sábado, 20 de diciembre de 2014

Homilía del Domingo IV de Adviento, ciclo b


DOMINGO IV DE ADVIENTO, ciclo b
                LECTURA DEL SEGUNDO LIBRO DE SAMUEL 7,1-5. 8b-12. 14a.16
                SALMO 88
                LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS 16,25-27
                LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 1, 26- 38

            Hermanos, a mí me viene gente que me dice que 'Dios no le habla' y que eso de que Dios habló a Abrahán y a Moisés que son monsergas de los curas. El caso es que no sé lo que hacemos que siempre los curas tenemos la culpa de todo. Es más, alguno, ya con cierto recochineo, incluso me llegan a decir que si Dios me llamó por videoconferencia o si fue una aparición para decirme que fuese cura. Pero hermanos, el trasfondo de todo esto me preocupa mucho. Muchas de estas personas se han casado por la Iglesia, a su tiempo recibieron los sacramentos de la iniciación cristiana, son los grandes ausentes en la celebración de la Eucaristía dominical, pero bien vienen a la Iglesia a que sus hijos sean bautizados, reciban la Primera Comunión o incluso se confirmen. ¿Cómo podríamos ofrecer a estos hermanos nuestros una palabra que les ayudase a recapacitar  y aceptar a Cristo en su vida?  ¿Por qué andamos por la vida como ovejas sin pastor? ¿Por qué no nos decidimos a seguirle ciegamente, sin reservas? ¿Por qué seguimos creyendo que ser cristianos consiste en ir cumpliendo con cosas o preceptos? ¿Por qué nos empeñamos en seguir nuestra voluntad sin tener en cuenta la aportación que nos ofrece Dios?, ¿es que acaso ha fallado tanto nuestra catequización que no se nos ha anunciado que somos propiedad de Dios y que ser cristiano es adentrase, sumergirse, empaparse en esta bellísima historia de amistad con Jesucristo? Mi opinión es que muchos de los actuales cristianos son desconocedores de su fe; su bautismo está muerto, son analfabetos en su vida cristiana.

            Me acuerdo, siendo yo pequeño, cuando empecé mi aprendizaje en la escritura; primero con trazos y luego ya las vocales, las consonantes, la minúsculas y las mayúsculas, todo poco a poco. Y con la cartilla con la que aprendí a leer, una veces solo y otras veces todos los de la clase juntos. Nos han enseñado a escribir, a leer y a contar en la escuela y el papel de la maestra fue esencial. Sin embargo no se ha llevado a cabo un aprendizaje o una trasmisión de la fe. Tal vez porque hemos creído que llevando a nuestros niños a catequesis ya cumplíamos con el expediente, y tal vez también porque nuestras parroquias se contentaban con ofertar una serie de servicios pastorales que estaban siendo demandados. Pero claro, plantear una Nueva Evangelización supone trabajar en algo que la gente no demanda, cosas que las personas no solicitan porque aún no lo han descubierto. Bueno, no lo han descubierto muchos feligreses y un montón de presbíteros.

            ¿Se han percatado ustedes de cómo el rey David -en la primera de las lecturas- está siendo sujeto de una instrucción en la fe? ¿se han dado cuenta cómo el rey David se percatado de la presencia de Dios en medio del pueblo y que eso le implica un posicionamiento respecto a Dios? ¿se han dado cuenta del papel del profeta Natán que ha sido como el catequista del rey David?

            Pero esto no se queda aquí, sino que a San Pablo -en la segunda de las lecturas- nos lo encontramos haciendo lo que más le gusta: 'Anunciar a aquel que consolida nuestra fe, CRISTO'. ¿Y cómo lo anuncia? Lo anuncia caminando con esa comunidad concreta, ayudándoles a entender la Palabra divina, abriéndoles el entendimiento para que el Espíritu obrase en ellos. Y caminar con ellos no es solamente celebrar con ellos la Eucaristía o la Fracción del Pan (como lo llamaban), no es únicamente el reunirse para celebrar otro tipo de oraciones, sino que es la persona cualificada -llena del Espíritu- capaz de dar la palabra y ofrecer el gesto oportuno a hermanos concretos para que puedan acertar siendo así fieles a Jesucristo. El maestro o la maestra conocen a su alumno y tienen un seguimiento directo de su evolución; pues eso mismo hacía San Pablo con las comunidades cristianas; les ayudaba a despertar a la fe; les enseñaba a descubrir el proyecto que Dios tiene con cada uno de ellos e ilusionarse con ello.

            El arcángel San Gabriel planteó a Santa María el proyecto más importante de toda su vida. Ella lejos de oponer resistencia dijo: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». La Santísima Virgen ya estaba ilusionada y comprometida con el proyecto de Dios aún antes del anuncio del ángel, lo que hizo fue seguir siéndole fiel con todas las fuerzas de su purísima alma. 

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