martes, 8 de marzo de 2011

Fiesta a la Cofradía de las Ánimas del Purgatorio

HOMILÍA PARA LA FIESTA

DE LA COFRADÍA DE ÁNIMAS DEL PURGATORIO

DEL PUEBLO DE VERTAVILLO

En punto 1030 del Catecismo de la Iglesia Católica dice: «Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo».

La finalidad de este misterio del purgatorio es obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del Cielo. Porque en el Cielo solamente se puede entrar siendo santo y únicamente se puede estar en la santidad estando santificado. Les voy a poner una imagen catequética intentando para entender el misterio del purgatorio. Imagínense a un espeleólogo que se adentra en las cuevas y durante varios días permanece alejado a la luz del Sol y acostumbrada su vista a la luz de un candil o a la luz de una linterna. Sus pupilas se han dilatado tremendamente por estar con tan poquita luz y al estar tan lejos de la entrada de la cueva. Si este hombre, pasado unos días, si saliera inmediatamente a la luz del sol se quedaría cegado porque sus ojos han perdido la familiaridad que tenían con la luz del Sol. Esos ojos han sido creados para vivir a la luz del Sol, pero esa peculiaridad con la que fueron creados, poco a poco y por desgracia se ha ido perdiendo a base de estar metido en la oscuridad. Y para poder salir a la luz del Sol necesita un tiempo intermedio para que, poco a poco, se vaya acostumbrando a la luz solar y se van poniendo una gafa especial para que sus ojos se acostumbren, hasta que al final sus ojos sean capaces de contemplar la luz del día sin que esa luz sea dañina para él.

Utilizado este ejemplo hay que entender que Dios es la luz y que el pecado nos pone en estado de oscuridad. Y que si Dios es la santidad, lógicamente uno se tendrá que purificarse para poder gozar de esa santidad para que esa santidad no le haga daño como cuando la luz del sol nos da a unos ojos no acostumbrados a la luz de los rayos solares. Dios es nuestro gozo cuando estamos capacitados para gozarlo.

La finalidad de este estado de purificación, que es el purgatorio, es santificarnos, purificarnos para poder gozar de la luz santa de Dios.

Otro de los aspectos que es importante abordar porque alguien puede preguntar ¿y qué es eso que hay que purificar?¿qué es eso que no ha quedado purificado en nuestra vida?. Ayuda mucho a entender esto la definición que hace San Agustín del pecado. San Agustín dice que el pecado es como el apartarse de Dios para apegarse indebidamente a las criaturas. Uno se aparta de Dios al apegarse indebidamente a las criaturas; uno se entrega con un amor desordenado a las criaturas. Son dos aspectos. Generalmente cuando pecamos no solemos pecar con la intención de apartarnos de Dios. Puede haber un pecado de absoluta malicia que se ha hecho con la intención de ofender a Dios, pero normalmente cuando pecamos no tenemos intención de apartarnos de Dios. El Hijo Pródigo no se marchó de la casa de su padre para ofender a su padre; se marchó para ‘correrse una juerga’, porque pensaba que se lo iba a pasar mejor. No se fue de casa por ofender a su padre, sino por entregarse desordenadamente a los placeres del mundo. Ahora bien, el Hijo Pródigo sí que sabía que entregándose a esos placeres del mundo de una manera desordenada iba a ofender a su padre. Por lo tanto hay dos aspectos del pecados: El alejamiento de Dios y la entrega desordenada a las criaturas.

Cuando uno se arrepiente de sus pecados, cuando uno se convierte de sus pecados pide perdón a Dios en las confesiones personales y Dios, que es misericordioso, borra totalmente la culpa del pecado, borra la pena eterna del pecado. Para Dios es como si tal pecado no hubiera existido nunca, pero lo que sí existe es el desorden de esa entrega indebida y desordenada a las criaturas. El Hijo Pródigo cuando volvió a casa el Padre le perdonó totalmente eso. Ahora bien el apego a las criaturas, esa entrega desordenada que ese hijo había tenido gastando el dinero con malas mujeres, en comilonas y borracheras, eso en él había producido unos afectos desordenados, unos apegos desordenados en sus afectos y eso, aunque su padre le perdone, eso queda en él desordenado. Y eso que ha quedado desordenado es lo que debe y tiene que ser purificado. No pensemos que porque ese hijo menor volviese a casa, eso no quiere decir que ese desorden interior que se había producido en él por esa vida de pecado quedara borrada, pues no, ese desorden producido tenía que ser purificado mediante la penitencia. Ese hijo tenía necesidad de realizar penitencia para que ese desorden que se había producido dentro de él se solucionase, para que sus afectos se ordenasen; para que su corazón sólo estuviese puesto únicamente en su Padre, en Dios. Eso es lo que necesita ser purificado y por eso necesitamos hacer penitencia por nuestros pecados aunque estén totalmente perdonados ante Dios, pero han dejado en nosotros un desorden interiormente.

Y como señal de la misericordia divina, todo aquello que no haya sido suficientemente purificado en esta vida terrena, Dios en su misericordia también nos posibilita el purificarlo después de esta vida en el estado del purgatorio. O sea, una cosa a recalcar: El purgatorio es una manifestación más de la infinita misericordia de Dios.

Con nuestra oración ayudamos a que esas almas estén poco tiempo en ese estado de purgando esos afectos que se habían desordenado interiormente y así puedan, lo antes posible, estar ante la presencia de Dios. Así sea.

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