ENTRAR EN LA LÓGICA DE DIOS.
Como un insecto atrapado por la red tejida por la araña, como un pez capturado por los aparejos de pesca así nos encontramos nosotros cogidos por “la lógica de lo importante”. Entre las tareas domésticas, la vida laboral, el cuidado de los hijos, las preocupaciones de los estudios y el cultivo del amor para con la otra persona con la que has unido la vida… va agotándose la arena de nuestro particular reloj.
Repito: estamos cogidos por “la lógica de lo importante”. Sin embargo la “lógica de Dios” se encuentra por otro camino.
Se ha sustituido el “vino bueno” que nos trae Jesucristo por el interés. No considero que ande muy extraviado cuando diga que muchos padres, intentando excusar a sus hijos de asistir a las catequesis parroquiales, argumenten que tienen muchos deberes del colegio. ¿No han oído ustedes aquello de yo ya fui a la doctrina cuando era pequeño? ¿es que acaso la fe personal no tiene que irse madurando conforme el paso de los años?¿acaso el pantalón que teníamos a la edad de la primera comunión nos sigue sirviendo en la actualidad?¿tenemos la misma talla de ropa que cuando estábamos gozando de la edad de la infancia?
Los presbíteros no nos libramos de esta pegajosa telaraña. Da grima ser testigo de algunos sacerdotes que pasan por delante del Sagrario como si se tratase de una pantalla de televisión. Quita la piedad de cualquier santo ser testigo de cómo celebran la Eucaristía algunos sacerdotes, de cualquier modo, como si estuviesen tratando al Señor como si fuera una hogaza de pan o otra cosa sin importancia.
Lo importante es conseguir dinero para hacer frente a una hipoteca de la casa. Lo importante es apuntar a los hijos a las clases de inglés, música o pintura, lo importante es que disfruten de las cosas que nosotros no hemos podido disfrutar…. No olvidemos la parábola de Jesucristo: El que escucha mis palabras y no las pone por obra se parece aquel hombre insensato que edificó su casa sobre arena…
Las personas podemos vivir en lo inmediato pero no podemos permanecer en lo inmediato. Muchos de nuestros jóvenes suspiran por los fines de semana. Se quedan maravillados por los colores de las luces y sonidos musicales de las discotecas o salas de fiestas. Aprovechan el momento y beben para descargar la tensión acumulada durante la semana, porque lo inmediato hay que gozarlo al máximo. Los ya no tan jóvenes tenemos organizada la semana para nuestras cosas (el lunes hacer la compra, el martes ir a clase de inglés con el niño, el miércoles es la reunión con la asociación…) y nos movemos en un sinfín de actividades, en una lista de inmediateces.
Podemos vivir en lo inmediato pero no podemos permanecer en lo inmediato porque en nuestro ser ‘saltan las sirenas de emergencia’ al faltar el sentido de la existencia. Una de las causas importantísimas de la brutal crisis en la que estamos sumergidos es la ausencia de los valores tanto humanos como cristianos. Hace poco tiempo, en un telediario daban la noticia que la primera causa de mortalidad juvenil ya no era la ocasionada por el tráfico, sino por el suicidio.
LA UNIDAD DE VIDA
Estamos siendo constantemente zarandeados por el ambiente. El pluralismo cultural nos hace vivir con gente diferente o contraria a la verdad de Jesucristo. Nosotros creemos en la Verdad y en el Verdadero. Todo lo que sea anticlerical lo centran en los sacerdotes, ya que somos los que estamos en primera línea en el combate. Este mundo nuestro es sumamente complejo y se nos escapan muchas cosas. Los sacerdotes llevamos a Jesucristo y a éste lo encontramos en la Iglesia Católica. No nos engañemos, si desaparece la Iglesia desaparece Cristo.
Convencido estoy que todos los cristianos separados tienen en su conciencia la certeza de anhelar la plena comunión con la Iglesia Católica. En el fondo de su sentir como iglesia aspiran a la unidad plena con el Romano Pontífice.
Debemos de olvidarnos de las mayorías e iglesias repletas de feligreses. Es preciso repensar la Iglesia partiendo de minorías significativas. Seguir a Cristo es apostar por Cristo y no ser cristiano sociológico. Los medios de comunicación cuando abarcan el asunto de la Iglesia nos examinan desde el prisma sociológico y psicológico olvidándose de todo lo trascendente (lo espiritual), lo que aporta la vida cristiana dentro de la vida social. Muchos no saben que Cáritas es una institución eclesial.
Zarandeados también por la peligrosa mentalidad del fragmento. Los jóvenes no buscan un proyecto de felicidad, sino únicamente momentos de felicidad. Hace poco una adolescente me contaba que en su instituto habían ido unos señores para darles unas clases de sexualidad. Hablando claro: cómo ponerse un condón, alguna postura placentera, excitación de los órganos sexuales tanto masculinos como femeninos…. en una palabra: porquería. Nadie planteaba que la sexualidad es la persona entera y que uno ama con su cuerpo y que el adolescente, así como el joven, se le debe de ayudar a construir su persona y no a ser un sujeto que consuma condones, píldoras u otras cosas que dañan los frágiles corazones de nuestros adolescentes y jóvenes. Jesucristo no ofrece momentos de felicidad, como si de fuegos de artificios se tratase. Jesucristo plantea un proyecto de felicidad así como de realización en el amor.
Como el oleaje es tan agresivo y los vientos tan contrarios es preciso adentrarnos en la profundidad de la oración, en la lectura contemplativa del Evangelio, pedir socorro al Señor acudiendo al sacramento del Perdón y sentirnos queridos acogiendo a Cristo en la Sagrada Comunión.
Nuestra referencia es la persona de Jesucristo. Él es el hombre para los demás, es el hombre libre y unificado. Si observamos a Jesús durante su estancia en la tierra (el Jesús histórico) pronto nos percatamos que su centro vital está en su relación continua con Dios Padre y Dios Espíritu Santo y todo su quehacer hace referencia a estas dos personas de la Santísima Trinidad. El núcleo central de nuestra vida debe de ser Jesucristo, de otro modo seremos hombres vacíos. Esto no es un ataque contra la autonomía de la persona, no es una alienación, es una decisión que me conduce a reforzar mi autocontrol para amar en esta vida con toda plenitud. Recomponer esta actitud de obediencia a Jesucristo exige e implica una feroz lucha pero el que nos ha asociado a su vida y misión también nos ha apuntado en la lista de las bodas del banquete eterno allá en la Gloria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario