25 de Diciembre 2010 NATIVIDAD DEL SEÑOR
Hoy encontramos en un pobre portal, acurrucado entre la fresca paja de un pesebre, al Hijo de Dios. Dios se ha encarnado, Él está entre nosotros. Durante el Adviento, Juan el Bautista nos hacía un llamamiento a la conversión, a preparar los caminos al Señor; la Santísima Virgen nos enseñaba a cómo acogerlo en nuestra vida y San José nos dio sus sabias lecciones de cómo hacer todo por amor a Dios. Ellos deseaban que todos nosotros estuviésemos preparados para acoger al Niño Dios, para que apenas viniera y llamase, poderle abrir.
La Navidad son fechas que nos recuerdan cuáles son nuestras raíces y nos indican los caminos más acertados para construir, con sólidos cimientos, nuestra sociedad. Dios no ha venido para quitar al hombre sus ilusiones o sus pretensiones. Dios tampoco ha venido para suplantar al hombre o hacerle de menos. Dios ha venido para acompañarnos y aportarnos esa salvación que el mundo no nos puede proporcionar. Y para hacerlo ha tomado el camino de la humildad más profunda; nacer en un pobre portal para que desde el más pobre hasta el más rico puedan acercarse.
La Navidad deberíamos de descubrirla como si se tratase de un hermoso regalo adornado con un precioso papel de envoltura con sus lacitos de colores, debemos de desembalarlo para poder descubrir y alegrarnos con el presente que se nos ha entregado. Corremos el riesgo de quedarnos con lo anecdótico, los villancicos, el turrón y olvidarnos de lo esencial, y lo esencial es lo que queda después de haber desembalado todo el envoltorio. Lo esencial es que Dios, movido por amor, se ha encarnado para que tú y para que yo seamos salvados. Si en todos estos acontecimientos que ahora estamos celebrando prescindiésemos de la fe nos asemejaríamos a un globo desinflado o a un acontecimiento meramente social que se celebra pero que también se puede dejar de celebrar.
Tener los Nacimientos puestos en nuestras casas o tener a la vista símbolos cristianos lejos de ser una provocación para el no creyente es una invitación a construir las relaciones humanas no con la violencia, sino con la paz, no con el orgullo, sino con la humildad, no con los gritos, sino con el diálogo. Se podrán tener muchas formas de pensar o muchas sensibilidades ideológicas, pero hace falta ser más frío que el hielo para no descubrir la ternura que irradia este Niño, el Niño Dios.
Dios se ha hecho carne para que tú encuentres en Él a Alguien que te sostenga, y que en medio de las carencias, dolores y dificultades, puedas hallar a ese Alguien, que es Jesucristo, para que se haga realidad esa promesa de un amor indestructible.
¡¡¡ Feliz Navidad !!!.
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