domingo, 30 de diciembre de 2012

Homilía del domingo de Santa María Madre de Dios, 1 de enero de 2013



SANTA MARÍA MADRE DE DIOS, 1 de enero de 2013
            En estos días de Navidad, cuando las calles están engalanadas de lucecitas de colores, el Nacimiento está representado en la plaza mayor de nuestras ciudades, los comercios abiertos hasta tarde para atender a los clientes y el ambiente festivo acompañado con los villancicos…hay personas que tiradas por el suelo, mendigan. Muchas son las familias que jamás creyeron verse en la necesidad de llamar a las puertas de Cáritas para poder ofrecer un plato de alubias a sus hijos. Todo lo que tenían lo han perdido y la suerte se ha tornado en desgracia. Y oirán los buenos deseos que nos damos los unos a los otros cuando nos deseamos el feliz año. Realmente cuando la angustia se ha apoderado del corazón el sufrimiento impide afrontar las jornadas con valentía. Y no nos olvidemos de todas aquellas familias que durante el año pasado han estado sufriendo en sus carnes la enfermedad de un ser querido, las noches largas de hospital, la despedida de la persona amada con la firme seguridad de recuperarla en la otra vida. Tampoco olvidemos la tensión acumulada por el miedo a ser despedido del puesto de trabajo ni aquellos que han engrosado las filas del paro. Y en medio de todo este barullo donde el pesimismo parece ser lo reinante brota una bendición: «El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te conceda la paz». Dios nos responde con su bendición.
            Para afrontar este nuevo año contamos con la gracia de Dios y el poder de Cristo resucitado. Nadie sabe lo que este año nos va a aguardar solo sabemos que tenemos garantizado una cosa: Que somos muy importantes para Dios. Sin embargo nosotros, con pena lo digo, no damos la importancia necesaria a Dios. Necesitamos que vuelva a ser normal que los cristianos dediquen el domingo a celebrar y alimentar su fe. Los presentes echamos de menos a los que están ausentes en la asamblea litúrgica, ya que su presencia es un valioso regalo del que nos vemos privados. Necesitamos que las familias cristianas sean hogar de amor y de vida. Necesitamos que los tiempos litúrgicos marquen realmente nuestra vida, que las comunidades cristianas sean centros de acogimiento y de ayuda para todos; que los unos recemos por los otros y nadie quede privado de esa oración; es decir, que los cristianos seamos capaces de irradiar a los demás el amor que previamente hemos recibido de lo alto: de este modo nos constituiremos en bendición para los demás.
            Si creemos en la soberanía de Dios y en el señorío de Jesucristo y de que estamos necesitamos de su divina presencia todos nosotros estamos llamados a reorientar todos y cada uno de los aspectos y facetas de nuestra vida hacia Él. Los pastores se fiaron totalmente del anuncio del ángel y fueron corriendo al encuentro de ese Niño que estaba acostado en el pesebre. Ya va siendo hora de entender que ser cristiano y manifestarse públicamente como cristiano, defendiendo los valores cristianos no es ser un autoritario, ni un tirano ni una amenaza. No tenemos que estar acomplejados de creer lo que creemos y de defender lo que defendemos. Si reavivamos la fe de los corazones y nos renovamos espiritualmente en Cristo iremos, poco a poco ejerciendo esa influencia enriquecedora que nace del encuentro con el Señor y que es fuente de bendición para todos aquellos que la quieran acoger. ¡Que el Señor nos bendiga y nos proteja!

sábado, 29 de diciembre de 2012

Homilía del domingo de la Sagrada Familia 2012



SAGRADA FAMILIA 2012
            Hermanos, vivimos una dura situación de enfriamiento religioso. Es cierto que en momentos puntuales parece que vuelven a aparecer brotes de religiosidad, sin embargo parece prevalecer la increencia y lo que resulte más cómodo. No podemos sentirnos tranquilos de conciencia  sino buscamos con sinceridad lo que Dios quiere de nosotros en estos momentos. Es que resulta que Dios nos llama a una vivencia intensa de la fe con todas las consecuencias; Dios nos llama a la conversión y a una movilización apostólica y misionera bien pensada y ejecutada. No podemos dudar de la asistencia de Dios, no podemos dudar de la fuerza del Evangelio ni de la asistencia del Espíritu Santo, no tenemos razones para desoír la llamada de Dios anclándonos en nuestras cómodas rutinas.
            Esta parroquia, y la de allá y aquella más lejana… necesitamos vivir con el fervor y la intrepidez, con atrevimiento, con audacia, con valentía apostólica. Cada uno de los presentes se encuentra en un punto determinado en su proceso de fe, más aquellos que estén adelantados en mencionado proceso debe de ser portavoz del Evangelio para que los demás reconozcan a Cristo Jesús como el verdadero camino de la humanidad auténtica, que es libertad, que es esperanza, que es amor. El Apóstol San Pablo cuando escribe a los Colosenses les dice: «la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente».
            No podemos seguir con el conformismo rutinario de siempre. No podemos resignarnos a ser desplazados por el laicismo. Sería una gran desgracia para todos.
Esa hostilidad o indiferencia contra la religión no puede ser la vencedora. Dios nos está pidiendo una reacción fuerte, la reacción de la responsabilidad y de la conversión, la reacción de la autenticidad, la reacción del convencimiento, la reacción de la rebeldía contra el avance del mal. Y como dice San Pablo: «Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de Él». Esta sociedad nuestra es muy reacia a la palabra de Dios y estima muy poco la autoridad moral de la Iglesia. Por eso, hermanos es preciso que el testimonio paciente y elocuente de los cristianos llame la atención de las muchas personas de buena voluntad que viven ahora al margen de la fe y cautivos de la cultura dominante. ¿Cómo podemos trasmitir a las jóvenes generaciones que ser cristiano es un regalo gozoso sino nos dejamos llevar por ese renacimiento general de entusiasmo de los cristianos? Yo como presbítero y todos aquellos que respondemos al Señor en la vocación del sacerdocio ministerial, a través del sacramento de la penitencia o a través del diálogo pastoral, haciendo presente a Cristo en la Eucaristía y en resto de los sacramentos… nos mostramos dispuestos a guiar a las personas por el camino del Evangelio, a alentarlas en sus esfuerzos, a levantarlas si se han caído y asistirlas siempre con discreción y disponibilidad. ¡Este es el cometido del presbítero!. Y todo esto es porque como dice el Apóstol «somos el pueblo elegido de Dios».
            Y nuestro objetivo es buscar a Jesucristo, tal y como hicieron la Santísima Virgen y San José por aquellas fiestas de Pascua en el Templo de Jerusalén. Así sea.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Homilía de Navidad, 25 de diciembre de 2012, ciclo c



NAVIDAD, 25 DE DICIEMBRE 2012, CICLO C
« ¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: "¡Tu Dios es rey!"». Con estas palabras cargadas de agradecimiento empezaba la lectura del profeta Isaías. Y hermanos, para ser portadores de la Buena Noticia de la salvación debemos adentrarnos en un proceso de renovación espiritual, de conversión personal al Evangelio de Jesucristo. Adentrarnos en un proceso de anuncio fiel y directo del Evangelio de Dios para que, poco a poco, con la ayuda del Espíritu Santo, vayamos entretejiendo en la vida real y concreta un ambiente espiritual en donde la Palabra de Jesucristo tenga cabida en el ámbito del hogar. Los padres y las madres como agentes educativos fundamentales han de saber trasmitir a sus hijos la importancia, el peso específico que tiene Jesucristo en su vida. Jesucristo no es alguien que esté acaparado por los presbíteros, sino que todos debemos aproximarnos a su divina persona para luego afrontar los retos diarios atendiendo a sus enseñanzas. Dicho con otras palabras: Es preciso que tanto tú como yo nos movamos dentro de una dinámica de amor sobrenatural y en la firme esperanza en la vida eterna. Es así como empezaremos a renovar y a crear una cultura cristiana, de la cual no podemos renunciar ‘ni tirar la toalla’. Y esa cultura cristiana tiene que ser la nota dominante en todos los aspectos del vivir, empezando por el tiempo libre, siguiendo por las relaciones de noviazgo, pasando por el matrimonio y la familia, atravesando las relaciones entre los amigos, teniendo en cuenta el trabajo y terminando en cualquier otro aspecto personal. Y todo esto porque «Jesucristo sostiene todas las cosas con su palabra poderosa» tal y como nos dice la Carta a los Hebreos.
Esta cultura cristiana, la cual la tenemos como asignatura pendiente pero que hay que afrontar,…esta creación cultural comienza en la misma vida interior de la Iglesia, en la oración, en la celebración viva de la Eucaristía, en la piedad familiar y en la educación religiosa de los jóvenes. Convencidos de lo que aporta Jesucristo en nuestros hogares, iremos cambiando las realidades para que Cristo sea el Alfa y la Omega, el principio que inspira y la finalidad que persigue todas las cosas que uno lleve a cabo.
Quien quiera de verdad anunciar seriamente el Reino de Dios, quien desee hacer apostolado auténtico tiene que empezar viviendo con Jesús y como Jesús. Es preciso separarse del barullo de la gente, ‘mantener una distancia de seguridad’ para meterse en la intimidad con Dios, y a la vez volcado enteramente en las necesidades de los hermanos, plenamente entregado en la misión suprema de trasmitir esa experiencia de lo divino que uno previamente ha adquirido en ese trato íntimo con el Señor; porque el Señor es el origen y garantía de la vida y de la felicidad.
Cristo es el Verbo. Cristo es Palabra y «la Palabra es la luz verdadera, que alumbra a todo hombre». Estemos al lado de Cristo; aprendamos a renovar en su presencia nuestro espíritu; rindámonos ante sus pies; adentrémonos en esa dinámica de amor sobrenatural; remanguémonos para crear la cultura cristiana; recostemos nuestras cabezas sobre su pecho, como lo hijo San Juan, para adquirir ese trato tan necesario e íntimo con el Señor. Así sea.  

Homilía del cuarto domingo de adviento, ciclo c



CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO, CICLO C

            En nuestro pueblo hay muchos valores cristianos y muchas personas que viven fervorosamente su fe. Y yo como presbítero, doy gracias a Dios por ello. Sin embargo, no estamos todos los que somos. Hay hermanos nuestros, jóvenes y adultos para los que la fe en Jesucristo cada vez significa menos. Personas, con comportamientos muy diversos que viven alejados de cualquier referencia religiosa, sin contar con Dios en su vida y sin tener en cuenta la promesa de la vida eterna. Esto es un motivo muy serio de grave preocupación.
            La gente siente, piensa y vive de otra manera. Es como si el influjo de lo religioso no influyese. El modo de cómo los creyentes expresaban su fe en el pasado ahora ya no cuadra, no encaja, no es atrayente ni convincente a los cristianos jóvenes o de mediana edad de ahora. La religión no aparece como algo importante para la vida real. Permítanme esta comparación: La vida de fe que cada uno podamos tener se asemeja a las vigas de madera de las casas. Una viga sana, bien cuidada es garantía de sujeción. Mas si esa viga está poblada de termitas que han ido quedando hueco su interior, llegará un momento y no tardando, que la ruina de esa casa se haga bien patente. Son muchas las veces que he tenido que escuchar la tan famosa como desafortunada sentencia que dice: «La Misa y el pimiento son de poco alimento». Sucede que la fe se debilita, y como consecuencia esa fe en Cristo ya no se tiene en cuenta ni en las decisiones, ni en las convicciones ni en la manera de vivir. Dicho con otras palabras: volvemos a arrinconar a Jesucristo tal y como hicieron hace más de dos mil años en Belén cuando tuvo que nacer a las afueras del pueblo arrinconado en aquel pobre y mal oliente pesebre porque no había sitio para Él en la posada. Ahora entienden ustedes como debemos hacer nuestra esa súplica honda del salmista cuando clama: «OH DIOS, RESTÁURANOS, QUE BRILLE TU ROSTRO Y NOS SALVE».
            Si existiese algún escáner o resonancia magnética que nos permitiese adentrarnos en la profundidad de nuestra espiritualidad y poder comprobar el estado real de nuestro interior más profundo nos percataríamos de que estamos dislocados, espiritualmente descoyuntados. Por una parte creemos en Dios y en Jesucristo, queremos vivir en conformidad con esta fe; pero por otra parte vivimos dentro de una cultura donde Dios está siendo borrado de la escena social. Todos nos damos cuenta cómo se está imponiendo nuevas formas de pensar, muchas de ellas ajenas a nuestra fe. A pesar de todo esto, Dios se sigue haciendo presente en aquellos que le quieran acoger.  
            Si se han dado cuenta, hoy Santa María y Santa Isabel, ambas agraciadas por el don del Espíritu Santo muestran entre ellas una sintonía total. Se manifiesta una relación tan fortalecida que va más allá de los lazos de la carne y de la sangre. Es fuerza del Señor la que se está manifestando de un modo poderoso entre estas dos santas mujeres. Es Cristo Jesús quien las está uniendo en un lazo espiritual. Aquella época tenía sus dificultades y estaban sometidos a otras particulares tiranías ideológicas, sociales o de comportamientos, tal y como hoy también nos sucede. También había mucha gente que sentía, pensaba y vivía de otra manera al margen de Dios, no dejándose influir por lo religioso; sin embargo nunca podrán acallar la voz de Jesucristo porque estaremos nosotros siempre expectantes a escucharla. Así sea.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Homilía del tercer domingo de adviento, ciclo c



DOMINGO TERCERO DE ADVIENTO, CICLO C
            La espiritualidad del Adviento es la espiritualidad de toda la vida, que consiste en prepararse para el encuentro. La Iglesia, que es madre y maestra, pretende poner al rojo vivo los corazones, los deseos, disponer para un encuentro con Jesucristo. Es Dios mismo quien baja del Cielo para hacerse hombre y así salir a tu encuentro, es más, te viene a buscar. Otra cosa es que nosotros estemos preparados, otra cosa es que nos hayamos enterado. Es que quizá, tal vez, no hayamos conseguido las disposiciones interiores necesarias para captar el timbre de su voz, el sentido de las palabras de Jesucristo, la trascendencia del momento que se aproxima. Pueda ser que creamos que no estamos heridos por el pecado o que nuestra alma no sufre de lepra espiritual.  Yo no sé ustedes, pero yo sí que necesito de cuidados, de salvación y de purificación espiritual.
            ¿Ustedes no han oído alguna vez esa famosa expresión de ‘yo no tengo pecados porque no mato, ni robo ni me acuesto con malas mujeres’? Y lo curioso es que ‘se quedan tan frescos’ convencidos que tendrán una fiesta de bienvenida por todo lo alto en el cielo tan pronto como mueran.  Estas personas son como adobes y espiritualmente asilvestrados. ¿Dónde queda la finura en el trato con el Señor? ¿Dónde queda la exigencia espiritual? ¿Dónde queda la lucha contra el pecado? ¿En qué lugar hemos dejado arrinconado a Jesucristo? Manifestar que uno no tiene pecado es un acto de soberbia ya que se cierra a la misericordia de Dios y no siente la necesidad de acudir al médico de las almas para que las heridas sean cicatrizadas. Es que resulta que yo y tú y él,….todos nosotros hemos sido rescatados por Dios y constantemente nosotros debemos ser asistidos por la gracia venida desde lo Alto. La Palabra de Dios ha de ser guardada en nuestros corazones y recordada en nuestras mentes y pronunciada por nuestros labios. Reconocido el pecado podemos avanzar hacia Cristo Jesús. Acogida la Palabra Revelada permitimos que la luz de Dios alumbre nuestros pasos.
            Les voy a poner un breve ejemplo: Cuando el fuego se acerca al leño, en primer lugar lo ilumina, lo alumbra y lo aviva. Esta fase es cuando uno descubre que Alguien, que es Dios, está presente de modo misterioso en la oración y en los sacramentos… por lo menos uno lo va intuyendo. Si el fuego se aproxima más al leño, en un primer momento los efectos son aparentemente inversos: en contacto con la llama, el leño comienza a oscurecer, a despedir humo, a oler mal y a desprender brea y otras sustancias desagradables. Es decir, cuando uno en su vida espiritual, a la luz de la Palabra revelada, esforzándose por la permanencia en el estado de gracia y fortalecido por los sacramentos, sobre todo el de la confesión, va experimentando su propia miseria, pecado y absoluta impureza. Es una etapa dura pero necesaria. Mas si ese leño está en contacto directo y prolongado con esa llama, con ese fuego, terminará siendo trasformado en fuego. Es cuando el alma, en contacto con el fuego divino se purifica, se abrasa en su totalidad y se ve fortalecida en la caridad, ese es el fuego que Jesús ha venido a traer a la tierra.
            Nos hemos encontrado en el Evangelio que una serie de personas se acercan a Jesús para preguntarle eso de « ¿qué hacemos?»  «¿qué hacemos nosotros?». Estas personas piensan que seguir a Jesucristo consiste en hacer cosas, en asistir al culto, en cumplir con lo mandado… y es que resulta que seguir a Cristo es dejarse quemar espiritualmente en su presencia, tal y como le sucede al leño y una vez que uno esté abrasado en ese amor….dejarnos conducir por lo que nos indica las palabras del Apóstol San Pablo: «Que la paz de Dios custodie vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús». 

jueves, 6 de diciembre de 2012

Homilía del segundo domingo de Adviento, ciclo C



DOMINGO SEGUNDO DE ADVIENTO, CICLO C                                                  (9 de diciembre 2012)
            Hermanos, estamos ahora en la Iglesia porque necesitamos ser evangelizados, porque sentimos la necesidad de escuchar lo que Dios quiere decirnos. Es Dios quien tiene la iniciativa para salvarte; «Él es quien nos arrancó del poder de las tinieblas, y quien nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, de quien nos viene la liberación y el perdón de los pecados», bien claro nos lo hace saber el Apóstol Pablo (1 Cor 13-14).
            La visión cristiana de la vida valora ante todo la conversión del corazón, la completa docilidad a la gracia y la iniciativa de Dios. Necesitamos ser evangelizados. Tenemos que estar seguros de que los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, los mayores y también los jóvenes de ahora, están hechos para Dios, pueden y necesitan escuchar el Evangelio de Jesucristo, llevan dentro la capacidad y la necesidad de Dios, están siendo trabajados por el Espíritu Santo, van a tener sus momentos de gracia, y necesitan la ayuda de sus hermanos para recibir el Evangelio de Jesús en el cual está el secreto de su vida, de su felicidad y de su salvación. El secreto de su vida, de su felicidad y de su salvación no está en el dinero, ni en las litronas, ni cubatas, ni en la droga, ni tampoco en las diversiones hasta altas horas de la madrugada, ni tampoco el estar con una chica o un chico de cualquier modo indecente. Tampoco está el secreto ni en las infidelidades conyugales ni en el intentar sobresalir para aparentar lo que uno no es en realidad. El secreto de su vida, de su felicidad y de su salvación tiene un nombre: JESUCRISTO. El salmo 125 claramente nos lo hace saber: «El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres».
            San Pablo quiere que aquellos que amamos al Señor seamos colaboradores en la obra del Evangelio. Es que resulta que la fe cristiana influye en nuestra manera de ver el mundo, en la idea que tenemos de nosotros mismos y de nuestra existencia en el mundo, en el modo de situarnos y desenvolvernos en la realidad, en nuestras relaciones con las cosas, y sobre todo con las personas con las que realmente convivimos día a día. ¿La fe influye en todo esto?, ¡pues claro que influye! Y san Pablo nos comenta «que el que ha inaugurado entre vosotros una empresa buena, la llevará adelante hasta el Día de Cristo Jesús». Que esto de la fe no nace del propio cuerpo ni de nuestra mente, sino que se nos da de lo alto, para ser santos como Dios es santo. Como dice el libro de Baruc para despojarnos del vestido de luto y aflicción que es el pecado corrosivo y vestirnos de las galas perpetuas de la gloria de Dios que es la vida de gracia.
            De la fe nacen unos modelos de comportamiento especialmente arraigados y firmes, la valoración y el respeto por los demás como hijos de Dios, una manera bien definida de entender y realizar el matrimonio y la vida familiar, el modo de interpretar y de vivir los momentos decisivos de la salud y la enfermedad, del nacimiento y de la muerte.
            Cuando Juan el Bautista nos está gritando en el desierto «preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale», nos está exhortando Juan el Bautista a que sintamos la urgente necesidad de ser evangelizados para que todas nuestros pensamientos y acciones tengan como fundamento y como fin al mismo Dios.  

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA, 2012



SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA, 2012
            La Palabra proclamada ante esta asamblea cristiana tiene como pretensión que tú y yo entremos en una crisis de conversión. Que entremos en crisis total, ya que nuestras esperanzas y aquellas cosas en las que tenemos depositado el corazón deben de desaparecer. Cristo en el centro y todo lo demás en el lugar en el que Cristo lo quiera poner. La Palabra pone ‘en tela de juicio’ nuestros comportamientos y motivaciones. ¿A ustedes les gusta que alguien o algo pongan ‘en tela de juicio’ sus planteamientos o sus motivaciones? ¿a ustedes les asentaría bien que viniese alguien y empezase ha hacer un examen severo de toda sus valores, de todos sus principios así como de todas sus creencias? A mí a título personal no me haría ni una pizca de gracia. Sin embargo si es la Palabra de Dios quien pone ‘en tela de juicio’ mi concepción de la vida, yo, sin dudarlo, me rindo sin condiciones ante la presencia deL TODOPODEROSO, y que Él haga de mí lo que quiera, sea lo que sea y yo le daré las gracias. Ya lo dice el salmo 126, «Si el Señor no construye la casa, en vano se afanan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigila el centinela». Porque «nuestro auxilio es el Señor que hizo el cielo y la tierra».
            En el capítulo tres del libro del Génesis, donde se nos relata el pecado de nuestros primeros padres nos narra una catequesis para pecar. El Demonio instruye al hombre sobre cómo pecar, sobre cómo adentrarse en la oscuridad alejándose del amor de Dios. Y seamos claros: ¡La catequesis que ha impartido el Demonio ha sido todo un éxito! Y sin darnos cuenta nos lleva tras de sí. Convivimos con nuestro pecado personal. No nos hacemos problema de nuestro pecado, y sobre nuestras espaldas se van acumulando kilos y kilos de malas acciones, de malos pensamientos, de malos propósitos, de críticas destructivas, de impureza en el corazón, de soberbia y engaños que terminan doblándonos hacia delante y empezamos a estar encorvados. El peso del pecado nos fuerza a andar encorvados hacia delante. Ya dejamos de mirar erguidos a lo alto, ya no miramos al hermano ni a sus necesidades. Nos convertimos en egoístas mirándonos constantemente nuestro ombligo. De tal manera que todo lo que hago es para satisfacerme, para agradarme, para buscar mi propio placer, mis gratificaciones, mi dosis de felicidad, de tal manera que el resto de las personas y de las cosas están para mi servicio, llegando a considerar que si no están para mi servicio han de ser atacados.
            Sin embargo San Pablo está diciéndonos que nuestro destino es andar erguidos, no encorvados. Que Dios en la persona de Cristo nos ha bendecido y que nos ha regalado toda clase de bienes espirituales y celestiales. Y esto no lo digo yo; esto lo dice la PALABRA REVELADA. Hermanos, que «Dios nos ha elegido para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor». Lo que importa no es mi felicidad, sino buscar la felicidad del otro. Lo que importa no es agradarme ni buscar mis gratificaciones, sino servir al otro e incluso llegando a lavar los pies como hizo Jesucristo a sus Apóstoles. No olvidemos que la vida cristiana comienza con la conversión personal. De tal modo que una Iglesia de cristianos no convertidos es una Iglesia hueca, una Iglesia ficticia, una apariencia de Iglesia. Por eso cuando fijamos nuestros ojos en la Santísima Virgen María tenemos la certeza de que es posible vivir siendo fieles a Cristo y alejando de nosotros todo pecado que impida amar con la intensidad con la que nos amó el Señor. 

lunes, 3 de diciembre de 2012

¿Por qué la pobreza?

¿Por qué la pobreza?  

¿Por qué la pobreza?

2012-11-27 Radio Vaticana
RV – AUDIO La unión europea de Radiodifusión, Ebu/Uer, organiza el próximo 29 de noviembre un especial Día de transmisiones en Eurovisión, dedicado al tema de la pobreza. Why Poverty? Day, o bien, el Día del ¿Por qué la pobreza? Es una iniciativa promovida por "Steps Internacional", en colaboración con la Bbc y con la DR, la radiotelevisión danesa.
En el mes de noviembre un gran número de televisiones de todo el mundo lanzarán juntas una de las más grandes coproducciones internacionales de esta última década.
Globalicemos la solidaridad

Radio Vaticana como miembro del UER, adhiere a esta iniciativa. Hablamos de ello con Monseñor Gregorio Rosa Chávez, Obispo de El Salvador, y actual Presidente de Cáritas de ese país. En el período durante el cual Mons. Chávez fue Presidente de Cáritas de Latinoamerica y El Caribe, fué lanzada la famosa Campaña de la Pobreza Cero:
P: Monseñor,¿qué piensa de esta iniciativa? ¿Qué piensa que puede hacer la Radio para luchar contra la pobreza?
R:Pues yo soy un hombre de Radio. He visto como la gente en América Latina es gente de Radio.¿Quiénes son los pobres? El Papa en el sínodo habló de la pobreza moral, de quien no sabe compartir, de quien vive encerrado en su egoísmo, y son pobres también.
P: Recordando las palabras de Benedicto XVI en la Encíclica Caritas in Veritate, el proceso de globalización, adecuadamente entendido y gestionado, ofrece la posibilidad de una gran redistribución de la riqueza a escala planetaria como nunca se ha visto antes; pero si se gestiona mal, puede incrementar la pobreza y la desigualdad, contagiando además con una crisis en todo el mundo. Por ese motivo es urgente, combatir también la pobreza espiritual....
R: Pues globalicemos la solidaridad. Ése es el camino. En Ecclesia en América hablamos de eso: La globalización que es aceptable y la que no es aceptable.. En esta línea hay que avanzar. Creo que esta oportunidad no hay que perderla para poner unas piedras más en el camino porque sólo una visión de la familia humana como una única familia es lo que permite que superemos todos los problemas que tenemos actualmente en el mundo.
Hemos avanzado en entender el problema, ahora tenemos que actuar en consecuencia.Juan Pablo II en su Catequesis habla de la opción por los pobres, desde esta opción tenemos que hacer varias cosas, primero la parte asistencial: Dar de comer a los pobres. Segundo, la parte de la promoción humana: Enseñar a pescar. Tercero: que nos unamos a la gente que busca un mundo nuevo; y cuarto: una lucha por cambiar las estructuras.
Entonces, esta iniciativa va a permitir que acortemos el tiempo para que los pobres tengan esperanza.
Hoy somos una familia, un solo mundo, cada uno desde su propia realidad, y con una utopía que es la de Jesús.Tenemos un solo futuro. O nos salvamos todos o nos perdemos todos. El primer mundo tiene que aprender que no puede seguir como está.
Una sociedad de consumo, tan salvaje como la que tenemos hoy, nos va a anular como humanidad.Se está entendiendo poco a poco a nivel teórico, cuando se entienda a nivel práctico, vamos a aprender a vivir de una manera muy diferente.
La radio es una "presencia discreta para gente distraída", que respeta la intimidad de la familia. Si tenemos un mensaje que nos va humanizando, que nos va haciendo hermanos, el mundo cambia, y cambia sin que nos demos cuenta.
Por ello es que la Radio es tan fundamental, pensamos que iba a morir, en cambio hoy, está más viva que nunca.
P: ¿Qué piensa de Radio Vaticana?
R: La conozco desde que era adolescente. Radio Vaticana acorta distancias, al lado mío está el Papa, al lado mío están los Obispos, al lado mío está el drama de la pobreza.La Radio Vaticana ha abierto caminos, históricamente, desde Marconi, y ha ido evolucionando a ritmo de la sociedad en la que estamos.
Es posible evangelizar, es posible un mundo diferente, Cristo sigue siendo la noticia que todo el mundo necesita escuchar, pero necesita testigos creíbles. La credibilidad es algo que no se puede improvisar.
La radio tiene un futuro clave en el mundo que vivimos, más ahora que ya no hay barreras de tiempo ni de espacio, por eso estoy contento de poder dar unas palabras de gratitud a esta Emisora, que ha sido parte de mi formación desde que era un estudiante de secundario.
Otras consideraciones doctrinales sobre el tema:

Benedicto XVI sobre los medios de comunicación dijo que, Pueden ser ocasión de humanización no sólo cuando, gracias al desarrollo tecnológico, ofrecen mayores posibilidades para la comunicación y la información, sino sobre todo cuando se organizan y se orientan bajo la luz de una imagen de la persona y el bien común que refleje sus valores universales. El mero hecho de que los medios de comunicación social multipliquen las posibilidades de interconexión y de circulación de ideas, no favorece la libertad ni globaliza el desarrollo y la democracia para todos. Para alcanzar estos objetivos se necesita que los medios de comunicación estén centrados en la promoción de la dignidad de las personas y de los pueblos, que estén expresamente animados por la caridad y se pongan al servicio de la verdad, del bien y de la fraternidad natural y sobrenatural.
El Santo Padre nos ha recordado que la Iglesia está convocada a ser “abogada de la justicia y defensora de los pobres” ante “intolerables desigualdades sociales y económicas que claman al cielo”.
Los recursos materiales disponibles para sacar a los pueblos de la miseria son hoy potencialmente mayores que antes, pero se han servido de ellos principalmente los países desarrollados, que han podido aprovechar mejor la liberalización de los movimientos de capitales y trabajo. Por tanto, la difusión de ámbitos de bienestar en el mundo no debería ser obstaculizada con proyectos egoístas, proteccionistas o dictados por intereses particulares.Como dijeron los obispos en Aparecida, no podemos olvidar que la mayor pobreza es la de no reconocer la presencia del misterio de Dios y de su amor en la vida del hombre, que es lo único que verdaderamente salva y libera.
Durante el vuelo a México este año, Benedicto dijo que “El primer pensamiento de la Iglesia es educar conciencias, y así crear la responsabilidad necesaria. Educar las conciencias tanto en la ética individual como en la ética pública, y que “nosotros, desde la luz de la fe, podemos ver mejor muchas cosas que también la razón puede ver, pero precisamente la fe sirve para liberar a la razón de los falsos intereses y de los oscurecimientos de los intereses”
En Porta Fidei afirmó: que “el mundo necesita hoy, de manera especial, del testimonio creíble de los que, iluminados en la mente y el corazón por la Palabra del Señor, son capaces de abrir el corazón y la mente de muchos, al deseo de Dios y de la vida verdadera, ésa que no tiene fin.
Es una realidad que la globalización hace emerger nuevos rostros de pobres, por este motivo, convocamos a los medios de comunicación a unirse para responder al llamado de Benedicto XVI, a abrir el corazón y la mente al deseo de Dios, para así globalizar la solidaridad y la justicia internacional.
Griselda Mutual – jesuita Guillermo Ortiz. RV
 
FUENTE:  http://www.news.va/es/news/por-que-la-pobreza

Benedicto XVI: Dios está en la búsqueda de la verdad