viernes, 21 de noviembre de 2014

Homilía de JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO, domingo XXXIV del tiempo ordinario, ciclo a

JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO                                                                   capillaargaray.blogspot.com

DOMINGO XXXIV DEL TIEMPO ORDINARIO, ciclo a
Ez 34,11-12.15-17
Salmo 22
1 Cor 15,20-26a.28
Mt 25,31-46

            Hermanos, ¡Cristo es REY! Y proclamar que Él es REY no supone la exclusión de todos aquellos que piensen de modo distinto o que se dejen llevar por las connotaciones políticas que puedan conllevar en sí esa palabra. Cristo nos abraza a todos y a cada uno. No le importa las siglas políticas o consignas que defendamos en la sociedad. Sólo quiere mostrarnos su amor, y una vez que lo experimentemos que cada cual pueda sacar sus propias conclusiones. Cristo nos regala su presencia. Sin embargo nos puede suceder que aunque le tengamos cerca no nos demos ni cuenta. Seguro que tienen la experiencia de estar hablando con alguien y hacer que uno escucha pero estar en la inopia, con la mente en otro lugar y no enterarte prácticamente de nada de lo que la otra persona te está diciendo.

            ¿Se han dado cuenta de las numerosas iniciativas que emprende Dios para salir a nuestro encuentro? El profeta Ezequiel nos ayuda para que caigamos en la cuenta de todo esto. «Así dice el Señor Dios: Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro. Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares  por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones».

Esta sociedad nuestra está como ideada para que no alcemos la mirada hacia lo alto. Es como si hubiesen tapiado el cielo prescindiendo de Dios y organizando todo de tal manera que no pensemos en Dios, que estemos felices, contentos y satisfechos con las realidades temporales para que ni nos planteemos las realidades eternas. El demonio ha domesticado a esta sociedad.

Una de las dificultades reside en que cada uno vivimos muy a gusto con el ‘tenderete’ o el ‘chiringuito’ que nos hemos montado y hemos aceptado ‘ser domesticados’ y sentir como siente el mundo y pensar como piensan los paganos. A modo de ejemplo: una pareja de novios que llevan viviendo juntos una temporada larga, se han creado ‘su propio chiringuito’. Los dos muy buenos jóvenes que se les ve con ilusión y enamorados, con sus más y sus menos que va generando la propia convivencia. Y ellos sostienen que no les hace falta un ‘papel’ porque así están muy bien y las cosas marchan. Pues bien, ese tipo de relación se asemeja a esas cajitas musicales que una vez acabada la cuerda se para la canción. Ese ‘papel’ tiene un nombre claro: CONSENTIMIENTO MATRIMONIAL. Falta ese ‘yo contigo para siempre’ y ‘no quiero ya migajas en el amor,  ya no quiero ser mendigo de tu amor’,  ya no quiero que este bello proyecto de corazones acabe súbitamente alegando que ‘en la calle me encontraste y en la calle me dejas’ porque te has cansado de mí,  porque no hay nada que te obligue a quererme. Nosotros queremos, deseamos, anhelamos que CRISTO REINE en esa pareja de novios. Por de pronto, cada novio a su casa. Búsquese los medios para ir creciendo como pareja en ese noviazgo cristiano. Es cierto que muchos presbíteros pasan de este tema, pero también es cierto que el que está interesado por algo lo busca. Y la Iglesia oferta realidades para ayudar a vivir en cristiano esta bella etapa del noviazgo, por ejemplo, ENCUENTRO MATRIMONIAL, el CAMINO NEOCATECUMENAL, los CURSILLOS DEL COF DIOCESANO, entre otras realidades eclesiales.   

            O esos padres de familia que tienen hijos en edades delicadas. Hijos e hijas que quieren ‘tener más libertad de acción’ cuando los padres no lo consideran adecuado ni conveniente para sus hijos….que quieren salir de fiesta hasta más tarde, que quieren comprar una ropa determinada y provocativa, que tienen unas amistades poco apropiadas… Batallas constantes que cada victoria supone un logro, siempre que se ayude a comprender las razones de ese modo de proceder. Si Cristo reina en ese hogar irá ofreciendo criterios para crecer como familia, aunque algunos miembros no lo entiendan en esos momentos, pero lo agradecerán. Pero no seamos ingenuos. Si deseamos que Cristo reine en nuestro hogar debemos de acoger los medios que la Iglesia nos plantea para que realmente Él reine. ¿Nos es suficiente acudir a la Misa dominical? La Misa dominical es clave, fundamental, insustituible, pero necesito sentir el paso de Cristo en la vida de otros hermanos que se encuentran en las mismas o parecidas circunstancias a las mías, y para eso yo y todos necesitamos de una COMUNIDAD CONCRETA.

Estamos llamados a que nuestras parroquias sean comunidad de comunidades, no grupos de oración, grupos de cantos o del ejercicio de la caridad cristiana, sino comunidad de comunidades donde estas cosas surgen por la propia dinámica del Espíritu Santo en la línea de LA NUEVA EVANGELIZACIÓN.

            Resulta esperanzadoras las palabras del profeta Ezequiel, cuando nos dice usando palabras del mismo Dios: «Buscaré las ovejas perdidas, recogeré a las descarriadas; vendaré a las heridas; curaré a las enfermas». El Señor está hablando de ti y de mí. Yo soy esa oveja pedida, descarriada, herida y enferma.  El Señor sale a nuestro encuentro, se acerca a nuestra realidad personal, se aproxima para conocer las cosas cotidianas que hacemos, es testigo de nuestro pecado, conoce nuestras miserias y habilidades. Y Cristo te dice: «Otro modo de vivir es posible, ¡vente conmigo!, ¡ven y sígueme!».

            Escribe San Pablo a la comunidad de los Corintios que «Cristo tiene que reinar». Además habla de un reino; nos habla de ‘volver a la vida’. Por lo tanto, si Cristo es rey, cada uno de nosotros debemos de favorecer que Él ejerza su reinado en nuestras vidas. Todo esto nos está implicando, nos va ‘empujando’ a que adoptemos una postura clara ante Jesucristo: ¿Qué deseamos ser?, ¿somos ovejas o cabras?; ¿nos posicionamos a su derecha o a su izquierda? ¿Permitimos que Cristo reine en nuestras vidas o le ‘damos portazo en todas las narices’?, ahora bien, si ‘damos portazo’ a Cristo también estaremos cerrando nuestros corazones a los hermanos.

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