domingo, 24 de abril de 2011

Homilía del Domingo de Resurrección, 2011

DOMINGO DE RESURRECCIÓN, 2011

Hoy celebramos lo más importante de nuestra fe: Jesucristo que había muerto crucificado ha resucitado de entre los muertos, y Él está vivo.

Hace pocos días, una niña me hizo una pregunta bastante interesante. La pequeña me decía que por qué Jesús era invisible. Y la cuestión tiene un gran transfondo, ya que ella misma, la pequeña hacía esa pregunta creyendo que Jesús estaba resucitado. Ella, al hacerme esa cuestión ya daba por seguro que creía en la resurrección de Jesús. Y si a ustedes les pregunta una pequeña ¿por qué Jesús es invisible?, ¿qué le contestarían?.

Yo le dije que Jesús no juega “al esconderite” con nosotros. Que Él nos ama y que ha deseado quedarse entre nosotros, pero de un modo distinto. Le comenté a la pequeña que lo que sucede es que Él está con nosotros cuando nos reunimos dos o más en su nombre, como por ejemplo en la Iglesia o en casa cuando rezamos. Ella me siguió preguntando que cómo sabíamos que si nos reuníamos dos o más en su nombre él estaba con nosotros, ¿que cómo sabíamos eso?. Yo le respondí que fue el propio Jesús quien nos lo prometió, y que como Jesús es una persona que siempre cumple sus promesas, pues esta promesa también la cumple siempre. También la expliqué que Jesús está realmente en la Sagrada Forma, en la Eucaristía; lo único que aquí nuestros sentidos, el olfato, el oído, el gusto, el tacto y la vista “nos hacen una mala jugada”, ya que nos engañan. Porque cuando vemos la Sagrada Forma elevada por el sacerdote o expuesta en la Sagrada Custodia, nosotros, desde nuestra orilla, únicamente vemos con nuestros ojos humanos un trozo de pan. Pero que los que han pasado a la otra orilla, al Cielo, ellos están viendo esa misma Sagrada Forma, pero con una gran ventaja, que ellos sí que están viendo el rostro de Jesucristo, y lo están viendo como yo ahora mismo les veo a ustedes. Ella, con su espontaneidad me dijo: ¡que chollo tienen ellos!.

Tenemos un Dios tan grande que se ha quedado en medio de nosotros y que desea que todos nosotros seamos salvados. Todos necesitamos estar más cerca de Jesús. Sin Cristo nos parecemos a unas guitarras con las cuerdas totalmente destensadas y desafinadas. El único que puede hacer ‘arder nuestro corazón’ es Jesucristo. El único que puede afinar esas cuerdas es Cristo. Por eso es fundamental que nos acerquemos a Él y que dejemos que Él se acerque a nosotros; buscar a Jesucristo y dejarnos buscar por Él. Y a Jesucristo se le encuentra en su Iglesia, y se hace presente en los sacramentos, y desea encontrarse con cada uno de nosotros en la oración personal; y desea hablarnos al oído por medio de los textos de la Biblia.

¿Jesús es invisible?, pues no. Lo que sucede es que nosotros muchas veces nos ocultamos ante su presencia.

¡Feliz Pascua de Resurrección!.

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