domingo, 13 de abril de 2014

Homilía del DOMINGO DE RAMOS 2014


DOMINGO DE RAMOS, 2014

            Hermanos, estamos llamados a ir al encuentro de las almas. Muchos hermanos nuestros carecen de referentes en su vivir, no encuentran modelos de conducta que les genere un interrogante serio y crucial. En una sociedad como la nuestra se nos presenta el estar atado a las cosas y el acumular riquezas como una liberación y el desenfreno de los deseos más primarios como algo natural y bueno. En una sociedad como la nuestra todo esto genera un socavón y una herida de dimensiones muy preocupantes. La maldad ha adquirido carta de ciudadanía y 'campa a sus anchas' en muchas de las conciencias. No olvidemos que Jesucristo ha venido a liberarnos de la esclavitud del pecado, y resulta cosa de necios, volvernos a atar con los mismos grilletes que Cristo mismo ya nos había quitado. Nos confunden identificando el bien con el derecho a la mujer a abortar; nos confunden identificando el bien con el disfrutar del propio cuerpo sin limitaciones; nos confunden identificando el bien con el adoctrinamiento ideológico que sufren nuestros jóvenes en los institutos y en las universidades; nos confunden identificando el bien con el usar de la otra persona a tu antojo; nos confunden identificando el bien con el derecho a que dos homosexuales realicen un acto jurídico de unión y que a eso lo llamen 'matrimonio'; nos confunde de mil y una forma llegando a deformar las conciencias cristianas.

            El profeta Isaías nos dice el Señor «cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados». Y lo que vamos a escuchar no nos a gustar, nos va a incomodar; nos generará malestar porque nos habla de exigencia, de esfuerzo, de renuncia, de que cada cual cargue con la cruz y que sigamos a Cristo. El pecado nos ha adormilado y nos creemos con el derecho a hacer lo que ‘nos venga en gana’ dejándonos guiar en nuestro vivir por las corrientes e inspiraciones mundanas. Sin embargo, el Señor haciendo un serio ejercicio de paciencia con cada uno nos dice que ‘le escuchemos’. Y cuando uno escucha la voz de Dios descubre que lo que antes se consideraba como bueno y deseable se constituye en algo odioso y aborrecible. Para el cristiano, ir adelante, el progresar significa abajarse. Si no aprendemos esta regla cristiana, nunca seremos capaces de entender el verdadero mensaje de Jesús sobre el poder. El mundo ‘nos mete por los ojos’ su mensaje seductor, y Cristo nos desenmascara manifestándonos que vivir así la vida es una auténtica estafa. Nos enseña el Papa Francisco en una de sus homilías en Santa Marta que «el que ama da su vida como don; mientras que el egoísta cuida su vida y crece en este egoísmo, hasta volverse un traidor, pero siempre solo».

            Lo nuestro es salir al encuentro de las almas, anunciar a Cristo como la VERDAD que da sólido fundamento a todos aquellos que deseen estar con Él. 

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