DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO, ciclo a
LECTURA
DEL LIBRO DE LA SABIDURÍA 12, 13. 16-19; SALMO 85;
SAN PABLO A LOS ROMANOS 8, 26-27; SAN MATEO 13, 24-43
La primera de las lecturas, tomada
del libro de la Sabiduría da la sensación de que se tratase de un abogado, en
un marco de un juicio, defendiendo a su cliente. Y lo defiende apelando a la
misericordia y a la indulgencia del juez. Estamos en torno al año 150-30 a.C. Y
los judíos viven en la diáspora, en Egipto, en concreto, en Alejandría, y allí
se da, lo que se podría designar, como 'el desmadre'. Se dan muchas formas de
culto, muchos ídolos, cada cual hace lo que le 'da la gana', aparecen, como si
fuesen 'setas en el monte' muchas formas de salvación, cada cual a la medida de
cada uno. Es decir, 'el desmadre'. Pero claro, aquellos que se mantienen firmes
en el Señor, aquellos que ratifican la alianza con Dios, aquellos que quieren
vivir siendo consagrados al Dios de la Vida muestran las excelencias, las
ventajas, la gran suerte de ser creyentes ante a las reinantes formas
idolátricas aberrantes. Y lo que les mueve a ser fieles a Dios es la promesa de
la eterna salvación. Sin embargo, cuando uno está 'viviendo a todo tren',
preocupados en hacer cada cual lo que considera oportuno y disfrutando del
momento sin estar limitados por normas morales o éticas, no se tiene ni la
necesidad ni el interés de ser fiel a Dios. Pero aún así, nuestro particular
'abogado' en su alegato final desea dar ocasión de arrepentirse mostrando el
obrar sabio y justo de Dios con la esperanza de que se puedan convertir y así
vivir. Resulta curioso, ha pasado más de dos mil años y la humanidad aún no ha
espabilado. ¿Y cuál puede ser el trasfondo de todo esto?, mostrar la paciencia que Dios
tiene tanto contigo como conmigo.
Luego San Pablo, cuando escribe a la
comunidad de cristianos en Roma, nos recuerda que DIOS TIENE UN PROYECTO DE SALVACIÓN PARA NOSOTROS. Que es cierto
que el pecado tiene mucha fuerza; que es cierto que nos suelen acosar los
apetitos desordenados; que 'las cosas se ponen más interesantes' cuando
infringimos las normas, aunque luego tengamos que sufrir las consecuencias. Hay
que reconocer que el Demonio 'se lo trabaja'. Hace poquito tiempo una chica
adolescente me decía «esto de la Iglesia es un rollo, un pelmazo», pero en
cambio puede estar dos horas seguidas atada al teléfono móvil o no sé cuántas
horas al sol, incluso acampar durante toda una noche con la tienda de campaña
esperando como fans poder entrar en el concierto de su amor platónico, tal o
cual cantante. Y sigue habiendo pesados que les tenemos que ir diciendo que 'dejen
de vivir para sí mismos', que no se crean lo que no son, que abandonen sus
ídolos y vuelvan al Dios verdadero. El problema está cuando uno quiere volver a
Dios y se encuentra un mensaje y una estructura de Iglesia que si se aproxima,
ni de lejos a la realidad concreta que uno vive. Por eso es tan importante que
nuestras parroquias entren en la dinámica de la Nueva Evangelización. Es «el Espíritu el que viene en ayuda de nuestra
debilidad». No es lo que yo deseo, sino que es lo que el Espíritu me
plantea. Y sin embargo, muchas veces no hacemos ni caso a lo que el Espíritu
nos plantea, a lo que Dios responde con grandes dosis de paciencia.
Recordemos lo que dice la segunda
carta de san Pedro «Considerad
que la paciencia de Dios es nuestra salvación» (2 Pe 3,15). Y menos mal que
tiene paciencia porque si no hubiera seguido el consejo del otro que le decía ¿quieres
que vayamos a arrancar la cizaña?, con el peligro real de arrancar también el
buen trigo. Es cierto que tenemos que reconocer que Dios tiene muchas razones
para 'estar de morros' con nosotros, enfadado, molesto. Y es que resulta que
Dios tiene para cada uno una promesa y una misión, y si permite determinados
males es porque desea que le busquemos con más ahínco y porque desea sacar de
un mal un bien.
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