sábado, 26 de diciembre de 2015

Homilía de la Sagrada Familia de Nazaret 2015

LA SAGRADA FAMILIA DE NAZARET 2015
            La Palabra de Dios de hoy nos ofrece mucha claridad. Vamos a ver: antes del reconocimiento jurídico existe la realidad. La unión del hombre y de la mujer que conforman con sus hijos una familia eso es así, no porque lo reconozcan unas leyes, sino que es una realidad pre jurídica. Antes del reconocimiento del derecho existía ya. Esto de la familia es anterior a todo reconocimiento por la autoridad pública, se impone a ella. Pero los cristianos tenemos que estar muy atentos, que 'no nos den gato por liebre'. ¿Por qué digo esto?, lo digo porque en la sociedad está reinando una concepción positivista del derecho. Con otras palabras: La concepción positivista del derecho viene a decir que son las leyes las que crean la realidad; o sea que son las leyes las fuentes de las realidades. De tal manera que todas las realidades han nacido de leyes que las regulan. También hay otra concepción del derecho, la del derecho natural que defiende que 'hay algo que es previo a las leyes' que son la realidad misma que las leyes están llamadas a tutelar, a ordenar. Pero atención, según la concepción del derecho positivista, una cosa es moral o inmoral dependiendo si está prohibida o si no está prohibida. O sea, lo que da la moralidad o inmoralidad a las cosas depende si está prohibido o no, o si está legalizado. Y así sucede que en un estado algo está prohibido y en el del lado eso mismo está legalizado. O sea, es como si las leyes mismas fueran las normas de la moral. Pero para los cristianos, y todos aquellos que tienen sentido común, la ley será fuente de la moral en la medida en que esa ley ha recogido algo que es de derecho natural. Los que defienden la concepción positivista de la ley, que una cosa es buena o mala según lo establezca la ley, defienden -de una manera solapada- que así es la democracia. Ellos afirman que esas leyes afirman en sentir de la mayoría y que esas leyes son una expresión popular. A lo que nosotros les refutamos que también las mayorías se pueden equivocar. Voy a poner un ejemplo: ahora va a resultar que el derecho a la vida de un niño que está en el seno de su madre depende de lo que diga la mayoría. La mayoría dirá lo que crea oportuno decir, pero ese niño tiene ese derecho a la vida y no puede depender de una votación. Como también sería ridículo que dependiera la existencia de Dios del resultado de un referéndum, como si la existencia de Dios la creásemos nosotros o nosotros la fuéramos a suprimir. Esta concepción positivista de las leyes se contrapone totalmente con la concepción cristiana. La concepción cristiana es la creencia en la ley natural; y no es el hombre el que crea la moralidad con sus leyes. El matrimonio es una institución pre jurídica. Hay gente, en los debates políticos o en los televisivos, que atacan a la Iglesia diciendo que la concepción judeo cristiana del matrimonio se desea imponer. Pero lo que no saben es que esto del matrimonio es mucho anterior a la Iglesia.
            Estamos celebrando el nacimiento del Hijo de Dios. Y lo nuestro es acoger tanto al que viene como el mensaje que nos trae. Somos alumnos y alumnas de la escuela de Jesucristo. Desde el momento en que fuimos bautizados nos inscribimos para aprender a ser cristianos en este momento histórico concreto que nos ha tocado estar.  Nos dice el Evangelio que «Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres». Esa es nuestra tarea, eso es lo que 'tenemos entre manos', crecer en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres'. Pero al pensamiento reinante no le interesa que tu crezcas; te quiere pequeño, reducido, sumiso y sin criterios. En gran parte porque creen conocer lo que es el cristianismo y con dos ideas mal formadas se dan por satisfechos.
            Los que estamos matriculados en esta escuela de Jesucristo se nos pide una cosa bien clara: Obediencia a la Palabra. El Evangelio nos cuenta que la Santísima Virgen María «conservaba todo esto en su corazón». Si al corazón le nutrimos de encuentros frecuentes con la Palabra de Dios, al corazón le vamos formando y educando en esa escuela taller del Maestro. Nuestra ley es el precepto del amor y vamos concretando ese amor en el aquí y ahora siendo ayudados por el Espíritu Santo que va moldeando nuestro sentir, obrar y pensar.
            En muchas de las casas de los pueblos en el tiempo frío se prenden las estufas. Esas estufas de hierro fundido precisan de carbón o madera para poder hacer frente a las bajas temperaturas. Sólo así, reponiendo el carbón o la madera, se consigue estar a gusto en esa casa y huele a hogar. El corazón del hombre es muy caprichoso y enseguida se deja seducir por cualquier cosa: enseguida se queda, no frío, sino helado, un cubito de hielo. Como no sea alimentado frecuentemente de ese particular carbón que es la Palabra de Dios, en vez de ser una fuente de la que irradie calor se convierte en una cámara frigorífica de potentes bombas que refrigeran todo lo que pille. Si mi alma está fría, descuidada, desnutrida por la escasez de la Palabra divina, resultará que la otra persona es un obstáculo para mis pretensiones, una molestia para mi comodidad, un elemento a eliminar porque ya no me es útil...y cada uno de nosotros nos alzamos como auténticos tiranos de los demás.

            Lo nuestro es 'dejarnos de bobadas' y de 'quitarnos esos aires de grandeza' que nos suelen rondar para ser humildes ante Dios. Y lo primero de todo es reconocer que, cristianamente hablando, tenemos poco o ninguna idea. Un padre o una madre de familia -tanto en su matrimonio como con los hijos-, o no digamos nada si es un presbítero, una religiosa o un obispo...cuando se presentan las situaciones cotidianas uno tiene que empezar a dar pasos en cristiano. Y si somos sinceros estamos bastante ciegos, porque nuestro pecado nos nubla la visión. Realmente estamos como ciegos. De esos invidentes que pasean por las calles de nuestras ciudades ayudados de su bastón. Gracias a esa herramienta táctil esta persona puede notar sobre qué tipo de superficie está caminando y le va proporcionando información acerca de su ubicación. Nuestro particular bastón es la Comunidad cristiana, la Palabra de Dios, la Penitencia y la Eucaristía. Depende de nosotros aceptar la docilidad de la Virgen que 'guardaba la Palabra de Dios' en su corazón o la del impío que establece lo que está bien o mal a su conveniencia.

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