mi libertad
mi memoria, mi entendimiento
y toda mi voluntad
Todo mi haber y mi poseer
vos me lo disteis
a vos Señor lo torno
Todo es vuestro
disponed a toda vuestra voluntad
Dadme vuestro amor y gracia
que ésta me basta
SAN IGNACIO DE LOYOLA
1.- Los Principales Errores en Nuestra
Percepción del Pecado.
¿Cuáles
son los principales errores en nuestra percepción del pecado? En otras
palabras: Vamos a caer en la cuenta de cómo Satanás nos quiere llevar a su
terreno: Cuando no vemos este drama desde los ojos de Dios caemos en los
errores.
j Uno de los errores es la concepción horizontal del
pecado. La típica expresión: ‘Yo ni mato ni robo, yo no tengo pecados’.
Con esta expresión uno manifiesta que entiende únicamente el pecado como un
haber hecho daño al prójimo, es inconsciente de que es una ofensa a Dios; es
inconsciente de que existe pecados de omisión. Es una visión meramente
horizontal; yo ni mato ni robo.
k Hay otro tipo de errores, hay quienes confunden el pecado con un
fallo. Esto es una visión escrupulosa. El pecado no es un fallo, el
pecado no es una inadvertencia, el pecado requiere una deliberación voluntaria,
un acto libre y consciente.
l También está el error de confundir el pecado con la concupiscencia.
La concupiscencia es una atracción que tenemos en nosotros hacia lo sensible.
Una atracción que puede ejercer en nosotros el pecado, pero la concupiscencia
en sí misma no es pecado. Sentir la inclinación al mal no supone un pecado en
nosotros.
m Otro error es el pensar que el pecado se produce cuando a uno le
remuerde su conciencia. Pero también puede ocurrir que nuestro pecado consista en haber anestesiado
nuestra conciencia. Porque hay gente que peca y como no le remuerde la
conciencia se siente satisfecho y no hace problema de ese pecado. Lo que puede
ocurrir es que nosotros tengamos culpa por haber
adormecido nuestra conciencia. La no delicadeza de la conciencia puede
ser también culpable, el no haber educado
la conciencia moral.
n Pero el error más común es el hablar del pecado sin
referencia a Dios. El pecado como un
fallo personal que incluso nos humilla en nuestra soberbia. Entender el
pecado como un fracaso personal que nos hiere en la vanidad. Parece que lo peor
del pecado no es el no haber correspondido al amor de Dios, sino que lo peor
del pecado es que yo no me siento satisfecho de mí mismo; porque yo quería que
mi imagen estuviera mejor considerada por los demás y he hecho el ridículo, me
siento humillado por no haber sido capaz de contenerme ante los demás, por
haber perdido los papeles… cualquier situación a la que uno se haya sentido
humillado. Esto es entender el pecado como un fallo personal en vez de
entenderlo como una ofensa al amor de Dios.
2.- El Pecado: El Amor no correspondido.
Lo
principal del pecado es el amor de Dios no correspondido. En la definición
sobre lo que es el pecado, Santo Tomás utilizó la siguiente expresión: El pecado implica dos cosas, separación de Dios y entrega desordenada a los bienes creados.
De estas dos cosas, lo más grave es lo primero, la
separación de Dios. Lo segundo, la
entrega desordenada a las criaturas es la forma concreta de la que el
Demonio se ha servido para que nos separemos de Dios.
En el caso del
hijo pródigo: ¿dónde está verdaderamente
la gravedad del pecado del hijo pródigo?
¿En qué malgastase su dinero? ¿En que estuviese con prostitutas?
Obviamente la esencia del pecado del hijo pródigo está en haberse apartado del
amor de su padre, en el desprecio del amor de su padre. En esta afirmación de
Santo Tomás en que el pecado tiene dos elementos, separación de Dios y entrega
desordenada a las criaturas, en el caso de esta parábola del hijo pródigo la esencia del pecado está en el
desprecio del amor del padre. El hijo va a intentar buscar una plenitud,
que no va a encontrar entregándose desordenadamente al pecado, es decir a la
atracción carnal o al derroche de los bienes…
3.- A Dios le Ofende Todo Lo que Le dañe Al hombre.
Cuando decimos que
el pecado ofende a Dios, hasta esto hay que entenderlo correctamente, porque a
Dios le ofendemos no en el sentido de que
le quitemos algo. Nuestro pecado, quitar, quitar, a Dios no le va a
quitar nada. En realidad, a
Dios le ofende lo que le daña al hombre. Ofende a Dios lo que daña al
hombre. ¿Qué le ofende a un padre?, lo que le daña a un hijo. Esto es
exactamente lo que ocurre con Dios. Dios se siente
ofendido por nosotros en cuanto nosotros atentamos contra nuestro propio bien.
¿O es que nosotros pensábamos que íbamos a añadir algo a Dios que él ya no
tuviese? A Dios le duele que
nosotros no vayamos por el camino de la santidad; le duele que nos
hagamos daño a nosotros mismos. Nuestro pecado no quita nada a Dios, pero al
amor de Dios espera una respuesta por nuestra parte. Quiere nuestra
correspondencia, y nuestra correspondencia es el haber aceptado el amor de
Dios. Esta es la naturaleza del pecado.
4.- ¿Cuáles son los Efectos del Pecado en Nosotros?
En primer lugar,
en lo que del pecado original se refiere, la revelación nos indica que el pecado original ha originado en
nosotros una cierta esclavitud, una cierta esclavitud de sujeción al
Demonio.
Es una esclavitud,
tal y como nos enseña el Concilio de Trento, a la que nos ha venido a libertar Jesucristo. La creación
entera por el pecado original resultó hostil al hombre: «Al hombre le dijo: Por
haber hecho caso a tu mujer y haber comido del árbol prohibido, maldita sea la
tierra por tu culpa. Con fatiga comerás
sus frutos todos los días de tu vida» (Gn 3, 17). Este pecado original
está en nuestra propia naturaleza. Este pecado de desobediencia fue el pecado
original, llamado así porque fue el primer pecado que se cometió en la Tierra,
en los principios de la humanidad. Con este pecado de desobediencia nuestros
primeros padres perdieron la gracia para ellos y para nosotros sus hijos. Lo
mismo que cuando el padre se arruina en el juego de la ruleta, arrastra a la
ruina a la mujer y a los hijos. Si un monarca concede un título nobiliario con
la condición de que el cabeza de familia no se haga indigno de semejante
gracia, ¿quién puede protestar si después de unos actos indignos y
despreciables de este cabeza de familia, el monarca retira el título a toda la
familia?
Hay una cierta
sujeción a Satanás. A Satanás se le llama ‘el Príncipe de este mundo’, tiene un
cierto señorío sobre él. Pero sin embargo Jesucristo no le permite que ese
señorío le permita impedir el ser rescatados. Cristo es Señor de Vivos y
Muertos y nunca permitirá que el pecado sea más fuerte que la gracia. Ya lo
decimos en el pregón pascual: ¡Oh feliz culpa que mereció tan grande redentor! El verdadero Señor es Jesucristo.
5.- El Pecado Mortal: Arranca del Cuerpo
Místico de Cristo.
El pecado mortal, separa al hombre de Dios, lo arranca del Cuerpo Místico de Cristo. San
Bernardo dice en su doctrina espiritual que el hombre por naturaleza es imagen
de Dios, pero es semejanza de Dios cuando vive en Gracia; cuando vive en pecado
mortal entra en la zona de la desemejanza.
El pecado mortal
roba la semejanza del hombre con Dios. Muchas
enfermedades, muchos encarcelamientos y crímenes crueles, ruinas y desgracias
de familias tienen como origen un pecado
contra la Ley de Dios. Una
piedra en el zapato no te deja en paz hasta que logras quitártela, así es el
pecado que nos roba esa semejanza con Dios y nos conduce a la obscuridad del
dolor.
6.- El Pecado Venial: Enferma el Alma
El Pecado Venial no mata el alma del hombre, pero enferma el alma. Y sus
consecuencias son muy serias porque refuerza
la inclinación al mal, dificultando el ejercicio de las virtudes, nos
predispone al pecado, como la enfermedad nos predispone a la muerte; nos priva
de muchas gracias actuales que hubiéremos recibido e impiden que las virtudes
sean perfeccionadas… es decir enferma el
alma. Una tos pequeña, pero descuidada, puede llevar a la sepultura. Un
punto negro en un diente no es nada, pero si no se lo enseñas al dentista,
pronto ese diente quedará dañado, y hasta puede ser necesaria la extracción. En
una palabra: el pecado venial tiene en nosotros un influjo grave que es el condenarnos a la
mediocridad, a ser mediocres. Cuando nosotros hemos nacido para la santidad.
7.- La Vida Cristiana del Hombre es un
Combate y Somos los Soldados de Cristo.
La Revelación no
se limita en decirnos dónde está el problema, sino que también nos da la pauta para cómo ser liberados. Y
se nos recuerda que la vida del
hombre en la tierra es combate, y que nosotros somos soldados de Jesucristo.
Ustedes son
soldados de Jesucristo que como almas contemplativas, ustedes que han hecho de
su vida una entrega total al Señor en la oración por nosotros, su pueblo. ¿Y
cómo están ustedes combatiendo como soldados de Cristo?
Les voy a poner un
ejemplo: cuando llegamos a casa y abrimos el grifo no caemos en la cuenta de lo
que eso supone; tener el agua a nuestro alcance, con toda comodidad. ¿No nos
pasará lo mismo con tantas gracias que recibimos de Dios y no nos damos cuenta
de cómo ha llegado de una manera tan gratuita, sin que nosotros, a veces lo
hayamos rezado, orado, preparado o merecido? ¿no será que mucha gente reza por
nosotros, por el mundo y que nosotros no somos muy conscientes de ello? ¿No
será que esa agua lo recibimos en casa de una manera inmediata porque allá, en
lo alto de los montes y de las montañas hay nieve, la nieve de ese pico de la
montaña? Muy poca gente alza la vista hacia ese pico nevado. Y esa nieve,
despacio, sin hacer ruido se deshace hasta llegar a tu casa. ¿No será que las
almas contemplativas están siendo parte de ese instrumento de Dios para que su
Salvación llegue a todo el mundo?
Algún día, cuando
estemos en presencia de Dios y allí lo veamos todo, veremos que somos lo que
somos gracias a tanta oración y comunión dentro del seno de la Iglesia, a
través de la cual hemos recibido tantos dones de Dios.
Ustedes son esos soldados de Cristo que batallan, pelean, guerrean
con la oración.
De tal modo que todo aquello que les separe de la oración genera como una
bajada de tensión de los dones que recibimos de Dios.
8.- Las Tres Características para la Lucha
contra las Tentaciones.
Tres
son las características para la lucha contra las tentaciones:
8.1.- La Confianza.
j
La primera es la confianza: Nosotros somos
soldados de Jesucristo y Él es
el que combate junto a nosotros. Confiamos en la victoria porque estamos con Cristo. La
revelación cristiana nos habla de la lucha contra las tentaciones con la
confianza en la gracia del Salvador. Lo dice la Palabra: «Todo lo puedo en Aquel que me conforta»
(Flp 4, 13).
Sé que la victoria
es segura, yo creo en el poder de Jesucristo, fuera todo amor desordenado, pues
Cristo nos asiste. Y como dice San Agustín, incluso las
tentaciones se convierten en un medio por el que Dios nos fortalece, ya
que nuestro progreso se realiza a través de las aceptaciones. Dice San Agustín
que nadie se conoce a sí mismo sino es
tentado; y no puede ser coronado
sino ha vencido, ni vencer sino ha combatido, ni combatido si carece de
enemigo, de las tentaciones. Os invito a meditar el texto del Magisterio
de la Iglesia que está en el Oficio de lectura del domingo primero de Cuaresma,
de los comentarios de San Agustín, obispo, sobre los salmos, subtitulado «en
Cristo fuimos tentado, en él vencimos al diablo»: «Pues nuestra vida en
medio de esta peregrinación no puede estar sin tentaciones, ya que nuestro
progreso se realiza precisamente a través de la tentación, y nadie se conoce a
sí mismo si no es tentado, ni puede ser coronado si no ha vencido, ni vencer si
no ha combatido, ni combatir si carece de enemigo y de tentaciones», así
nos ilustra San Agustín de Hipona.
¿Tienes
experiencia de conocerte mejor por haber caído en algún pecado? ¿Conoces tu
debilidad para saber pedir socorro a Jesucristo? ¿Cuántas cosas tienes tú que
realmente te sobran, no las necesitan? Conozco a sacerdotes que han
desinstalado la aplicación del WhatsApp porque les robaba tiempo de oración, de
silencio, de recogimiento. Conozco a personas que han renunciado de su teléfono
móvil porque es un gasto y quieren vivir en una austeridad. Hay unos anuncios
de televisión, que anuncian una aplicación para el móvil o el ordenador cuyo
lema es ‘sino lo usas, véndelo’.
Sino usas la ropa de tu armario, véndela. ¿Cuántas cosas tenemos innecesarias y
cuántas veces hemos atentado contra la austeridad? Seamos claros: La ausencia de austeridad nos han
traído muchos problemas. La austeridad es fundamental para seguir a
Cristo de cerca.
Les hago una
pregunta con moraleja:
¿Qué cosa o cosas si el Señor te pidiese que lo abandonases,
que lo dejases, que lo regalases…te costaría tanto que incluso te podría llegar
a desestabilizar, ponerte tenso/en crisis por no tenerlo? Porque
si el Señor te pide algo que te desestabiliza y tú no se lo das, es porque en
esa cosa tú has puesto tu corazón.
Por lo tanto, hay
que decir que Dios permite
las tentaciones como pruebas para provocar el avance de nuestra vida espiritual.
Dios a veces permite que nos pongamos en situaciones fuertes para que
reaccionemos, para que no nos quedemos en la mediocridad. Por eso Dios puede
permitir determinadas enfermedades, luchas, desengaños… y nos da su gracia para
que estas ocasiones sean oportunidades para
nuestro crecimiento interior. Lo hace para ser acrisolados, para
acrisolar nuestro corazón, tal y como hacen con el oro cuando es purificado.
Dice San Pablo a los Corintios, que fiel
es Dios que no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas, sino que
dispondrá en su providencia el cómo resistir con éxito. Dice exactamente: «Dios
es fiel, y no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas, sino
que con la tentación hará que encontréis también el modo de poder soportarla»
(1 Cor 10, 13).
Lo que hay que tener muy claro es que tú
no estás solo inmerso en esta batalla, que esto forma parte de un plan de Dios.
8.2.- La Humildad.
Otra
característica para la lucha contra las tentaciones es…
k
La segunda es la humildad: El Señor nos pide que
tengamos confianza en Él, pero también nos pide humildad.
La humildad,
recordemos que Dios se resiste a los soberbios, pero da su gracia a los
humildes. Nadie debe de fiarse de su propia fuerza, y «el que crea estar de
pie, mire no caiga» dice San Pablo a los Corintios (1Cor 10, 12). Los
soberbios se exponen a ocasiones de pecado y caen en él porque se toman
confianzas. El que anda en el peligro cae en él. Le decimos al Señor ‘…y no
nos dejes caer en la tentación’, a lo que el Señor te dice ‘y tú no te
pongas en ella’, ‘y tú no te pongas en la boca del lobo’.
Dios puede
permitir que un defecto, por ejemplo, el mal genio humille a un cristiano
muchos años, por más que haga por superarlo, y sólo cuando el cristiano llega a
la perfecta humildad es cuando Dios le da su gracia para poder superar ese
defecto. Recordad ese pasaje donde San Pablo decía que sentía una espina
clavada en la carne y que por tres veces pidió que le fuera quitada esa espina
y por tres veces escuchó, «te basta mi gracia» (2 Cor 12, 7b-10). Tú
permanece, sé humilde.
8.3.- Tomar las Armas del Cristiano.
l
La tercera característica para la lucha contra las tentaciones, a parte de la confianza y la humildad, es el Tomar las Armas: Tomar las armas del cristianismo en la lucha
contra la tentación.
Las armas son las
sobrenaturales: Palabra divina, sacramentos, oración,
el ayuno, limosna, ascesis… es que nosotros no podemos hacer frente a un
enemigo así sin unos medios proporcionales. Es que no se puede salir a matar
elefantes con un tirachinas. Recordad es que estamos hablando de luchar contra
Satanás. Nuestra lucha no es contra la carne ni contra la sangre, no es contra
las potencias de este mundo; nuestra lucha es contra Satanás, por eso
necesitamos medios sobrenaturales. El ayuno y la
oración y la limosna nos permite ahuyentar a «Satanás que como león rugiente
ronda velando a quien devorar» (1 Pe 5, 8). Aquí no nos valen los libros de
autoayuda; nuestra ayuda y nuestra fuerza viene de lo alto, viene de Dios.
Leo este texto de
San Pablo a los Efesios, capítulo 6, versículos del 10 al 18 donde se nos habla del combate espiritual:
«10 Por
lo demás, fortaleceos por medio del Señor, de su fuerza poderosa. 11 Revestíos
de las armas de Dios* para poder resistir a las acechanzas del diablo. 12 Porque
nuestra* lucha no va dirigida contra simples seres humanos, sino contra los
principados, las potestades, los dominadores de este mundo tenebroso y los
espíritus del mal que están en el aire*. 13 Por eso,
debéis empuñar las armas que Dios os ofrece, para que podáis resistir en los
momentos adversos y superar todas las dificultades sin ceder terreno. 14 Estad,
pues, en pie, ceñida vuestra cintura con la verdad, protegidos con la coraza de
la rectitud, 15 bien calzados vuestros pies para anunciar
el evangelio de la paz. 16 Tened embrazado siempre el
escudo de la fe, para que podáis apagar con él todos los encendidos dardos del
maligno. 17 Tomad, también, y la espada del Espíritu,
que es la palabra de Dios. 18 Manteneos siempre en la
oración y la súplica, orando en toda ocasión por medio del Espíritu, velando
juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos».
El Señor te dice,
¡toma los bienes sobrenaturales, las armas sobrenaturales, fíate de ellos y de
su poder sanador!
9.- Tácticas del Evangelio para Luchar contra el Pecado.
Además, el
evangelio nos señala las tácticas para luchar contra el Pecado:
9.1.- Luchar desde el Principio.
j El evangelio nos dice que hay que luchar desde el principio, desde el minuto cero. Desde el
primer momento en que se insinúa la tentación para
apagar inmediatamente la chispa antes de que se haga un incendio. Cortar
las cosas de raíz. Hay personas que me dicen ‘es que no me he podido resistir a
la tentación’, a lo que yo le contesto ‘porque lo has dejado crecer’. Porque
has dejado que crezca y llega un momento en que ya no eres capaz de dominarlo.
9.2.- Tomar Medidas Radicales.
k La segunda
táctica para luchar es que el pecado tiene que ser vencido por
las buenas o por las malas. Cuando se dice ‘si tu ojo es puro, tu
cuerpo entero será iluminado’ o por las malas ‘si tu ojo te escandaliza,
sácatelo’.
A veces cortar con
el pecado supone tomar medidas radicales. Imaginemos que uno está trabajando
explotando mujeres o en la trata de personas, pues uno ha de cortar con eso. O
uno se está enriqueciendo, robando a costa del sufrimiento del otro, o enriqueciéndose
con las drogas o adulterando la carne para que un animal crezca antes poniendo
en riesgo la salud de los que lo vayan a comer. Ha de cortar con eso. O uno que
hace mal uso del teléfono o del internet visitando páginas pecaminosas, fuera
el Internet y el teléfono. Me acuerdo de un conocido que dejó el trabajo porque
una compañera se le insinuaba demasiado y él dejó ese trabajo porque no quería
ser infiel a su esposa. A veces no hay otro camino que el del heroísmo. A eso
se refiere el evangelio cuando nos dice:
« 8 Por
eso, si tu mano o tu pie te es ocasión de tropiezo*, córtatelo y arrójalo de
ti; más te vale entrar en la Vida* manco o cojo que ser arrojado en el fuego
eterno con las dos manos o los dos pies. 9 Y si tu ojo te
es ocasión de tropiezo, sácatelo y arrójalo de ti; más te vale entrar en la
Vida con un solo ojo que ser arrojado a la Gehenna del fuego* con los dos ojos»
(Mt 18, 8-9).
La mano indica la actividad; el pie indica la conducta; y el ojo el criterio con el cual se
observa las cosas y acontecimientos de la vida. Si el motivo de
escándalo es una actividad, Jesús es radical y dice que cortes radicalmente con
eso. Y lo mismo se debe a aplicar a la conducta y a los criterios que uno tiene
para observar, juzgar y posicionarse.
9.3.- Desarmamos a Dios cuando Manifestamos
Nuestro Pecado
l La tercera
táctica para la lucha contra el pecado es la Manifestación de nuestra
tentación. Es la manifestación del pecado a nuestro director
espiritual, a nuestro acompañante espiritual. Este sí que es un medio que deja
al Demonio desarmado. La fuerza
de Satanás reside en habernos aislado con nuestro pecado, su fuerza
reside en que nosotros convivimos en silencio con nuestro pecado, cuando
ocultamos nuestro pecado.
Juan Casiano, uno
de los antiguos monjes del desierto y Padre de la Iglesia, dice en una de sus
enseñanzas: «En el monasterio se enseña a los principiantes a no esconder
nada por falsa vergüenza, a no esconder ninguno de los pensamientos que les roe
el corazón; sino a manifestarlo al anciano, al maestro espiritual desde el
mismo inicio de sus pensamientos. De este modo, el astuto enemigo, Satanás, ya
no puede embaucar al principiante aprovechándose de su inexperiencia e
ignorancia».
Lo que el demonio
quiere es que cayes y no hables de tu pecado, tapa tu pecado, no pongas las
cosas encima de la mesa. La
tentación manifestada es la tentación medio vencida. Es importante hacer
luz en nuestra vida, que no haya cuartos oscuros.
Estas son las
tácticas en las luchas contra las tentaciones, en la lucha contra el pecado.
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