote el Señor como te ama, no puede ser tan arriesgado conocer cuál es su voluntad. Lo que ocurre es que somos torpes, tremendamente torpes. Y no comprendemos la voluntad de Dios, tan contraria a veces a la nuestra. Y nos empeñamos en seguir nuestro propio camino, el que nuestra imaginación de niño tonto ha escogido. Hay que rectificar y recorrer la ruta que el Señor nos indica. Sin importarnos para nada el sendero, en apariencia cuesta arriba, que Dios nos marque.

miércoles, 11 de enero de 2012

Homilia de funeral

FUNERAL DE MARÍA DEL CARMEN AURORA PÉREZ BERNOT

La muerte de un ser querido nos quiebra el corazón y la desazón hace su aparición en nuestra alma. Nos resistimos a reconocer que no nos volveremos a encontrar con ella en esta tierra. Por la fe sabemos que volveremos a gozar de su presencia, pero ya allá, en el cielo. La muerte nos recuerda que hemos salido de las manos de Dios y que a Dios regresaremos. Unos regresan más temprano que otros, ya que nadie tiene en esta vida unas garantías que nos aseguren que vamos a disfrutar hasta determinada edad. Nuestra hermana María del Carmen ha partido hacia la casa del Padre a los 91 años de edad. Es cierto que la edad avanzada lleva consigo el deterioro del cuerpo, pero lo que a nosotros nos interesa es que el alma, lo espiritual del hombre, esa relación amorosa con Dios sea lo más fluido posible.

Muchas veces, nosotros los cristianos, nos comportamos de tal manera que pareciera que no necesitásemos del auxilio divino. Nos organizamos el tiempo durante nuestras jornadas y muy pocas veces nos acordamos de Dios. Doy un paso más: incluso en las relaciones humanas, en el trato con los demás, al faltar Dios, no nos comportamos como nos deberíamos de comportar. Es importante que recordemos que toda nuestra vida ha de ser un continua acción de gracias a Aquel que nos ha dado el ser.

El Papa Juan Pablo II insistía en tocar estos temas escatológicos, que él denominaba de las "realidades últimas". Nos decía así en una de sus Catequesis sobre escatología: «La vida cristiana ... exige tener la mirada fija en la meta, en las realidades últimas y, al mismo tiempo, comprometerse en las realidades 'penúltimas' ... para que la vida cristiana sea como una gran peregrinación hacia la casa del Padre».

En efecto, la vida en esta tierra es como una antesala, como una preparación, para unos más breve que para otros, tal vez más difícil o más dolorosa para algunos. Pero en realidad no fuimos creados sólo para esta antesala, sino para el Cielo, nuestra verdadera patria.

Santa Teresa de Jesús decía que esta vida terrena es como pasar una mala noche en una mala posada. Para San Juan Crisóstomo, "la muerte es el viaje a la eternidad". Para él, la muerte es como la llegada al sitio de destino de un viajero. También hablaba de la muerte como el cambio de una mala posada, un mal cuarto de hotel (esta vida terrena) a una bellísima mansión.

Nuestra hermana María del Carmen era devota de la Santísima Virgen María bajo las advocaciones de Ntra. Sra. Guía de Llanes y Ntra. Sra. del Rasedo. Que Santa María la ayude a alcanzar la gran meta: estar en la presencia de Dios.

Dala Señor el descanso eterno….

sábado, 7 de enero de 2012

El bautismo del Señor 2012

EL BAUTISMO DEL SEÑOR 2012

En tiempos de Jesús el bautismo era siempre una decisión personal, que suponía un propósito claro y público de conversión y de entrega absoluta al Señor. Lo que más podría parecerse al bautismo de niños que hacemos ahora los cristianos, salvando lógicas diferencias teológicas y culturales, era el rito de la circuncisión. Mediante la circuncisión los padres del niño querían dejar muy claro que su hijo comenzaba a formar parte y a ser miembro activo de la religión judía y del pueblo judío. Todos los niños judíos eran circuncidados, pero sólo algunos, libre y voluntariamente, se bautizaban cuando ya eran mayores. A Jesús de Nazaret, según los evangelios, sus padres le hicieron circuncidar a los ocho días de nacer, pero él no decidió bautizarse hasta los treinta años.

Los padres cristianos desean que sus hijos sean bautizados a muy temprana edad porque ellos desean que sus hijos también sean educados en la Iglesia, que conozcan a Jesús desde la más tierna infancia y que la fe sea para ellos un elemento imprescindible en su crecer como persona.

Muchos de aquellos niños son ahora jóvenes y nuestros jóvenes deben entender que cuando sus padres les bautizaron les hicieron miembros de la Iglesia Católica y partícipes de la plena gracia de Dios. Pero ahora, cuando ya son adultos, son ellos los que deben decidir si quieren vivir, o no, como personas bautizadas, es decir, llenas del Espíritu Santo. Esto deben expresarlo en el momento de la Confirmación. Pero no solamente deben de expresarlo en el momento de recibir el sacramento de la confirmación, sino que deben de practicar su fe, porque lo que no se practica se termina como ‘aletargando’. No sea que vaya a suceder lo que me pasó no hace mucho tiempo que mientras el transcurso de una conversación con una joven que se había confirmado hace unos años. La muchacha, sin malicia y con una gran espontaneidad me recriminó al decirme que los «curas no dejábamos de decir más que mentiras », «que todo era una falacia, un engaño». Como se pueden imaginar la mejor manera de poder salir de aquella encerrona es ‘quitar hierro al asunto’ con una broma chistosa. Sin embargo a mí me dolió porque me sentí impotente para darla a conocer a Jesucristo.

Esta muchacha al igual que muchos de los jóvenes han ‘cumplido’ con la ‘cartilla de sacramentos’ pero no han realizado esa opción personal por Jesucristo. Y lo que más pena me origina es que ellos ni siquiera se han encontrado con Jesucristo, no le han dado una oportunidad. Es que resulta que ir a las catequesis obligatorias para confirmarse o ir algún día a misa durante el año, eso no supone ningún tipo de opción por el Señor.

Si se quiere hacer una opción clara por el Señor Jesús lo primero que se ha de hacer es hacer una confesión pausada y seria de nuestros pecados ante el ministro que es el sacerdote. Lo segundo, pedir ayuda para plantearse una ‘hoja de ruta’ en la vida cristiana y como elementos imprescindible en dicha ‘hoja de ruta’ estén la Eucaristía dominical, la oración diaria y la lectura frecuente de la Palabra de Dios. Lo tercero es confiar plenamente en Dios pidiendo ayuda a aquellos que hemos sido consagrados por Dios para anunciar la Buena Noticia de la Salvación.

Lo único que deseamos los sacerdotes es conducir a todos nuestros feligreses ante la presencia de Dios y así puedan gozar de la eterna salvación.

viernes, 6 de enero de 2012

Epifanía 2012

EPIFANÍA 2012

Cuenta la Sagrada Escritura que unos Magos de Oriente, guiados por una brillante estrella, fueron conducidos ante la presencia de un recién nacido. Esa estrella tenía un cometido dado por Dios: Dar a conocer a Jesucristo, al Hijo de Dios, a todos los hombres. Esos Magos oriundos de aquellas tierras gozaron del privilegio de poder adorar al pequeño. Toda la vida de estos Magos adquirió la plenitud de sentido al encontrar el mayor de los tesoros: El Hijo de Dios hecho niño. Nosotros, los cristianos de ahora, no somos guiados por la estrella, sino por la fe. Y toda nuestra vida es un continuo peregrinaje cuyo destino es el mismo del de aquellos Magos: Gozar un día, cara a cara, de la hermosura infinita del rostro de Dios.

Muchas veces nos centramos demasiado en los regalos que ofrecieron al niño: el oro, el incienso y la mirra. El oro porque es el regalo apropiado para los reyes. El incienso porque ese rey es el rey del Cielo y al cielo va el humo del incienso, del mismo modo que nuestras plegarias son presentadas en lo alto ante la presencia de Dios. Y la mirra para honrar el supremo sacrificio que Dios ha realizado por amor a la humanidad. Sin embargo les invito a volver la mirada, no hacia los Magos, sino hacia la Santísima Virgen María. Santa María está presentando a los Magos el auténtico presente, el verdadero regalo. Los Magos se han afanado durante muchas jornadas y han soportado muchas penurias del viaje y han obtenido como suprema recompensa la acogida de San José y de la Virgen que desean que todos los hombres reciban este supremo don.

Las ofrendas presentadas por los Magos fueron agradables ante los ojos de Dios. Fueron agradables porque buscaron a Dios y Dios nunca se resiste a aquellos que le buscan con corazón generoso y entregado. Toda nuestra vida ha de ser una constante ofrenda agradable a Dios.

Del mismo modo que Santa María mostró al niño a aquellos sabios, también ahora la Iglesia nos entrega a Jesucristo en la Eucaristía. Hace poquitos días hemos empezado un nuevo año. El tiempo transcurre velozmente y la mayor parte de nuestro tiempo es gastado inútilmente. Sólo permanece el amor que hayamos entregado. A los Magos les condujo una estrella y consiguieron su finalidad. Si nuestra estrella es la fe encontraremos a Jesucristo siempre que nos lo propongamos. Es Él nuestro único y magnífico tesoro.