sábado, 5 de junio de 2021

Homilía del Domingo del Corpus Christi 2021

 

Homilía del Domingo del Corpus Christi, 6 de Junio de 2021

               Hoy se remarca que Jesús está realmente presente en la Eucaristía. Y hoy la Iglesia quiere que lo celebremos de un modo más solemne para que caigamos en la cuenta de que hay algo muy grande entre nosotros y puede ser que no nos estemos enterando. Porque a veces tenemos auténticos tesoros a nuestro lado y no nos damos cuenta. Caer en cuenta de que tenemos a Jesús a nuestro lado en la Eucaristía. Y esto es muy importante porque en este tiempo de secularización en el que estamos viviendo y todos estamos afectados muy seriamente por esta secularización, a veces por la increencia que pierde la fe, a veces por la desidia que deja en el olvido, a veces por errores por la forma de ver o de pensamiento, todos estamos sufriendo las consecuencias de este vaciamiento de lo divino con todas las consecuencias personales, sociales y eclesiales que ello conlleva. El racionalismo actual ha vaciado a la fe de su contenido, y algunos dicen que lo que ha resucitado no es la persona de Jesús, sino que lo importante es que sus ideas están vivas, o reducen los evangelios a una simple metáfora. ¿Para qué voy a rezar si estoy hablando solo? ¿para qué voy a hacer un sacrificio, una limosna, un ayuno sin nadie me va a ver y esto no tiene una recompensa? Con tal que me vean hacer las cosas que tengo que hacer y me mandan iré bien. Con tal de cumplir con los horarios estoy tranquilo. ¿Y dónde queda Dios en todo esto? En ningún lado. Seremos cristianos que practicamos el agnosticismo o incluso el ateísmo. Y a veces, respecto a la Eucaristía se la quiere interpretar no como que Jesús esté ahí, sino que es un mero símbolo, un símbolo de que tenemos que hacer comunión entre nosotros, pero sin creer de verdad que Jesús está realmente presente en la Eucaristía. A veces permitimos al Demonio, que usa de este ambiente racionalista, que nos meta un gol por toda la escuadra permitiendo interpretar la fe como si fuera un mero símbolo, olvidando que lo más importante en la fe es el acontecimiento de la encarnación en el que Dios ha tomado nuestra carne.

            La fiesta del Corpus Christi está pensada para que no perdamos la fe, para que no seamos como un tronco hueco, porque existe una realidad que nos sobrepasa totalmente, que no podemos ni pesar, ni medir, ni controlar, ni enjaular. La Biblia es un conjunto de actas de encuentros con Dios. Cada día se acerca el Señor Jesús en la Eucaristía y te da de su Espíritu para irte transformando, para irte ‘cristo-formando’, para que vayas entendiendo tu existencia dejándote influir por su presencia.

            Dios te dice que tienes aprender caminando a creer en Dios. Que los únicos criterios para poder generarnos un modo de razonar y actuar no son únicamente lo que vemos, oímos, comemos, palpamos, gustamos y olfateamos. Que hay otros, que son más importantes, que no pueden ser capturados por la mente, como un aparato de radio captura la señal radiofónica o una cámara de fotos la imagen. Muchas veces a uno le entra el miedo y las dudas pensando que es todo es fruto de la imaginación o dela psicología personal y no digamos nada cuando encima nos está tocando vivir acontecimientos trágicos o que nos causan gran desasosiego interior porque no aceptamos nuestra propia historia.

            Y ¿quién nos auxilia para que podamos aprender caminando a creer en Dios? En primer lugar, el Espíritu Santo y ese Espíritu actúa en su Iglesia, en la vida de los hermanos, tanto en sus lágrimas como en sus gozos. Y me pueden decir, y qué pasa si el hermano no me habla de su vida. ¿Qué sucede cuando el que tengo al lado en el fondo es un conocido bastante desconocido? O dos cosas; o ese desconocido bastante conocido está interiormente muy mal y por eso no puede hacer una lectura a la luz de la fe de su propia vida porque se encuentre en una especie de ‘rebeldía o molesto con Dios’, con la comunidad, con la mujer o el marido, porque reniega de su historia… o bien porque no se cree que Dios esté haciendo obras grandes en su vida.

Y en segundo lugar quien nos auxilia para que podemos aprender caminando a creer en Dios es la propia Comunidad cristiana, y ésta lo hace de muchos modos, con los ecos poniendo nuestra vida siendo iluminada por la fe, con el gozo de juntarnos para celebrar la Eucaristía participando, alegrándonos de tener a Jesús Eucaristía con nosotros, mostrándonos ante el Señor y ante los hermanos tal y como somos. Y si alguno juzga al hermano, el problema lo tiene quien lo juzga, y ya sabe lo que tiene que hacer, confesarse y reparar el daño.

            Y en medio de toda esta lucha y de todo este esfuerzo para intentar interpretar con la luz de la fe el paso del Señor en mi vida, viene Jesucristo y nos alimenta con su Cuerpo y Sangre para decirnos, ‘yo estoy contigo, hasta el final’.

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