domingo, 13 de enero de 2013

Homilía del Bautismo del Señor 2013, ciclo c


Bautismo del Señor 2013                   
Is 40,1 3,15-16.21-22-5.9-11/ Sal 103/ Tit 2,11-14; 3,4-7/ Lc 3,15-16.21-22
       La Palabra de Dios proclamada hoy ante esta Asamblea nos debería ayudar a revisar nuestra vida personal y comunitaria. Muchas veces resulta muy complicado poder hablar de realidades espirituales y más complejo es acompañar en la vida de fe a las personas que lo deseen. A modo de ejemplo: cuando nos llega la factura de la electricidad enseguida nos percatamos de lo gastado y de los kilovatios consumidos. Esa electricidad nos ha servido para alumbrar la casa, para calentarnos, para los electrodomésticos así como para un sinfín de cosas. Pero centrémonos en la luz que nos aporta la electricidad. Cuando llega la noche y no nos llega la corriente eléctrica a nuestra casa enseguida nos percatamos de la oscuridad y echamos de menos la claridad. Pagamos por tener luz y cuando no podemos disponer de ella la queremos recuperar cuanto antes. Pues bien, en la vida espiritual la luz es Jesucristo y mencionada luz es gratuita, no tenemos que pagar la factura energética, y en cambio se tiende a vivir en medio de la oscuridad, entre las tinieblas. Y me pueden preguntar ¿cómo se puede saber si un cristiano consume mucha o poca luz, está haciendo más o menos caso a Jesucristo? Lo primero reconociendo si en su vida se está haciendo presente el pecado… de estar en pecado se está muy distante, muy lejos de la luz que es Cristo. Realmente consumimos muy pocos kilovatios espirituales de la luz de Cristo.
Y si se han dado cuenta, en la segunda lectura, en la epístola de San Pablo a Tito se le está diciendo que esa primera comunidad cristiana está muy tibia en la fe, que están muy descafeinados. Tito, que es un gran colaborador de San Pablo y que está al frente de la iglesia de Creta, recibe una carta de San Pablo cuyo contenido es muy claro. Esa comunidad está atravesando momentos muy delicados. No creamos que en las primeras comunidades cristianas ‘era oro todo lo que relucía’. Tal vez pensemos que esta comunidad cristiana al estar más próxima históricamente a la persona de Jesucristo tuviesen el ardor de la fe y la pasión por el Señor más encendida. Pues lo cierto es que algo debería de estar sucediendo para que en esta carta San Pablo les dijese cosas como estas: «Ha aparecido la gracia de Dios, (…) enseñándonos a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa». En realidad estas palabras nos llaman a todos a realizar un examen de conciencia profundo para conocer el estado de nuestra vida espiritual. Me parece que estas palabras dejan entrever que esta comunidad de Tito estaba ahorrando muchos kilovatios de la electricidad que Cristo regala, y cuando uno no se ilumina con la luz divina se termina adentrando en la oscuridad que aleja de la vida sobria, honrada y religiosa. ¿No creen ustedes que tal vez nosotros estemos siendo muy rácanos a la hora de gastar de la luz de Cristo Jesús? Recordemos que la ausencia de la luz es la oscuridad y la oscuridad en la vida cristiana tiene un nombre: pecado. Y me pueden preguntar, ¿por qué tenemos que dejarnos iluminar por la luz que surge de la persona de Jesucristo?¿por que cada cual no puede vivir su vida cristiana como a cada cual le convenga?¿qué es lo que nos obliga a ser iluminados? Pues hermanos, hay una realidad que nos hace vivir en tensión y que no permite que nuestra conciencia se relaje y se estire más que una goma de las que es usan para las coletas. La realidad que nos hace estar en una tensión gozosa es que «somos herederos de la vida eterna».  
Al ser bautizados entremos a formar parte de la gran familia de la Iglesia pudiendo llamar a Dios con el nombre de Padre y si somos sus hijos también seremos sus herederos. Que nuestra vida sea un constante estar consumiendo de esos kilovatios de electricidad en la vida espiritual. Así sea.

1 comentario:

Anónimo dijo...

yo me he dado cuenta de mi bipolaridad... tengo 2 vidas la vida q llevo con el trabajo y mi dia a dia y la otra vida es la cristiana...y veo q no se juntan... soy feliz en la iglesia y un amargado famfarron en la calle... me cuesta muchisimo juntar las 2 vidas... sin embargo veo q los quehaceres aumentan y mi vida religiosa y oracion no aumentan,corro el riesgo de tener la fe natural q tiene todo el mundo.
ade+ los momentos malos solo se superan con Cristo y no puedo dejarle de lado...