sábado, 29 de septiembre de 2012
Homilía del Domingo XXVI del tiempo ordinario, ciclo b
domingo, 23 de septiembre de 2012
Fiesta de la Virgen del Valle 2012
sábado, 22 de septiembre de 2012
Homilía del domingo XXV del tiempo ordinario, ciclo b
sábado, 15 de septiembre de 2012
Homilía del domingo XXIV del tiempo ordinario,ciclo b
DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO B
«Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante; porque inclina su oído hacia mí, el día que lo invoco» así es como comienza el salmo 114. Dense cuenta ustedes de la belleza de este texto y del bagaje de experiencia que contiene en si. El salmista declara abiertamente que ‘ama a Dios’, que ‘Dios es alguien sumamente importante en su vida’, y continúa dando dos de las razones de porque ama a Dios: « Porque escucha mi voz suplicante; porque inclina su oído hacia mí, el día que lo invoco». El salmista ha descubierto algo que aun estando desde siempre ahí, antes no se había ni percatado y ahora lo ha destapado. Es como ese terreno que uno ha heredado de sus antepasados y de repente, por pura casualidad, aparecen restos valiosos de otras civilizaciones o una veta de minerales preciosos.
Dios desde el principio ha estado acompañando al salmista (y cuando digo salmista incluyo a todos los aquí presentes). El mismo Dios ha sido testigo privilegiado de nuestro recorrido existencial, sin embargo nosotros ni nos habíamos percatado de su divina presencia. Es entonces y solo entonces cuando ha experimentado la ternura de sentirse escuchado cuando todo empieza a adquirir un sentido diferente, novedoso y descubre que lo trascendente, lo del ‘mas allá’ ha estado siempre acompañándonos en el ‘más acá’.
Y el salmo 114 prosigue de este modo bellísimo: «Me envolvían redes de muerte, me alcanzaron los lazos del abismo, caí en tristeza y angustia» y ahora prosigue con una súplica que brota con el nudo en la garganta: «Señor, salva mi vida». ¡Cuántas veces todos hemos tenido la experiencia de que las circunstancias, los problemas, los sufrimientos y quebraderos de cabeza nos estaban quitando la paz del corazón!. Y no solamente nos estuviera quitando esa paz, sino que encima nos adentramos en una espiral de pesimismo, de tristeza porque caemos en la cuenta y constatamos de nuestras importantes limitaciones personales. Y es en este momento cuando uno se percata de si tiene amigos o no. Cuando todo va bien aparecen amigos ‘hasta por debajo de las piedras’, pero cuando el infortunio ‘aparece en escena’ ‘desaparecen del mapa’ muchas personas. Dios a veces permite el infortunio para que ese momento de tristeza sea transformado en un momento de gracia y de encuentro personal y amoroso con Él.
Y continúa el salmo con estas palabras llenas de realismo: «El Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo; el Señor guarda a los sencillos: estando yo sin fuerzas me salvó». El salmista nos dice abiertamente que ha tenido una experiencia de Dios y que esa experiencia es algo que ha fundado una relación nueva; ha sido el germen de un nuevo modo de entender su vida; es una luz que le permite entender la realidad contando con el Todopoderoso. Se puede decir, sin el más mínimo resquicio de duda que Dios ha fundado algo nuevo y grandioso en esta persona y eso es un motivo de un eterno agradecimiento al Creador de todo. Y la respuesta más evidente ante el don que se le ha entregado es: «Caminaré en presencia del Señor, en el país de la vida».
Y cuando uno camina en presencia del Señor todo adquiere una nueva densidad, y se percata que lo trascendente, lo del ‘más allá’ se hace presente en el ‘más acá’. Que la fe me ofrece una sabiduría especial para reconocer la presencia de Dios en el quehacer cotidiano.
martes, 4 de septiembre de 2012
Homilia de funeral de Emilio Bernal Plaza
FUNERAL DE EMILIO BERNAL PLAZA, 4 de septiembre de 2012
En primer lugar transmitir en el nombre de mi hermano sacerdote y del mío propio nuestro más profundo pésame por el fallecimiento de Emilio. La muerte nos lleva a mirar hacia Dios. Caemos en la cuenta de cómo todo lo que somos se derrumba como un castillo de naipes. Y todo nuestro ser se orienta hacia Dios porque Él nos trae la luz para aclarar este misterio; para dar sentido a esta realidad que rompe el corazón.
Dios Padre, por medio de su Hijo Jesucristo, nos acerca a lo más profundo, a lo que escapa a nuestra experiencia sensible y a cualquier comprobación científica. Jesucristo nos revela la verdad de la persona humana. Nuestros sentidos nos ofrecen las cosas inmediatas, podemos contemplar desde lo más bello hasta lo más horroroso. Podemos realizar las cosas más altruistas como las más miserables. E incluso podemos vivir engañados creyendo que esto que vemos, oímos, tocamos, olemos y gustamos es toda la realidad existente y que aquí finaliza todo. Sin embargo Dios nos habla de una realidad que se nos escapa: Nos habla de la resurrección, nos habla de la vida eterna. Es verdad, y recuerden ustedes que cuando Jesús predicaba y hablaba de su muerte y resurrección, los mismos apóstoles no lo entendían. Es cierto que ellos estaban allí, que escuchaban al Maestro pero no conseguían captar el misterio del mensaje de la resurrección.
Por eso Jesús, el supremo Maestro, con el ánimo de hacer comprensible lo que en sí es altamente complejo utilizaba las parábolas y sus ejemplos sacados de lo cotidiano. Nos habla de un grano de trigo que, cuando es sembrado, cae al interior de la tierra y muere, deja de existir como grano de trigo. Esto genera un germen cuya raíz sorbe de suelo su alimento y acaba generando una nueva planta, capaz de dar fruto abundante.
Algo parecido pasará con Emilio y con todos nosotros, porque tarde o temprano a la tierra deberemos de regresar. Nuestro cuerpo acabará en el gran dormitorio que es el cementerio. Allí estaremos como dormidos esperando a ser resucitados. Pero las personas además hemos sido creados ‘a imagen y semejanza de Dios’ y es aquí donde nos diferenciamos de los animales y de las plantas. Nosotros disfrutamos de inteligencia, que nos hacen comprender las cosas creadas y nos permite conocer al Creador y establecer una relación personal de amistad con Él. Nosotros tenemos una gran capacidad de amar y de hecho, en este caso habéis podido ser testigos del amor que ha recibido Emilio de su esposa Amelia así como también del resto de su familia, tanto en los momentos de salud como cuando la enfermedad ha hecho acto de presencia.
Emilio ha tenido un regalo especial: ser cristiano, ser propiedad de Dios. Ahora ha pasado de la vida a la muerte física, pero esto no significa que haya dejado de existir. Emilio sigue existiendo y Emilio sigue estando entre nosotros porque Dios le sostiene entre las palmas de sus divinas manos con infinito amor. Y es ese amor infinito emanado del corazón de Dios el que puede comunicar la vida nueva a los difuntos.
Me comentaba en el tanatorio su esposa Amelia que Emilio había sido abogado. Seguramente que como abogado muchas veces habrá hecho favores en el ejercicio de su profesión. Pues ahora nosotros le vamos a hacer un gran favor a él. Pongamos nuestros ojos en nuestra Madre la Virgen María, la gran abogada, para que interceda por Emilio ante su Hijo Jesucristo. Así sea.
sábado, 1 de septiembre de 2012
Homilía del domingo XXII del tiempo ordinario, ciclo b
DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO, ciclo b
Hermanos, todos nosotros formamos parte de la gran familia de los hijos de Dios. Es decir que nuestras particulares raíces, que los fundamentos de nuestra existencia están entroncados en Dios. Si en Dios tenemos puesta nuestra esperanza y nos vamos alimentando con los sacramentos y familiarizando con su presencia todo nuestro ser gira hacia Él, va en su búsqueda y en Dios recobra la paz el corazón del hombre.
La fe es decidirse a estar con el Señor para vivir con Él. Y cuando uno «está con Él», cuando uno ‘comparte todas las jornadas al lado de Jesucristo’ va poco a poco adquiriendo esa sabiduría de lo sobrenatural. Va comprendiendo las razones por las que uno cree. Un adolescente o un joven que se ha confirmado simplemente por pasar un trámite social no se ha enterado absolutamente de nada. ¿Por qué?, porque ser cristiano no es como formar parte de un club deportivo o ser socio de una prestigiosa asociación. Ser cristiano no es algo que únicamente tiña o coloree nuestra vida, no cambia únicamente de aspecto; sino que se asemeja al gusano de seda cuando se transforma en mariposa. Se experimenta una total metamorfosis.
Y nuestra alma experimenta esta metamorfosis como consecuencia de la exposición directa y continuada a la gracia divina. Moisés exhortaba al pueblo israelita que escuchara a Dios, que se dejasen de pamplinas, que se centraran en lo esencial, que afinasen sus oídos y que mantuviesen el corazón ardiente para Dios. Solamente así la fe que profesamos en el Credo la podremos personalizar, interiorizar, asumir, que forme parte de nuestro particular A.D.N.
Y al lado de Jesucristo que es nuestro único Maestro nos va mostrando la sabiduría que lleva impregnada en todos los consejos y orientaciones de nuestra madre la Iglesia. Cuando un cristiano sigue a Cristo y sabe que en la Iglesia va a encontrarse con Cristo hace todo lo posible para serle fiel.
El apóstol Santiago en su carta nos lo escribe con gran claridad diciéndonos que la Palabra de Dios no nos limitemos con escucharla, sino que la llevemos a la práctica; que la aceptemos, que la acojamos, para irnos así entroncando más en Dios y adentrándonos en una dinámica de vida que es dinamizada desde lo más alto del Cielo.
¿Y como podremos saber si realmente estamos adquiriendo esa sabiduría de lo sobrenatural?¿cómo poder evaluar si estamos en ese proceso de metamorfosis del alma?¿qué consecuencias positivas nos pueden orientar para conocer si estamos en búsqueda de Dios? Pues muy sencillo: tan pronto como sintamos la necesidad de confesarnos, tan pronto como acudamos a la eucaristía con el corazón receptivo, tan pronto como meditemos la Palabra de Dios, tan pronto como vayamos a la Iglesia para encontrarnos con el Señor y demos pasos reales para mejorar la caridad fraterna. Si hacemos eso no duden ustedes que vamos acertados porque el Espíritu del Señor va obrando en nosotros. Así sea.