sábado, 19 de junio de 2021

Homilía del Domingo XII del Tiempo Ordinario, ciclo b

Domingo XII del tiempo ordinario, ciclo b

20 de Junio de 2021                      

 

            Hoy en el Evangelio de San Marcos [Mc 4, 35-41] se nos narra ese episodio en el que los discípulos están con la barca en medio de una fuerte tempestad, pasándolo muy mal, mientras que Jesús, sorprendentemente estaba dormido en la popa de la barca. Los discípulos no pueden llegar a entender cómo Jesús puede estar dormido en esta difícil circunstancia. Los discípulos le despiertan y Jesús calma la tempestad y les reprende. Y les reprende diciéndoles: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?».  

            Este evangelio nos plantea para que cada  uno se pregunte sobre su confianza en el corazón del Señor en medio de las dificultades, de la existencia. La confianza en Dios en medio de las dificultades es un indicativo muy práctico para comprobar si nuestro amor a Dios, si nuestro dejarnos querer por Dios es verdadero o es teórico. Este evangelio está subrayando esa reprensión, cariñosa pero intensa que hace Jesús a los suyos, ya que ellos pensaban que Dios no les estaba sosteniendo y que Dios no estaba cuidando de ellos. Es una llamada a que crezcamos en la confianza y en la providencia.

            Es que resulta que nuestras angustias, nuestros miedos no son sólo estados psicológicos, sino también indicativos de nuestra falta de fe y de nuestra falta de esperanza y de falta de amor. Cuando uno cede ante el miedo es una falta de confianza y de amor a Dios.

            Les voy a contar una anécdota que sucedió, hace ya algún tiempo, en un hospital cerca de aquí. Un niño tenía que ser operado del corazón y la operación era considerada de alto riesgo. El niño, cuando iba a ser intervenido quirúrgicamente estaba tranquilo. A los dos días, cuando ya estaba en planta, las enfermeras le decían que se había comportado como un valiente, como todo un campeón y le preguntan al pequeño si había tenido miedo de la operación. A lo que el niño les respondió: «no he tenido miedo, porque mi papá es el médico que me ha operado y estaba conmigo».  La aplicación práctica que saco de esta anécdota es la contraria, dada la vuelta, de la angustia que sintieron los discípulos en aquella barca fuertemente zarandeada por el viento y la olas viendo a Jesús dormido, sin embargo este niño tenía la confianza de que su padre llevaba perfectamente esa situación, que esa situación estaba controlada por su padre. Por lo tanto forma parte de nuestra espiritualidad la confianza en la providencia de Dios. Es esa confianza en Dios que sabemos que todo resulta para bien para los que confían en el Señor. El salterio dice: «No duerme ni descansa el guardián de Israel». Dios no duerme, Dios siempre vela, nos cuida. «No duerme ni descansa el guardián de Israel»; así rezan los salmos.  Muchas veces parece que Dios está dormido, pero está pensando en ti y vela  y cuida de ti.

            El evangelio de hoy es una llamada a que cada uno de nosotros, en este mes dedicado al Corazón de Jesús, aprendamos a decir en verdad, y no como una frase hecha, no como una jaculatoria vacía de contenido: «Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío», en tus manos está mi vida, sé que está en buenas manos. 

No hay comentarios: