miércoles, 14 de agosto de 2013

La Asunción de la Virgen María 2013


LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA 2013

            Hermanos, vivimos en una situación de enfriamiento religioso. Muchos de los que han sido bautizados se comportan como ateos o indiferentes ante Dios. No se plantean nada a nivel de fe o bien porque creen que ya lo saben todo o bien porque entienden que la Iglesia es la madrastra que prohíbe todo lo que el mundo considera bueno y apetitoso. Cuando uno se mueve en estos parámetros, cuando uno está convencido que está muy bien como se está y sólo la palabra 'conversión' ya ocasiona un molesto 'rechinar de dientes' uno no se plantea nada cerrándose a la acción de Dios en su ser.

            El Señor nos dice «porque mis planes no son vuestros planes ni vuestros caminos son como los míos» (Is 55,8). Es el Señor el que nos llama seriamente la atención porque Él quiere hacer un camino con nosotros y nosotros no le aceptamos. Nuestra soberbia nos impide reconocernos lo que somos: pecadores. Todo lo justificamos ya que siempre hay que intentar ocultar el reconocimiento del propio pecado. Se dice «todos lo hacen» o incluso se oye cosas de padres y de gente madura intentando justificar a sus hijos con frases como «déjales que hagan lo que quieran ya que nosotros no pudimos hacerlo y que disfruten». Nadie reconoce sus malas acciones; nadie reconoce su propio pecado y eso genera un daño en la conciencia colectiva. Se llega a convivir con 'un corazón de piedra' porque el pecado nos endurece cada vez con mayor intensidad, y estamos heridos por la muerte. Esto se manifiesta en una incapacidad de amar con un amor evangélico. Juzgamos sin conocer; caemos en la mentira y nos creemos nuestras propias mentiras; intentamos pagar con la misma moneda a los demás devolviendo mal por mal; nadie quiere ser menos que nadie. En una palabra: constatamos las consecuencias de estar lejos de la gracia de Dios.

            Sin embargo Cristo murió y resucitó por tí y por mí. Se encarnó, fue despreciado por los hombres, insultado, azotado, crucificado, como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador enmudecía y no decía palabra. En sus llagas hemos sido curados. Su sacrificio es infinito por amor y uno se para y se dice: todo eso Jesucristo lo ha hecho por mí. Resulta curioso, cuando uno compra un regalo a una persona lo que se espera es el agradecimiento por el detalle tenido. Pero cuando se trata de las cosas del espíritu ese agradecimiento suele faltar porque nos hemos acostumbrados a vivir como 'hijos de este mundo' empecinados en acumular cosas y con comportamientos muy alejados de la llamada a la santidad.

            La Santísima Virgen María nos ofrece una lección magistral. Aprender a reconocer nuestra radical necesidad de Jesucristo. La Santísima Virgen quiere que dejemos las rutinas de siempre para empezar a escuchar el mensaje liberador de su Hijo. Desea que Cristo sea el criterio de nuestra vida y la norma de nuestras conductas. Entre el deseo de la Santísima Virgen y nuestra realidad se da un gran abismo, por eso Ella pretende que cada cual caliente su vida espiritual y sea así una ofrenda agradable ante la presencia de Dios. Así sea.

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