jueves, 26 de agosto de 2021

LA TRANSVERBERACIÓN DE SANTA TERESA DE JESÚS

26 DE AGOSTO DE 2021


Hoy celebramos una de las fiestas que integran la espiritualidad del Carmelo. Es uno de los días fundamentales para dar una palabra al respecto. Celebramos esa experiencia mística de unión con Dios que experimentó Santa Teresa de Jesús y a la que ella se refiere en el ‘Libro de la vida’ (cap. 29): “Vi a un ángel hacia el lado izquierdo en forma corporal, muy hermoso, y vi en sus manos un dardo de oro largo y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Me parecía que me lo metía en el corazón y me llegaba a las entrañas. Al sacarlo, me dejaba toda abrazada en amor grande por Dios”. También en una de sus poesías lo expresó así: “Me hirió con una flecha enherbolada de amor, y mi alma quedó hecha una con sus criador. Yo ya no quiero otro amor, pues a mi Dios me he entregado, y mi Amado es para mí y yo soy para mí Amado”. 
Santa Teresa de Jesús trataba de entender y comprender qué se escondía detrás de todas estas experiencias místicas. Deseaba conocer la razón del porqué de esas experiencias porque ella no quería que esas experiencias místicas quedasen en algo hermoso y bonito, sino que la alentara en su profunda unión con el Señor. Y por eso la gran lucha de Santa Teresa de buscar confesores, de personas letradas, de cristianos con profundo amor de Dios era para confrontarse con la verdad evangélica. Esto la constituye a ella como doctora de la Iglesia porque tiene una doctrina sólida, una experiencia de Dios sólida que ella ha sabido acoger, entender y transmitirnos. Santa Teresa plantea la vida teologal asentada en Cristo Jesús, ya que Él es nuestra esperanza, Él es la razón de nuestra fe. 
La transverberación no es un hecho aislado o no es un hecho que confirme en sí mismo la santidad de Teresa, porque eso sería no entender la acción de Dios en la persona. La trasverberación forma parte de un proyecto de Dios con Teresa. Esto es lo que tenemos que comprender y comprender. De hecho cuando Teresa nos narra su proceso espiritual en ‘El libro de la vida’, su autobiografía, nos lo presenta en un contexto muy bien pensado y muy bien meditado, donde la experiencia mística marca una parte importante de ese camino que va a culminar en la fundación de San José y el inicio de la reforma teresiana. Como Teresa misma expresa en el ‘Libro de la vida’, esta experiencia, como otras muchas, forman parte de un camino de crecimiento espiritual, o de un camino donde Dios quiere hacernos partícipes de su gracia, hacernos partícipes de su amor. Y que ayuda a Teresa en ese proceso de conversión, una conversión que no acontece de la noche a la mañana, sino después de haberse pasado prácticamente 20 años en el convento. Una conversión que marca el inicio de una actitud diferente de vida. La conversión es un proceso en el que tenemos que entrar libre y voluntariamente cada uno para darnos cuenta de cómo estamos viviendo y qué sentido estamos dando a nuestra vida. 
De hecho Teresa, y este es el elemento que va a sostener la experiencia mística de la transverberación, antes de contarnos sus experiencias místicas nos narra al inicio del capítulo 23, nos habla de que va a presentarnos su vida nueva, una vida que ha cambiado a partir de la conversión. Ella dice, una mujer nueva, antes era yo la protagonista, pero a partir de ese momento es Dios el verdadero protagonista de mi vida. Cambia ya la perspectiva, ya no es ella la dueña y señora de su vida y de su proyecto de salvación, sino que el autor de su salvación es a partir de ese momento Dios. 
Recordad que cuando Teresa nos relata en el capítulo 9 su conversión, ella nos dice que esa imagen del Cristo llagado que se encontró en un oratorio que habían traído al monasterio para hacer una fiesta, ella dice que en ese momento me di cuenta, fui consciente de lo que el Señor había sufrido por mí y lo mal que yo había agradecido aquellas llagas. Ella lo dice así: «Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allá a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe El con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle» (cap. 9). ¿Detrás de estas palabras qué se esconde? La actitud de una persona que se da cuenta de que el propósito de su entrada en el convento la mantuvo durante 20 años en la mentira, ella entra en el convento, como nos dice, para librarse del infierno, y ahora ante este Cristo llagado se da cuenta de que es Él el que le ha librado y le ha salvado ya. Le ha salvado el Señor no esperando a sus obras, sino antes de sus obras, antes de las obras de Teresa. Esto supone para Tersa el despertar al verdadero sentido del amor y de la misericordia de Dios. Nosotros no somos los protagonistas, el auténtico y único protagonista es Dios. Porque en el cristianismo la salvación es un don, el don del amor de Dios que se ha adelantado, que ha entregado la vida para salvarnos, no es algo que tengamos que ganar, sino algo que Él ya nos ha regalado y esto lo descubre Teresa ante este Cristo llagado en aquel oratorio del monasterio. 
Y es aquí el gran relato de Teresa, su conversión, el descubrir que la misericordia de Dios no tiene límites y ella se da cuenta que 20 años que usó mal de esa gracia porque pensaba que sus trabajos y sacrificios eran para no ir al infierno, cuando era el mismo Dios quien ya le había abierto las puertas del cielo gracias a la Sangre derramada por Cristo por nuestros pecados. Teresa se da cuenta de cómo la misericordia de Dios siempre ha estado confiando en ella y esperando en ella. Que la misericordia de Dios le castigaba con amor, nos dice Teresa, que abrió las puertas para dejar a Dios ser Dios. La conversión para Teresa es eso, empezar a dejar que Dios sea Dios, no mi idea, mis perjuicios, mis conceptos. Y este cambio tan importante que experimenta Teresa en su conversión es lo que va a ser el preámbulo de su vida mística, de sus gracias místicas y concretamente de la transverberación. Pero antes ya nos dirá Teresa que en ese itinerario fue fundamental el disponerse a aprender a amar. Nos dirá Teresa que la oración, mirada siempre desde la clave de amor, no se trata de pensar mucho, no se trata de decir muchas palabras, sino de amar mucho. Una capacidad que tenemos todos los seres humanos pero que tenemos que aprender y a ejercitar. Ella misma nos dirá en el capítulo 24 del ‘Libro de la vida’ que antes tuvo que aprender a soltar y a liberar su corazón de los afectos que la tenían atada. Todos conocemos cómo era la vida de Teresa, de cómo la encantaba mantener amistades, ir al locutorio, etc, etc, etc…algo que ingenuamente le parecía bueno, pero Teresa se da cuenta de que la tenían en cierto modo esclavizada. Y ahí va a surgir la primera gracia mística de Teresa, su primer arrobamiento que tuvo que dejarse liberar, y como ella dice, ‘aprender a amar a todos en Dios y desde Dios’, ese el principio donde Dios le dice que ya no tendrá más conversaciones con hombres sino con ángeles. El contenido es que no se trata de que ocupes tu corazón con otras cosas, sino que desde Dios y en Dios aprendas a amar. Y en ese proceso va a acontecer la transverberación, el flechazo, el enamoramiento de Teresa; Teresa enamorada locamente de Jesús. Jesús le ha concedido enamorarse de esa gracia. Y todos tenemos experiencia del enamoramiento como energía vital de la persona, que centra todos nuestros pensamientos, todas nuestras energías, todo nuestro ser en la persona amada. Pero también sabemos, por experiencia, que el enamoramiento no es el último estadio del amor; el enamoramiento nos introduce a vivir al amor y a partir de entonces a aprender a amar con la energía necesaria para hacerlo. 
Dios va haciendo este camino en Teresa que luego se irá culminando con una serie de gracias, que en el fondo van a hacer todas el ensanchar su corazón, enseñándola a aprender a amar. Cuando Teresa vivía en el convento lo que menos le interesaba era lo que acontecía fuera de los muros del convento, pero cuando Dios empieza a ensancharla el corazón empieza ella a preocuparse hacia los otros. Este es el significado profundo de la acción de la transverberación, el tener el corazón ensanchado de amor divino que hace que sufra y se preocupe de todos los pecadores. Un corazón que se hace partícipe de ese amor de Dios. Y por eso Teresa necesita compartir ese amor y la grandeza que en sí misma conlleva. Y así consigue Dios ensanchar el corazón de Teresa, aunque aún tengan que pasar varios años para poder recibir la principal de sus gracias, estando en el Monasterio de la Encarnación, ya como priora, la gracia del Matrimonio Espiritual, como culmen de este proceso, de este camino de enamoramiento de amor. 


         

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