viernes, 14 de agosto de 2015

Homilía de la Asunción de Nuestra Señora a los Cielos, 15 agosto 2015

LA ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA A LOS CIELOS, 15 de agosto de 2015
LECTURA DEL LIBRO DEL APOCALIPSIS 11,19a; 12, 1.3-6a.10ab
SALMO 44
LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 15, 20-27a
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 1, 39, 56

            Hermanos, decimos y nos creemos personas libres, pero nos engañamos, porque no somos libres. Es cierto que Dios nos ha creado libres, pero el Demonio ya se ha procurado en capturarnos con sus estrategias retorcidas. Es como si dijéramos con nuestros labios, e incluso a veces con el corazón «Señor, te quiero», pero nuestras acciones dijeran «Es mi vida, y ya soy mayor para saber lo que quiero hacer». ¿Cómo puede ser posible que la Eucaristía tenga tan poca incidencia en nuestra vida personal? Ahora bien, nuestra libertad se pierde tan pronto como nos alejamos de Dios.
            Además, lo curioso en todo esto es que el 'bajo nivel que uno tenga en la vida espiritual' tienen sus claras repercusiones en el quehacer cotidiano de cada cual. No hace mucho una voluntaria de una peregrinación diocesana -que se hospedaba en una residencia de religiosas, junto con los otros voluntarios- comentó que era alérgica al pescado. Llegó la hora de la comida y pusieron pescado. Ella lo volvió a decir y la respuesta que obtuvo de la religiosa encargada de la cocina fue:  «si lo quieres lo comes, sino lo dejas». La muchacha se quedó sin comer. O esos matrimonios de los que temo más que al nublado porque apenas se da un mal entendido surgen unas chispas que ríetele tu de las que salen de las radiales. No podemos ser cristianos por el rígido cumplimiento de las cosas o de las normas. Ser cristiano no es ser un preso que está internado en un centro penitenciario y que debe de acatar -porque no hay otra- con una disciplina, unos horarios y un régimen interno más o menos rígido. Ser un chico cristiano no supone estar mirando por la calle al suelo para no 'contaminarse' por lo que uno puede llegar a ver. Si uno hace esto, que se lo mire, que 'debe una fuga de neuronas'. Ser cristiana no supone estar con una falda -en pleno mes de agosto- hasta los tobillos y con un cuello de la camisa hasta la barbilla. Si hace esto, que se lo mire, que algo anda por ahí atrofiado. Cuando uno está con Cristo no hace falta que te digan «niño, caca», porque uno sabe cómo se tiene que comportar un cristiano.

            La Santísima Virgen María nos invita a entrar en la escuela de la amistad con Cristo. Cada uno construimos nuestra identidad sobre una vocación. Jesucristo nos ha llamado para que estemos con Él y ser sus compañeros. Estamos con Cristo en su taller para empaparnos de su mensaje. Vamos a ver, a uno le pilla todo el chaparrón de la tormenta y no puede resguardarse ni tiene un triste paraguas y se 'cala hasta los huesos', casi seguro que se acatarra. Pues cuando estamos en ese particular taller con Cristo, nuestra alma no se acatarra, sino que le pasa igual que a la tierra se quedaría mullida, esponjada, dispuesta a escuchar y hacer caso a Dios. Tanto a nivel personal como comunitario estamos urgidos a aprender junto a Cristo en el taller de los discípulos. La mayor parte de los cristianos que contraen matrimonio piensan que diciendo el 'sí, quiero' ante el Altar y dando comienzo a la convivencia con el trascurrir del tiempo ya está todo hecho. Y claro, no se dan cuenta que estas parejas -o mejor dicho, matrimonios- no han dejado 'de hacer novillos' al no acudir al taller que tiene Cristo para ellos para que puedan dar respuesta a lo que es en sí su matrimonio, una vocación, una respuesta a una llamada dada por Dios. Y quien dice vocación matrimonial puede decir cualquier otra vocación dada por el Señor. A lo que la Iglesia nos pone como referente importantísimo a la Santísima Virgen María como modelo de discípula perfecta de Cristo que supo acoger, responder y actuar siempre y en todo momento en plena sintonía con el Espíritu Santo, agradando a Dios Padre y acompañando muy de cerca al Dios Hijo, su Divino Hijo. 

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