DOMINGO XIX DEL TIEMPO
ORDINARIO, ciclo c
SABIDURÍA 18, 6-9; SALMO 32; HEBREOS 11, 1-2.8-19; SAN LUCAS 12, 32-48
Hermanos resulta muy curioso que un
libro escrito -probablemente- en Alejandría y redactado entre los años 150-30
a.C. nos pueda dar un mensaje tan actual. Les estoy hablando del libro de la
Sabiduría; en concreto de la primera de las lectura proclamadas hoy.
El pueblo judío se encuentra en la
diáspora en Egipto. El pueblo judío está fuera de su tierra, viviendo en un
país extranjero. Ellos son los extraños. Ellos son los que han venido de fuera;
son ciudadanos de tercera o de cuarta categoría. Además aquellos judíos que desean ser fieles a Dios lo tienen muy
difícil -muy cuesta arriba- porque todo el contexto social y cultural
que les rodea constantemente les está mandando mensajes muy seductores, engañosos,
muy bien elaborados... para confundirles y que abandonen su fe. A todo esto hay
que sumar que el contexto social donde se desenvuelven se celebran muchos
cultos a los diversos dioses de aquel lugar. A todo esto hay que sumar que los
ciudadanos de aquel país no tienen precisamente aprecio a los judíos dándose un
clima de hostilidad y persecución. Algunos de judíos, al no tener una fe madura en Dios terminan apostatando,
abandonando las creencias y tradiciones de sus antepasados.
En cambio los que desean ser fieles
a la Alianza que Dios hizo a sus padres se aferran al Señor con firmeza y
convicción. Para muestra un botón, y dense cuenta cómo desean que Dios sea el
Señor de sus vidas; escuchen lo que dice estas frases de la primera de las
lecturas: «Los hijos piadosos de un
pueblo justo ofrecían sacrificios a escondidas y de común acuerdo se imponían
esta ley sagrada, que todos los santos serían solidarios en los peligros y en
los bienes; y empezaron a entonar los himnos tradicionales». Sin embargo no
olvidemos que estos judíos piadosos eran 'bichos raros' para la gente de aquel
entonces.
Ahora nos vamos a situar en los
tiempos presentes, a inicios del siglo XXI. Cuando una persona permite que
Jesucristo entre de lleno en su vida y que sea el Espíritu de Dios quien la
guíe, ya pasa a ser un 'bicho raro' para este mundo. El trato personal con
Jesucristo le va abriendo otros horizontes, otro modo de entender la realidad
que conduce a la plenitud. Siempre ayudan los ejemplos para que yo me pueda
explicar mejor: una persona que está descubriendo la novedad de Cristo, que
permite que Cristo esté en el centro de su vida luchará contra aquellos hábitos
de conducta que le alejen de Él. Irá desvinculando el beber por beber alcohol con
el salir de fiesta y divertirse; irá valorando la Eucaristía y la Confesión
como medios imprescindibles para entender su propia realidad; cuidará mucho el
tipo de conversaciones que se tenga y las imágenes que vea; se esforzará por
apostar por los valores cristianos; irá sintiendo la presencia de Jesucristo y
su exigencia por ir dando pasos en el camino de la conversión... Y cuando uno se va adentrando en ese camino
trazado por Jesucristo los demás te señalan con el dedo porque se dan
cuenta que has cambiado y sólo los que te quieren te aceptarán en ese cambio
que ha sido fruto de tu decir SÍ al Señor.
Nosotros al igual que Abrahán vivimos
en tierra extranjera y como Abrahán nos
dejamos mover por la fe. Y nos movemos por la fe porque nuestro único tesoro
es Jesucristo, ¡y donde esté Jesucristo allí queremos estar también nosotros!
Así sea.
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