domingo, 16 de octubre de 2011

Homilía del domingo XXIX del tiempo ordinario, 16 de octubre 2011

DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO

16 de octubre de 2011

«Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». Jesús contestó con gran sabiduría a las preguntas capciosas de los fariseos y de los herodianos. ¿Porqué digo que Jesucristo obro con gran sabiduría? Las razones son las siguientes:

En primer lugar porque ‘les tira de las orejas’ a los fariseos ya que se estaban preocupando únicamente del vil dinero, de las cosas meramente terrenales en el sentido más peyorativo del término olvidándose de lo esencial; olvidándose de Dios.

En segundo lugar Jesucristo les dice con toda la claridad que los cristianos tienen el deber de colaborar con sus impuestos en el sostenimiento de las iniciativas justas y que repercutan en el bien común. Pero no solo eso, sino que los cristianos estamos llamados a anunciar a Jesucristo en medio de los ambientes políticos y sindicales, porque de ese modo se humaniza la sociedad creando leyes justas y se da gloria a Dios.

En tercer lugar Jesucristo no hace una separación entre lo que implica su seguimiento fiel y el ser ciudadano de un estado. Que un cristiano no tiene que replegarse en la sacristía de la iglesia, sino que debe de dar testimonio de su fe allá en donde se encuentre.

Y en cuarto lugar Jesucristo recuerda al César que él también tendrá que ‘dar cuenta de su gestión’ ante el Altísimo. O sea, que el gobernante no puede hacer o deshacer ‘lo que le venga en gana’ ya que aunque se sienta como ofuscado en su poder, ese gobernante tendrá que comparecer ante la presencia de Dios para dar muchas explicaciones.

Si ustedes se dan cuenta Jesucristo ha ido más allá de esa pregunta capciosa y les ha dado una lección magnífica colocando a cada cual en su sitio.

¿Y qué es lo que el Señor nos quiere decir con esa expresión de «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios»? Si se dan cuenta ustedes pueden darse cuenta que en las monedas viene acuñada la efigie del gobernante y ese sello es señal de propiedad, sin embargo no olvidemos que nosotros, en nuestra alma tenemos acuñada la imagen de Dios ya que nosotros somos propiedad de Dios, incluso aquellos que nos gobiernan tienen acuñada esa imagen divina en ellos ya que también ellos pertenecen a Dios.

Jesucristo nos dice que la Iglesia tiene que estar allá ‘donde se cuecen’ las cuestiones del mundo y que lejos de replegarnos en las sacristías tenemos que ser lámparas encendidas que den luz en medio de esta sociedad. Que no tenemos que tener miedo ni nos tenemos que acomplejar por decir no a las leyes gubernamentales del aborto, que no nos debemos de acobardarnos por oponernos a la educación viciada que dan a vuestros hijos, que debemos de defender que los padres son los principales responsables de la educación de sus hijos, que tenemos derecho a controlar y a supervisar los contenidos morales que se imparten en las escuelas e institutos. ¿Por qué no nos tememos que acomplejar? La razón es sencilla: porque de este modo somos fieles a Jesucristo.

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