LA SAGRADA FAMILIA DE NAZARET 2015
La Palabra de Dios de hoy nos ofrece
mucha claridad. Vamos a ver: antes del reconocimiento jurídico existe la
realidad. La unión del hombre y de la mujer que conforman con sus hijos una
familia eso es así, no porque lo reconozcan unas leyes, sino que es una
realidad pre jurídica. Antes del reconocimiento del derecho existía ya. Esto de la familia es anterior a todo
reconocimiento por la autoridad pública, se impone a ella. Pero los
cristianos tenemos que estar muy atentos, que 'no nos den gato por liebre'. ¿Por
qué digo esto?, lo digo porque en la sociedad está
reinando una concepción positivista del derecho. Con otras palabras: La
concepción positivista del derecho viene a decir que son las leyes las que
crean la realidad; o sea que son las leyes las fuentes de las realidades. De
tal manera que todas las realidades han nacido de leyes que las regulan. También
hay otra concepción del derecho, la del derecho natural que defiende que 'hay
algo que es previo a las leyes' que son la realidad misma que las leyes están
llamadas a tutelar, a ordenar. Pero atención, según la concepción del derecho
positivista, una cosa es moral o inmoral dependiendo si está prohibida o si no
está prohibida. O sea, lo que da la moralidad o inmoralidad a las cosas depende
si está prohibido o no, o si está legalizado. Y así sucede que en un estado
algo está prohibido y en el del lado eso mismo está legalizado. O sea, es como si las leyes mismas fueran las normas de la moral.
Pero para los cristianos, y todos aquellos que tienen sentido común, la ley será fuente de la moral en la medida
en que esa ley ha recogido algo que es de derecho natural. Los que
defienden la concepción positivista de la ley, que una cosa es buena o mala
según lo establezca la ley, defienden -de una manera solapada- que así es la
democracia. Ellos afirman que esas leyes afirman en sentir de la mayoría y que
esas leyes son una expresión popular. A lo que nosotros les refutamos que también las mayorías se pueden equivocar.
Voy a poner un ejemplo: ahora va a resultar que el derecho a la vida de un niño
que está en el seno de su madre depende de lo que diga la mayoría. La mayoría
dirá lo que crea oportuno decir, pero ese niño tiene ese derecho a la vida y no
puede depender de una votación. Como también sería ridículo que dependiera la
existencia de Dios del resultado de un referéndum, como si la existencia de
Dios la creásemos nosotros o nosotros la fuéramos a suprimir. Esta concepción
positivista de las leyes se contrapone totalmente con la concepción cristiana. La
concepción cristiana es la creencia en la ley natural; y no es el hombre el que
crea la moralidad con sus leyes. El matrimonio es una institución pre jurídica.
Hay gente, en los debates políticos o en los televisivos, que atacan a la
Iglesia diciendo que la concepción judeo cristiana del matrimonio se desea
imponer. Pero lo que no saben es que esto del matrimonio es mucho anterior a la
Iglesia.
Estamos celebrando el nacimiento del
Hijo de Dios. Y lo nuestro es acoger tanto al que viene como el mensaje que nos
trae. Somos alumnos y alumnas de la escuela de Jesucristo. Desde el momento en
que fuimos bautizados nos inscribimos para aprender a ser cristianos en este
momento histórico concreto que nos ha tocado estar. Nos dice el Evangelio que «Jesús iba creciendo en sabiduría, en
estatura y en gracia ante Dios y los hombres». Esa es nuestra tarea, eso es
lo que 'tenemos entre manos', crecer en sabiduría, en estatura y en gracia ante
Dios y los hombres'. Pero al pensamiento reinante no le interesa que tu
crezcas; te quiere pequeño, reducido, sumiso y sin criterios. En gran parte porque
creen conocer lo que es el cristianismo y con dos ideas mal formadas se dan por
satisfechos.
Los que estamos matriculados en esta
escuela de Jesucristo se nos pide una cosa bien clara: Obediencia a la Palabra. El Evangelio nos cuenta que la Santísima
Virgen María «conservaba todo esto en su
corazón». Si al corazón le nutrimos de encuentros
frecuentes con la Palabra de Dios, al corazón le vamos formando y educando en
esa escuela taller del Maestro. Nuestra ley es el precepto del amor y
vamos concretando ese amor en el aquí y ahora siendo ayudados por el Espíritu
Santo que va moldeando nuestro sentir, obrar y pensar.
En muchas de las casas de los
pueblos en el tiempo frío se prenden las estufas. Esas estufas de hierro
fundido precisan de carbón o madera para poder hacer frente a las bajas
temperaturas. Sólo así, reponiendo el carbón o la madera, se consigue estar a
gusto en esa casa y huele a hogar. El corazón del hombre es muy caprichoso y
enseguida se deja seducir por cualquier cosa: enseguida se queda, no frío, sino
helado, un cubito de hielo. Como no sea alimentado frecuentemente de ese
particular carbón que es la Palabra de Dios, en vez de ser una fuente de la que
irradie calor se convierte en una cámara frigorífica de potentes bombas que
refrigeran todo lo que pille. Si mi alma está fría,
descuidada, desnutrida por la escasez de la Palabra divina, resultará que la
otra persona es un obstáculo para mis pretensiones, una molestia para mi
comodidad, un elemento a eliminar porque ya no me es útil...y cada uno de nosotros
nos alzamos como auténticos tiranos de los demás.
Lo nuestro es 'dejarnos de bobadas'
y de 'quitarnos esos aires de grandeza' que nos suelen rondar para ser humildes
ante Dios. Y lo primero de todo es reconocer que, cristianamente hablando, tenemos
poco o ninguna idea. Un padre o una madre de familia -tanto en su matrimonio
como con los hijos-, o no digamos nada si es un presbítero, una religiosa o un
obispo...cuando se presentan las situaciones cotidianas uno tiene que empezar a
dar pasos en cristiano. Y si somos sinceros estamos bastante ciegos, porque
nuestro pecado nos nubla la visión. Realmente estamos como ciegos. De esos
invidentes que pasean por las calles de nuestras ciudades ayudados de su
bastón. Gracias a esa herramienta táctil esta persona puede notar sobre qué
tipo de superficie está caminando y le va proporcionando información acerca de
su ubicación. Nuestro particular bastón es la Comunidad cristiana, la Palabra
de Dios, la Penitencia y la Eucaristía. Depende de nosotros aceptar la
docilidad de la Virgen que 'guardaba la Palabra de Dios' en su corazón o la del
impío que establece lo que está bien o mal a su conveniencia.
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