DOMINGO DE RAMOS, 2014
Hermanos,
estamos llamados a ir al encuentro de las almas.
Muchos hermanos nuestros carecen de referentes en su vivir, no encuentran
modelos de conducta que les genere un interrogante serio y crucial. En una
sociedad como la nuestra se nos presenta el estar atado a las cosas y el
acumular riquezas como una liberación y el desenfreno de los deseos más
primarios como algo natural y bueno. En una sociedad como la nuestra todo esto
genera un socavón y una herida de dimensiones muy preocupantes. La maldad ha
adquirido carta de ciudadanía y 'campa a sus anchas' en muchas de las
conciencias. No olvidemos que Jesucristo ha venido a liberarnos de la
esclavitud del pecado, y resulta cosa de necios, volvernos a atar con los
mismos grilletes que Cristo mismo ya nos había quitado. Nos confunden
identificando el bien con el derecho a la mujer a abortar; nos confunden
identificando el bien con el disfrutar del propio cuerpo sin limitaciones; nos
confunden identificando el bien con el adoctrinamiento ideológico que sufren
nuestros jóvenes en los institutos y en las universidades; nos confunden
identificando el bien con el usar de la otra persona a tu antojo; nos confunden
identificando el bien con el derecho a que dos homosexuales realicen un acto
jurídico de unión y que a eso lo llamen 'matrimonio'; nos confunde de mil y una
forma llegando a deformar las conciencias cristianas.
El
profeta Isaías nos dice el Señor «cada mañana me espabila el oído, para que
escuche como los iniciados». Y lo que vamos a escuchar no nos a gustar, nos
va a incomodar; nos generará malestar porque nos habla de exigencia, de
esfuerzo, de renuncia, de que cada cual cargue con la cruz y que sigamos a
Cristo. El pecado nos ha adormilado y nos creemos con el derecho a hacer lo que
‘nos venga en gana’ dejándonos guiar en nuestro vivir por las corrientes e inspiraciones
mundanas. Sin embargo, el Señor haciendo un serio ejercicio de paciencia con
cada uno nos dice que ‘le escuchemos’. Y cuando uno escucha la voz de Dios
descubre que lo que antes se consideraba como bueno y deseable se constituye en
algo odioso y aborrecible. Para el cristiano, ir adelante, el progresar
significa abajarse. Si no aprendemos esta regla cristiana, nunca seremos
capaces de entender el verdadero mensaje de Jesús sobre el poder. El mundo ‘nos
mete por los ojos’ su mensaje seductor, y Cristo nos desenmascara
manifestándonos que vivir así la vida es una auténtica estafa. Nos enseña el
Papa Francisco en una de sus homilías en Santa Marta que «el que ama da su vida como don; mientras que el egoísta
cuida su vida y crece en este egoísmo, hasta volverse un traidor, pero siempre
solo».
Lo
nuestro es salir al encuentro de las almas, anunciar a Cristo como la VERDAD
que da sólido fundamento a todos aquellos que deseen estar con Él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario