sábado, 12 de mayo de 2012

Homilía del sexto domingo de pascua, ciclo b

DOMINGO VI DEL TIEMPO DE PASCUA, ciclo b

La vida del alma es la más delicada flor. Precisa de una temperatura muy adecuada, un nivel de humedad muy controlado, unos abonos muy costosos y sobre todo una tierra bien arada. Las agresivas heladas y el calor excesivo del mundo la ahogan porque confunde y se llega a vivir sin Dios sin hacerse problema. No genera violencia decir que uno no cree, mientras que sí es complejo mantenerse como cristiano en medio del mundo que nos rodea.

Jesucristo nos dice varias veces: «Permaneced en mi amor». Pero para poder permanecer en Cristo primero es preciso haber estado con Él, a su lado. Uno conoce a la otra persona gracias al roce del trato diario…. de otro modo puedes decir que conoces a alguien únicamente por referencias. Es más, si el mismo Jesucristo nos preguntase: « ¡tú!, ¡si tú!, me puedes decir ¿Quién soy yo para ti?». Seguro estoy que muchos no sabrían que decir. Tal vez alguna respuesta del catecismo del Padre Astete o cualquier otra contestación para salir del paso. ¿Cómo permanecer en Cristo si previamente no se ha tenido una experiencia de Cristo? En todo caso uno puede permanecer en unas tradiciones, en unas costumbres, en unos hábitos, aunque estos sean mal adquiridos… pero todo esto es una moldura hueca, es fachada condenada a la ruina porque nos falta la columna vertebral que es el encuentro personal con Cristo Resucitado.

Si Cristo estuviera en el centro de nuestras vidas y preocupaciones este pueblo cambiaría tanto que causaría extrañeza entre los no creyentes. Lo doloroso es decir que uno es cristiano y no permitir que Cristo entre en la vida de estas personas. Hermanos, estamos bajo mínimos en la fe y sufrimos congelación porque dicha fe no supone una adhesión ni a Cristo ni a su mensaje.

Es hora de despertar del sueño y pertrecharnos con las armas de la luz. Los cristianos, al seguir a Cristo, debemos abrir el sendero de una cultura del Evangelio. Hay un principio que no podemos olvidar: Seguimos a una persona que está viva y la muerte no tiene dominio sobre Él. Sin embargo a esa persona no la vemos con los ojos de la cara ni la olemos con nuestro olfato. Sin embargo sí que está. Un ejemplo: ¿ustedes ven las ondas de las diferentes emisoras de radio que están dando vueltas por el ambiente?.... yo por lo menos no las veo, pero si que están porque si tomo una radio y sintonizo la emisora enseguida me entero de la canción que están irradiando como de las noticias acontecidas en el mundo entero. Están pero no se ven. Lo mismo nos sucede con Jesucristo. Él está a tu lado y te está hablando, te acompaña en tu quehacer diario…pero no le captamos porque no hemos sintonizado, ni afinado el oído del alma. Cristo te está gritando a pleno pulmón para que le oigas, pero la otra persona ni se percata de ello. ¿Este tipo de personas están permaneciendo en el amor de Dios o están tan vacías como un molde de escayola?

Permanecer en el amor de Dios es configurar, articular, orientar todo lo que somos, hacemos y sentimos teniendo en cuenta el bien de la vida espiritual y mi estar permaneciendo en el amor de Dios manifestado en Cristo Jesús. Y permanecer es duro: implica crecer en silencio interior para escuchar al que es la Palabra; implica ofrecer todo lo que somos y tenemos a Dios; implica hincar la rodilla ante el Sagrario; implica confesarse con frecuencia, implica saber imponerse a los hijos para que asistan a la doctrina de la parroquia, implica participar en la Eucaristía dominical dejando otras cosas para otros momentos… implica que del mismo modo la sangre porta el oxígeno y elementos vitales a todos los rincones de nuestro cuerpo, así y del mismo modo, Jesucristo llevado por todos los aspectos de nuestra vida irá proporcionando esa sabiduría que únicamente procede de lo Alto.

Cristo te dice: «permaneced en mi amor». Pero ¿nosotros queremos permanecer al lado de Jesucristo?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas tardes.
Se acerca el buen tiempo. Con él llegan las ilusiones de salir hasta tarde, salir a la piscina, observar la naturaleza…
Sí, soy adolescente. Estoy estudiando, sin embargo, es ver aparecer el mínimo rayo de sol entrando por la ventana, y mi cuerpo se llena de cierta pereza, porque no le apetece seguir con unos apuntes delante, cuando en la calle hay cosas más llamativas para ver y hacer.
Esto no es más que un ejemplo de nuestra vida cristiana. El exterior para un joven que busca a Cristo, es un peligro. Se preguntará por qué y yo le responderé que es debido a las malas gentes, a lo aprendido años atrás…todo esto nos aleja de nuestro principal objetivo, acercarnos a Él.
Cuando estamos encerrados en el sótano de nuestra alma, preocupándonos de nuestras cosas, no vemos la leve iluminación que entra por ese pequeño tragaluz. Esa luz es la que realmente nos tiene que llamar la atención….Cristo llamándonos desde el silencio.
Si Jesucristo me preguntase quien es Él para mí, me costaría darle una respuesta breve y precisa. Sin embargo yo sé que para mí no solo fue pasado, por darlo todo por nosotros, sino que también se encuentra en mi presente, dado a que es quien me escucha, quien me guía… y sé perfectamente que también encontraré su ayuda en mi futuro.
Yo antes no era tan cercana a esto, sin embargo ahora que estoy descubriéndolo, puedo decir que es una sensación muy agradable, por lo que yo sí que quiero permanecer a su lado. Sé que para ello tendré que “luchar” porque soy una chica que no se confiesa con frecuencia, antepone sus tareas antes de ir a misa…. sin embargo quiero cambiar.
Espero cambiar adecuadamente en mi vida cristiana y con ello hacer que la flor de mi alma florezca sin problemas.

CapillaArgaray dijo...

Estimada amiga:
Me gusta la naturalidad que empleas para decir unas cosas tan bonitas como interesantes. Te defines como adolescente y como adolescente, en pleno cambio, estás en actitud de búsqueda. No admites el estancamiento, sino que deseas estar inquieta porque deseas encontrar el sentido de la vida que únicamente te lo puede proporcionar Cristo. Por lo que me estás comunicando eres una adolescente no amodorrada, no envejecida ni apoltronada… sino despierta y vigilante para que, apenas te diga algo el Señor, ir tras de Él con gran gozo en el interior.
Seguro que irás adquiriendo la certeza de saber y experimentar que el pensamiento único reinante en nuestra sociedad y en tu instituto es cruel y discriminatorio. Una chica puede llevar una mini-mini falda a clase y no levanta tanto revuelo como si llevase sobre su pecho una cruz sencilla de madera. Manifestar que uno quiere ser de Cristo levanta ampollas mientras que tener el culo medio descubierto es algo que es visto, por desgracia, como algo más normal.
Los cristianos físicamente no nos reunimos en las catacumbas pero precisamos de otros que son cristianos (no que digan que son, sino que en realidad sean) para ir diseñando y apostando por una cultura cristiana, en el que Cristo sea nuestra única norma de conducta.
El exterior para un joven es un peligro, y tú misma lo dices. Pero ten en cuenta que uno no madura en las cosas sencillas, sino en la toma de decisiones complicadas y en medio de las adversidades. Nuestro principal objetivo, tal y como nos dices, es acercarnos a Él. El Demonio ha adquirido una gran soberanía en esta cultura, lo importante es el dominar, el aparentar, el tener y el aplastar al otro…. que una persona o cosa me molesta… pues lo barro del medio. Y en medio de esta profunda oscuridad mantener encendida la pequeñita lámpara de la fe es meritorio. Sin embargo amiga no tengas en el olvido una cosa fundamental: la Santísima Trinidad está a tu lado y si tú quieres abrir tu vida a Dios…Él te ayudará sin dudarlo ni una centésima de segundo. Pero esto no te va a ahorrar ni las críticas, ni las calumnias, ni el ser objeto de mofa por parte de algunas personas… pero sin embargo todo esto, en vez de perjudicarte te engrandece. Date cuenta cómo los Apóstoles estaban orgullosos de ser azotados, insultados y escupidos por ser fiel a Cristo Señor Nuestro.
Una no puede caminar en cristiano solo, y menos en un pueblo que suelen ser rancios en el asunto de la fe. Reunirte con otros cristianos que viven su ser seguidor de Cristo con gozo, el hablar con el sacerdote es algo que te ayudará (también es cierto que hay sacerdotes que únicamente es sacerdote porque al final de mes les llega la paga, por eso tienes que discernir qué sacerdote es sacerdote sacerdote).
Confesarse con frecuencia es fundamental. Sé que hay mandamientos (por ejemplo el cuarto y el sexto) que cuestan confesarlos, sin embargo hay que tener presente una cosa bien clara: ¿Qué es más importante mi salvación o que el sacerdote piense que soy un salido de pronóstico reservado? El sacerdote lo único que quiere es acercarte a Jesucristo y que sea Jesucristo tu único y verdadero amor.
Espero que el sacerdote que tengas cerca te ayude y del mismo modo espero que Dios dé sabiduría divina a ese sacerdote para ayudarte a crecer como cristiana, como soldado de Cristo Rey.