sábado, 24 de agosto de 2013

Homilía del domingo XXI del tiempo ordinario, ciclo c


DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO, ciclo c

ISAÍAS 66, 18-21; SALMO 116; CARTA A LOS HEBREOS 12, 5-7.11-13; SAN LUCAS 13, 22-30

 

            Las lecturas de hoy no son para gente, precisamente, rebelde, porque habla de 'exhortación', habla de 'corrección' e incluso sale la palabra 'castigo'. Además el mismo Jesucristo nos está diciendo que entremos por 'la puerta estrecha' y si no estamos preparados nos veremos fuera de la Gloria eterna. Podemos llegar a pensar que Jesucristo quiere que nos desanimemos en su seguimiento y que 'tiremos -de una vez por todas- la toalla'. ¿No tienen ustedes la impresión de que Jesucristo es demasiado de exigente?¿que realmente se llega a pasar en sus peticiones?

            Ahora nos vamos a parar y vamos a reflexionar. Por un lado tanto ustedes como yo creemos -y muy convencidos- que las cosas que hacemos las hacemos bien. Además somos 'hijos de esta época' y la forma de pensar que tiene el mundo también 'ha calado en nosotros' que aunque seamos cristianos hemos adquirido -desgraciadamente- elementos que desdicen de nuestra fe o no favorecen en nuestro camino como cristianos. Y atención, es que encima nos justificamos y queremos 'quedar de pie'. Por un lado tenemos a Cristo que nos está pidiendo radicalidad en su seguimiento y por otro estamos nosotros que nos aferramos a nuestras cosas, a nuestras seguridades, a nuestras manías y malos hábitos. Es que resulta que por un lado estamos bien agarrados al mundo y a las cosas terrenas, que también no deja de tira hacia ese lado. Y por el otro extremo estamos siendo sostenidos por Jesucristo que no desearía soltarnos porque pretende que nos salvemos. Es como si estuviésemos suspendidos en el aire sujetos por ambos extremos. Cristo es claro, es como si nos dijese: «¡Aclárate! ¡eres hijo de la luz o hijo de la tiniebla! ¡opta, elige!».

            Recordemos las palabras del Señor: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha ». Y la carta a los Hebreos nos sigue diciendo: «Aceptad la corrección, porque Dios os trata como a hijos». Un futbolista juega con los de su equipo para ganar y no se pasa al otro equipo, porque sabe a quién se debe. Nosotros somos 'de los de Cristo'. Es cierto que vivimos en el mundo pero no somos del mundo; somos de Cristo. Y Cristo te va exigiendo rupturas con las cosas del mundo, y sin embargo uno -erre que erre- sigue estando aferrado con fuerzas a lo mundano. Cristo nos corrige y nosotros nos resistimos. Muchas de las cosas no las comprendemos, pero nos fiamos de Él. Dios nos dice «o eres caliente o eres frío... templados no los quiero».

            Hermanos, hagamos caso a lo que dice la carta a los Hebreos y así iremos dando pasos acertados: «Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana: así el pie cojo, en vez de retorcerse, se curará».

1 comentario:

Anónimo dijo...

muchas veces me canso de ir por esa via estrecha y me replanteo dejarlo todo... entonces me doy cuenta de la vida que tuve antes de entrar en la iglesia... era... diferente.no era feliz.
y cuando miro bien esa estrechez pienso:
por fin tengo algo con lo que superarme!!! esas largas horas en el sofa o en el escritorio mirando a la nada... sin ninguna meta en la vida... sin esperanza...
Doy gracias porque se cumple la escritura: librad vuestras angustias y yo os dare otra cargar mas ligera, más llevadera!! es cierto!!! ese camino que muchas veces evito... es el que me hace realmente FELIZ