Homilía del
Domingo del Corpus Christi, 6 de Junio de 2021
Hoy se remarca que
Jesús está realmente presente en la
Eucaristía. Y hoy la Iglesia quiere que lo celebremos de un modo más
solemne para que caigamos en la cuenta de que hay algo muy grande entre
nosotros y puede ser que no nos estemos enterando. Porque a veces tenemos
auténticos tesoros a nuestro lado y no nos damos cuenta. Caer en cuenta de que
tenemos a Jesús a nuestro lado en la Eucaristía. Y esto es muy importante
porque en este tiempo de secularización
en el que estamos viviendo y todos estamos afectados muy seriamente por esta
secularización, a veces por la increencia que pierde la fe, a veces por la
desidia que deja en el olvido, a veces por errores por la forma de ver o de
pensamiento, todos estamos sufriendo las consecuencias de este vaciamiento de
lo divino con todas las consecuencias personales, sociales y eclesiales que
ello conlleva. El racionalismo actual ha
vaciado a la fe de su contenido, y algunos dicen que lo que ha
resucitado no es la persona de Jesús, sino que lo importante es que sus ideas
están vivas, o reducen los evangelios a una simple metáfora. ¿Para qué voy a
rezar si estoy hablando solo? ¿para qué voy a hacer un sacrificio, una limosna,
un ayuno sin nadie me va a ver y esto no tiene una recompensa? Con tal que me
vean hacer las cosas que tengo que hacer y me mandan iré bien. Con tal de
cumplir con los horarios estoy tranquilo. ¿Y dónde queda Dios en todo esto? En
ningún lado. Seremos cristianos que practicamos el agnosticismo o incluso el
ateísmo. Y a veces, respecto a la Eucaristía se la quiere interpretar no como
que Jesús esté ahí, sino que es un mero símbolo, un símbolo de que tenemos que
hacer comunión entre nosotros, pero sin creer de verdad que Jesús está
realmente presente en la Eucaristía. A veces permitimos al Demonio, que usa de
este ambiente racionalista, que nos meta un gol por toda la escuadra permitiendo interpretar la fe como si fuera un
mero símbolo, olvidando que lo más importante en la fe es el acontecimiento
de la encarnación en el que Dios ha tomado nuestra carne.
La
fiesta del Corpus Christi está pensada para que no perdamos la fe, para
que no seamos como un tronco hueco, porque existe una realidad que nos
sobrepasa totalmente, que no podemos ni pesar, ni medir, ni controlar, ni
enjaular. La Biblia es un conjunto de
actas de encuentros con Dios. Cada día se acerca el Señor Jesús en la
Eucaristía y te da de su Espíritu para irte transformando, para irte
‘cristo-formando’, para que vayas entendiendo tu existencia dejándote influir
por su presencia.
Dios
te dice que tienes aprender caminando a creer en Dios. Que los únicos
criterios para poder generarnos un modo de razonar y actuar no son únicamente
lo que vemos, oímos, comemos, palpamos, gustamos y olfateamos. Que hay otros,
que son más importantes, que no pueden ser capturados por la mente, como un
aparato de radio captura la señal radiofónica o una cámara de fotos la imagen. Muchas
veces a uno le entra el miedo y las dudas pensando que es todo es fruto de la
imaginación o dela psicología personal y no digamos nada cuando encima nos está
tocando vivir acontecimientos trágicos o que nos causan gran desasosiego
interior porque no aceptamos nuestra propia historia.
Y ¿quién
nos auxilia para que podamos aprender caminando a creer en Dios? En
primer lugar, el Espíritu Santo y ese Espíritu actúa en su Iglesia, en la vida
de los hermanos, tanto en sus lágrimas como en sus gozos. Y me pueden decir, y
qué pasa si el hermano no me habla de su vida. ¿Qué sucede cuando el que tengo
al lado en el fondo es un conocido bastante desconocido? O dos cosas; o ese
desconocido bastante conocido está
interiormente muy mal y por eso no puede hacer una lectura a la luz de
la fe de su propia vida porque se encuentre en una especie de ‘rebeldía o
molesto con Dios’, con la comunidad, con la mujer o el marido, porque reniega
de su historia… o bien porque no se cree
que Dios esté haciendo obras grandes en su vida.
Y en segundo lugar quien nos auxilia para que podemos
aprender caminando a creer en Dios es la propia Comunidad cristiana, y ésta lo
hace de muchos modos, con los ecos poniendo nuestra vida siendo iluminada por
la fe, con el gozo de juntarnos para celebrar la Eucaristía participando,
alegrándonos de tener a Jesús Eucaristía con nosotros, mostrándonos ante el
Señor y ante los hermanos tal y como somos. Y si alguno juzga al hermano, el
problema lo tiene quien lo juzga, y ya sabe lo que tiene que hacer, confesarse
y reparar el daño.
Y en medio de toda esta lucha y de
todo este esfuerzo para intentar interpretar con la luz de la fe el paso del
Señor en mi vida, viene Jesucristo y nos alimenta con su Cuerpo y Sangre para
decirnos, ‘yo estoy contigo, hasta el final’.
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