Proverbios 31,10-13. 19-20. 30-31
Salmo 127
Primera Epístola de San Pablo a los Tesalonicenses 5, 1-6
San Mateo 25, 14-30
Ya
hace unos años en nuestros pueblos castellanos se viene celebrando los
‘mercados medievales’. Ataviados de época, con sus trajes y escenografía de
aquel tiempo no sólo dan un tono festivo a nuestras plazas sino que también se
hace una especie de homenaje a los orfebres y artesanos que eran auténticos
artistas. Una de esas tiendas, decoradas al detalle para ayudarnos a
adentrarnos ‘en el túnel del tiempo’ se
encontraba un auténtico maestro de artesanía. Debajo de la mesa tenía una serie de pedruscos
de diversa textura y color. Seguro
que ha tenido que tener ayuda para poderlos desplazar. Poco a poco, con un martillo y una especie de
cincel va perfilando las pequeñas
teselas de un sin fin de colores
para poder componer un mosaico espectacular.
Cuando
uno se posiciona como un espectador que contempla boquiabierto, el trabajo artesanal, se va
dando cuenta de cómo existen corrillos de colores formados por la perfecta
armonía de las teselas. Y cuando la obra está concluida se puede contemplar una
escena de caza, la belleza de un bosque
o cualquier cosa que trasmita hermosura fruto de un trabajo bien hecho.
Nuestra
vida está llamada a ser una ofrenda constante y agradable a Dios. Esto supone
mucha tarea y una dosis muy alta de responsabilidad. Cristo nos dice que el
Reino de Dios ya está aquí; o sea que
Cristo reine en mi vida. Eso es el Reino de Dios, que Cristo ejerza su
señorío pleno reinando en mi existencia. Es el Señor el que me regala cada día,
cada jornada, con sus 24 horas
delimitadas como delimitadas también están –por unos cuantos milímetros- las teselas que componen el mosaico. Durante
estas 24 horas, durante esta particular
tesela, Dios plasma su particular impronta, su interesante aportación, me
comunica su Palabra, me proporciona su Espíritu y me reconforta con su
compañía. Si yo soy dócil a sus inspiraciones, si yo muero a mi soberbia y
permito que yo sea para Él su morada, Él día a día, jornada a jornada, tesela a tesela irá componiendo un magnífico mosaico,
una grandiosa historia de salvación. Las teselas de los mosaicos son extraídas
de mármoles y piedras con cualidades y colores determinados. Del mismo modo el Señor cada día nos ofrece una palabra
nueva, un hermano que me incordia y otro que me cae bien, un día con una
salud fuerte y otro con una salud quebradiza….una tarea que me cuesta, un
estudio que me agota, los hijos que unas veces traen alegrías y otras cabreos…
son infinitos los colores de las teselas como infinitas las variedades de
situaciones a las que el Señor nos va planteando. El ejemplo de vida de trabajo, esfuerzo y
talento al servicio de la familia y de los necesitados, tal y como nos plantea
el libro de los Proverbios son
manifestaciones claras del reinado de Cristo en la vida de las personas
(Proverbios 31,10-13. 19-20. 30-31). Una
persona dócil al Espíritu Santo permitirá
que cada particular tesela sea colocada en su justo lugar, en ese sitio a
la que el Creador tenía ya dispuesto para confeccionar el magnífico mosaico de
mi salvación.
Un
salmo responsorial nos dice ‘Si hoy
escucháis la voz del Señor, no endurezcáis el corazón’ y el salmo
responsorial de hoy nos dice ‘Dichoso el
que teme al Señor y sigue sus caminos’ (Salmo 127). Cuando uno reconoce cómo Dios se va
manifestando en la vida personal, cuando uno echa la mirada para atrás y
agradece el cambio acaecido en uno por la eficacia de la acción divina, es
entonces cuando brota de uno mismo la alabanza, la acción de gracias, la
bendición, así como el firme propósito de ‘jamás separarnos del amor de Dios
manifestado en Cristo Jesús’. Tal y como nos escribe San Pablo deseamos vivir ‘como hijos de la luz e hijos del día’,
en atenta vigilancia, porque, sin nosotros merecérnoslo, va confeccionando, día
a día y tesela a tesela, el mosaico de nuestra propia salvación (Primera
Epístola de San Pablo a los Tesalonicenses 5, 1-6).
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