DOMINGO PRIMERO DE CUARESMA, ciclo b
Todos necesitamos de la paz y de la estabilidad para poder trabajar a gusto y sentirnos cómodos con las labores que desempeñamos. Cuando una persona está enfrentada a otra se encuentra en tensión, molesta y desea que dicha situación acabe pronto porque es algo perjudicial tanto para el uno como para el otro. Vivir con resentimiento o con odio es algo que termina minando a las personas por dentro y dañan muy seriamente.
Dios nos ama intensamente y sabe que muchos hombres han perdido la paz porque el pecado ha hecho acto de presencia en sus vidas. Dios conoce los sufrimientos de todos aquellos que desean serle fiel pero andan acobardados por haber sido malos hijos de un Padre tan bueno. Va transcurriendo el tiempo y uno se va acomodando en su pecado aunque en el fondo de su alma algo le dice que así no puede permanecer mucho tiempo, que necesita ‘estar a bien’ con Dios. Pero se plantea el problema ¿quién va ‘a romper el hielo’ para retomar de nuevo esa relación de amistad con Dios?
Uno tiene cierto orgullo como para reconocer los pecados propios y es precisamente ese orgullo lo que nos impide dar el primer paso hacia la reconciliación. Sin embargo, como Dios nos quiere a pesar de saber que le somos infieles, toma la iniciativa y hace una alianza de amor con cada uno. Lo que Él pretende es que cada uno de nosotros recobremos, recuperemos la paz y la estabilidad para ser felices y hacer felices a los demás.
El contenido de esa alianza de amor es sencillo: son los Mandamientos de la Ley de Dios y más en concreto los contenidos en la síntesis salida de los labios de Jesucristo: «Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con todas tus fuerzas, con todo tu ser y al prójimo como a ti mismo». Los mandamientos son como las señales de tráfico de la carretera que nos van indicando cómo tenemos que ir conduciendo para llegar a feliz término. Si una señal nos indica que está prohibido ir a más de 50 Km/h., es para evitar que nos salgamos de la carretera y suframos un accidente. Con las cosas de Dios sucede algo parecido. Y el salmo responsorial lo manifiesta con palabras muy acertadas: «Dios enseña el camino a los pecadores hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes».
Hemos empezado el tiempo litúrgico de la Cuaresma. La Iglesia nos ofrece tres instrumentos para adentrarnos en la cuaresma: la oración, el ayuno y la limosna. Pidamos al Señor la gracia necesaria para que podamos responder al amor de Dios con grandes dosis de amor. Así sea.
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