domingo, 30 de septiembre de 2007

¡'Vivan' los síndromes de Down!.

Fuente: http://www.diocesispalencia.org/cartas.htm

¡'Vivan' los síndrome de Down!

JOSÉ IGNACIO MUNILLA AGUIRRE
Obispo de Palencia

A veces, Dios permite ciertos sucesos, para que podamos comprobar de forma evidente e incuestionable, la deriva tan errónea por la que se conduce nuestra cultura, pues con frecuencia ocurre que solamente reaccionamos ante el mal, cuando hemos llegado a ver su rostro en toda su crudeza.
Me estoy refiriendo a un caso que se hizo público en Milán (Italia) a finales de verano: Una mujer embarazada de tres meses, esperaba gemelos. Al hacerse la prueba de la amniocentesis, se le comunica que uno de los gemelos tiene el síndrome de Down, por lo que solicita un aborto selectivo.
Llegado el momento de la intervención, los fetos se intercambian su posición y la doctora elimina por equivocación al sano, dejando vivo al que quería matar. Comprobado el error, tras los pertinentes análisis, días más tarde, la madre decide acabar también con el gemelo Down que continuaba vivo en su seno.
El caso es especialmente dramático, pero la cuestión de fondo no varía con respecto a los demás casos de aborto: El problema moral está en el endiosamiento de nuestro deseo. Perseguimos una realidad a medida de nuestros planes, y cuando las expectativas no se cumplen, somos capaces de autoerigirnos en dueños de la vida del prójimo, sin detenernos ante nada.
Esta es la inquisición contemporánea: ¡nuestra santa voluntad!. Si un niño es deseado, hoy en día podemos llegar a mimarlo hasta hacer de él nuestro tirano; y si no fuera deseado, procederemos a eliminarlo sin miramientos. Soy consciente de la dureza de estas palabras, pero estaría falseando la realidad si cayese en la tentación de dulcificarlas.
Me limito ahora a añadir una serie de reflexiones complementarias:
+ La dignidad de los síndrome de Down: ¿Somos conscientes de que los síndrome de Down han desaparecido prácticamente de nuestra sociedad? Bien es verdad que todavía conocemos algunos de edad más avanzada, pero… ¿dónde están los menores de 10 años, por ejemplo?Estamos ante uno de esos tabúes de los que a nadie le gusta hablar, porque presentimos muchas complicidades encubiertas. ¿Quién sería capaz de mirar a los ojos de estos niños y negarles su dignidad? ¿Quién se siente con derecho a definir y a establecer el concepto de normalidad, más allá del cual el derecho a la vida quedará sin protección?.
+ La prueba de la amniocentesis: A raíz de este triste episodio de Milán, el presidente de la Sociedad Española de Ginecología, Manuel Bajo Arenas, explicaba que «…si una embarazada se somete a la amniocentesis, normalmente aborta si el resultado es positivo. Si no, ¿para qué se iban a hacer la prueba?».
Lo cual plantea la responsabilidad moral de quienes, en su intencionalidad, se hacen cómplices de este grave pecado. La forma tan trivial en la que se oferta y realiza la amniocentesis en el sistema sanitario, está contribuyendo a desdibujar en muchas conciencias el principio de la inviolabilidad del don de la vida.Es un contrasentido que un diagnóstico médico se convierta en una sentencia de muerte.
+ Autopsia obligatoria: Parece que a nadie le llama la atención el hecho de que el diagnóstico de una amniocentesis sea suficiente para autorizar un aborto y que, sin embargo, posteriormente no se exija una autopsia para comprobar si verdaderamente el diagnóstico había sido acertado. ¡Cuántas sorpresas nos llevaríamos si pudiésemos comprobar la veracidad de tantos alarmismos a los que se recurre para cubrirse las espaldas!¿Quién no conoce a alguien que, según diagnóstico médico, tendría que estar muerto hace tiempo?.
+ Lo más grave, la impenitencia: En el momento en que aquellos padres, cuyo nombre desconocemos –y preferimos que así sea- supieron que el gemelo sano había sido eliminado por error, dispusieron de una ocasión de oro para reparar el error cometido.
Pudieron haber interpretado lo ocurrido como una llamada a rectificar sus valores de vida... Tras lo sucedido, podrían haber comprendido que el error no había estado en la elección del feto, sino en el aborto mismo. Pero, sin embargo, ¡¡volvieron a tropezar en la misma piedra…!! Quizás esto sea lo más grave de este caso –y no me estoy ahora refiriendo a esos padres-: el hecho de que nuestra sociedad mantenga la permisividad ante el aborto, a pesar de que seamos testigos de tantos dramas.
+ ¡Cuida de tu hermano débil!: Cuando en nuestras familias cristianas nacía un hijo con algún tipo de minusvalía o enfermedad crónica, nuestros padres nos inculcaban y educaban para que fuésemos sus custodios hasta el fin de sus días: «¡Cuida siempre de tu hermano débil!» –se nos decía-. Ahora resulta que ha sido el gemelo sano quien ha dado una lección a sus padres sobre cómo cuidar a su hermano enfermo. ¡Paradojas de la vida! Como también es una paradoja que haya miles de familias deseosas de adoptar y abiertas a acoger en adopción a quienes otros han desechado.
¡Que vivan los síndrome de Down!

sábado, 29 de septiembre de 2007

Humor: Videollamada inoportuna

Seguir a Cristo es incómodo

Jesucristo desea suscitar en nosotros hambre y sed de Dios. Es que resulta que nosotros nos hemos instalado en lo práctico, en lo cómodo, en lo que se ve y hemos perdido cierta visión de lo divino o de lo eterno.

Al meditar la Palabra de Dios no nos podemos quedar con la imagen de que el rico sea el malo y el pobre sea el angelical, ni tampoco a viceversa. A lo largo de la historia siempre ha habido y habrá ricos y pobres. Jesucristo va mucho más allá. Es el Señor el que nos está poniendo ‘las cartas levantadas sobre el tapete’ mostrándonos cómo está llamado a ser un cristiano que desee serle fiel. Él al mostrarnos ‘sus cartas’ con toda transparencia nos está invitando a sincerarnos, tanto con nosotros mismos como con Él. Y eso de sincerarse con uno mismo, eso de reconocer la propia miseria, eso de conocer y reconocer los propios pecados… eso no gusta ni le apetece a nadie.

Me acuerdo de aquel adolescente que estaba en el instituto durante la clase de trabajos manuales para hacer con marquetería una avioneta a pequeña escala. Y cuando estaba serrándola, con mucha paciencia para no salirse de los trazos señalados y evitar que se rompiese el pelo de la sierra… estaba pensando para sí que le estaba quedando una chapuza. El caso es que se le acercó un compañero que al verlo trabajando le comentó que le gustaba como lo estaba haciendo. Y nuestro afanoso muchacho le contestó que gracias que le estaba llevando su trabajo. Al cabo de un rato se le acercó un amigo de la pandilla que al ver la avioneta que estaba serrando dijo a nuestro chico: -‘Oye, que estás serrando más de la cuenta y además el dibujo trazado sobre la madera sería bueno que lo borrases e hicieras de nuevo’. – A nuestro chico las palabras de su amigo le sonaron a truenos y lanzándole la goma de borrar le contestó muy mal ‘mandándole a paseo’.

Yo me siento identificado con este adolescente. Muchas veces, aún sabiendo que nuestro obrar no es correcto ni justo, aceptamos los cumplidos, aceptamos que nos ofrezcan la miel en la boca, pero nos incomoda que nos digan ‘las cosas a las claras’ sabiendo, para remate fiesta, que el otro tiene toda la razón.

Jesucristo cuando coloca ‘sus cartas sobre el tapete’ nos está de algún modo incomodando porque nos está forzando a reconocer que mis cosas, mis preocupaciones, mi dinero, mis egoísmos me están impidiendo llegar a Dios. ¿Y cómo se yo que no estoy llegando a Dios?, yo lo conoceré en el momento que sepa si me estoy preocupando de las necesidades de los demás. Y resulta que cuando usted y un servidor colocamos mis cartas y las suyas ‘sobre el tapete’ nos quedamos desnudos ante la presencia de Dios. Nuestras cartas son las siguientes: ‘Vivir a todo tren’ al límite de nuestras posibilidades, dejarnos seducir por lo que nos anuncian, nos venden, centrarnos en nuestras cosas y olvidarnos de las inquietudes y dolores de los demás… y así un amplio elenco de actitudes y de comportamientos que solemos tener con cierta frecuencia.

Las cartas del Señor son misericordia, comprensión, dar sin esperar nada a cambio, la disculpa sin límites, el amor hecho persona y que hace que los otros se sientan reconocidos, queridos, amados, apreciados.

Sin embargo Jesucristo nunca nos recrimina nuestros defectos ‘a la cara’. Él prefiere otros métodos más cariñosos, y a la vez, acertados. ÉL VA POR DELANTE, NOS MARCA CON SUS PASOS LOS SENDEROS A SEGUIR. Jesucristo va siempre por delante de nosotros con su testimonio.

Hoy ser creyentes implica el optar. El mundo nos venderá todo lo vendible para engañarnos y que sigamos viviendo en nuestra ‘burbuja’ en donde la comodidad y el bienestar sea perfecto y nadie nos incordie. Sin embargo LA FE NOS HACE DISCERNIR, NOS LLEVA A LA VERDAD, NOS ENFRENTA A NUESTRO PROPIO YO y ‘tira de las orejas’ a nuestro amor propio y nos dice que esa avioneta que estamos haciendo en marquetería está mal delineada y serrada.

JESUCRISTO ES NUESTRA ÚNICA RIQUEZA Y EL MOTOR DE NUESTRO EXISTIR. Que nuestra actitud sea la de unas personas abiertas a Dios, solidarias con los más necesitados y conscientes de que lo efímero jamás puede eclipsar el don de la fe.

Humor: Teología de la obesidad.

Fuente: www.masjoven.org
TEOLOGÍA DE LA OBESIDAD

Y Dios pobló la tierra con espinacas, coliflor y todo tipo de vegetales, para que el Hombre y la Mujer pudieran alimentarse y llevar una vida sana. Y Satanás creó McDonal´s. Y dijo al Hombre: “¿lo quieres con fritura y grasa?”. Y el Hombre dijo: “Tamaño grande”. Y el Hombre engordó.
Y Dios dijo: “Haya yogur, para que la Mujer conserve la silueta que he creado con la costilla del Hombre”. Y Satanás creó el chocolate. Y la Mujer engordó.
Creó Dios las ensaladas, y el aceite de oliva. Y vio que estaba bien. Y Satanás hizo helado. Y la mujer engordó.
Y Dios dijo: “Mirad que os he dado frutas en abundancia, para que os sirvan de alimento”.Y Satanás produjo el turrón y toda clase de golosinas. Y el Hombre, ya desde niño, engordó, y su colesterol malo se fue por las nubes.
Y creó Dios las zapatillas, y el Hombre decidió correr para perder los kilos de más.
Pero Satanás concibió la televisión con cable. Y agregó el control remoto, para que el Hombre al cambiar de canal, durante los anuncios, o al hallar “su programa”, no tuviera que hacerlo con el sudor de su frente. Y el Hombre aumentó de peso.
Y Satanás dijo a la Mujer: “ Es apetecible a la vista de Hombre un aperitivo”. Y la Mujer le acercó al Hombre patatas fritas, palitos salados, aceitunas, pinchos y cervezas.
Y el Hombre, aferrado al control remoto, devoró el aperitivo que era profuso en colesterol. Y vio Satanás que estaba bien. Y el Hombre llegó a tener las coronarias tapadas.
Y dijo Dios:”No es bueno que el Hombre tenga un infarto”. Y entonces creó el cateterismo y la cirugía cardiovascular.
Y Satanás creó...las listas de espera y procuró que desde pequeños los niños no estudiasen para llegar a ser bueno médicos o aceptables ministros de Sanidad...

Hablar bien

Fuente: http://www.conoze.com

Se ha vuelto costumbre, en algunos ambientes, la crítica constante y sonante al prójimo. La crítica negativa se ha convertido en deporte popular y tantos los medios de comunicación como la gente misma se apresuran, en más de un caso, a juzgar, sentenciar y condenar sin siquiera tomarse el trabajo de corroborar datos, hechos y realidades.
Toda persona tiene derecho a la buena reputación, salvo que su conducta no la merezca. Es una irresponsabilidad muy grande emitir juicios condenatorios sin pruebas, sin testigos, sin nada. Todos juzgan a todos menos a ellos mismos, autor de este artículo incluido.
Hablar bien de la gente que uno estima y nos cae en gracia es una tarea bastante sencilla. Pero la sabiduría y la hombría de bien reside precisamente en destacar virtudes, gestos y valores en aquellos que, por diversos motivos, no nos caen tan bien. Es muy fácil alabar a quien nos alaba, pues de alguna manera nos sentimos correspondidos en nuestro deseo. Pero no es tan sencillo ser dueño de tal actitud cuando quien obra con perfección no es santo de nuestra devoción, por decirlo de una manera vulgar.
Es costoso destacar las obras de bien en quien creemos que hace todo mal, o distinto según nuestro modo de pensar. Se suele creer, erróneamente, que admitir algún rasgo de perfección en los excluidos de nuestro amor y nuestra caridad, significa un retroceso en nuestro escalafón social o en nuestro ideario interior.
La crítica sistemática, casi por costumbre, es tremendamente injusta. En primer lugar, porque así como cada uno observa cosas criticables en los demás, de la misma manera, esos «demás», hallarán en nosotros tal vez aún más material objeto de crítica severa. En segundo lugar, no somos nadie ni tenemos los elementos de juicio suficientes, por lo general, para estar sentenciando al prójimo que no resulta agradable a nuestro paladar intelectual. Muchas veces, esa crítica, es señal certera de un pobre examen interior, de poca introspección, de poca reflexión.
Tomarse la costumbre de hablar bien de los demás, aún cuando tuviéramos elementos para hacer lo contrario, es señal de que uno encuentra su lugar en el mundo: un hombre o mujer que día a día luchan por superar sus defectos y no se creen superiores en nada a los demás. La crítica negativa destruye, desarmoniza y crea resentimientos inútiles y venenosos, que perduran por mucho tiempo y son tremendamente difíciles de borrar.
San Josemaría Escrivá, el fundador del Opus Dei, escribió en uno de sus libros de meditaciones, «Camino», lo siguiente: «Si no sabes alabar, cállate». Buena idea... ¿no?.

sábado, 22 de septiembre de 2007

Humor: ¿Quién ha sido?

Cuando uno se adentra en la aventura de conocer a Dios...

Cuando uno se adentra
en la aventura de conocer a Dios...

Cuando uno se adentra en la aventura de conocer a Dios poco a poco se va disipando la niebla de nuestro alrededor y nos permite contemplar la realidad tal y cual es en verdad. Me voy a dar a entender. Seguro que todos creemos que, más o menos andamos bien por la vida, porque como no matamos, ni robamos ni hacemos mal a nadie… pensamos que nos movemos en unos varemos de comportamiento cristiano aceptable. E incluso resulta chocante encontrarse con personas que dicen todo convencidas que ellos no tienen de qué confesarse, que eso de la confesión no lo necesitan. Ante una contestación como esta me ‘quedo a cuadros’. Suelo comparar a los pecados veniales con ese polvo que se va sedimentando en los muebles. De tal forma que si uno no ha pasado la bayeta del polvo por ellos, a las pocas semanas se puede llegar a dibujar en los muebles con un simple dedo. La suciedad acumulada del polvo nos molesta porque no podemos disfrutar de la belleza en plenitud de ese mueble… y no digamos nada si alguien, encima, es alérgico al polvo.

Hagamos una comparación: El polvo en los muebles es la suciedad molesta como los pecados veniales son el afecto desordenado que debilita la caridad. La gravedad del pecado mortal ya es más seria, los cuales serían equiparables a las terminas que devoran toda la madera que se encuentran en el camino.

Les invito a realizar un ejercicio de imaginación: Ustedes supongan que nuestro corazón fuese un potente imán, capaz de atraer hacia sí cualquier cosa. Pero este corazón ahora mismo le tenemos perfectamente aislado en una caja especial y además con el interruptor, de momento, apagado, por lo cual, hasta ahora no ha podido apresar nada en su campo de atracción electromagnético. Ahora nos vamos a disponer a sacarlo de esta caja y vamos a dar el interruptor de encendido para que atraiga hacia sí todo lo que auténticamente desea, todo aquello por lo que se anhela. Da igual que sea una minucia como si fuese un sueño irrealizable o una inmensa riqueza, ya fuera lo que fuese. ¿Se lo imaginan?. Estoy totalmente convencido que tan pronto como hemos encendido el interruptor el 98 por ciento de nuestros corazones ya estén totalmente aplastado por el amasijo de una tonelada de deseos y de aspiraciones. Seguro que la mayoría de esos deseos son buenos, son legítimos, son cosas dignas de ser deseadas. Sin embargo una sola cosa es necesaria: Jesucristo. El resto es accesorio, es cierto que más o menos nos podrán ayudar y muchas veces nos entorpecerán, pero nunca nos darán esa plenitud a la que aspira toda la persona.

Y ahora viene la pregunta: ¿En alguna de esas rendijas que han quedado entre el corazón aplastado por el amasijo de deseos ha quedado algún recoveco para Dios?... A mí me resuena aquella conversación que mantuvo Jesús con Marta y María cuando fue a visitarlas: ‘Marta, Marta, andas inquieta con tantas cosas y una sola es importante, y María ha elegido la mejor y nadie se la quitará’.

El Señor Jesús nos está diciendo que sepamos colocar nuestras cosas en su justo lugar. Dicho con otras palabras: No hagamos como definitivo, como fundamental, como esencial para nosotros cosas que en realidad son simplemente tangenciales, relativas, inconsistentes. Si ponemos en el centro de la felicidad lo que debería de figurar en su extrarradio (dinero, placer, comodidad), cuando se quiebra todo ello, nos quedaremos tan desamparados que no habrá consuelo que valga. Pensemos que aún siendo nosotros los administradores de los bienes, el único dueño es Dios.

Si nos conociésemos tal y como Dios nos conoce podríamos saber al dedillo mejor todo aquello que tenemos apegado en el corazón y se disiparía la niebla que nos impide conocer nuestros pecados. No nos conformaríamos solamente en andar como cristianos del montón, sino que con valentía, como aquel que se siente profundamente enamorado y no entiende su vida sin su amada.

El comportamiento de aquel que se siente enamorado tiende a buscar la novedad para sorprender a la persona amada. Los santos han sido personas enamoradas profundamente de Jesucristo. Ellos fueron creativos y originales que en las circunstancias más adversas supieron anunciarle con esa intensidad que solamente regala el Espíritu Santo.

Cuando uno se adentra en la aventura de conocer a Dios enseguida cae en la cuenta de dónde tiene uno su corazón, porque tal y como enuncia el adagio, donde está tu corazón ahí está tu tesoro.

Humor: El papel es peligroso

Cuentos con moral: El corazón perfecto

Fuente: http://www.loiola.org


Un día un hombre joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que él poseía el corazón más hermoso de toda la comarca.
Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en el ni máculas ni rasguños.
Sí, coincidieron todos que era el corazón más hermoso que hubieran visto.
Al verse admirado el joven se sintió más orgulloso aún, y con mayor fervor aseguró poseer el corazón más hermoso de todo el vasto lugar.
De pronto un anciano se acercó y dijo: “Perdona mi atrevimiento, pero, por qué dices eso, si tu corazón no es ni tan, aproximadamente, tan hermoso como el mío, o el de tantas otras personas ?”.
Sorprendidos la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, éste estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban trozos y éstos habían sido reemplazados por otros que no encastraban perfectamente en el lugar, pues se veían bordes y aristas irregulares en su derredor. Es más, había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos.
La mirada de la gente se sobrecogió ¿como puede él decir que su corazón es más hermoso?, pensaron ...El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado desgarbado, se echó a reír. “Debes estar bromeando,” dijo.“Compara tu corazón con el mío... El mío es perfecto. En cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor.”“Es cierto, dijo el anciano, tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo...
Mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor.
Arranqué trozos de mi corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado. Muchos a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me alegro, porque al poseerlos me recuerdan el amor que hemos compartido.”“Hubo oportunidades, en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio.
De ahí quedaron los huecos, dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza, que algún día -tal vez- regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón. ¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?”
El joven permaneció en silencio, lágrimas corrían por sus mejillas. Se acercó al anciano, arrancó un trozo de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció.
El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez arrancó un trozo del suyo ya viejo y maltrecho y con él tapó la herida abierta del joven. La pieza se amoldó, pero no a la perfección.
Al no haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes.
El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho más hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior.
Sí, en verdad ahora, puedo ver lo hermoso que es tu corazón.
Y tu corazón, ¿cuántas cicatrices tiene?.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Humor: El castor...

Cuentos con moral: El abuelo

Fuente: http://www.loiola.org

Un día, a finales de aquel otoño, comenzaste a palidecer, no sabías por qué, pero lentamente languidecías como lo hacían las hojas en las ramas de los árboles. Tú callabas, pero tu silencio estaba lleno de palabras y de sentimientos. Tu que todo lo habías compartido con todos los que a ti se acercaban, encerraste tu dolor en lo más recóndito de tu corazón, porque no querías menguar la alegría de los que te rodeaban.

Y un día, silenciosamente, tal como habías vivido, sin estridencias y rezumando paz, nos dejaste.
Ha pasado mucho tiempo, pero todavía recuerdo aquellas largas charlas que teníamos al oscurecer de las tardes de verano, tranquilos con una serenidad que todo lo cubría, sentados bajo la sombra de las ramas del abeto que se alzaba orgulloso y vigilante delante del porche. Allí me ibas desgranando una a una toda tu vivencia. Habías intentado, día tras día, mansamente, sin desanimarte por mi gran ignorancia, forjar mi pequeño corazón como si lo fraguaran las manos de Dios. Tú sabías hacerlo, pues Dios te había tomado, te había bendecido, habías dejado que a lo largo de tu vida, te partiese, y te había repartido a su antojo, sin que tú te rebelaras en ningún momento. Y esa impronta es la que tú querías dejarme como herencia. Es como si desde tu lecho me dijeras sonriente: “mira chiquillo, ahora te toca a ti, coge tu camilla y anda”!
No creas, abuelo, a veces te oía, otras ni te escuchaba. Ya sabes, yo era un niño, había cosas en tu alma tan profundas, que no entendía, pero tú con tu paciencia de adulto, poco a poco, ibas dejando que se deslizaran en mi interior, abriendo un surco, esperando que algún día la semilla que con tu amor habías sembrado, germinara.
Pero abuelo, la vida es dura, en un momento, apenas percibí tus huellas, te perdí en un vasto horizonte. No llegaba a adivinar tu alma ni a distinguir tu presencia .Era el destierro en el desierto. Había fuego y sangre en mi alma por encontrarte. La muerte llegó a estar presente y la vida se hizo ausente. Trabajé y luché incansable por encontrar tus huellas ensangrentadas, y poner mis pies en ellas…. y así llegué hasta aquí.
Me senté bajo el abeto, nuestro abeto, todavía hermoso, esbelto, que apunta directamente al cielo... A tu semejanza, de nieves cuajado, soporta pacientemente el hielo, lucha contra el viento, aguanta las sacudidas de los niños traviesos, pero con su sombra les paga, y también con besos. En sus brazos no hay ira, ni rabia, ni descontento, sólo hay afecto y como tú abuelo, siempre con los brazos abiertos, al que a él se arrima, da cobijo y consuelo. Porque tiene tu alma en sus tallos, amor en sus hojas. De nuevo sentí tu presencia. Por eso he vuelto., y se que en el silencio escuchas mi gran secreto, animas mi desaliento y me parece oír en el murmullo de sus ramas, tu voz serena que me susurra de nuevo:” ¡hijo, coge de nuevo tu camilla y anda!”

Humor: Envío de un paquete en la prehistoria

La paradoja: cuanto más te das, más recibes

Fuente: http://www.anecdonet.com


Ocurrió durante un mes de voluntariado en las vacaciones de verano. Cuando llegamos a Nairobi (Kenya) nos preguntábamos cómo nosotros, inexpertos universitarios, podríamos ayudar en aquella África sucia, polvorienta y calurosa. Quizá arreglando tejados..., pero no teníamos experiencia en construcción. Quizá pintando un colegio... pero no sabíamos de pintura. Lo que sí teníamos claro era nuestra intención de darnos totalmente a los demás. Sin embargo, recibiríamos mucho más de lo que logramos dar: tuvimos la suerte de entrar en contacto con el Tercer Mundo, a través de un alojamiento para niños moribundos de las Hermanas de la Caridad en Nairobi. Sigue la tremenda historia...
Todos entramos en aquella casucha, un tugurio sin muebles, con poca luz. Contrastaban las hamacas llenas de niños enfermos y lloriqueando con los limpísimos trajes talares blancos y azules de las Hermanas de la Caridad, que rebosaban alegría. Yo me quedé bloqueado, en mitad de la habitación. Nunca había visto nada así. Mis compañeros universitarios se esparcieron por las estancias, siguiendo a distintas monjas, que requerían su asistencia. Una hermana me preguntó en inglés:
- ¿Has venido a mirar o quieres ayudar?
Sorprendido por tan directa pregunta y en estado de sopor, balbucié:
- A ayudar...
- ¿Ves a ese niño de allí, el del fondo que llora?
Lloraba desconsoladamente, pero sin fuerza.
- Sí, ése (le dije señalándolo).
- Bien: tómalo con cuidado y tráelo. Lo bautizamos ayer.
Lo noté con una fiebre altísima. El niño tendría un par de años.
- Ahora tómalo y dale todo el amor que puedas...
- No entiendo... - me excusé
- Que le des todo el cariño de que seas capaz, a tu manera... -Y me dejó con el niño.
Le canté, lo besé, lo arrullé... dejó de llorar, me sonrió, se durmió...
Al cabo de un rato busqué llorando a la hermana:
-Hermana: no respira...
La monja certificó su muerte:
- Ha muerto en tus brazos... Y tú le has adelantado quince minutos con tu cariño el amor que Dios le va a dar por toda la eternidad.
Entonces entendí tantas cosas: el cielo, el amor de mis padres, el amor de Jesús, los detalles de afecto de mis amigos...: mi viaje a Kenya supuso un antes y un después en mi vida.
Ahora sé que todos tenemos "kenyas" a nuestro alrededor para dar amor cada día.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Humor: En el aeropuerto

Cuentos con moral: El puzzle del mundo

Fuente: http://www.loiola.org


Un científico que vivía preocupado por los problemas del mundo, estaba decidido a encontrar las respuestas necesarias para solucionarlos. Por eso, pasaba día tras día en el estudio de su casa en busca de respuestas para sus dudas.

Una tarde, su hijo de cinco años entró en el estudio con la intención de ayudarle a trabajar. El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro sitio. Pero después de comprobar que no le hacía ni caso, pensó en algo que pudiese distraer su atención.

¡Perfecto! Encontró una revista y vio que en una de sus páginas había un mapa del mundo...¡justo lo que necesitaba!.
Arranco la hoja, recortó el mapa en muchos trozos y, junto con un rollo de celo, se lo dio a su hijo diciendo: “Mira hijo, como te gustan tanto los puzzles, te voy a dar el mundo en trocitos para que lo arregles sin ayuda de nadie”.

Así, el padre quedó satisfecho y el niño también. El padre porque pensó que el niño tardaría más de una hora en hacerlo. El niño porque creyó que estaba ayudando a su padre. Pero después de unos minutos el niño exclamó: “Papá, ya!”. El padre, en un primer momento, no dio crédito a las palabras del niño. Era imposible que, a su edad, hubiera conseguido recomponer un mapa que nunca había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista del libro que leía, convencido de que vería resultado desastroso propio de un niño de cinco años. Pero, para su sorpresa, comprobó que el mapa estaba perfectamente reconstruido: cada trocito había sido colocado y pegado en el lugar correspondiente.

Sin salir de su asombro y mirando fijamente el mapa, le dijo al niño: “Hijo, si tu no sabías cómo era el mundo, ¿Cómo has podido hacerlo?” “¡Muy fácil papá!” – contestó el niño-, cuando arrancaste la hoja de la revista vi que por el otro lado había un hombre. Di la vuelta a los trocitos que me diste y me puse a hacer el puzzle del hombre, que sabía cómo era. Cuando conseguí arreglar el hombre di la vuelta a la hoja y vi que había arreglado el mundo...”

¡Cambia tu corazón y el mundo cambiará!.




Cuentos con moral: El hombre de la Iglesia

Fuente: http://www.loiola.org

Una vez un sacerdote estaba dando un recorrido por la Iglesia al mediodía...al pasar por el altar decidió quedarse cerca para ver si alguien había venido a rezar. En ese momento se abrió la puerta. El sacerdote frunció el entrecejo al ver a un hombre acercándose por el pasillo. Era mayor, viejo casi, la barba de varios días y vestía una camisa raída, pantalones demasiado largos y un abrigo gastado cuyos bordes habían comenzado a deshilacharse. El hombre se arrodilló frente al Sagrario, inclinó la cabeza pocos segundos. Tras este breve instante, se levantó y se fue.

Durante los días siguientes el mismo hombre, siempre al mediodía, entraba en la Iglesia cargando una maleta, se arrodillaba brevemente y luego volvía a salir. El sacerdote, un poco temeroso, empezó a sospechar que se tratase de algún ladrón, por lo que un día se puso en la puerta de la Iglesia y cuando el hombre se disponía a salir le preguntó: “¿Qué haces aquí?”. El hombre dijo que trabajaba cerca y que solo tenía media hora libre para comer y aprovechaba ese momento para rezar. “Sólo me quedo unos instantes, sabe, porque la fábrica donde trabajo queda un poco lejos. Así que sólo me arrodillo y le digo: “Señor, sólo vine nuevamente para contarte cuán feliz me haces cuando me liberas de mis pecados... no sé muy bien rezar, pero pienso en Ti todos los días... así que Jesús, este es Juan agradeciéndote”.

El sacerdote, sintiéndose un tonto, le dijo a Juan que estaba bien y que era bienvenido a la Iglesia cuando quisiera. Una vez se hubo marchado Juan fue el sacerdote quien se arrodilló ante el altar. Con el corazón derretido de amor y dos grandes lágrimas corriendo por sus mejillas repetía la plegaría de Juan: “Solo vine para decirte: Señor, cuan feliz fui desde que te encontré a través de mis semejantes y me liberaste de mis pecados... No sé muy bien cómo rezar, pero pienso en Ti todos los días... Así, que Jesús, soy yo, agradeciéndote”.

Pasó un mes, y el sacerdote notó que el viejo Juan no había venido durante los últimos días. Continuaba ausente, por lo que el padre fue a la fábrica a preguntar por él; allí le dijeron que estaba enfermo en el hospital. Al llegar al hospital, el sacerdote se interesó por la salud de Juan hablando primero con la jefa de enfermeras. Ella le informó de su estado de salud, pero sobre todo le habló de cómo era Juan. Durante la semana que llevaba en el hospital, sonreía todo el tiempo y su alegría era contagiosa. Nadie lo entendía porque era un enfermo que nadie atendía. Nunca había recibido ni flores, ni tarjetas, ni visitas. El sacerdote se acercó al lecho de Juan con la enfermera y ésta le dijo, mientras Juan escuchaba: “Ningún amigo ha venido a visitarlo, él no tiene a dónde recurrir”.

Sorprendido, el viejo Juan dijo con una sonrisa: “La enfermera está equivocada...pero ella no puede saber que todos los días, desde que llegué aquí, a mediodía, un querido amigo mío viene, se sienta aquí en la cama, me agarra de las manos, se inclina sobre mí y me dice: “Sólo vine para decirte, Juan, cuán feliz fui desde que encontré tu amistad y te libere de tus pecados. Siempre me gustó oír tus plegarias, pienso, en ti cada día...Así que, Juan..., este es Jesús agradeciéndotelo”.

Cuando oréis, no utilicéis muchas palabras, haced una oración sencilla, presentándole todo lo nuestro desde nuestra pobreza. Seamos sencillos como niños.

ÉL NO PUEDE VIVIR SIN MI.




Cuentos con moral: Las gafas de Dios

Fuente: http://www.loiola.org


Dicen que un día llegó un hombre al cielo. Su sorpresa fue inmensa cuando descubrió que en la puerta del cielo no había nadie. San Pedro se había ido a alguna emergencia. Siguió avanzando el hombre y descubrió que en la pared estaba el anuncio de despedida de Dios. Se coló y también se dio cuenta de que en el despacho no estaba Dios. Miró todas las estanterías. Curioseó todo lo que tenía Dios en su despacho. Se fijó largamente en que en la mesa del despacho había unas gafas. Se las puso y comprobó que a través de ellas veía el mundo y a cada hombre que vive en este planeta.

Sintió gran curiosidad por saber algo de su socio, el que había trabajado codo con codo con él y se sospechaba que no era buena persona. Las gafas le hicieron descubrir la vida de su socio, sus negocios sucios, su infidelidad a su esposa y, sobre todo, que se había reído de él. En un momento no pudo contener la rabia, tomó la maceta que tenía al lado en la mesa de Dios y trató de tirársela a su socio a la cabeza. Cuando estaba en el intento de usar violencia contra aquel de quien tenía tantas sospechas, entró Dios. Le preguntó: “¿Qué haces?”.

Le respondió: “Me he puesto tus gafas y no aguanto tanta maldad, tanto pecado”, Dios le miró con cariño y le dijo: “Has cometido un gran error. Para mirar con esas gafas hay que ponerse antes mi corazón”. Sólo se puede mirar a los hombres con los sentimientos de su corazón.

Corazón de Jesús enséñanos a mirar con tu corazón.

Cuentos con moral: El cofre de vidrio roto

Fuente: http://www.loiola.org


Érase una vez un anciano que había perdido a su esposa y vivía solo. Había trabajado duramente como sastre toda su vida, pero los infortunios lo habían dejado en bancarrota, y ahora era tan viejo que ya no podía trabajar. Las manos le temblaban tanto que no podía enhebrar una aguja, y la visión se le había enturbiado demasiado para hacer una costura recta. Tenía tres hijos varones, pero los tres habían crecido y se habían casado, y estaban tan ocupados con su propia vida que sólo tenían tiempo para cenar con sus padres una vez por semana.

El anciano estaba cada vez más débil, y los hijos lo visitaban cada vez menos.

-No quieren estar conmigo ahora -se decía- porque tienen miedo de que yo me convierta en una carga.

Se pasó una noche en vela pensando qué sería de él y al fin trazó un plan.

A la mañana siguiente fue a ver a su amigo el carpintero y le pidió que le fabricara un cofre grande. Luego fue a ver a su amigo el cerrajero y le pidió que le diera un cerrojo viejo. Por último fue a ver a su amigo el vidriero y le pidió todos los fragmentos de vidrio roto que tuviera.

El anciano se llevó el cofre a casa, lo llenó hasta el tope de vidrios rotos, le echó llave y lo puso bajo la mesa de la cocina. Cuando sus hijos fueron a cenar, lo tocaron con los pies.-¿Qué hay en ese cofre? -preguntaron mirando bajo la mesa--Oh, nada -respondió el anciano-, sólo algunas cosillas que he ahorrado.

Sus hijos lo empujaron y vieron que era muy pesado. Lo patearon y oyeron un tintineo.

-Debe estar lleno con el oro que ahorró a lo largo de los años -susurraron.

Deliberaron y comprendieron que debían custodiar el tesoro. Decidieron turnarse para vivir con el viejo, y así podrían cuidar también de él. La primera semana el hijo menor se mudó a la casa del padre, y le cuidó y le cocinó. A la semana siguiente lo reemplazó el segundo hijo, y la semana siguiente acudió el mayor. Así siguieron por un tiempo.

Al fin el anciano padre enfermó y falleció. Los hijos le hicieron un bonito funeral, pues sabían que una fortuna les aguardaba bajo la mesa de la cocina, y podían costearse un gasto grande con el viejo.Cuando terminó la ceremonia, buscaron en toda la casa hasta encontrar la llave, y abrieron en cofre. Por cierto, lo encontraron lleno de vidrios rotos.

-¡Qué triquiñuela infame! -exclamó el hijo mayor-.

¡Qué crueldad hacia sus hijos!

-¿Pero qué podía hacer? -preguntó tristemente el segundo hijo-. Seamos francos. De no haber sido por el cofre, lo habríamos descuidado hasta el final de sus días.

-Estoy avergonzado de mí mismo -sollozó el hijo menor-. Obligamos a nuestro padre a rebajarse al engaño, porque no observamos el mandamiento que él nos enseñó cuando éramos pequeños.

Pero el hijo mayor volcó el cofre para asegurarse de que no hubiera ningún objeto valioso oculto entre los vidrios. Desparramó los vidrios en el suelo hasta vaciar el cofre. Los tres hermanos miraron silenciosamente dentro, donde leyeron una inscripción, que el padre les había dejado en el fondo: Honrarás a tu padre y a tu madre.

Cuentos con moral: Te estuve esperando

Fuente: http://www.loiola.org


Cuando te levantabas esta mañana te observaba y esperaba que me hablaras, aunque fueran unas pocas palabras preguntando mi opinión o , no sé..., dándome las gracias por algo bueno que te pasara ayer. Pero noté que estabas muy ocupada buscando la ropa adecuada que ponerte para salir a hacer tus cosas. Seguí esperando mientras corrías por la casa arreglándote y..., pensé que tendrías unos pocos segundos para que pararas y me saludarás con un “buenos días”. Pero claro, tenías demasiada prisa.
Te observe mientras ibas de camino de tus obligaciones. Me pareció que estabas preocupada por algo y, por eso, encendí el cielo y lo llené de colores. Sólo para ti. Sí que estabas preocupada, porque ni siguiera te diste cuenta de eso. Espere, pacientemente, toda la mañana y toda la tarde. Pero con la cantidad de cosas que tienes que hacer durante todo el día..., supuse que no tendrías tiempo para decirme nada. Y así fue.
De regreso a casa, me di cuenta de tu cansancio. Por eso decidí refrescarte con un poco de agua del cielo, pero ya vi que no le gustó. Lo siento, deseaba tanto que me hablaras...Aún que daba mucho tiempo. Pero..., nada cuando cenabas nuevamente te olvidaste de decirme algo. Luego, pusiste la televisión y espere atento, mientras veías todo lo que pasaba en el mundo y, después, te divertías con algo que echaban. Me gusta tanto verte reír..Cuando pasó un rato te note cansada y entendía tu silencio, así que la claridad del cielo y la cambie por numerosos luceros. En verdad fue hermoso, pero no estuviste interesada en verlo.
A la hora de dormir comprobé que estabas agotada. Te metiste en la cama y, casi de inmediato, te dormiste. Decoré con música tu descanso. Procuré acompañarte durante tu sueño. Pero da igual, porque creo que no te das cuenta de que siempre estoy ahí para ti. Ya no sé que inventar. De todas formas, tengo más paciencia de la que te imaginas. Y quisiera que tú también la tuvieras con los demás. Quisiera que me dejarás enseñarte. Te quiero tanto...Imagínate, el paisaje que hago es sólo para ti.
Bueno, ya te estás levantando otra vez. Espero que hoy me dediques un poco de tu tiempo. ¡Que tengas un buen día! Tu amigo, Dios.
Dios nos sorprende con su presencia y no caemos en la cuenta de cuanto nos necesita y nos quiere. Que nuestro cansancio y ocupaciones del día a día no frene nuestra relación con Cristo Jesús resucitado.

domingo, 16 de septiembre de 2007

El libro del Papa

Fuente: Mons. José Ignacio Munilla Aguirre (Obispo de Palencia)


Ya Juan Pablo II, con su característico don de gentes, nos había acostumbrado a su proceder con libertad ante los estrictos cánones en la forma de ejercer el pastoreo. Ciertamente, Karol Wojtyla no se limitó a obrar como el responsable último de una institución, sino que su estilo fue el propio de un catequista universal o de un “párroco del mundo entero”. Los nuevos tiempos, exigen también nuevas formas de evangelización, y los papas han sido los primeros en entender que en la crisis actual de secularización, es necesario “descender a la arena” del diálogo fe-cultura, del encuentro con los jóvenes y de una predicación que sea capaz de dar razones de nuestra fe. En la misma línea, y con el ánimo de poner al servicio del pueblo de Dios su carisma eminentemente intelectual, Benedicto XVI ha realizado algo novedoso en la historia de la Iglesia: escribir un libro de teología, no en su condición de Papa, sino como teólogo.

¿Debería haberse quedado con los brazos cruzados mientras que en el mercado editorial se siguen poniendo a la venta “supuestos descubrimientos” -¡auténticos camelos!- que “desvelan” una historia diametralmente opuesta a la expresada en los evangelios? Paradójicamente, entre las personas alejadas y con dudas de fe, este libro del Papa va a tener más difusión que los documentos magisteriales emanados de su Pontificado. La Iglesia no se limita a condenar magisterialmente los errores contra la fe, sino que quiere también buscar formas audaces para salir al encuentro del hombre de nuestro tiempo y presentarle el verdadero rostro de Cristo.

Al mismo tiempo, Benedicto XVI también es consciente de que una determinada teología liberal y racionalista ha hecho mucho daño al pueblo de Dios. En un momento determinado de la historia del siglo XX, se publicaron muchos libros de Cristología, en los que se contraponía el “Jesús de la fe” al “Jesús real e histórico”. Aplicando de una manera poco equilibrada un método histórico-crítico, se llegó a afirmar que los Evangelios reflejan la fe de la primitiva comunidad cristiana y no tanto al Jesús histórico. En el fondo, lo que esta teología liberal ponía en duda era la divinidad de Jesucristo.

Pues bien, con la sabiduría propia de quien conoce en profundidad todos esos errores y con la pedagogía del buen pastor, que es capaz de expresar las cuestiones profundas de manera llana, Ratzinger demuestra en su obra que la lectura más sencilla del Evangelio es también la más válida.

Y por aquello de que más vale un caso práctico que muchas abstracciones, me permito ilustrar lo anteriormente dicho con un ejemplo concreto:
Algunos autores de poca fidelidad a la Tradición apostólica, habían tenido la osadía de explicar el relato de la multiplicación de los panes, como una construcción literaria con la que los evangelistas querían expresar que Dios bendice a los generosos que comparten sus bienes (cinco panes y dos peces). Frente a este tipo de interpretaciones, Ratzinger hace una hermosísima síntesis de los pasajes evangélicos que se refieren al pan, entrelazándolos e interpretándolos a la luz de los Padres de la Iglesia de los primeros siglos:
¿Por qué Jesucristo en el desierto rechazó la tentación de convertir las piedras en pan, y sin embargo, accedió a hacer el milagro de la multiplicación de los panes? Su respuesta es la propia del sabio conocedor de la Palabra de Dios: Realizó el milagro porque aquella gente buscaba sinceramente a Dios, tenía hambre de El y además estaba dispuesta a compartir el pan recibido. Por el contrario, en otras ocasiones se negó a realizar signos prodigiosos, cuando eran solicitados sin la debida apertura al don de Dios y sin la disposición de conversión interior.

Ratzinger nos hace caer en la cuenta de que este relato sobre el pan remite a otro relato posterior: la Última Cena. Allí Jesús culmina el milagro de la multiplicación del pan. Jesús mismo se ha convertido en Pan de vida, que se multiplica sacramentalmente para el mundo. Ahora entendemos las palabras de Cristo a Satanás, cuando se negó en aquella circunstancia a convertir las piedras en pan: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 4).

Y llegado a este punto, como buen teólogo que ilumina nuestra historia desde la Palabra de Dios, Ratzinger hace una aplicación concreta: Se fija en las ayudas de Occidente a los países en vías de desarrollo, basadas en principios puramente técnico-materiales, que en buena parte han fracasado al ignorar las estructuras religiosas, morales y sociales de estos pueblos. Creían transformar las piedras en pan, pero han dado piedras en vez de pan.

Del tenor de esta reflexión, podremos encontrar otras muchas en este libro que desarrolla los temas centrales de la vida pública de Cristo: Bautismo del Rio Jordán, tentaciones en el desierto, predicación del Reino, Sermón de la montaña, oración del Padre Nuestro, parábolas, imágenes del Evangelio de San Juan, confesión de Pedro, Transfiguración y títulos cristológicos de Jesucristo. Ratzinger comparte con nosotros su búsqueda personal del rostro de Cristo, fruto del largo proceso interior de un sacerdote, teólogo, obispo y ahora Papa.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Parábola del triple filtro

Fuente: http://www.iglesianavarrajoven.org/v3/rubrique.php3?id_rubrique=22

Parábola del triple filtro

En la antigua Grecia, Sócrates fue famoso por su sabiduría y por el gran respeto que profesaba a todos. Un día un conocido se encontró con el gran filósofo y le dijo:
- ¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?
- Espera un minuto - replicó Sócrates. Antes de decirme nada quisiera que pasaras un pequeño examen. Yo lo llamo el examen del triple filtro.
- ¿Triple filtro?
- Correcto -continuó Sócrates. Antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea filtrar tres veces lo que vas a decir. Es por eso que lo llamo el examen del triple filtro. El primer filtro es la verdad. ¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?
- No -dijo el hombre-, realmente solo escuché sobre eso y...
- Bien -dijo Sócrates. Entonces realmente no sabes si es cierto o no.
- Ahora permíteme aplicar el segundo filtro, el filtro de la bondad. ¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?
- No, por el contrario...
- Entonces, deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea cierto. Pero podría querer escucharlo porque queda un filtro: el filtro de la utilidad. ¿Me servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo?
- No, la verdad que no.
- Bien -concluyó Sócrates-, si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno, e incluso no es útil ¿para qué querría saberlo? Usa este triple filtro cada vez que oigas comentarios sobre alguno de tus amigos cercanos y queridos...

Oración de la mañana y de la noche

Oración de la Mañana y de la Noche

ORACIÓN DE LA MAÑANA

Señor,en el silencio de este día que comienza,
vengo a pedirte la paz,
la prudencia, la fuerza.
Hoy quiero mirar el mundo
con ojos llenos de amor,
ser paciente, comprensivo,
dulce y prudente.

Ver por encima de las apariencias,
a tus hijos como Tú mismo los ves,
y así no ver más que el bienen cada uno de ellos.

Cierra mis oídos a toda calumnia,
guarda mi lengua de toda maldad,
que sólo los pensamientos caritativos
permanezcan en mi espíritu,
que sea benévolo y alegre,
que todos los que se acerquen a mí
sientan su presencia.

Revísteme de Ti, Señor,
y que a lo largo de este día yo te irradie.
Amén.

ORACIÓN DE LA NOCHE

Antes de cerrar los ojos, los labios y el corazón,
al final de la jornada,
¡buenas noches!, Padre Dios.

Gracias por todas las gracias
que nos ha dado tu amor;
si muchas son nuestras deudas,
infinito es tu perdón.

Mañana te serviremos,
en tu presencia, mejor.
A la sombra de tus alas,
Padre nuestro, abríganos.

Quédate junto a nosotros
y danos tu bendición.
Antes de cerrar los ojos,
los labios y el corazón,
al final de la jornada,
¡buenas noches! Padre Dios

Gloria al Padre omnipotente,
gloria al Hijo Redentor,
gloria al Espíritu Santo:
tres personas, sólo un Dios.
Amén

martes, 4 de septiembre de 2007

La sonrisa de Madre Teresa, diez años después

Fuente: Rvdo. D. José Ignacio Munilla Aguirre (Obispo de Palencia)


El 5 de septiembre se han cumplido diez años de la muerte de la Madre Teresa, proclamada beata por Juan Pablo II en 2003. Su figura era tan popular y su obra al servicio de los más pobres, tan difundida, que muchos hubiesen podido pensar que poco más cabría añadir a lo ya conocido. Sin embargo, su proceso de beatificación permitió que saliese a la luz un mundo interior de Madre Teresa, que había permanecido desconocido incluso para sus más allegados, y que ella únicamente había manifestado a sus directores espirituales y al Arzobispo de Calcuta. Conservamos una carta de Madre Teresa, dirigida el 30 de marzo de 1957 a su Arzobispo, en la que le solicitaba permiso para destruir los documentos en los que ella había abierto anteriormente su corazón ante su pastor: “Deseo que el trabajo sea sólo suyo (de Jesús). Cuando se conozcan estos detalles, la gente pensará más en mí y menos en Jesús”. Afortunadamente, el Arzobispo no hizo caso de este ruego, y gracias a ello ahora podemos conocer “por dentro” a esta mujer de Dios. Por lo demás, los temores de la Madre Teresa eran infundados: conocer su historia no nos distrae de Jesucristo. Muy al contrario, nos lo hace más cercano, y al mismo tiempo nos permite entender esa expresión que a ella tanto le gustaba repetir: “soy un pequeño lápiz en sus manos”.

+ Tiempo de consolación: Antes de abandonar la congregación de las religiosas de Loreto para comenzar su trabajo con los más pobres, ese mundo interior de Madre Teresa consistió en una maravillosa intimidad con Jesucristo. Fue un periodo de su vida espiritual lleno de consuelos espirituales, sintiéndose amada por el Señor con una ternura infinita. No faltaron las locuciones y visiones interiores, a través de las que Dios le fue manifestando sus planes para ella. Fruto de esta experiencia mística, fue el voto privado que realizó en 1942, a los 36 años de edad: se obligaba a sí misma a “no negarle nada a Dios” y a darle cualquier cosa que pudiese pedirle.
Está claro que el Señor le tomó la palabra, y cuatro años más tarde le pidió que pusiese en marcha la obra de las Misioneras de la Caridad. La Madre Teresa narraba con estas sencillas y profundas palabras la locución interior en la que se le manifestaba la voluntad divina: «Mi pequeñita, ven, llévame a los agujeros donde viven los pobres. Ven, sé mi luz. No puedo ir solo. Llévame contigo en medio de ellos…»

+ Tiempo de desolación: Después de la fundación de la nueva orden religiosa, sin embargo, el panorama de la vida interior de Madre Teresa cambió por completo. Se terminaron las consolaciones, y comenzó lo que los místicos describen como la “noche oscura del espíritu”. Dejó de sentir aquella intensa unión con Jesucristo que hasta entonces había experimentado, y comenzó una durísima prueba interior en la que padecía un gran sufrimiento ante la sensación de ausencia de Dios y de separación de Él. Su deseo de Dios seguía intacto, pero chocaba con un “silencio”, que ella, en ocasiones, experimentaba incluso como un rechazo. Por su fe, conocía que la presencia de Dios en su vida era indudable, pero su sensibilidad percibía lo contrario. A veces su sufrimiento era tan grande, que ella lo comparaba con el de los condenados al infierno: “En mi alma siento ese terrible dolor de la pérdida, que Dios no me quiere, que Dios no es Dios, que Dios no existe realmente”. Sin embargo, más allá de estas sensaciones, ella siguió caminando a la luz de la fe. En su entorno, nadie percibió ni llegó a suponer su calvario interior, siendo así que esta prueba duró hasta la misma hora de su muerte. Permaneció fiel en todo momento a su vida de oración y a todas las exigencias de la vida religiosa. Y, sobre todo, no dejó de esperar en el Señor.
Desde el atrevimiento tan grande que suele acompañar a la ignorancia religiosa, ha habido algunos escritores que se han hecho eco de esas pruebas interiores, interpretando que Madre Teresa tenía dudas de fe, o que Madre Teresa es una mujer de nuestro tiempo porque participó del agnosticismo de nuestra generación. Sin embargo, el fenómeno no es nada nuevo. La llamada “noche oscura del espíritu” la han vivido, aunque con diversos matices y con circunstancias distintas, la práctica totalidad de los santos.
Los sucesivos directores espirituales de Madre Teresa la acompañaron en todo momento, y le ayudaron a descubrir el sentido de la prueba interior que estaba afrontando. En una primera época –durante la década los 50- ella interpretaba su oscuridad interior como un camino de purificación de sus miserias y de transformación interior. Más tarde, Madre Teresa la entiende como una oportunidad de compartir los sufrimientos de Cristo. ¿Cómo no acordarnos del grito de Cristo en la Cruz? “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27, 26). En su experiencia de sentirse rechazada por Dios, se identifica plenamente con Jesucristo, en el momento de su supremo sacrificio en la Cruz. Finalmente, llegó a entender que este sufrimiento era también “la parte espiritual de su apostolado”, ya que le ayudaba a identificarse con el sufrimiento de los pobres a los que atendía. ¡Cuántas veces se le oyó decir a Madre Teresa, en referencia al sufrimiento humano, que la mayor pobreza consiste en no ser amado por nadie! Su extraordinaria sensibilidad hacia el dolor del prójimo, estaba enraizada en su propia experiencia interior.

+ El legado espiritual de la noche oscura de la Madre Teresa: Lo más impresionante es que la beata Teresa de Calcuta vivió esta “noche oscura” sin perder en ningún momento la sonrisa. Leemos en las cartas escritas por Madre Teresa a sus directores espirituales en plena tempestad interior: “rece para que siga sonriendo”… Como podemos comprender, el hecho de que pudiese sobreponerse durante tantos años a unas pruebas interiores tan fuertes, sólo puede ser explicado por la fidelidad con la que vivió la virtud de la esperanza.
He aquí uno de los mayores legados que la espiritualidad de la Madre Teresa puede ofrecer al hombre de nuestro tiempo. Nosotros, ciertamente, no estamos en la “noche oscura del espíritu”, de la que habló San Juan de la Cruz. El origen de nuestras oscuridades es mucho más pedestre. No obstante, el ejemplo que Madre Teresa nos muestra al asomarnos ahora a su mundo interior, es todo un referente para que aprendamos a afrontar nuestras oscuridades; por una parte, venciendo la tentación tan generalizada, de acomodar nuestra vida espiritual a los altibajos de nuestros estados de ánimo; y por otra, cuidando no confundir “fe” con “sentimiento”. La fe no es “sentir”, como muchos hoy en día creen erróneamente; la fe es la obediencia que brota de la esperanza inquebrantable en el amor de Dios.
Diez años después, descubrimos que la sonrisa de la Madre Teresa no sólo es signo de amabilidad y ternura, sino que encierra una lección magistral sobre cómo conducirnos en tiempos de oscuridad interior… Tal y como sentenció San Pablo: El justo vivirá de la fe” (Rm 1, 17).

Nueve razones a favor de la clase de religión

Fuente: Rvdo. D. José Ignacio Munilla Aguirre (Obispo de Palencia)


1ª.- Es un derecho, no un privilegio: A base de tanta polémica sobre la clase de religión, algunos padres católicos pueden estar arrastrando una especie de complejo, como si les hubiesen llegado a hacer creer que la presencia de la clase de religión en la escuela es una reminiscencia de tiempos pasados, en esta sociedad democrática. Muy al contrario: se trata de un derecho constitucional, amparado en el artículo 27.3 de la Constitución. Los padres tienen derecho a marcar la orientación moral y religiosa de la formación de sus hijos, y las autoridades tienen el deber de poner los medios para que esto se lleve a cabo. Por si cupiese alguna duda, bastaría comprobar cómo la asignatura de religión tiene, en el momento presente, un tratamiento bastante más relevante en la mayoría de los países europeos que en España.
No estará de más recordar que el dinero con el que se paga a esos profesores de religión, al contrario de lo que parece desprenderse de algunas críticas contra la Iglesia, no sale del bolsillo particular de ningún gobierno, sino del de los propios padres.

2ª.- La clase de religión no es lo mismo que la catequesis: Son dos cosas distintas, y no cabe argumentar que la opción por una haga innecesaria la otra. La enseñanza religiosa en la escuela se circunscribe a un ámbito cultural, mientras que en la catequesis se procura introducirnos en el seguimiento personal de Jesucristo. Aun a riesgo de simplificar la cuestión, podríamos decir que la clase de religión y la catequesis se diferencian y se asemejan, de forma similar a como lo hacen el “conocer” y el “amar”.

3ª.- Comprender la cultura que hemos heredado: Un joven español no podrá entender la pintura, la música, la escultura, la arquitectura, la filosofía, la historia, la política, el folclore, las tradiciones… si no conoce en profundidad los fundamentos de la religión católica. Y lo mismo cabría decir, en un nivel más genérico, de una comprensión mínima de las demás religiones, para poder asomarnos a esta “aldea global” en la que vivimos.

4ª.- Frente a la fragmentación del saber, necesitamos una cosmovisión: Hoy en día existe una gran “parcelación” en el saber humano, acompañada de una sobreacumulación de datos, tanto en las disciplinas científicas como en las humanísticas. Se trata de una fragmentación que ha contribuido notablemente a la proliferación de crisis de identidad cultural, de valores, de tradiciones…
Con frecuencia se recurre a la mera explicación de que esa fragmentación es fruto inevitable de la especialización en el saber, olvidando que la exclusión del hecho religioso también nos está dificultando la integración de todos estos conocimientos en una sabiduría global.

5ª.- La religión responde al sentido de la existencia: Una enseñanza global debe responder a las preguntas clave sobre el sentido de nuestra existencia. ¿De qué me sirve conocer la evolución del Universo, si nadie me explica por qué y para qué estamos en esta vida? ¿Cómo podemos fundamentar los derechos del ser humano sin dar razón de la diferencia esencial entre el animal irracional y el hombre espiritual? ¿Cabe hablar con optimismo de los avances científicos y de la sociedad del futuro, si no tenemos fundamentada nuestra esperanza en el más allá de la muerte?...

6ª.- Más que el rechazo a la religión, el problema es la ignorancia religiosa: Para poder rechazar algo, primero hay que conocerlo. Hoy en día, muchos reniegan de una religión que no han conocido, y sobre la cual solamente se les han transmitido determinadas leyendas negras.
El nivel de ignorancia en materia religiosa ha crecido tanto que, hoy en día, no podemos ni debemos dar nada por supuesto; es necesario comenzar por los fundamentos básicos. Recuerdo el caso de un joven español, de unos 25 años de edad, quien tras observar la procesión del Corpus Christi por las calles, preguntaba por qué el sacerdote caminaba mirándose de continuo a ese “espejo”…

7ª.- La materia religiosa interesa al hombre de hoy: No es cierta la suposición de que el hombre moderno no sea religioso. De hecho, la ignorancia religiosa tiende a crear continuos mitos y sucedáneos del hecho religioso. Cuando dejamos de creer en Dios, tendemos a creer en cualquier cosa.
El fenómeno de la proliferación, en los últimos años, de novelas esotérico-religiosas, al estilo del Código Da Vinci, es bien sintomático. ¡Cuántos se aprovechan del desconocimiento de muchos católicos sobre su fe y sobre la historia de la Iglesia, para confundir la realidad con la ficción! La ausencia de conocimientos básicos hace difícil distinguir entre lo que son fábulas, fantasías o ataques a la historia y a los valores de la Iglesia.
El fenómeno de tantas novelas y películas centradas en lo sagrado y misterioso, denota que el hombre moderno sigue siendo religioso, pero también demuestra que su ignorancia religiosa lo hace más manipulable que nunca; hasta el punto de ponerse a merced de quienes pretenden que se posicione siempre en contra de la Iglesia Católica.

8ª.- Diálogo interreligioso: Somos sobradamente conscientes del grave problema que la paz mundial tiene con el fundamentalismo islámico. Cada vez vemos con más claridad que la estabilidad internacional, e incluso nuestra convivencia con tantos inmigrantes, necesita estar sustentada en el diálogo interreligioso. Ahora bien, sólo puede dialogar quien tiene conciencia y conocimiento de su punto de partida. De lo contrario, más que a una “alianza de civilizaciones”, estamos abocados a la desaparición de la nuestra.

9ª.- Educación moral: Está claro que una educación integral debe incluir la dimensión moral. De poco servirán la acumulación de conceptos en la enseñanza, si no hay un espacio específico en el que se eduque en comportamientos morales como la sinceridad, solidaridad, justicia, respeto, generosidad… He aquí otra dimensión esencial de la asignatura de la religión: la moral.
Hasta la reforma educativa de hace tres años, la asignatura de religión era evaluable y tenía la ética como alternativa de libre elección. Los padres, la Iglesia y la gran mayoría de los sectores sociales, entendían que aquélla era una solución justa. Existía la posibilidad de elegir entre una enseñanza moral confesional o una ética aconfesional. La gran pregunta es: ¿Por qué se derogó algo tan razonable que funcionaba bien? ¿Por qué cada reforma supone, en la práctica, una vuelta de tuerca más, en orden a un progresivo arrinconamiento?
¡Valoremos la clase de religión! Es un derecho para los ciudadanos, es un deber de conciencia para los católicos, es una necesidad para la felicidad de nuestros hijos y es buena para la sociedad.
D. José Ignacio Munilla Aguirre
OBISPO DE PALENCIA

Viví inmerso en la droga, la violencia política y el placer sexual

Fuente: http://www.unav.es/capellaniauniversitaria/testimonios/dominique.htm#2
Viví inmerso en la droga,
la violencia política
y el placer sexual

Este amor que nos salva

Entre los diecisiete y los veintiún años, viví inmerso en la droga, la violencia política y el placer sexual sin límite alguno. Atrapado en este remolino , un día tomé una pistola decidido a utilizarla. ¿ qué hacer frente a tal decisión imposible?.

Solo, como un niño abandonado, lloré, suplicando interiormente : « Si hay alguien que me escuche, que venga en mi auxilio, pues ya no puedo más ». Sin duda esta fue mi primera oración. Seguro que mi madre me alojaría una vez más para ayudarme a salir de ese ambiente opresor. Tenía que tomar una decisión rápida, y me incliné hacia el buen camino. En aquel momento Dios me ayudó. Le doy gracias, y también a mi madre, que corrió el riesgo de tenderme la mano una vez más.

Fue necesario nuevamente huir radicalmente del sexo, las drogas, el alcohol, y la violencia. Ese ambiente seguía asqueándome, pero yo todavía no estaba curado. Permanecí alejado de esas tentaciones durante tres años.

Volví a la Iglesia católica dentro de la cual había sido bautizado y consagrado a la Virgen María. En la navidad de 1984 acudí a mi primera misa. Dos años de práctica regular me dieron la fuerza para dominar mis instintos. Fueron dos años llenos de gracias y que pacificaron mi alma.
Pero me sentía demasiado pecador, indigno de la iglesia. San Juan de la Cruz dice que « se obtiene de Dios tanto como de Él se espera. Yo no podía imaginarme que su amor podría llegar a tanto.

Jamás se dirá lo suficiente sobre la misericordia de Dios.
Hice una confesión general de mis pecados imperdonables. El sacerdote no reaccionó como me esperaba. Lo miré casi seguro de su reacción cuando, ¡menuda sorpresa ! Su sonrisa sincera y compasiva me hizo dudar de mis certezas. Transformado por este signo de la misericordia de Dios permanecí en esta Iglesia donde me sentía bien.
La curación se operaba lentamente, como una flor se abre para recibir los rayos del sol, así me abría yo a la vida. Simpaticé con algunos católicos, entre ellos, con mujeres, con los cuales conservo aún hoy la amistad.

Durante ocho años caminé por este camino hasta el día en que mi pasado se vengó brutalmente de mí. Un examen médico me reveló que tenía yo sida, contagiado 13 años antes por una joven que hoy sé que ya murió. Todo se derrumbó a mi alrededor, hasta mi fe tembló. Mi familia, mis amigos y la gracia de Dios me impidieron caer más bajo. Tuve el reflejo de ponerme a rezar. Es el instinto del pobre. Oración desordenada, cargada de tristeza y de rebeldía, pero, a pesar de todo, fiel y perseverante. Después de muchas infecciones sucesivas, pude en 1996 recibir un tratamiento que equilibró mi salud.

Después de desapegarme de mi vida, era necesario aprender a vivir como un incurable. Comencé entonces a dar testimonio de la esperanza y de la verdad basada en mi experiencia yendo a escuelas, asociaciones o parroquias que me invitaban. Un testimonio de esperanza y de verdad basado en mi propia experiencia.

Como el sida, el aborto es el drama de un amor desnaturalizado que produce la muerte. El amor no puede ser neutro. O construye o destruye.

Nuestra sociedad ya no propone más que respuestas fatalistas, sin esperanza. Cuando una madre agobiada va a que le diagnostiquen su embarazo, teme que la animen a abortar si aparecen obstáculos. El aborto se ha convertido en una solución médica para evacuar las carencias de nuestra sociedad, y las mujeres embarazadas cargan solas con esta responsabilidad. Sólo se acepta el niño si alguien se decide a ayudar a la madre para que lo acoja. Los médicos pueden contribuir a sembrar la duda : « ¿Está usted segura de querer dar a luz ? ». Las mujeres se consideran a menudo culpables de su embarazo. La moral se convierte en un concepto puramente médico y socio-económico.

Durante mis testimonios como enfermo de sida me he encontrado con militantes que defienden el aborto y cuya mirada se pone dura cuando se les propone otra alternativa o cuando se les habla de otra cosa que no sea el preservativo para combatir el sida. He visto en ellos a veces el odio y siempre la tristeza. ¡Qué contraste con el gozo de una mujer que da la vida, de un joven que vive la castidad con alegría ! La ideología no lo explica todo. Hacer que los otros paguen nuestros fracasos jamás soluciona nada.

Esas relaciones destructoras y esa ley de lo efímero hacen que toda relación afectiva se vuelva aleatoria, que el amor sea un riesgo del que hay que protegerse y que el prójimo sea un adversario en un combate en el que todos pierden. Si hay jóvenes que han podido conservar su pureza y creen en el amor verdadero y en la vida como un regalo, es sobre todo para demostrarnos que esas virtudes tan ridiculizadas son necesarias ahora más que nunca.
Señor, ayúdanos a estar siempre abiertos a la vida y a ser tus instrumentos para convertir a nuestros hermanos devastados por el odio y la desesperación. Que recuerden que han sido niños, que un día creyeron en la vida y el amor. Amar es lo que da un sentido a la vida.
Aunque me haya quemado las alas en este juego trucado donde todos pierden sigo creyendo en el amor y en la amistad humana. Y no en esta guerra sexual en la que cada uno tiene miedo de amar, de entregarse y de crear un proyecto común.

Amor desencarnado y solitario donde el ser amado nos es peligroso.
Este amor me condujo al sida como condujo a numerosas mujeres al aborto como si fuera una fatalidad. Salgamos de esta lógica infernal rompiendo, cada cual en su propia existencia, el círculo de la fatalidad gracias al complot del amor. Superemos este miedo a darnos uno mismo al otro, aún en la amistad, sin esperar nada a cambio. Miedo de participar a la creación que Dios nos ha regalado.

El amor no está condenado al miedo y al muerte mientras no nos resignemos.
Porque los hijos que aceptamos, quizás en el dolor y la duda, son ellos nuestros guardianes. Nos protegen de nosotros mismos, contra el riesgo siempre creciente de ver nuestros corazones endurecerse, de volverse nuestro único objetivo y ya no saber amar.
Nuestro creador nos lo probó encarnándose de una mujer, María. En Belén hace 2000 años no había lugar en la hospedería para esta madre y su hijo. Había un portal para que Maria pudiese darnos su amor por Dios, el amor de su Dios. Fue el más bello entre los hijos de hombre, como cada niño lo es para sus padres. El niño Jesús que iba a rescatar al hombre de corazón endurecido y recordarle con la cruz y la resurrección, hasta qué punto Dios lo ama siempre.
Demos ánimo con todas nuestras fuerzas a los que comienzan la vida para que se comprometan y crean en la fecundidad de este misterio que no es posible reducir a nuestra comprensión. Un corazón aclarado con la inteligencia puede descubrir él mismo este don de amor. La fuente de los problemas de los jóvenes de hoy es no tener nadie a quien admirar, estimar o amar y por defecto se entregan a un sucedáneo de amor que no los colmará nunca.
Señor danos la gracia a todos de ser o de volver a ser como niños, siempre maravillados del encanto de la vida. Danos a todos un corazón de niño, sencillo, lleno de fe y de amor, abierto a la gran aventura de la vida.

Hago esta oración por los que no piden más que amar y ser amados.
¡Que nuestra sola enfermedad sea el amor!

El amor no es un juego

De adolescente, jugué al amor con las chicas. No amé ni respeté a ninguna, no hice más que disfrutar egoístamente y rápidamente dejé de creer en el amor. Un buen día me convertí, y cambié de comportamiento. Encontré así la fe en el amor a través de verdaderas amistades con mujeres católicas sin afán de sexo gracias a la castidad. Quería casarme con una amiga que sigo amando cuando me enteré de que tenía el sida durante mis años de desenfreno. Entonces, razonablemente, decidí renunciar al matrimonio.
Desde entonces cuando me hablan de prevención, veo mucho más allá que el sida. Jugando con el amor sin aceptar reglas perdí mi capacidad de fecundidad, de entrega, necesarias para construir mi vida con la persona amada. ¿A quién podría desear yo esta desgracia, sin hablar ya del sida ?

El vagabundeo sexual y las prácticas contra natura propagan el sida, el preservativo no incita a alejarse de él sino sólo a limitar sus riesgos. ¿Es una prevención seria ? En lugar de reducir el amor a un juego peligroso, pensad sobre todo en fundar vuestras relaciones en amistades sólidas. ¡El futuro está aquí cerca ! Encerrados en relaciones decepcionantes que no cumplen sus promesas, pasando de una pareja a otra, estáis hiriendo vuestro corazón y vuestro cuerpo. El amor libre es una ilusión mortal. Mirad todas sus víctimas y añadid a ellas las del aborto e incluso las de preservativos y anticonceptivos, que muestran así sus límites.

Lo que la Iglesia os propone es hacer que el amor sea portador de paz y alegría abriéndolo a la vida con la exigencia de la verdad y la justicia.

Por culpa del sida no puedo entregarme completamente a la persona que amo sin hacerla correr un riesgo. La única verdad del sida es la mentira, el miedo, la soledad al final del camino. No hablar a los jóvenes sino de buscar el placer sin amar, corriendo riesgos, es la conclusión lógica de una sociedad que ya no les habla de la fecundidad del amor verdadero.

La castidad, dominio gozoso de la sexualidad, permite que ésta no sea un peso ni para uno mismo ni para los demás. La verdadera libertad es un camino donde el amor no rima ni con el miedo ni con la decepción solitaria, sino con la confianza y la alegría compartida.

Sin que sea necesario para ello ser católico, hacer que el amor rime con la desconfianza y el miedo escondido tras el preservativo es profundamente malsano. Si queréis placer, corred riesgos, tomad precauciones, y … ¡ buena suerte ! Pero yo no os animaría a ir por esta senda que es una burla al amor. El amor no da sino paz y alegría si es respetado. A vosotros adolescentes, os están mintiendo. Tenéis derecho a saberlo antes de elegir libremente vuestro camino.

Cuando hacía paracaidismo, si me hubieran dicho que el paracaídas estaba estropeado pero que había pocos riesgos de que se rompiera al lanzarme del avión ¿qué hubiera escogido ? El placer del salto vertiginoso por un lado, el riesgo mínimo por otro… Pero hubiera preferido quedarme en tierra. Con el preservativo os ocultan que el riesgo existe en cada momento y que un día os puede tocar a vosotros. Numerosos testimonios de fracaso me han mostrado los límites de tal prevención .

Al final ¿quiénes son los inconscientes ? ¿Los que os dejan arriesgaros preparándoos un infierno o los que os invitan a reflexionar sobre el amor y a no reducirlo a un simple riesgo ? Mejor que ocultar o deformar el discurso católico ¿no tenéis más bien derecho a que os digan toda la verdad antes de correr riesgos que a fin de cuentas tendréis que asumir solos ?

La Iglesia siempre tiene un discurso razonable y realista, sin buscar adaptarse a la evolución de las costumbres ni a los jóvenes que quieren seguir sus antojos. Nos recuerda a tiempo y a destiempo que no podemos burlarnos del amor sin riesgo mortal para nuestro cuerpo, nuestro corazón y nuestra alma. La Iglesia ve las almas antes de la satisfacción de los deseos. Esta existencia es una promesa que os dará los medios para alcanzar la felicidad verdadera.

Escoged la libertad de amar con confianza y con la verdad que lleva a la vida, y no busquéis el placer a cualquier precio, que lleva a la mentira y a la muerte.

Carta a una joven católica que quiere estar a la última

Querida joven,
Me gustaría a partir de mi propia experiencia reflexionar contigo sobre ciertas actitudes. Yo consumí mi adolescencia en experiencias desordenadas, con el deseo sexual como motor y un afecto enfermizo como brújula. Yo creía en esa época que tales prácticas serían una iniciación sin consecuencias, sin embargo aprendí a mentir y a engañar en el amor, y atrapé el sida. Un día al fin, dejé todo para intentar construir mi vida. Mi regreso a la fe católica dio sentido a mi búsqueda. Hace diez años que conozco mi enfermedad y, al mismo tiempo que la combato, doy testimonio de la belleza de la castidad y de la amistad. Aunque mi corazón y mi cuerpo permanecen marcados al rojo vivo, el perdón de Dios curó mi alma y las relaciones castas que cultivo con las mujeres me enseñaron a creer en el amor.

A nuestro alrededor reina el culto al placer y a la superficialidad. Mundo de mentiras y de soledad donde el hombre y la mujer, huérfanos de Padre al que no conocen o que han rechazado, buscan una razón de ser. Esta influencia a la cual todos estamos sometidos de una manera o de otra, se basa en la fragilidad humana abandonada a sí misma. En la adolescencia el cuerpo se transforma y la imaginación sexual despierta. La adolescente descubre su fecundidad, transformación interior de su cuerpo que un día hará de ella una mujer. Ese mismo cuerpo comienza a tomar una forma propiamente femenina que va atraer naturalmente la mirada de los hombres. La niña se convierte en una mujer y el niño en un hombre. El pudor le permite proteger la intimidad de su cuerpo que se transforma, de la mirada curiosa que puede suscitar en los chicos. Esta castidad tal vez inconsciente, es en todo caso un signo evidente de delicadeza. El joven en su adolescencia descubre su sexualidad de manera exterior a través de una genitalidad muy invasora. Como la primera imagen que la joven da de ella es su ropa, ¿cuál será el impacto sobre el joven de una pierna descubierta, de un pantalón apretado o de una blusa que deja ver el pecho ? No olvides que el joven te mira con su psicología, a una edad en que, lo que para la mujer es sólo una seducción inocente, para el hombre representa una excitación sexual. Vuestras relaciones estarán forzosamente influenciadas aunque el joven no se atreva a confesarte su debilidad. Ayúdale a elevar su espíritu y a crecer, siendo delicada con él por tu exigencia, sin tentar su enorme fragilidad.

La seducción busca atraer a toda costa la mirada del otro. También la provocación y el deseo de impresionar, pero de otra manera. ¿Provocando su mirada, estás segura de respetar su libertad ? ¿ Soportarías que él utilizara su fuerza física , que es su punto débil junto con el instinto sexual, para forzarte a que te intereses por él ? Cada uno es responsable de permitir al otro que elija libremente . Es muy triste que una mujer joven o adulta nos solicite con su cuerpo que, a pesar de su naturaleza frágil, somos capaces de mirar castamente. Si cada uno no ayuda al otro, buscando el respeto mutuo, la relación será rápidamente fuente de conflicto. Observa simplemente alrededor de ti esta sociedad donde reina la seducción, la apariencia y el egoísmo. El sufrimiento y la soledad no están lejos y la satisfacción es efímera y ridícula.

La inestabilidad afectiva y la falta de pudor actual son consecuencia de la ignorancia o de la negación de la debilidad humana y de la ausencia de una educación al pudor y a la prudencia. La belleza femenina requiere valorizarse de otra manera y no a través de un mediocre sistema de seducción carnal. Pero la moda para la ropa es a veces tan ambigua que es difícil y a veces imposible evitar la atracción de un cuerpo que se muestra ostentosamente en espectáculo. ¿Acaso lo único interesante de la mujer sea su cuerpo ? Nunca lo he pensado así pero entonces ¿ qué podemos hacer ?, ¿ resignarnos o protestar como lo hago yo ?

Por experiencia sé lo que un joven piensa al ver un cuerpo descubierto ; su pensamiento se concentra en lo que ve y corre el riesgo de no ir más allá. De alguna manera, es reducir la mujer a las formas que enseña. Hablo a menudo con jóvenes que me confían sinceramente que se sienten violentos y que nunca lo confesarán a las chicas

Pasemos a lo esencial.
Nuestra fe católica nos enseña que nuestro cuerpo es el Templo del Espíritu Santo. Vamos a confesarnos de haberle faltado al respeto a fin de recobrar la amistad de Dios volviéndonos disponibles a su gracia. Cada uno de nuestros actos visibles da testimonio de nuestra fe. No existen acciones nuestras que pertenezcan al ámbito espiritual en las que Dios tenga tutela y otras en las que deba permanecer alejado. Nuestra actitud respecto a nuestro cuerpo es una manera de expresar nuestro pensamiento. Quien se descuida o se preocupa demasiado de su apariencia deforma la imagen de la creación que Dios puso en él, apegándose excesivamente a la superficialidad, por nuestro solo provecho, frecuentemente además perdiendo la interioridad en su vida. Tal es el caso de la seducción o de la agresividad vestimentaria. Nuestro cuerpo es un instrumento que debe permitirnos realizar grandes cosas. Por eso hay que respetarlo y ser delicado con él, pues nuestra alma necesita una imagen que la valorice, y no algo que la oculte o la deforme.

Nuestro Dios no es severo ni cruel. El se encarnó, vivió nuestra condición y murió en la ignominia de la cruz para rescatarnos. Es la prueba evidente de su amor sin límite por nosotros. Desviar la voluntad en un pobre sistema de seducción, ¿no es acaso correr el riesgo de alejarse de un amor tan tierno y misericordioso ? Tal vez nunca lo habías pensado antes, o habías confundido indulgencia con complacencia.

¿ Piensas que con ir a misa, rezar un poco, o respetar ciertas reglas morales exigentes es más que suficiente ? Entiendo que el mundo es fascinante, brillante, tentador, como lo es el mal, puede brillar más que el bien, que no brilla tanto pero que es fiel a sus promesas que son de otro orden, verdadero y fecundo. Seguir el espíritu del mundo en cuestión de moda y después en cuestión de relaciones peligrosas, quien sabe, nuestra naturaleza es tan frágil, es realmente correr un gran riesgo a nivel espiritual. Dios que es siempre fiel te dice sin cesar « te amo como tú eres, hija mía », pero el joven guapo que te mira, seducido o atraído, despierta tu vanidad y tus emociones y puede hacerte perder la cabeza. Por lo tanto, en este campo también tienes que elegir, y las actitudes provocantes son una elección inconsciente. Te preciso que si doy la impresión de culpabilizar a las mujeres más que a los hombres, es porque Dios les ha confiado educar a los hombres y que, aunque el pecado original las ha reducido a un objeto de seducción, siguen teniendo como vocación ser nuestras educadoras.

Recibe esta carta como homenaje a tu vocación.

Al despertar tomo el arma de la oración para inspirar respeto y discreción. Mi vida espiritual me ha enseñado que la vida interior vale más que todo, pacifica los sentimientos y las pasiones, da sentido a la delicadeza y dispone más a Dios y a los demás, alejándolos de los obstáculos de nuestra naturaleza y de nuestra voluntad. La delicadeza para con los otros es uno de los signos del alma pacificada con la oración. Comienza de esta manera o más bien continúa, vuelve sin cesar a la oración que permite que Dios actúe en ti y te hace disponible a su amor. Deja a un lado las influencias, las tentaciones, la apariencia, y ve a lo esencial. Ahí encontrarás a Dios y tu verdadero valor. Al descubrir que eres amable y amada por lo que tú eres y como tú eres realmente, te influirá menos la seducción de aquellas personas que no se sienten a gusto en la vida. Dejarás de ser superficial cuando vuelvas a tomar el camino de la vida interior. Te deseo que tomes este camino maravilloso hacia la verdadera belleza del alma de la mujer. Belleza que necesitamos los hombres para avanzar y crecer juntos.

Carta a un fumador de marihuana

Me dirijo a ti porque yo desperdicié mi adolescencia fumando marihuana. En aquella época nadie pudo disuadirme de dejar de fumar. Fue difícil dejarlo, y conservo un recuerdo doloroso de ello : en aquella época una chica me contagió el sida. ¿Cómo ayudar a los que se drogan o a los que se sienten tentados para que no lo hagan?. Yo doy mi testimonio delante de jóvenes en las escuelas o en otros lados para hacerlos reflexionar sobre el tema. Me impresiona mucho su atención y su receptibilidad, incluso se muestran agradecidos. Saben que digo la verdad, aún los que se drogan. El hashish no resuelve nada, peor aún, impide que el fumador construya su vida. A tu alrededor ¿cuántos se fuman un porro? Los hay que se identifican con eso, se sienten valorizados por los otros fumadores, otros, que esperan impacientemente su legalización . ¡Cómo culpabilizarlos si también son víctimas como tú y yo !. Sin embargo, ¿crees tú que anestesiados por la influencia de la droga, se pueda establecer una conversación apropiada sobre ella ?

¿Porqué dejar de fumar el cannabis ? Porque nos hace totalmente dependientes ; porque la droga aniquila nuestras facultades ; porque nuestra existencia se vuelve virtual. Nos volvemos incapaces de asumir cualquier responsabilidad o de tomar decisiones libres. En resumen, ¡Es una pérdida de tiempo y de energía !¿Cuántos fumadores habituales de canabis se han hecho esclavos de él ? Es difícil reconocerlo, ya lo sé. Tomar conciencia de ello puede darnos miedo, o podemos perder nuestra autoestima. Pero también puede hacernos reaccionar. Es lo que yo espero. Para poder lograr un proyecto escolar, personal o de cualquier otro tipo, es necesario elegir la libertad en lugar de la droga. ¡Debemos actuar ! y para actuar hay que ser consciente y conocerse a sí mismo. El porro hace aún más difícil el esfuerzo, desanima y favorece la depresión. No dejes que la marihuana te gobierne. Yo, un día decidí dejarla para retomar las riendas de mi destino. Desde entonces ya no tengo miedo de vivir y soy libre.

Si nos abstenemos del canabis, podemos tomar decisiones libres, y acercarnos a los demás. Necesitas de los demás y ellos de ti para construir mutuamente un porvenir. Tus compañeros de la droga no pueden hacer nada por ti en este momento, porque de por sí no pueden con ellos mismos. ¿cómo poder amar a los demás o amarse a sí mismo cuando uno solo se soporta estando drogado ? La realidad del drogadicto es la huida y una gran soledad. La vida se aleja, se vuelve angustia, solo la olvidamos consumiendo nuestra droga. ¡Qué desperdicio de tantas vidas de jóvenes llenas de promesas !

¿Eso era lo que buscabas ? ¿qué vas a encontrar en el placer fácil , huyendo de las dificultades ? La felicidad es una realidad frágil que implica un esfuerzo continuo . Una vida digna de su nombre se basa en el amor que le da su sentido y en la verdad que orienta nuestras decisiones. Por supuesto que no consiste en huir. Sin embargo, no te culpo. Fuiste engañado por esta bella ilusión como yo. Ganarás confianza en ti mismo en este combate por la vida. Para recobrar tu dignidad donde libertad y responsabilidad caminan juntas. ¡Abandona la angustia de vivir escondido en la marihuana !.

Al dar uno lo mejor de sí, se corren riesgos. Pero date la oportunidad de descubrir la verdadera vida. Si huyes de la realidad, vas directo hacia el suicidio espiritual y humano. Renuncia a todo lo que te encadena ; no te prometo nada, pero abre los ojos y descubrirás la belleza de la vida y lo mucho que vales. A pesar de las dificultades, la alegría de dar y recibir de los demás. Esta alegría y esta paz, ninguna ilusión la puede dar. No tengas miedo, levanta tu mirada y camina hacia tu porvenir. Aprende a ver a la gente que te rodea como compañeros y no como agresores o enemigos.

El sol sale todas las mañanas para ti también. La vida es realmente bella, aprende a descubrirla y a amarla. Ella te tiende los brazos, puedes estar seguro.
Así es que, éxito en el camino. ¡Te estamos esperando !