domingo, 14 de agosto de 2016

Homilía de la Asunción de la Virgen María 2016

LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA                                15 de agosto de 2016
            Dios actúa desde el silencio y el recogimiento. La acción de Dios se localiza 'en lo interior', 'en los tuétanos del alma'. Su comunicación personal afecta al hombre en su interior y le afecta. Este contacto diario con el Señor ordena nuestro entendimiento y fortalece nuestra voluntad ya que el Señor empieza a encender la chimenea para que en torno a ese fuego de amor vivo vayamos captando cómo su presencia es un regalo para nuestra alma.
            El gozo interior que produce esta comunicación de Dios con cada uno en particular genera una percepción nueva de las cosas. Las cosas son como han sido siempre: ese pan duro del día anterior, donde uno se llega a preguntar ¿para cuándo el pan reciente?; ese hermano reguñón y mal humorado que tiene cierto parecido al perro de unos vecinos de mi pueblo cuando me acerco a su valla; los pies del compañero que atufan hasta el mismo pasillo; el comensal con el que compartes mesa para comer que siempre se echa más comida de la cuenta dejando con una ración escasa para uno y por mucho que se lo digas, uno llega a la conclusión que el pobre no da más de sí; y no hablemos del que aún debiéndote dinero te sigue pidiendo y uno, por lo pesado que se llega a poner, se lo termina dando. Y el contacto con el Señor ayudan a la voluntad para captar aquellas cosas que, aun pasando desapercibidas por nuestros sentidos y por lo que es lo inmediato, sin embargo Dios se nos quiere comunicar.
            Cuando uno abraza este modo de entender la vida, estando disfrutando de la presencia de Jesucristo, desea profundizar en esas reglas de amistad con el Señor, va afinando el oído a sus insinuaciones y tiene el corazón enamorado deseando estar con Él y disfrutar de su presencia amorosa. Las cosas antes parecían que solo podían ser de una manera, la que uno mismo proponía y pocas opciones se nos aparecían ante nuestros ojos para hacer frente a las diversas situaciones, delicadas o no, que se nos presentaban. Ahora con Cristo es distinto. Donde antes sólo había un tabique grueso de adobes, ahora se ha abierto un gran ventanal por donde entra la claridad y se ventila la habitación. Ahora es cuando surgen nuevas formas de pensar y de afrontar la realidad que se nos presenta, porque Cristo abre nuestro entendimiento y fortalece la voluntad al mostrarnos que Él actúa cuando se le deja. Si el hombre se deja ayudar y se rinde ante Jesucristo y responde con generosidad, se iniciará y se adentrará en una historia apasionante de amor. Dios nos elige para ser sus amigos fuertes y mencionada fortaleza se pondrá en acción cuando el peso de la prueba se acentúe y tengamos más dolores que consuelos en esta vida.

            La Santísima Virgen María fue la gran confidente de Dios. El alma pura, de diálogo fluido y constante, diálogo constructivo y oportuno que mantenido con el mismo Dios ha sabido y permanece orientando a todos sus hermanos hacia Cristo salvador. Ella también fue probada en aquellos tiempos de arideces, en aquella Nazaret, en aquel Belén, en aquel Egipto, en aquel Jerusalén. Y a pesar de ese aparente silencio de Dios ella siempre le confesó y le amó con toda la intensidad y dulzura de su maternal corazón. 

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