domingo, 23 de junio de 2013

Homilía del domingo XII del tiempo ordinario,ciclo c


DOMINGO XII DEL TIEMPO ORDINARIO, ciclo c ZACARÍAS 12, 10-11; 13,1; SALMO 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9 (R.: 2b); SAN PABLO A LOS GÁLATAS 3, 26-29; SAN LUCAS 9, 18- 24

 

            Hermanos venimos a celebrar la Eucaristía porque tenemos ganas de encontrarnos con Cristo. Durante esta semana hemos estado ajetreados con un sin fin de tareas, los niños, la casa, el trabajo, los estudios... cada cual sus quehaceres. De tal manera que cada cual conoce cuales son las motivaciones internas que le mueven para hacer las diferentes cosas a lo largo de la jornada.

            Los cristianos podemos actuar con la verdadera seguridad de que el Evangelio viene a humanizar y a perfeccionarnos en la medida en que seamos dóciles a la verdad que reside en Jesucristo. Cuando uno se va acercando a la persona de Jesucristo se va adentrando en una cultura nueva que no tiene nada que ver con la que habitualmente nos desenvolvemos. San Pablo, en su carta a los Gálatas, cuando les dice que ellos han sido incorporados a Cristo y revestidos de Cristo, les recuerda que ser cristiano lleva consigo un constante diálogo con los demás ofreciéndoles una palabra nueva que brota de la experiencia de encuentro con Jesucristo. De tal modo que la gente perciba la diferencia entre lo que es una vida guiada por la sabiduría divina y la vida consumida por el sin sentido del mundo.

            Hace poco tiempo pregunté a una muchacha recién confirmada que cómo se planteaba a partir de ahora su consumir bebidas alcohólicas -en botellones y en las bodegas- ya que ella se había comprometido a vivir su ser cristiana en serio. La respuesta fue ten desconcertante como desagradable. Ella sostenía que una cosa era «eso de la fe» y de «los curas» y otra cosa muy diferente era «su vida». De tal modo que para ella la fe quedaba reducida al ámbito de las oraciones de toda la vida, e ir «a escuchar la Misa» cuando toca y no queda más remedio que reducirlo al ámbito de lo más privado. Esta muchacha ¿se ha llegado a enterar que seguimos a Jesucristo, el cual está vivo? No se ha procedido a realizar una opción personal por Jesucristo llegando a arrinconar al Señor a las cosas ñoñas de la infancia y como un elemento innecesario.

            Jesucristo nos lanza su pregunta: «¿Quién decís vosotros que soy yo?». Mucha gente «tiraría de catecismo» para afirmar que es el hijo de Dios, el Mesías, el hijo de María y de José...pero -aun siendo contestaciones correctas- distan mucho de ser la respuesta deseada. Nosotros somos los portadores de la Buena Noticia, de tal modo que cuando uno está en medio de una conversación de crítica...uno sepa guardar silencio o desaparecer, aun con el riesgo de que te aparten por no decir ni pensar el resto de las personas presentes. De no consentir el tener fijado la mirada en escenas de impureza en la televisión. De tener muchos detalles con la esposa o con el esposo que sean expresión de su amor mutuo. De no permitir ser tratado como un objeto por la otra persona. Los cristianos somos los «bichos raros» en una sociedad donde lo que antes era malo ahora se ha convertido en bueno e incluso apetitoso. Y ¿porque somos los «bichos raros»? lo somos porque en medio de esta tempestad tan agitada luchamos para que con nuestras opciones y opiniones se vaya comunicando el mensaje/persona de Jesús de Nazaret. Ante la pregunta del Maestro «¿Quién decís vosotros que soy yo?» la contestación es: Aquel que me proporciona una lucidez ante la vida que nada ni nadie me puede proporcionar y aunque tenga que cargar con mi cruz acuestas se hará gustosamente porque hay algo en mi interior que me muestra que ese es el camino de la salvación.

 

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